viernes, 14 de marzo de 2014

Bolt thrower – In Battle There Is No Law! [1988]

Hagamos el picadillo de veneno e intoxiquemos a los vecinos con bolitas de carne y algún componente químico que dijese en sí “Cianuro” pa´ mis colegas de par. Bueno, una vez dicho esto, podemos ir con la mortaja, ese cuerpo mutilado que nos trajeron las tierras sajonas, unos pendencieros y vulgares llamados: Bolt Thrower. Tipejos malos y de mirada sañuda de toda su vida. Y así fue en la tierra del punk, el hardcore y el mismísimo grindocre, todos y cada uno de estos enrevesados movimientos tuvo cuna allí, en la ciudad del Big Ben, El puente de la torre, El palacio de Buckingham, El London Eye, etc, etc, etc. Por ende, la gran importancia de este gélido y noctambulo país como lo es Inglaterra.


Como bien, las corrientes eran fuertes, el pleamar golpeaba a embalajes, zurcían las furibundas olas a la orilla de la costa, el movimiento simple del punk y su hermano menor “hardie” ya habían sido bautizados por los “Muertos de Napalm” ¿qué queda por hacer? Inglaterra, como eminencia grindcorera no podía dar basuras: ya teníamos bandotas como coliseos brutales empezando a surgien con terminología médica; el prestigio estaba en juego, y no podían estos albinos conciudadanos, decepcionarnos por ínfima y miserablemente que fuese su aportación. No, señores, Llegaron los Thrower, con su conflicto armado. “Post-guerra que ni ocho cuartos, aquí les bajamos a empujar la harina por el ojete” debieron de pensar estos enajenados. Tématicona bélica, destructiva, destructiva, martillera y lo que quieran.

Comandados en  pseudónimos por: Karl en vocales, Gav y Baz en guitarras, Jo en el bajo y Whale en la punza de martillo, la batería. Junio 12 de 1988, es cuando sale ese emporio anfibiesco, de patas cortas, cabeza roma, y nariz vapuleada, pero, de estómago de vaca, garras de Aye-aye, oído de murciélago, cola de megaterio, y pesuñas de jabalí; este amorfo animal, se convertiría en una de las primera agrupaciones en tocar rolliza y marcada música extrema, seguidos de los Benediction y todo el obituario cosechado pos-tralla-guerra-thrower. Estos son la pura guerrilla, ápa.

Y es notable como las temáticas de los grupos ingleses de Grindcore fueron rediseñándose con los años: política, medicina, gore, guerra, que todas estas no eran tan exclusivas del death metal de cepa, su malévolo gemelo, Grindocore, también innovo el aspecto lirico en estas cuestiones catastróficas del Death Metal. Claro, nunca faltó inteligencia en sus composiciones literales: había gente ampulosa y magnánima que lanzó severas obras filosóficas y reflexivas: caso Edge of Sanity, Death, Atheist… Cynic mmmm también. Así, que con estos señalamientos tendremos que dejar “la mierda” en otra bolsa.  

“In Battle Theres Is no Law” disco debutero, con pequeños deslices y grandes ambiciones: recapitulando el sonido Thrash sin tocarlo muy fruncido, engruesando la vena Death de metanfetaminas y sustancias de aceleraciones cardiacas, y claro, la corriente de los Napalm, la más sabrosa, del “Moler núcleo” grinder!!! Esa fusión megalítica y monarquía, que efluya con rudeza, pero desganada producción en los 30 minutejos.

Álbum grueso, de guitarras semi-melodicas, bajos “x” y sin mucha mención, extremas combinaciones en los blast: una perfecta fechoría en éste instrumento. Maestros en los destructivo y vomitón. Completos himnos de guerra que yerguen aquí, que se coaccionan en suicidas piezas de radiación y malevolencia auditiva. Se escucha el odio, y la desobediencia en todo el derredor, cada una puta célula de este cuerpo yacido en terrenos baldíos, emana hedor y temibles rugidos de sus agonías. Perfectos retoques en las endemonias guitarras: con dagas hirientes que atraviesan a gran velocidad cualquier tipo de materia, por solida e inamovibles que sea. Pero, esa es la carrocería, falta el motor y los gases bióticos.

Así, es un mutante alardeando con una garganta desecha, pero algo no inexistente. Se escucha una rugir profundo, y de talente y porte edificante, como una muralla despedregada y derruida, pero consistente y rellena. Las canciones, por su minutero llegan a sonar con la contundencia necesaria, que muchísimas veces se pierde por rolas de 30 segundos y cambios flashisticos. Eso da la estratificación obligatoria para crear un paredón gigantesco de música extrema. No son piezas rápidas, lo advierto ni densos trotes de plaza de caballos. Sin embargo, señores, lo que enamora, o infecta toda la médula son sus malditos cambios de ritmos.

Y tendré que tomar aire para esto, los tipos son unos maestros en secciones disecadas, sacan la grasita del cerdo, el sustrato de la carne roja, las mejores porciones (Inundado de guitarras elaboradas con tronío) y sale muchísima sustancia, mucha valoración  para estas calorías que necesitas, esa energía indispensable para recrear nuestros vitales movimientos físicos e intelectuales: Esas secciones rítmicas de quintaescencia. Y son fascinantes, no caen en “atasquismos y bruquismos” delirantes y monótonos como la merma de la misma roca; la coalición de voces rasguñadas-semi atragantadas y agónicas, junto con el efecto pastoso y muestrario de la susodichas guitarras. ¡Esto si que riffea a mucha larga!   

Estos cambios, a lo mejor vienen de las raíces punkeotides. Pero, debo de advertirles a ustedes, iniciáticos, que los cambios referidos, lo que estoy detallando, no son simples cortes de melodía-solo de guitarra y la misma caña sin proteínas; no mija chula, póngale atención a estos artífices pedregosos con este recurso.

La producción no es muy pulida, pero tampoco Carcass la tuvo y sin embargo chupan como barrigones en día de partidos y clásicos nacionales. La portada, como sus letras, está de infarto: chingonería opaca y greñuda, mal trazada y de afecto roñoso: unos leprosos caminantes, con sus sotanas y algunos escombros. Puro escollo y grandiosa idea, se aprovecha, más con el linde del género. Pero, si estos les fascinaron, espérense a ver que nos traen estos calibrados tiburones para sus posteriores entregas. Aún no le siento el culo a los demás trabajos, pero ya con esta bola de desechos, me quedó tan pancho! Volveré, hijos de la mierda, volveré por ustedes, malditos huesudos andrajosos y belicosos.

¡Descarga o los ataques empezarán antes de tiempo! 





Nota: 8.5 




Publicado Por: Albert Spaggiari

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