viernes, 7 de marzo de 2014

Extreme Noise Terror – A Holocaust In your Head [1989]



En el año 1985 se sirvió el banquete para la violencia, en esa francachela se celebraban dos auspicies y mongólicos yunques: “Metal extremo y Hardcore” Los dos definidos, tomando cuerpo hacía otra vereda, arrebozando la verja, haciendo a un lado los obstáculos pertinentes, dando de codos al vecino en la jeta y jugando a las sucias. Los años pasaban, llegaba el 86, 87 y 88, y seguíamos con más malas caras que nunca, gente ya no enojada sino enfermiza, que nomás darse la vuelta ya te habían atracado a puñetazos hervidos. Por un lado los pirómetros marcaban 100, 000º, la magma ya había empezado a declinar por las cuestas vírgenes de nuestro yermo musical inexplorado, y nosotros aún en pijama esperando el biberón. Pobre infantes, todos quedarían expósitos después de la erupción –de no ser así tráeme el caldo y te bautizo como mártir- vírica.

El camino de estos pelmazos empieza en ese mismo año de la violencia, pero no sería hasta 4 preludiones que se arrojarían al abismo con esta imbécil y desgraciada calamidad: A Holocaust in your head. De un desastre natural pasamos a una jaqueca rotunda colmando la posterior neurosis y la continua muerte cerebral. Ruido insignificante que se aglutina alborotadamente en nuestras mentes, para corroer todo lo sano, y suplantar la perfidia indolente en el coco. De una lado menos metalizado, estos dejaron las enfierraduras del canónico metal extremo, para pasar a la nafariedad vesánica del Hardcore más pertinaz y desconchado.
Así es, los papá, Napalm ya habían fertilizado el terreno –cosa que se le atribuiría 100%- pero los ENT vaticinando el inquebrantable espíritu del hermano mayor grindcore, incubarían del lado del crustie, para remolinar y hacer tambalear la piedra filosofal para la música extrema en general de los Napalm. 

Crass y Discharge serían los causantes preponderantes de la fiebre despinzada y salvaje de los de Ipswich, estos con el locuaz y dañino D-Beat, fecundarían una generación insaciable de este recurso. Y en este punto el death comía verdadera mierda a la par de la violencia de esta nueva corriente naciente de los benévolos campos verdes y climas tenues de Inglaterra. El cadáver del punk volvería a ser incólume, a crear el Espín del los corpúsculos y a rediseñar el underground de mesianismo rollizo.

Conformados por: Stick en la batería, Mark Gardiner en el bajo, en las vocales dualistas: Jones y Vane (R.I.P 2011) y en las guitarras y partes del bajo, Peter Hurley (R.I.P 2014) sí lamentable que 2 de sus 5 miembros del “Holocaust…” ya hayan muerto. Siguiendo en tornasol, estos 5 chabacanos hijos de la perrísima madre, dejarían uno de los álbumes más descuadernados que jamás pudieras oír.  

¿Por qué?

Basémonos en premisa. Estos sujetos cuentan con los poderosísimos Blast y D-beat de la era punketoide incial, sin repercusión de recrear metal –Como ya lo dijimos- sino la más nihilidad en caos y destrucción encauzados de dobles pedales en demasía, hasta topar con la extenuante y saturada técnica, sin reinventar ni proponer nada nuevo, sólo velocidad al atasque y propulsión; Los riffs son una piltrafa de notas simples creando la secuencia - consecuencia y sub-secuencia de esos mismos y malditos riffs, una aliteración en virtud de mutismo ciclónico e inarmónico que transmigra en desequilibrios y cargas sónicas inaguantables de fragores nigromantes; bajos, muy a destiempo de la onda punk. No son pronunciables, no tienen mucha sintonía y carecen de poder por la inundación del 99% de guitarras; pero, todo esto no se cuajaría sin las “vocales duales”…

He escuchado muchas veces que el metal era ruido y que no tenía sentido escuchar de un género que no creara música, sino RUIDO. Creo que se confundían impasiblemente, ya que el ruido y los perros están en estas vocecillas de blancaniebles y caperucita. Estos dos obreros en la tonalidad vocativa y la fuerza desprovista de las cuerdas vocales, crean el sonido más molesto y opresor para un álbum de Crust/punk/grind. Unos ladrillos atemorizantes y descosidos; desgañitándose toda la garganta nos ladran con rabia y la furia más contundente. Añadámosle esos monótonos instrumentos que crean monodia y nebulosas explosiones de pilares insaturables con energética maldad e inentendibles augurios.
De carácter aflictivo y temática reivindicativa, a la vieja escuela del anarcopunk. Con la agilidad de piezas de 1 minutos -total 22- desgarbada postura, desequilibrado y graves estruendos en virosis, nos ponen los huesos rotos. 

Cacofonía y más cacofonía es lo que nos dan estos arrebatados, que se nota que no se han comido su cereal diario de clavos y hierros oxidados, cambiándolo por una dieta más estricta: litros de combustible crudo, anclas de barcos y sierras eléctricas descompuestas. Pero, si no me creen lo que estas gargantas “engangrenadas” pueden llegar a ser, chéquense su rola “We The Helpless” ahí está el máximo potencial de estos cruentos perros rabiosos, que hasta espumarajos echan los jodidos.
La producción se muele a cutrazos, es horrible, asquerosa y cochina, llena de lado a lado de heces, no sirve ni para grabar flautas dulces ese bodrio; sin embargo, coagula con sangre y leche, de la mejor manera, puesto que esos macarros intentan componer algo a puñetazos. Desgraciadamente eso estaba bien, pero no creo que este disco cuente con una amalgama de matices ricos y abundantes para el fan extremo promedio, no tampoco es para intelectualoides que se creen mucho; es más un disco de referencia histórica obligatoria. Pero, aquí no nos importa la historia, sino el nivel, (No olvidando el lenguaje musical de este género y fines en común, claro)

Quiero decir, ese nivel que incorpore, renueve, aclame y lance un fenómeno nunca antes visto. Eso está bien. Aunque, nunca nos olvidemos de la misma calidad en la música –Tampoco nos vayamos a extremos de decir que esto no es música. En esas circunstancias usted no disfruta de la música extrema, que sería otro caso muy aparte- apegándonos a la intención, como cite anteriormente para que no se me malentienda. Y crear es pared inamovible de ritmos, tiempos, variación estilística: vocal, percusionista, “bajistica”, grave, aguda, densa, seca, básica o compleja; todo estos 22 minutos son más que todo pernos batidos en el túrmix de la licuadora y ya. ¿Ahora bien, lo disfrutamos? “Claro que yes” Y eso también nos ayudara a dilucidar esta connotación, Sin tanto verbalismo, para finalizar.

Ahora, destacar, la pasión de estos jovenzuelos; obviamente que en su tiempo fueron muy under y malitos y todo lo que quieran, pero gracias a estos tipos la música siguió (Para bien o para mal) simplismos bestiales, pero deleitables y suculentos para la estructura ósea y orgánica de un moscarrón por la brutalidad: los escuchas. En fin, portada, acorde y low-fi, pero critica y angustiosa, no es la verga, pero tampoco los huevos.

Disco gordal y parasitario.





Nota: 7.6 y tiembla o te pongo a temblar la naguas. 





Publicado Por: Albert Spaggiari 

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