domingo, 29 de diciembre de 2013

Sonny Rollins Quintet - Rollins Plays For Bird [1956]

Sonny Rollins es un saxofonista tenor de Jazz de Estados Unidos, que luego de participar en numerosas ocasiones con artistas como Miles Davis y Thelonious Monk. Inicia su Quinteto Jazzero con el percusionista Max Roach, Kenny Dorham en la Trompeta, Wade Legge en el Piano, George Morrow en el Bajo y como cabeza Sonny Rollins en el Saxo Tenor.




Formados los 5 Jazzman graban un producto artístico llamado: “Rollins Plays For Bird”, en 1956 en honor y homenaje a Charlie Parker que había fallecido un año antes por el expediente heroína, en labor el quinteto Rollins, muy influenciados de Parker, hizo alumbrar los ojos de cada miembro para componer material de la “Ave” que había dejado de volar y otra sustancia propia de la misma idea, en ella se encuentra tres pistas con el cartel con el nombre encima y titulado Rollins como capataz.

Fuera de la inspiración y dedicatoria del álbum, nos encontramos con 40 minutos del Jazz más sólidos entre el Saxo, la Trompeta y la Batería como el núcleo y el factor de esas largas improvisaciones que comienzan con “Medley” con más de 26 minutos y repartidas con un alto volumen de densidad creativa de parte de los vientos y con mucha expresividad, además de ser frecuente el uso de las introducciones a nuevas melodías y varias notas jugosas en que cambian de ritmos cuando Sonny repinta la vena “ruidosa” y llamativa con la Trompeta de Kenny haciendo el labor de conseguir lucidez cuando acompaña la rítmica del Bajo y la batería dando el humillo que no para y mucho menos cuando el piano Wade se presencia con soberbios tonos, además de enseñarnos la parte más cálida y melódica del track, eso hasta que la cosa se pone más alocada que un huracán cuando la Batería de Roach se luce con los espectaculares bombazos que van fuera de limites con los solos imperdibles que hacen tronar e influenciar a muchos con el toque peculiar e inspirador de este baterista al dar una maquinaria percusionista en los años 50s, al escucharlo, cualquiera lo contratará, ya sea para grupos de Jazz, Blues e incluso en el Hard Rock que adelante vería de donde tomar la soga.

Lo antes dicho se muestra en todo el Lp, no solamente en la primeriza pista, más bien cuadra tremendos solos, redobles y la técnica de la batería cuando escuchas prolongadas sesiones de la dupla saxofón-trompeta, que resaltan sonidillos agudos y en ocasiones el prominente sabor a Tenor como si se tratase de una oscura velada o en ocasiones como el pito de un Taxi en pleno trafico, así de irreversible pueden ser las formas que crean las atmosferas los instrumentos de gran fuerza y gran cordura al colar la magnifica emisión del Saxo de Rollins y que aparte de lucirse como un master, nos da a pensar que el sujetillo eligió tamañas piezas para acoplar y pegarse muy bien a su estilo.

Esto para mi criterio no es cuestión de una figura, es cuestión de los principales exponentes que crean la esquizofrenia de medios-tempos al lograr envolverse en el acogedor abrigo del improvisar y trazar un homenaje con versiones y únicos temas en que las prolongaciones son el plato pesado y creativo de todo este experimento, esos miembros principales son: Max Roach, la termita que come su batería completa con todos esos estruendos paralizadores con golpes y mordidas al darle el movimiento más brusco y pesado que se puede encontrar en el disquillo de 40 minutos, el asunto no acaba cuando Rollins evoca sus mayores aportaciones mezcladas con la Trompeta de Dorham que emiten el esplendido combo que gira la cuerda de Legge, para transmitir el sentimiento que faltaba detrás de toda las exposiciones maniobraticas que nos dejaron con el diente flojo.

De lo más chulo y entretenido que puedas enrollar y alistar para ser el siguiente receptor de las ondas de la pasión, libertad y emoción musical a la hora en que ejecutan los principales villanos, sin dejar atrás una presentación más que respetable, un triunfo de lograr captar al oyente sin ninguna molestia, el único bache desquebrajado está en omitir el Bajo de George, que aunque tal vez no haga falta, lo dejan en ridículo por omitir el aporte que pudo dar o que tal vez el miembro a cargo de las únicas cuerdas en el tracklist, no abastece la personalidad de cada instrumento.

Algo para cambiar la rutina y algo para entender porque el Jazz es tan innovador en varios artistas y el porqué muy influyente, captado por algunos. Pero, al oír sementales ritmos y melodías, perfectamente sin aburrir y unirse flexivamente a solo tres pistas, nos hace ver como puede llegar tan lejos un desorden auditivo que se ordena al aura, hasta contradictorio que parezca, es real en todo sentido en que se escuche esos palillos muy bien sudados al momento en que hay que tomar el flash, ese talento que llama a los demás a combatir y que sus notas, hablan por si solas.

Un tanto embriagador y un tanto ideal como musical, pero llenan de satisfacción al tímpano más cercano, dure 100 horas o 3 minutos, el queso no se vuelve rancio, solo se conserva y mantiene su buen sabor, eso nos presenta este quinteto jazzero. Otro asuntillo que informar y redactar, es su portada… Primitiva y decente con los trazos de unos 5 cuerpos que se mantienen en una pared cavernal y que es llamativa la portada cuando se reproduce el monumental.






Nota: 8.3


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


Woody Shaw – The Moontrane [1974]

Le damos en el cogote al especial de Jazz, pero antes, nos aventuramos en una pequeña y última escalinata pedregosa. Así es, hoy traemos algo para concluir con pañuelos de lino, platería cuantiosa, ornamentaciones exquisitas, juegos de tenedores y relumbrantes cucharas, para terminar de lamerse las barbas de ésta gran cena no sólo con frugales propuestas, sino bien servida y con cruenta hambre. En fin, le toca el turno al señor Woody Shaw. 


Woody Shaw fue un trompetista de mediano nivel en popularidad, nació el 24 de diciembre de 1944 (De paso celebrando por estas fechas su nacimiento) y murió muy joven, exactamente a la edad de 44 años, dejando un pequeño legado (A comparación con la espuma que seguía batiéndose por esos lares) en la década de los 70s. Desde pequeño presento una fuerte inclinación hacía la música, tomando algunas clases de Corneta que posteriormente relegó por la Trompeta, y aditivamente una vehemencia que lo sobreponía ante tal.
En las costosas escuelas de música iba a 2 cursos adelantados por la tempestividad de su talento y su creativo escenario musical. Confesó en varias ocasiones que una de sus principales influencias había sido su maestro de música (Jerome Zeiring). Sin el apoyo de los profesores que desde muy temprana edad en el joven ya veían un futuro prometedor, no quedaba de menos alentar al muchacho. Algo que aquejo a Shaw hasta el día de su muerte fue una ceguera paulatina, que lo llevaba a usar esas grandes gafas, muy características de él, debido a eso tuvo un accidente que dejaría inhabilitado su brazo izquierdo.

En fin, este señor tal vez pudo haber dejado una trayectoria más amplia, no cabe decir que Shaw innovó mucho en su ambiente contemporáneo, enfocándose a un estilo libre y una dinámica muy personal e inusual, que poco después conocería el clímax total de su corta carrera musical.


“The Moontrane” es su tercer disco, incorporando gente como: Steve Turre en el trombón, Azar Lawrence en el Saxofón soprano y tenor, Onaje Gumbs en el piano y también en el piano eléctrico, Cecil McBee en el bajo y Victor Lewis en la batería. Para muchos resulta risible saber que el jazz en plano 70s seguía reaventándose. Acababan de pasar aproximadamente 60 años desde su creación y después de tanto trote, su amplia vena y variadas raíces, harían crecer al género hasta un punto inabarcable, inverosímil e insospechable. Un linaje de ejecución duradero, que hasta el día de hoy tenemos agrupaciones reviviendo, mezclando o totalizando perfectos híbridos con el Jazz. Quizá ha sido uno de los géneros que puso a temblar aquella teoría tan cargada de falsacionismo y que sin lugar a dudas cambió la vida de  la música.


El disco está lleno de improvisaciones: lo normal en la batería al final, algunos pianos tornándose armónicos y acompasados con el bajo y las guitarras desabotonadas que sacuden la trompeta madre del iniciado álbum. Aunque dividido en 5 pequeñas fracciones de etéreo aire Jazz ligero y estudiantil. Hay ambientes donde crean ese sonido destacado y de relax taciturno, donde probamos una buena dosis alindada de voraces atmósferas sensibles y quedos paisajes verduzcos; transportándonos de inmediato a un viaje apretado que poco a poco se van ensanchando a nuestro gusto.


Una producción que no cuenta de unas mañas inútiles en crear sobre-aduición, más bien es cristalina y bien purita. Como mandan los orígenes del espeso género, la proyección del álbum es instrumental, comparándose como una función e circo medieval: donde los más destacados acallan inescrupulosamente a los aprendices viriles, pero poco diestros en la pericia malabarista y trotadora, sólo observando y aprendiendo metodista y empíricamente. A mi parecer las pocas canciones de larga duración crean un ambiente cómodo para los autores o autor, ya que en él se puede palpar “El espacio” en componer y ejecutar lo que se venga en gana, las combinaciones que se puedan o quieran realizar, o simplemente el transcurso definitivo para estilizar alguna canción del gusto que se tome.


En propuesta entra como un álbum directo y sin monsergas, algo desafiante para los veteranos que estaban con la mano apretujada en el saxofón de sonidos primitivos y bluseros. Como ambiente es propicio para estar echando la panza abultada de vellos tirabuzones y enredados, como algo revitalizador, no caigo mucho en cuenta me deja algo chispero y con hambruna. En su totalidad tiene dientes limpios el disquete, buena presentación, sonido de antaño renovando, pero como siempre, la última palabra la tienen ustedes. Yo lo disfrute. Un buen rollo, como los negros tuvieron una GRAN importancia en la música, y como sus raíces hacían alarde contra sus instrumentos y lograban cuajar esas sublimes y a la vez ásperas dramas que siempre serán, con el debido tiempo, esperanza o tentativa, juzgadas justamente (Sea 1 o 15, 000 personas que lo aprueben)

Una portada que me recuerda a uno disco de rock antiquísimo: al de Los Baltimore del heavy bien cabrón, álbum debut del grupo norteamericano. Pero, éste de Shaw con un aroma más Groovie y caledonio. Pero, bueno, ya para concluir la canción cenit, para mí sería “Sanyas” donde se expone esa lobotomía musical y exponentemente ese aire maloso y virtuoso/incierto.

No hay más que decir, asédienlo si es posible y nos cuentan que tranzas. Disco para todos los amantes del Jazz y la music en general.






Nota: 7.0 Rapado y Violento.



Publicado Por: Albert Spaggiari

sábado, 28 de diciembre de 2013

Charles Mingus - Blues & Roots [1959]

Las calles se ennegrecen de cohetes, fuegos pirotécnicos, brazos mutilados, pólvora regada, baches, delincuencia, droga pisoteada y el mal gasto del dinero. Y que ha pasado? Nosotros seguimos dándole y entregándole vida a este monumento dormido, seguimos con Jazz. Esta vez prominente de la fecha 59´.

Muchos cuestionan muchos instrumentos y muchos se llenan de rabia si no hay un Saxo que le destripe los tímpanos a la hora de darle play al Jazz. Pero el verdadero amante de la música sabrá que no hay que hacerla de pendejo cuando no se debe.




Charles Mingus, nacido en 1922 en Arizona, U.S.A, muy cerca de Mexico y con ramas nacionalidades de sus familiares, como de China, Suecia, Inglaterra y el hombre Afroamericano, ese que nace un tipo gorilón con pelo de bebé electrocutado y un contrabajista de la escena del Jazz moderno de Estados Unidos. Esta es la ocasión de presentar a “Blues & Roots” un trabajo similar a una Big Band (Orquesta de Jazz) por los integrantes que incluía: Mingus en el Contrabajo, Jackie McLean y John Handy en el Saxo Alto, Brooker Ervin en el Saxo Tenor, George Adams en el Saxo Barítono, Jimmy Knepper y Willie Dennis en los Trombones, Horace Parlan y Mal Waldron en los Pianos y Dannie Richmond en La Batería.

Llegando a los 10 tipos y un capataz en frente, Mingus como Contrabajista e ingeniero de las composiciones espontaneas, hace que en este álbum todos los instrumentos tengan movilidad propia y con mucha soltura, sin imaginarse que al frente esta un Bajo rechoncho de aquellos que abarcan varias partes de las 6 pistas y que no acapara el show, eso se nota cuando vienen los 3 Saxos dándole sabor y pasión a las cosas con sus notas unidas en una trinidad de viento que reproduce agudeza candente, ardiente clima grave y el rustico y claro saxofón de intermedio que separa los vértices de la variedad incluyendo su aportación, para dar el combo ideal.

En dado caso que se vea más saxofones que personas, nunca reemplazaran el conjunto grupal que tienen todos para lograr ese swing característico del Blues, sí, el señor Mingus fue criticado por dejar a un lado el Blues de sus antecesores y pues, de ahí nació este Lp, no necesariamente por la critica, más bien porque él regreso por las raíces que provenía cuando asistía a las iglesias u otros lugares en donde se enfocaba más al Blues. De ahí, el titulito de Blues y Raíces, Vuelve a las raíces de su infancia y la transforma en el complemento perfecto para el Jazz más alocado y movido que se podía apreciar en cada nota suelta por el Piano hasta los trombones que suplantan perfectamente las trompetas. Dando una gran facilidad de escuchar por sus cambios de ritmos y sus melodías que se repiten y de eso, pasa por la propina una pandilla que empolva al disquete con cada exuberante ritmo disperso, mientras el otro sigue con otra cosilla, pura improvisación y muchos instrumentos colocados con el fin de que se escuchen todos.

Otro punto que se debe de aclarar es que el Blues se presencia en todo el álbum, pero como un punto de apoyo para formar el Jazz más danzante y divertido, con un Contrabajo que se funde al sonido adecuadamente con las gruesas cuerdas de Charles en los segmentos de Solos, imaginarse aún que tenga solos, después del atrevimiento de cambiar consecuentemente múltiples ritmos y varios cambios de lento a rápido acoplados linealmente por el sendero de la melodía principal que caracteriza a cada pista. Todavía tiene solos semejante trabajo.., Trombones, el Saxo tenor y barítono, el piano, el contrabajo e incluso la batería, todos ellos y más tienen se incluyen en los espacios restantes, para dar la versatilidad de cada miembro y lo impresionantes aún no calla, cuando ofrece un collage de tempos, melodías, Blues, Swing, agilidad y disfrute en cada composición.

Nada de estruendos y nada de baladas, pero si cosillas pegajosas desde el piano que anuncia el baile oceánico hasta los literalmente alaridos de Mingus que se disuelven por medio de las canciones, ya para dejarnos más claras las cosas que no te aburrirás ningún segundo y que además de los exquisitos ingenios de combinar el álbum instrumental más bailón y con chispa combinándolo con el Jazz más suelto y espontaneo, dando el resultado del ideal del artista. Eso sin duda se le agradece cuando percibimos las influencias rockeras hasta en los tamborazos de Dannie hasta la peculiar fusión de trombones-saxos con el piano silvestre dando las buenas vibras cuando el señor gordo moreno que está en contra de todos los prejuicios musicales y del racismo, nos pone difícil pensar que tremendo gorila nos está deleitando un largo minutaje donde el Contrabajo toma más fuerza que cualquier lado, añadiendo que el tipo, puso su mente en este trabajo liderando una Big Band, o mejor dicho un Big Bang de sabores, colores, gustos, preferencias y mucho entretenimiento de sobra.






Nota: 8.8 Salpicado 
   

  Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


viernes, 27 de diciembre de 2013

Ornette Coleman – Something Else!: The Music Of Ornette Coleman [1958]

¡Qué tranzas pues, mis camarones! Hoy se cae desde el pórtico un pequeñón disco que tenía por ahí guardadín con ganas de meterle dientes hasta la medula y sacarle un poquito de todo. Ya, como en este especial de jazz rico y sabroso para los más barrigones, les avecino un rechupete de Ornette Coleman: Visionario del nuevo movimiento Free Jazz, que vería luz en la década de los 60s (Qué tiene de nuevo… váyase al 40 años para saber quién apesta a muerto, hijo) pero nuestro utópico y desenfrenado barbitas nos entrega algo, que para los más puristas y ortodoxos en el estudio clásico y contemporáneo del jazz, podría llamarse y nominarse como uno de los primeros discos de Free Jazz.


Ornette Coleman tuvo un periodo cruel e injusto, pasando por trabajos como ascensorista, cabriola y trapo sucio de algún hotel mugriento de 2 estrellas, tal vez. Pero siempre con libros de música a la mano para echarle una ojeada, a lo que posteriormente sería una pasión, tal como jugar golf o comer papitas enchiladas; componer música, y vaya qué música, mis perrines. Inspirado en Charlie Parker, pero con su permiso comiéndole la cabecilla, las patas y el nombre. Coleman, robusto y despreocupado, siempre mantuvo desde muy pequeño, en sus pequeñas clases, una actitud holgazana y poco metodista.

Tal vez, el carácter del sujeto fue factor importante para comprender brecha y todo lo que lo compone. Apoltronado a observar a los grandes del Jazz de ese tiempo y a mantener la mirada temple y callar cuando los adultos estaban hablando de cómo hacer música. Ah, joven descarriado, de pocos amigos, que lo único que le importaba era estallar su Saxo y Trompeta. Esto le ayudo a conservar una gran entereza en el camino y óptica hacía su “Jazz” y nombrarlo “Free” ya queda en absurdísimos para aquiescencias, cataduras y cervales miradas de los más “experimentados” Odiado y amado por el estilo tan libertino e inverosímil de su música, patrón del laconismo desobediente y  pavo real de la odisea y espontaneidad.

¿Qué pelambres nos presenta don Onette Coleman aquí? Año 1958, antes ¿De dónde viene esa influencia para construir rieles pétreos e intragables, movimientos acuosos y a la buena de Dios? Por favor preséntese el virolo de John Coltrane, 1 año antes (1957) y destetándose de las leyes y la norma paradigmática. Señores, un pequeño paréntesis, corchete o llave, lo que gusten. ¿Cuántas veces, cuántos nombres y en cuantas y en repetidas ocasiones no sea impuesto una regla para los músicos, para encasillar su arte y su estilo en géneros lineales, en tremendos y horizontales pilones de piedra inamovible?... irrisiblemente, muchas y seguirán hasta el final de nuestros días o de nuestros oídos.

Me encanta ver gente díscola, aventajada, iconoclasta y rebeldes sin causa, de ellos será el infierno, el inferno donde muchos van y donde pocos se preguntan porqué. En fin, sigamos anchándole flores al Ornette en otra ocasión, pero dejando fuera todas las guarradas, éste señor se merece todo el respeto por romper con la norma y las leyes (Breaking The Law… ) Ornette no sigue el mismo camino del Jazz convencional, de aquella y de esta época.

Prosiguiendo con su sonido. Señores, tenemos un disco muy poco cocinado, algo despeinado y sin aceite para moverlo en la cacerola con tranquilidad y pasibilidad. Tenemos que sentir esas reverberaciones que van estallando en una serie de retahílas ricas en improvisaciones, litúrgicos y descompuestos cambios atonales y pocas veces armónicos ritmos. Trompetas logradas, saxofón enfurecido y errabundo que camina descalzo por la tierra fría y sin paradero, sin destino, con la mirada tapada por un velo blanco y sin quererse desamarrar en lo mínimo. El consomé está diseminado en pianos, percusiones que van hormigueando, dando pequeño pasitos en platillos y tarolas, creando el efecto de acabose y marginal estridencia.

Un sonido muy etéreo que vapulea tirando cemento y embates de acero solido, destripando sólo la poca pericia del oyente y aburriendo al aburrido. Pero, a pesar del azaroso destino de las canciones, tenemos un repertorio concreto y más palmado. A diferencia del señorito coltrane, Coleman posiblemente juega con su saxofón y trompeta, de manera pueril, pero conservando una supina sapiencia e innatos interludios creativos y desenfundados en locura mayestática.

Resquebrajando esa línea invisible entre el ecuánime tecnicismo y quimérico feeling, acercándose mucho a ese camino escabroso, que pocos han logrado rebasar como el carrito de Yoshi en Mario Kart; así, metiéndole botón, pedales y huevos. Otra cosa muy destacable, del emporio instrumental, es como los pianos pasan a tercer plano y la batería, con unos deliberados retazos, llega a ser un eslabón incipiente con mirada gacha y ojos lacrimógenos. Parece ser que el hombre de viento manda y con una severidad verosímil, aunque guiándonos por el carácter del dicharachero, será infantilismo acertado y no disciplinario: carcajadas y pasándoselas de amiguetes.

Me inclino por pensar que “la improvisación” es más que un juego, algo extremadamente complaciente para el creador y totalmente lúdico para nuestros oídos, pero serio y valido para los que nos tomamos al pie de la letra la música. Un arquetipo, y quizás paradoja en ostinato, sería el sistema de composición: introducciones fieles, seguidas de crucigramas indescifrables y enredadas cuerdas, sogas y cintas en un nudo gordiano, posteriormente volvemos a las primeras fieles y diáfanas introducciones que nos hicieron tararear. El estilo ígneo se estaba creando, a partir de una soltura y perfiladas ideas en pedirse esfuerzo y propuesta; no dejándome mentir, no todo le sale de estirpe pura, azula y notabilísima, aunque esfuerzo y manos se engrasaron y vaya que han de haber quedado sucias.

La ejecución, así como la composición y la calidad son genuinas, y esto eleva el nivel, sea técnico, neutral o sentimental de cualquier álbum, añadiéndole la vultuosidad y el orden cronológico, académicamente histórico y renovador para el Jazz.  Pero combatiendo todos estos aspectos, con el sencillo me gusta o no me gusta, el anterior queda muy, muy desgonzado. Así que Ustedes sean jueces y dueños de su opinión, yo sólo expreso una vivencia musical. Pero no armen un motín antes de las fuertes mareas, aunque tomen ese fuelle de su fusil y clávenlo en sus espaldas de merinos en entrenamiento, porque para aquellos que quieren una polveada y repasón ala ligera ahí se los aviento, con carnita, cebollas, chile verde y papas mal fritas.

Nuestra depilación gustativa empieza con tres temitas: “Invisible” (No el adjetivo ni mucho menos la banda), The Blessing, Jayne que serían nuestro primer montículo de asfalto. Éstas cargadas de simpatía y relumbrones en Saxo inherentes a la fiesta y semánticos pianos endebles, con una fuerza rítmica como en su única y total parte; “Chippie”, “The Disguise” y “Angel voice” aceleran el paso y el picor se acrecienta y se presenta mudo y danzante con ganas de crear revoltijos y tratando de crear desmesura  y fervientes espacios esporádicos… otra vez, que venga y caiga lo que se presente; “Alpha”, “When Wild The Blues Leave” y “The Sphinx” amortajan el sonido ya antes descrito y comprimen el introspectivo blues que el álbum guardaba en sus entrañas.

Para ir concluyendo: a parte de los tiempos entre medios y rápidos, lo que sería para reflexionar es el grano con que se muele y la ventaja que saca el empapelado a la hora de referenciarlo, quizá sería ineludible colocarlo entre un disco fundamental para la creación de la vanguardia Jazzistica. Y ahora, por último como de costumbre, la portadita. Huele a mierda. No sé para que explicamos algo sin mucho sentido, ya que el Coleman con un saxofón entubado a la boca y un trasfondo blanco aburrido, nada en especial.
Ya se dijo mucho y se agrego demás, así que mis colegas y mis cucarachas, ya saben que hacer cuando estén solos/as, pínchense el botoncito que dice descargar y bájenselo de una puta vez, a lo mejor se llevan una bofetada salida del guante de Darth Vader, o quién sabe, un Sablazo en la nuca o un disparo en las cervicales… por mi parte, haría todo lo imposible para propinarles las 3 Opciones. 






Nota: 8.5 y las cuerdas se tensan como el pene erecto de un violador al ver una minifalda y piernas






Publicado Por: Albert Spaggiari

martes, 24 de diciembre de 2013

John Coltrane – Blue Train [1957]

¡Hoy ni Dios descansa, malnacidos! Pues, hoy toca parlar de John coltrane, o “Trane” para los más íntimos a su música. Coltrane fue un compositor, tenor, saxofonista y soprano (Tocando el saxofón alto y la flauta) de jazz; una de las figuras más representativas del jazz americano de la asegunda parte del siglo XX. Grabó un centenar de obras, y su legado se extiende a los confines de muchos artistas de vanguardia y experimentación, ocupando a veces la silla con gente como Miles Davis y Duke Ellington (Igual, piedras angulares en la creación del estilo 60s Jazz, para muchos Free-hot)   


Sus encuentros con la música se basan desde que tuvo fiel contacto con los canticos, coros e himnos de la iglesia metodista a la que sus abuelos pertenecían, involucrando al joven a asociarse con este tipo de cantos Góspel y con una gigantesca influencia afroamericana. Se une a unas cuantas orquestas donde tocaría el clarinete, a pos de esto, los trajines le llevarían a ser un músico dedicado y comprometido con su arte  y sus medios hacia éste mismo. A pesar de la inabarcable obra del señor coltrane, hemos tenido el atrevimiento de tocar su “Blue Train” uno de tantos discos que se conservan en las antiquísimas repisas de cazadores de tesoros, vinyls, compac y demás parafernalia.

Blue train, es el primer disco de Coltrane que pasa a manos de “Blue Note” (Productora discografía que llevaría al estrellato al músico). El álbum cuenta con una diafanidad perpetua: embrocando temas de larga duración, se divide en 4 Tracks que conforman alrededor de 42 minutos. En este disco se embarcan por primera vez (siguiendo los cánones de la lectura rígida) los solos de saxofón mayor y menor de coltrane: componiendo todas las canciones, excepto “Im Old Fashioned” de Jerome Kern. Muchos expertos y estudios del género lo han nombrado al disco con una influencia hacía el Hard Bob de la época (precediendo al Free Jazz y Modal Jazz)

La percepción sobre la música de John, en este álbum, es sinuosa y con un estilo saltimbanquis de perfecta ejecución aural, tonal, asimétrica y sincrónica. Ante nosotros tenemos un disco dicharachero en todo momento: cargado de una amplia paleta de improvisaciones (Tanto en saxos como en pianos y percusiones, menos en bajo) en toda su extensión, jugueteando con arrítmicos e inarmónicos cambios de ritmos (Ragtime) tiempos quebradizos y políritmicos. La ampliación extenuante de sus solos en saxo tenor y menor están acoplados a una versatilidad e ingenioso destino, rico en musicalidad y agilidad; haciendo de la experiencia una agridulce y profusa.

A comparación de sus coetáneos, Coltrane, tenía un estilo muy particular en su Free Jazz, ya que elaboraba una cadena de retahílas, inacabados ritmos y cacofonías gruesas y de exageración en sus notas. Proponiendo un jazz de muy cuidado y elaborados tempos pétreos y  de unas muy difíciles escuchas. Lo que compone una dinámica variante y compleja a la hora de reproducir sus Tracks. Acercándonos a esas agujereadas y entrecortadas percusiones, siendo enfiladas con sendos contrabajos de antaño, y unas caracoleadas cinceladas en bordes imprecisos.

Unos ritmos extremadamente heterodoxos y despilfarrados en incontables maniobras de ingenio de todo un esquizoide y ensimismado artista, como una vez dije, muy enmarañado con su arte. Me imagino que el sujeto ha de haber sido un lacónico, compulsivo e histérico perfeccionista con su trabajo, solo basta escuchar su primera canción para notarlo enseguida.

“Blue Train” y “Moments Notice” son las canciones que más se identifican con lo que dije anteriormente: su soltura, pomposidad y alegres vibratos exceden la cordura en la precisión y la exactitud. Al contrario tenemos una cargada licuadora de ritmos acuosos, vaporinos y por veces airosos con elementos de una rapidez chispeante y escalofriante con unas percusiones (Bateria) que succionan los ritmos, cortes y armonías para todo el minutaje. El hemisferio de este lado está lleno de cambios y movimientos discordantes para cualquier oído no acostumbrado, por eso exijo una escucha amplia y sin descanso para tratar de darle una proporción adecuada.

Cuando entramos al ecuador del disco con “Locomotion” Y “Im Old Fashioned” damos un giro en 60 grados. En el caso del primero epilogo (Locomotion) aún tenemos ese carismático sonido saltarín y diametral. Ya cuando entramos a la cuarta canción del álbum, tenemos una semi-balada compuesta con una sola palabra para identificarla: Lirismo. Cuando llegamos a la parte final del álbum en “Lazy Bird” caemos en otras reverberaciones estridentes y chirriantes, pero con un eje central en arpones robustos y clavijeros lisonjeros incómodos: bueno, un sonido algo similar a eso.

Por añadidura tenemos un excelente álbum de jazz, de mucha atención porque revolotea en cada momento y creo, sin equivocarme, que su mayor objetivo es crear ese ambiente sincopado y polígamo. Me imagino ese sobresalto que debió de dar en aquellas febriles y mesuras épocas de mitigantes y estrechos límites en la música convencional. Mucha veces catalogado como uno de los discos más grandes del género, pero con los permisos de esos argumentos, me quedo en eclecticismo y le doy una palmada de honesto sabor al álbum, sin rechistar.

Antes de que me olvide, para finalizar, también chéquense en final de “Locomotion” y “Lazy Bird” con unos tramos y pequeños espacios para la batería; una resina y entramados yunques jinglares que suenan al final, como estar en el averno y meollo de las casillas de pulpos diestros, expertos y grandilocuentes que tocan para salir a flote.

Portaducha, pero con fondo azulado identificable, como si fuera el símbolo o documento de verificación para un polizonte que se asoma con la cremallera abierta del pantalón, insinuando un acto homosexual prematuro y definitivo al bajarse de su maltrecha motocicleta bonachona. Característica de la época, pero nada en especial. En fin, lo único que nos queda es bajarnos de los juncos, dejar de comer ciruelas de la vecina y cepillarse bien los dientes… porque aquí les traigo un solido en guaje bucal y con olorcito a pastillas rezagadas de clínica de mercado. Es hora que dejemos de escuchar a Blink 182 y nos pongamos serios.  ¿Qué ya estamos grandecitos, no?






Nota: 8.7 y los muros temblaran, titán.




Publicado Por: Albert Spaggiari

Miles Davis - Kind Of Blue [1959]

Miles Dewey Davis, es un trompetista y compositor estadounidense de Jazz. Es una de las figuras más relevantes e influyentes en la historia del Jazz. Por poseer discos que lo atestiguan del porqué es muy conocido e influyente en la escena de la mitad del siglo XX.




Como bien sabremos algunos, el Jazz es una música que tiene su historia hasta fechas en donde no imaginamos y muy ligado al Blues y a la música Clásica. Llevando muchos artistas a enamorarse al género, tarde o temprano llevando a cabo a formar un grupo o carrera afiliada al Jazz. Esta vez, pondremos el ejemplo con Miles Davis y su “Kind Of Blue”, material de 5 pistas en la grabación de Columbia Records, grabando  10 horas repartidas en dos días, del año 1959 y muy cerca de la Beatlemania, el Rock y la gloriosa época sesenta.

Algo que diferenciaba a Miles de los demás, era que reclutaba los que él consideraba como músicos capaces de ejecutar las ideas que el proponía como capataz de las composiciones y músicos de alto calibre para cualquier idea que se le pasaba por la mente. Logrando sacar provecho con los Inicios bebop, hardbop en compañía de sus ídolos Charlie Parker y Dizzy Gillespie. Desarrolla más flexibilidad con la trompeta y un poco más de escuela para el instrumento. Llevándolo así hasta reclutar a John Coltrane en Saxo Tenor, Cannonball Adderley en el Saxo Alto, Bill Evans en el Piano, Paul Chambers en el Contrabajo, Jimmy Cobb en la Batería y Wynton Kelly en piano en la segunda pista. Todo el sexteto a manos de Davis y su material artístico que vería el mundo a más de 50 años de su publicación.

Porque el alboroto por este elepé?... Sencillo, se trataba de un tipo que en sus filas tenía a los habilidosos músicos que se ingeniaron en la frescura espontaneidad de lo que les enseñaba la Liebre negra, para dar marcha a un nuevo ideal Jazzístico y una nueva manera de tocarlo, en escalas y no en acordes, con la manera de hacerlo improvisado y con mucha imaginación. Eso tenía entre manos el sujeto y su idea en animar a los músicos que lo colaboraban, Solo dándole bocetos para grabar y solo Dewey Davis era el único que sabía como se iba a desenvolver todo el rollo, los demás no tenían ni puta idea de lo que harían.

El Jazz Modal, es como le dicen algunos a este disquete, como consiguió tal etiqueta Miles?, Es debido a su búsqueda impenetrable de influencias que le pueden dar una base a cada material que haga y eso si contamos que el lagarto se inclina por vanguardia jazzística y muchos estilos, desde el Gospel hasta la música clásica le sirven de atributo y corresponsal para crear Kind Of Blue, que contiene una gran gama de incursiones al libre expresamiento musical. Concentrando lo mejor que puede dar uno por músico y eso lo hacia bien con sus compatriotas, que les hacia chistes, reclamaciones y frases como: “Toca como si no supieras tocar”. Con ese carisma y personalidad, el trompetista animaba e impulsaba a sus compañeros a estar preparado a la hora de ejecutar.

Consistente y adictivo, así se proclama el vinilo que mencionamos, magistralmente con la capacidad a que le guste hasta el más inexperto en materia Jazz, su forma y su personalidad no consta solo del negro de la portada, eso lo tenemos claro desde el inicio con “So What” a cargo del Piano del único blanco de la alineación, ese es Bill Evans elaborando el quisquilloso sonido que emite sus teclas con todo el dominio tonal que se percibe en el álbum y dando a diestra y siniestra por que esta ahí. Junto con Coltrane y Adderley en los Saxos, son el trió que se encarga en los solos y el apoyo a la Trompeta. Para dar una variedad al álbum instrumental, pero que a diferencia de los Saxofonistas, Evans debe de encargarse del papel rítmico mayoritariamente.

En los 40 minutos hay romanticismo afroamericano para cualquier calvillo que quiera tener una cita con una mulata, con toda la intención de dar un ambiente. Eso no aplica a cualquier rosado gringo para eyacular sin previo aviso. Que quede claro ese punto para no cometer errores aurales. Aparte de esa cálido y acústico terreno amoroso, tenemos en mayor prioridad la tristeza que se siente en las 2 baladas: “Blue In Green” y “Flamenco Sketches” y en todo el transcurso más delicado y apacible que se encuentre, debido a una sobrecarga de emociones y con que motivo se aplica el aura que transmite el piano de Wynton y de Evans.

Por el segmento más inquebrantable, está el contrabajo de Chambers que se suaviza y engrosa con las notas cortas, obteniendo el contrate perfecto para hacer más audible el instrumento, aparte de acompañar la batería del único miembro vivo en la actualidad: Jimmy Cobb y su toque sencillo a los tambores y a la existente percusión que penetra los sonidos de viento que provocan sulfúricos y llamas de timbres y solos que se protagonizan con sus virtuosos desarrollos introspectivos.

Toda una genialidad es lo que nos presentan estos 6  o 7 personajes, sin armar una gran base de tecnicismos, ellos logran penetrar eso y la manera en como sonar bien y adecuadamente para darle una personalidad al género, con un Jazz moderno que sobresale de imaginación y que rehusó balbucear todas las pistas o el vinyl de usual manera. En el enrollado proyecto podemos captar esencias bluseras, barrocas y un novedoso avance para el Jazz, hasta para hacerlo popular, siendo este el álbum más vendido de la carrera de Miles Davis y el álbum más vendido en la historia del Jazz, un libro nada más del disco, dos DVDs del mismo cascarón y toda clase de fanatismo y estudio al artista y su obra. Lo más peculiar en este asunto, es que en esos tiempos este endiablado método de componer y hacer cosas nuevas como un incomprendido, en su mayoría muchos fueron rechazados por tal acción, si no creen, fijarse en muchos artistas. Pero este no fue el caso de la Liebre Negra y sus secuaces. Siguiendo con el punto, su valoración no tiene nada que ver si es transcendental, Solo compositivo. Y he de decir que en ambos acierta este “Kind Of …”   

La Sordina de acero de la trompeta de Davis que entrelaza sus armonías con los Saxofones, le dan un sabor picoso y delicioso, sabiendo que estos callan sin ser el abarcamiento absoluto en los tracks, con el recurrente piano que hace un gran labor en todos los aspectos que se le puede escuchar y a la vez la antes mencionada batería con el contrabajo que le dan esa fuerza y arranque para influencias grupos como The Beatles, Pink Floyd y toda la carnada rockera que vendría, así de implicado y educado esta el álbum. Que no basta decirlo con palabras, solo con escuchaditas nocturnas con el cafecito humeante y una relajada hora en que se aprecie cada introducción e inclusión de cada figurita que encuadra y tapizan las melodías.

Improvisado, espontaneo, ambiental, movido, entretenido, glorioso y un largo etcétera del disquete de medios tiempos, un enfoque revelador y toda la oportunidad que se le mencione de una forma tan impresionante para el oyente y para cualquiera, pero eso está en como le parezca a usted, solo añadiendo mi comentario como un pasatiempo en este horrible sitio y mi opinión, además de sugerirle la oportunidad de entrarle al generín con este monumental y cooperativo álbum y este negro que se abre paso entre los grandes con la magia de otros grandes, haciendo enfatizar adentro de esa portada simple y melancólica, la experiencia inexplicable de que se trata toda la mención a este referente musical.

 "El jazz no se crea ni se destruye: Miles Davis lo transforma"



  


 Nota: 10


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


lunes, 23 de diciembre de 2013

Jazz Congelado y Nocturno

En estas épocas en las tierras más heladas de Europa, se disfrutan de un clima arrollador, mientras nosotros, los indios feos, tenemos el Sol rayando nuestros ojos y espaldas. Por esa razón y hacerle justicia al blog, le daremos a este fin de año con broche pervertido, Sexual y acosador. Al Jazz, sí, como vieron gorilas.

El Jazz se estará presente ante nuestros orificios y ante nuestros feos gustos por un ratillo de delicias y sin descanso, nosotros somos masoquistas, no queremos parar el nitro y la llama que se encendió en el iglú ya hace bastante, y que mejor que una música tan extensa e importante como el ancestro Jazz que todavía se dispone a calvitos como ustedes que solo les gusta el mp3 ripeado, en vez de escucharlo y comprarlo. 

Pero, sin tanto alardeo y excusa, les presento al Jazz en el sitio, que va cargado de un café caliente en la choza invernal de las montañas, sintiendo a la vez el cálido calor de la fogata.




Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


domingo, 22 de diciembre de 2013

The Paul Butterfield Blues Band - The Paul Butterfield Blues Band [1965]

The Paul Butterfield Blues Band es un grupo de Blues Rock multirracial de Chicago de 1964 conformados por Paul Butterfield en la voz y armónica, Elvin Bishop y Mike Bloomfield en las guitarras eléctricas, Sam Lay en la batería, Jerome Arnold en el Bajo y finalmente Mark Naftalin como músico de sesión, en mano del órgano y teclados.




Cuando se habla de Blues de Blancos, nos remite directamente hasta nombres como: Alexis Korner, John Mayall y este Paul. Si sacudimos un poco, vemos varias cosas, una de ellas es que nos entornamos en la época en que Inglaterra vendría con varios exponentes, el primero que rescata mi mente es a Mayall y los Suyos, entre ellos estaba un prematuro Clapton en las filas del blues británico. La coincidencia y lo similar con el grupo de Paul, es que ambos sacan material de 1965. El siguiente punto, es que en esos tiempos los primates albinos querían ser negros y versionaban canciones de sus ídolos, caso Stones y muchos más.

Paul un chico influenciado del Folk, aprendiendo la flauta traversa, se desvía al camino del Blues tocando la armónica a los 16 años participando en clubes de Chicago, llegando incluso a participar en el escenario con Howlin Wolf, Little Walter y Otis Rush. El comienzo de este debut, es cuando un amigo de Paul Rothchild (productor de The Doors, para el sello Elektra) le sugiere que viaje directito a Chicago para ver a la que él consideraba “La Mejor Banda del Blues del Mundo”, enseguida empaca Rothchild y viaja hacía la nación en donde estaban ubicados los miembros de la Butterfield Band, pero la misma noche en que los conoció, vio a otro sujetillo, ese era Mike Bloomfield un guitarrista que derrochaba una ejecución como un héroe de la guitarra. Sin más y menos, el muy astuto productor une al grupo a Bloomfield y al teclista Naftalin para grabar y fichar el contrato.

Finalmente fueron 6 miembros que participaron en el material homónimo (ya antes dichos sus nombres) y tres veces se tuvo que grabar para que según PB estuviese adecuado el sonido y la producción. Una vez terminado y lanzado el vinyl sesentero. Podremos descargarlo y vemos adentro, ¿Qué hay?, 11 temas, de los cuales en su mayoría eran versiones de artistas como Muddy Waters, Little Walter, Elmore James, Junior Parker y otros. Pero el asuntillo de cómo esta la mecha no es exactamente eso, más bien de cómo las ejecutarían.

Hay algo en este disquete que hace cosquillas, esa levantón y fuerza que le dan a los temas, ese Rock And Roll venoso con el Blues más puro y directo de Chicago. Y si Reino Unido provenía de una ola de Blues, tendrían que tener una escuela diferente de recepciones musicales y eso lo tiene bien aprendido Butterfield al nacer en la ciudad de sus amores influencias. Gracias en parte al sonido que emergían ellos, trascendían y daban un paso grande y eso, no es por decirlo nada más. Se demuestra en las ingeniosas técnicas en la armónica que desenvuelve la herencia Walter con un toque propio, una versatilidad y carisma, sugerir ver en vivo al tipejo, en los tracks toca al revés el instrumento, con diferentes ángulos en sonidos al unir el micrófono con el maderín-viento, produciendo diversos efectos según las posiciones que ejecute y eso que amplia que el oyente le interese, cuando suena ese viento colado con mucha carrera y dureza.

No todo es una armónica loca, aunque se puede ver tan importante como las voces, pero falta el componente maestro y ese no es el rango del líder, que ya de por sí, se nota que canta con entusiasmo y sin necesidad de copiar la esencia de un artista, sino de aclamar y alborotar el Blues con tonos agresivos y de mucho swing. Como decía, el otro que empapa dulzuras, es Bloomfield con la electricidad en sus feas uñas al mover el Rock en las cuerdas, dando un sonido pulido, limpio y de mucha técnica y sabrosura a la hora de combatir con el rítmico Elvin Bishop haciendo un combo guitarresco de mucha soltura y energía.

El Bajo con Arnold que enchufa y engruese el ambiente, aclamando un Blues muy al estilo clásico con líneas extrovertidas y formales, pero no fuera lo mismo sin Sam Lay en las percusiones. En las meras batacas, en las que hace una dupla de ritmos pegadizos y animados, dando una escuela Moon, a la chispa blusera. Sin duda alguna un buen pack, que además de estar con Howlin en años anteriores, aprendieron una cosa, esa es: La lección de cómo ser más dinámico y alegre aunque no se le favorezca la atención debida.

En las composiciones y en las pistas podemos apreciar un alma de sentimiento que rodea a todos los miembros para acelerar su imaginación y darle una mordedura al pan duro y hacerlo crujiente y a la vez blando. Aires ricos a olor a The Doors con un órgano que introduce la capacidad de tonadas armoniosas al conjunto y hasta con una creatividad hermosa en versionar las originals, incluso podría decir que le dan la salsa que necesitaba el autor de cada una e incluso llegar en momentos, en que parece que suena mejor. ¿Porque será? Simple señoritas, está bien cargadito de movimientos salvajes a la obra y eso para el que acostumbra la violencia con el blues, puede empezar desde aquí, porque la banda de Paul logra enfatizar esas dos corrientes con el sonido propio de Chicago y eso, sin dudas amigos, es sinónimo de calidad.

Derrochan y aclaman su pasión y eso sin duda queda marcado en los temas, denle al click y verás el orden que modula bien cada track y que a cada uno se le puede oír la presencia de que se esta haciendo con toda la necesidad de echarnos de la casa y bombardear un magnifico plan. “Born in Chicago”, “Nacido en Chicago”, Solo mirar el tema te dan ganas de reproducir semejante armónica y guitarra que se envuelven del aura que crea Butterfield y sus compatriotas. Y la cosa no solo se pone fusiosa, a la vez se empaca los motores y brinda el baile con mucha variedad de melodías y el toque picaresco a la mataron del volumen y el sonido que ellos están disparando.

Por otro rumbo esta el baterista en las vocales en “I Got My Mojo Working” superada por el pulpo Lay y su grueso rango que simula al mismo Muddy, pero con el apoyo de su pelotón coreando con él y dando un poco más de arranque y un collage perfecto para el álbum que contiene temas de alta manufactura que elevan el éxtasis y la adrenalina con pistas como: “Shake You Money-Maker”, “Look Over  Yonders Wall” y las antes escritas. Crack de artistas tenemos ante nosotros. Siguiendo con el derrame de chocolate, tenemos también dos instrumentales que abarcan desde solos agudísimos hasta un bajo que golpea sin sonar casi nada, tenemos una hermandad de estupendos miembros que exponen sus habilidades más maniobraticas ante nuestras feas orejas de indios y tímpanos de bebeleche. Y esta vez me rehusó a contarles la orgia musical que tuvieron los instrumentos con “Thank You Mr. Poobah” y “Screamin”.

El Lado más al genero practicante y más melancólico esta en “Blues With A Feeling”, “Our Love Is Drifting”, “Mystery Train” y “Last Night”. En totalidad el tracklist esta bien equiparado en cuestión de orden, para degustar mejor el paladar. Pero que de variedad, hay en donde los bigotes de gato crecen por la nuca y se pone peludón con estas armonías, dando a todo poder el órgano y los teclados en acción, donde Naftalin, aunque no sea miembro fijo, es crucial para el material y fundamental, no solo es él, son todos.

Trabajo más que decente, muy recomendable y con mucha originalidad encima, que aunque la mayoría de las canciones no son originales le dan vida y otro color al material, es como si este elemento fuera el propulsor para la dinámica juguetona y blusera, con muchos cortes lentos, pero que terminan por meterle Nitro al asunto e introducir una jeringa de electricidad a todo el rollo, no me queda más que decir que si no te lo descargas y andas alabando el sonido negro, intenta a probar el lado cremoso del chocolate con esta homónima placa de los gringos blancos que quieren darle una patada directa a la escena inglesa.






Nota: Un 9.0 Para el Auto-titulado que te quiere titular el feo ano de duende que tienes.


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski 


Junior Wells – It´s My life, Baby [1966]

Qué hay mis muchachones adictos a la cafeína barata? Pues, ni más ni menos que hoy nos cae el porrazo de incertidumbre y díscola ambición sobre como terminara el especial de bluesito. Bueno sin más preámbulos, en este chucho y maloliente domingo, les traigo un poquito de salsa picante y jalapeño chili combo picoso y ardoroso para aquellos que están a punto de perder los tímpanos por escuchar orquestas a las 5 de la mañana y bailar con el guacamayo del vecino de lunar canceroso de la par.


Para esas cotidianas aflicciones, señor y caballo, le tengo la cura, el remedio perfecto para los hongos y el malhumor, un poco de Junior Wells… bluesesito de mediados de los 60s, ya cuando el esqueleto B.B. King se regurgitaba por los venideros 70s, aun había mara fajándose y gastándose su lanita en conseguir un éxito a lo Open English … a grabar y rodar el tamal desvencijado y desecho por el viaje y largo camino desde oriente a poniente. Negro simpático de boina característica con holgados trajes y una voz quejumbrosa y desecha, Wells era el apadrinado de gente como Muddy, 

Little Walter Mercado y esa gente de marte o chicago, lo que sea, endiosarores endosados.
Junior emigra desde su natal Arkansas, para caer en la olla metálica de ornamentación rupestre y clavijera del bluesito, Chicago, de lo que mas tarde surgía una horda de enfadados raperos a tirar virtud, caca y otras hierbas (No yerba) en fin, lugar de paradisiacos y cosiacas sueños frustrados, donde gente se quedo sin sustento por aventarse de reveces a la música, penosos casos donde muchos tuvieron que caer en la mendicidad y no trascender más allá. Junior le tocó la suerte del duende patudo y narizón, el duendón de la maleta roja y billetes agrestes. No fama, pero sí el reconocimientos en su séquito y selecto publico “oído fino”, pasen adelantes señores snobs, que ustedes también tienen mucho que ver aquí, no olviden el catalejo y la leontina, el libro metafísico de bolsillo y las chucherías de trajes negros apinguinados.

Como decía, don Junior, fue un cafre tocando en distintas ocasiones con los Stones, ya que su tardía aparición en el mundillo “Blues-Blues” le dejó una camada de jóvenes más violentos e iconoclastas que ya estaban aventándole mucha destreza al blues, jóvenes ingleses que postergarían el sonido blues hacía otros lindes. Don junior tuvo ese factor sorpresa y musicalmente génico que lo convirtió en un músico contemporáneo con algo que expresar más allá del típico y austero blues de principios de los 50s.

¡Es mi vida, bebe! (It´s My life, baby) no se dejen convencer por el titulo Madonna-Michael Jackson vs Bon jovi. En resumidas cuentas, en este albumnotete, tenemos buenos minuendos (Resta) del blues de antaño, aunque minúsculo como una pulga. Pero, antes de que se me alebresten, debo advertirles, para todos aquellos “Megalómanos ortodoxos reprimidos radicales” (Aquí siempre habrá espacio para ellos) que el álbum en sí, tiene varias cosillas distintas, como por ejemplo: 1 – las canciones están intercaladas, esto quiero decir que hay algunas canciones grabadas en vivo y otras de estudio, para ser más detallista las primeras dos y unas tres canciones al final. 2 – en algunas pistas, aunque cuenten con una buena calidad (320kbps papá) no se escuchen del todo refinas como una de estudio, y no quiero verme en la penosa situación (Porque ya estás grandecito y con bigote de albañil y jeans de manufacturero) de explicar eso.

Ya si eres muy quisquilloso sigue escuchando los gases contenidos de Rush. Bueno, pasemos al otro punto.

Debo de admitir que todo cabe y se juega en una experiencia personal a la hora de escuchar un álbum, y no hay receta ni privilegios áuricos en la escucha independiente de cada álbum (Eso sí, si solo escuchas rolas de relieve, dale, anda compra unas bolsitas con zapote y leche) pero, lo que s i es necesario es escucharlo varias y detenidas veces para tratar de entender el concepto musical y lirico del álbum. Y lo digo porque a veces podemos decir que tan horrendo es un disco por su primera impresión, ya a las vueltas, hallamos esa sabrosura. Así, que para aquellos, paciencia, no se pierde el tiempo, se gane música, recuerden.

Bueno, ya basta de darnos aires congelados de charamusca, vayamos a la reseña de una puta vez.
Blues dicharachero de ritmos bailones y “Swings” acoplados a una dinámica aparentemente aburridona, pero con un carisma impecable. Semilla de un blues con experiencia y sin faltas de ortografía con la tinta de la vena musical. Hay divertidas partes rítmicas, como cambios lentos y pasmosos, algo fangosos y de un poquito más de atención para el escucha novel del blues (Como yo). Como siempre tenemos harmónica, piano, guitarra eléctrica, un bajo gordo, y una voz llena de vigor y entusiasmo. Tenemos algo de Shake Shake… algo de movedizos y parpadeantes ritmos innatos de Wells (Hago referencia Shake it baby, donde el Junior de boina nos sorprende con repentinos aplausos EN ESTUDIO, es como cantarte el feliz cumpleaños a ti mismo…. Qué espontaneidad)

Lo que me gusta es que por primera vez, ¿quieren ofenderse oféndanse perros? No hay estallos histéricos saturados de sólo un elemento sonoro… pellizcamos, por veces, ese sistema de composición en ritmos y cortes  (El metal aún estaba dormido, pero la pequeña reminiscencia se palpan en gotitas de blues como este tipo) muy fecundado por el rock y el sacro santo metal. (Hey, ¿Por qué alabas tanto el metal? Ubiquémonos. Cállese perro, conozca sus orígenes y no venga a sermonear, “monsergoso” imbécil vagabundo de manos sucias)

El vaivén se junta con solos exquisitos, como tenía tiempos de no oírlos con esa cadencia perfecta, de esa guitarrita eléctrica. Blues que se disfruta tanto en grosura, delicadez y vivacidad. Me gusta ele estilo de composición del negrín de boina jocosa. La producción es rescatable e incrementa de menara sustancial los valores cualitativos (Dada la época, ¿no?) También los solos y interceptantes vs… con guitarra, harmónica y teclados menos excitados.

El disco, quizá por su formato debe estar considerado un semi-en vivo. Pero, con una recopilación de temas rejuvenecidos y certeros. Portada, basura, como muchas (Entiende el concepto amigo. “Chúpala, idiota”) ¿letras? Ni verga, que hable de osos polares apareándose si quiere (Desventuras, desamores, desaires y otras especias frito lays) no me interesa de lo que hable, aunque ya sé por donde se orienta. ¿Imprescindible? No viejazo, aquí te dejo la mejor rola, para mí, para que te vayas cerrando la bragueta que la tenes llena de estiércol: I Got A

¿Más canciones a destacar? Para que, sí te gusta la de arriba ya sabes, me entendes, va? Bueno, perrote gordo, te bajas el álbum o te cae un sicario armado hasta los dientes: con esas balas que se pueden usar dos veces, y con ese lingote de municiones mexicanas y con bazucas cafés verduzca a lo Gta San Andreas. En fin, disco, bueno, para echarse en el sofá y rascarse los pies hongosos y soportar el calor africana de mediodía y el mordedor dolor de espalda por cargar bultos ajenos y que te agarren como cholerin.
Bueno, compa, te dejo, que voy a ir a traer las torillas donde marta. Ya, sin tanta pendejada. Bájense el álbum.






Nota: 8.0 rozando el abismo y si te caes te pongo un cinco




Publicado Por: Albert Spaggiari.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Canned Heat - Canned Heat [1967]

Canned Heat es un grupo estadounidense formado en 1965 por Alan Wilson, “Búho Ciego” (guitarra, armónica, voz), “El Oso”, Bob Hite en voces y armónica, Henry Vestine, Alias “Girasol” encargado de la Guitarra, Larry Taylor, “El Topo” en el Bajillo y Frank Cook en la Batería.




Y llega la hora de echarle crema al pan y presentar aun grupillo setentero de Blues, con 5 componentes en ella y apodados como lo que parecen y son. Todo el revoloteo llega cuando Wilson y Hite se familiarizan con la pasión y el estudio a este genero, aparte de que ambos tenían un repertorio, literalmente de miles y miles de vinilos, como un buen coleccionista del generín y pues… De allá pa acá, llego lo que todo erudito de su música quería…Tener su propia banda y su propio estilo.

Con añotes deslizándose y dos festivales magnos; El Festival de Monterrey del 67´ y el Woodstock del 69´ encima de los chicuelos blancos. Pero antes de los desacatos de la gloria musical del futuro. Firman por Liberty Records y sacan la pulpa del colador: El Homónimo “Canned Heat”, material que no pertenecía a la Ola del Blues Ingles, solo estuvo en el momento y las influencias de los grandes de abajo, no, no del diablo, de los sujetos como John Lee Hooker, Muddy Waters y toda la hoya de gente negra que sabía hacer la sopa blusera.

Contemporáneo a la Tinta que se derramo una vez, se lanza en 1967 el material que contiene un malévolo plan: el Barbón Oso de las cavernas: Bob Hite, un regordete gringo con pelo largo de barba espesa y de altura, el perfecto apodo para el vocalista principal de este grupo que emite su raspada y crujiente voz. En compañía de Alan Wilson, el componente clave en composiciones, además de se el guitarrista, armonicista y en ocasiones vocero, el tipejo de cara infantil, tímido y con unos lentes más gruesos que una botella de Coca-Cola, más adelante sus cualidades… La Dupla mental y maestra eran los antes mencionados, pero no hay un Jaque Mate sin una jugada escondida por el hígado: Henry Vestine en las cuerdas principales, dando acero y un reconocible rostro, pero que su habilidad estaba en los solos. Más para un lado y rítmico El Topo en el Bajo y un Cook en los tambores.

Composiciones al Boggie-Woggie y al Blues más carroñero y añejo que se pueda mezcla con el Folk Rock, con una joroba llevaba al central Blues de sus raíces auditivas y un poco de Country combinado. Todo con una licuadora de improvisaciones jazzísticas con un estilo único en la manera de cantar, ese rustico e indiferenciable voz que hace mover la nuca cuando las dos armónicas simultáneamente por un rincón aparecen sobrecargadas de energía y de guitarras chillonas con muchos Slide del Búho. En el sector juguetón e improvisado están los solos y la técnica de Vestine en la guitarra que hace vibrar y llamar por señales a los demás con sus notas relampagueantes. En menor audición y mayor presentación esta el Pack R, girando entorno a como se mueve el desmadre sureño y blusero, los dos sujetos encargados, casi nunca paran de tocar los bombazos a plenitud y conforme se mastica el álbum.

No es Blues de polvo a lo seco, pero es de una cobertura de ese colorante, con mayor fervor al Boggie y al Blues, con la esencia campirana puesta en mano, sin retomar al Country, también de ser un grupillo que hacían un estilo peculiar y algo particular en la escena de ese momento, además de que ellos mismos querían temas propios, sin versiones del Olimpo y sin ser orgullosotes, solo dando su personalidad propia en todo el mundillo Blues. Hasta tal punto en como el admirado, se volvió admirador, sí, hablo del propio Hooker que hasta grabo con ellos en dos ocasiones, por el sonido que se estaba colando en sus tímpanos.

No, no era un parte-pasteles de la música, pero ellos eran una encarnación de varios estilos, tomados de la senda maravillosa con firma de Canned Heat, esa que exploraba y que ponía canciones de 3 minutos con una habilidad en dotar cada instrumento con una movidita que te sacude el polvo de la banca y te hace brincar y aplaudir como un simio con ronchas. Solo la base rítmica de las percusiones, son menos notables al igual que el Bajo, pero siempre logrando la carisma de los demás y seguir dándole gasolina al rollo.

Juglesco en melodías con la rustica forma de tocar las chillones y chirriantes guitarras con una o dos armónicas que llenan los fraseos del mono aullador de Bob al batir una dinámica en el tracklist muy entretenida y con una simple rasgueada en algunas piezas de una exquisitez simple y sencilla, solo echándole azúcar al costal de la dupla Oso y Búho.

Arranca con “Rollin And Trumbllin”, lo diré claro: ¿Has escuchado “Are You Ready For The Country” de Neil Young? Ahí, nomas les dejo la razón de que tan influyente puede ser esta formación y sin revisar la comparación, se nota el guiño más que cerca…. Bueh… La lanza sigue con “Bullfrog Blues”, “Evil Is Going On” y “Going Down Slow”, la demostración de lo antes dicho y del sonido de la banda en este disquillo que se compacta a la idea.

Metiéndose en el fango y en las observaciones por lupa y telescopio está “Catfish Blues” de casi 7 minutos corriendo las cuerdas de las guitarras dando la etiqueta agudísima y un Gordete que emite sus rugidos con la melodía que crece de los dedos de Wilson y Henry, además de dar volteretas completas de varios ritmos, para no aburrir a los exigentes y volver a regresar desde el inicio jocoso del frontman, pero en toda la butaca el piso se cubre de un lado de un bajo y batería chisporroteando aceite al gramaje de la pista.

“Dust My Broom” Sigue la secuencia del normal tipo de factura que se hizo ver desde un inicio y que abre el predecesor del “On The Road Again” de su póstumo material, sí, así como lo oyen los seguidores, “Help Me” es la interpretación del sujeto con Anteojos Gruesos y una voz limpia que le da variedad cuando ahora el melenudo de Hite hace papeles de armonicista y lo hace de lo más crudo, dando un enfoque principal a estas figuritas e iconos en toda la canción.

Para darle el Hueso al perrro, está “Big Road Blues” con la circunferencia de los elementos granjeros bien puestos a cortar con el Blues apacible como “Story Of My Life”, ambas y casi todas con un exigente tempo semi-lento con las recitadas líneas del vozarrón del amo del bosque y sus secuaces pintando la madera del componente perfecto.

El fin con el apagón y el inicio al reventón con “The Road Song” y “Rich Woman”, dando lo mejor con la armónica y en todo aspecto musical que pueden lograr los tipejos de Los Ángeles y en todo el cubo sesentero se proyecta una vista tan simple como crear fusiones bluseras, folklóricas, rockeras, sureñas y toda la imaginación en cada miembro y que cuando se puede trazar una línea cada uno se logra. Pero un mayoreo gradual de fabulas composiciones están en dos participes de esta música y esos son: Alan Wilson, la mente y Bob Hite la personalidad, ambos difuntos y ambos una originalidad que crean con sus habilidosas estrategias en el Blues y que hoy estrenan el blog con un debutero trabajo lleno de trazos de influencias próximas como los son hasta para ZZ Top como para cualquier chamaco que ande retorcida la jeta y de eso va, tanta mención a la banda. Su Gloria máxima llegaría años más tarde y en cuestión de información, me ha quedado más que recomendado darles la oportunidad de que se compren el Libro que narrá la historia de Canned Heat, en mano de De la Parra, el baterista fundamental de toda la trayectoria de estos gringones.

Me sobran las anécdotas, las historias y las entrevistas que tengan relación con todo Canned Heat, pero no les diré, ya que no les quiero compartir esa facilidad y además de no querer postearlo en este sitio de mierda, me lo dejaría muy largo y extenso esto. Después de todo, lo que hagas para saber más de ellos, consta en tu interés e investigación propia, como también es descargarlo.

Recomendable hasta en los Tobillos..!!!






Nota: 7.8 Victorioso

  
 Publicado Por: Zdzislaw Beksinski