Las muñecas de nueva york, -¿qué
demonios son estás locas?- debió pensar un pelón barrigón de camiseta ajustada
en plena tienda de discos, como todo buen reacio y petulante macho de cepa, el
robusto hombre lanzaría una mirada desdeñosa al Lp homónimo de las New York
Dolls; estética travestía: tacones de plataforma, bufandas ondulantes y rosas, maquillaje
vulgar y callejero, con pelucas lo Marc Bolan. ¡Faltaría más! ¿Qué clase de
oyente masculino que no dudase de su sexualidad, se hubiese sentido atraído por
la caratula de este vinilo? uno muy afortunado. Hombre contemporáneo 0 –
prejuicios 1.
Éxito pa´ bajo, especiales, ni verga,
importante, pueda, changoleones del montón, chúpala mamey. Así estamos,
señores, con la esperanza de saber si este Lp es de “Culto” o “una vileza para
la música de hombres” Las Dolls surgidas del movimiento Glam de Bowie y Bolita
de cristal, adopto la seña de los Rolling: Vocal vs guitar man; peor, lo que
sin lugar a dudas los singularizó de manteca, fue su impetuosa y turbulenta línea
visual. Sin embargo, su música también fue indispensable para el venidero
movimiento punk, heredado de Los Stoogs y los Mc-catetos.
La banda sólo lanzaría dos álbumes,
este homónimo, y su “Too Much Too Son” parte de los miembros formarían “The Heartbreakers”
otros anclarían pa´ Richard Hell, todos autoexiliados de su primera gesta e inmóvil
columna vértice. Los medios no cundieron ante el trabajo artístico de la banda,
sus discos en homólogos años 70s fueron un fracaso, salvo la critica que dio
algunas buenos vistos, pero hasta así. No sería, hasta que notasen las miles de
bandas que surgirían de la colmena de las Dolls; Los pistols mamaron bases del
proto-punk que aquí se estaba materializando. Puesto, que la banda sentó la estética
del rollo glamero, el desentonado aire culero, el glamur y las mejillas
ruborizadas, así como, los trajes ajustados, dignos de rameras de labios grandes;
gracias a tal hecho, y principal hierro amariconado, se formarían populosas
agrupaciones del Glam metal, que por alguna ofuscación o azar del destino,
llegaría a ser más grande que los verdaderos colosos.
Y no le demos más vueltas, porque hoy
si los quiero ofender; para mi el glam metal siempre será el aborto exitoso
injustamente del Glam Rock, ya que éste último nace como propuesta y muere como
tal, mientras su colega, ese chulito gandul, nace como reciclaje y vive como
madame francesa. Otra parte de la historia del rock que “nuncajamás” comprenderé
del todo. Formados por los mentecatos de: David Johansen en la armonica y
vocales, Thunders en la guitarras y vocales, Sylvain Sylvain marcado en el piano,
la guitarra rítmica y las vocales, Jerry Nolan en la batuca y killer en el bajo. Esas serian nuestras chicas
sucias y rastreas. Pero, ojo, que estas perras no eran de todas
alcantarilleras; ni cobraban dos chupones y 4 pitios, sino, la verga completa,
así que pa´ fuera zipper.
¿Sonido?
Un punk de protozoos: empedregado,
desaliñado, algo ajustado y sin mucha elaboración; pero, con un sonido trotamundos,
adaptándose del vetusto R&B, rock `N´ Roll, rock a seca y algo de los
Stooges desperdigado, también mucha tonalidad Jagger en los cantos provocativos
y amanerados; un poco de Richard y besitos al final de las rolas. ¿Pero serán
jodidos estos maricones? No, míster, de maricones nada, de bravitos, silicona
mi victoriano, hoy te cae el sonido de la calleja. En guitarras estamos
atronadores, sin felpa y censura, Orlando con sintonía propicia y delirante,
solos básicos y enjundiosos, con frenéticos cambios entre base rítmica y
estructura acolchonada. Ahora, bien, pasemos a segunda base: La batería.
Constante aliteración, sin reinventar
nada, pero con pocos arreglos, en definitiva, crea torsión, pavoneos ajustados,
celeristicas maniobras, con influencia rocker de antaño, y todo lo que la
batería pudiese ofrecer sin ser una regalada señora, a la postre coagulándose
con algunas trompetas que se recrean, ayudadas del piano Charles, muy refinado
como siempre; por ello esta posición es casi indispensable para disfrutar rolas
como: “Lonely Planet Boy” que serían la carga menos exultante y exigua, pero
elegante y sutil rebobinado de pistas proto-punketoidas.
Hasta ahí pegamos con el clavo de un
solo martillazo, pero sin duda, rolitas que no se sacan de la cabeza, por su irredenta
portentosidad y energía innata, a la vez con espontanea ambientación jubilosa y
desenfrenada, son las 2 más chulescas y climáticas: “Personality Crisis” himno
de lo que estas señoras pueden desempeñar sin llegar al mimetismo poco
valorativo e involucionista; otra, mi favorita, por su repetitiva estructura y
culminación de guitarras con toques ligeros y estruendosas vocales, sería: “Frankenstein”
rolita que puede llegar a ser “circuitica” peor atrapante y vil, como ella
sola.
Lo interesante de algunas canciones es
que guardan ese misticismo en coros femeninos (Si no me falla el “hoydo”) “Vietnamese
Boy” y en “Trash” por añadidura también son descalibradas piezas, pero
desperezadas, con tono fiestero y reventón. Ganas de pasársela bien por estos
lindes, mi Hugo lindo. Fraseos un poco a la deriva, sin mucha ejecución clara,
pero con personalidad más que clara. Otro puntillo que me gustaría resaltar en
el siguiente párrafo, es la manera tan idílica y constructivista de los riffeos
rítmicos y solisticos, claro está.
Estos son como la cabecera, guiándose
al estilo Zeppelin, pero sin virtuosismo atascado, aunque juega muy bien con el
nivel físico de las 6 cuerdas, hasta un punto que las introducciones se hacen llamativas
y edificantes molduras para las sucesiones
del esqueleto en las rolas. Pero, como la banda no consta de tiempos
contemplativos o disonantes, las discrepancias no son objeto de burla o
señalamiento, más bien, tenemos un orden ágil y movedizo, mmm, mejor dicho, en
muy buena forma y entregada energía pulsante. Y esos aciertos nos calan de buenas
a primeras. La parte más destacable, es que, notamos, bueno le veo clarísimo (Oigo)
que los sujetos tenían un camino prometedor, de mucho jugo por extraer y mucha
tela que cortar, no sé que fue lo que no gustó, como dije en le inicio, nunca
lo entenderé.
Pills es otra de las canciones de
coros alargados, y de puentes entrevistos y cariñosos, casi fraternales e higiénicos,
cuando está sobrepuesta en esa harmónica, junto con las guitarras country, y
bluseras; abigarramos la facundia monoaural de este empepelao sabroseado a
gusto del cliente más regañón, y más carillento con sonrisa de imbécil. Seguidas
de “Prívate World” que hacen resonancias acertadas y poco quejosas, con un
alegre piano corbatudo y ansioso por establecer pacto de conversación con las guitarras.
“Jet Boy” es la otra de las aplaudidas de la mercenaria hostelería que nos
avasalla a ritmo de pies: talentosos riffs más roñeros que se coadyuvan con
tarolazos prominentes y amnióticos, y vuelven esos “coros” menos femeninos: la teoría
está en tela de juicio
Producción sin ademanes, sin tropiezos
y con calidad, como nimiedad desecha, pero con acervadas lecciones, que hace un
mino circuito para el bajo, que no ofrece mayor cosa por los envilecidos y
aleccionadores instrumentos de fechoría plenipotenciaria. En fin, con
caratulita horrenda para ojos y oídos tapados, pero chulesca por la intermisión
y el alboroto jamás causado en los “fieles
cabríos” así que ya no tienes excusa para decir: Wiukk que portada más cacareca…
ni miles, mi Sandro, cómpresela, bájesela, peor no siga pediendo el tiempo espiando
a su vecina con celulitis, acompañado del mercadito navideño.
¡Estos discos son aprovechables, son
como una perritas bien fructíferas!
Nota: 8.4
Publciado por: Albert Spaggiari
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