miércoles, 5 de marzo de 2014

Blood – Impulse To destroy [1989]


¿Qué cosa se puede decir para estas alturas? ¿Qué tenemos ante nuestros ojos? ¿Por qué no cortar aquí la reseña e irse a perder al campo? Buenas y tufosas temporadas nos esperaban, acaecidas de gotas de fuego, y hierba quemada, y era demás, adjuntar y rezongar ante tal capricho hoy una de las bandas que ha permanecido bajo el eficiente oscurantismo. Tantas bandas que creemos haber salvado del entierro, y con el propósito de seguir sacándolas del charco, he decidido hoy, por una “piedrapapelotijerada” concebir uno de esos descubrimientos que merecen la pena oír.

Blood fue una banda de mala cosecha, que nació en tierra arcaica, y de venas estériles. Se condujo por el mundillo a mediados de los 80s, cuando todo el metal de la muerte empezaba a despercudirse. En sí los años 80s fueron decisivos trazos para lograr manifestar la escritura perfecta y exigua, pero lo que vendría a ser más importante y obligatorio que nada sería la hibridización en escritura china y persa. La movida violenta tuvo lugar en Inglaterra por 2 de 3 acutángulos fronterizos: Napalm Death y Carcass, y en EE.UU el siguiente, Repulsion. En Alemania esa herencia sería exponencialmente recluida para las filas de Ventilator y los suyos.

Estos “sangre”, fueron conformados por: Taki en bajo, Eisen en las guitarras, Ventilator en batería (Cuidado) y Pollito, Chicken en la vocales. Alineación de 4, cómo manda el catecismo metalero sábado negro. Como seguía diciendo, estos “Blood” una vez visualizados la herencia de sus padres ingleses (Más que nada) voltearía, o seguirían con la afición sagrada, o el irremediable impulso a la destrucción, para componer otra de las piezas incalcables del género bruto por excelencia. “Impulse To Drestoy” primer álbum grande, hijo de seis enrollados demos de la hebra inicial y roñera; álbum que seguiría las huestes y los preceptos de cómo se debe hacer música extrema y violentamente rápida.

¿Cómo podríamos describir el sonido de esta mierda? Pues, imaginémonos una turbina de avión, una hélice de barco estropeada, 400 motores de los 4x4 averiados, cohetes chocándose unos con otros, jets cayendo en picada y estallando posteriormente, remolinos y tsunamis, olas o maremotos, terremotos o explosiones volcánicas, bombas atómicas, desastres nucleares y naturales; toda la fuerza natural, divina y humana concentrada en un fragor auténtico e hiriente. Paredes desvencijándose, cayéndose desde lo más alto; esto es puro ruido, pura bulla sinsentido, nada tiene valor ni concordancia, es simple mierda, mierda y más mierda, pero con sangre: Blood.

Riffs estúpidos, batería extremadamente veloz inundada de cambios agiles en ritmos básicos y complejos, con una elaboración sobrepuesta en todos los instrumentos; vocales distorsionadas, chirriantes y molestas, gorrinos fornicados y maltratados de una vez; bajo mutante e imperecedero, casi omnipotente e irosa voluta de hez. Desde el intro inicial todo se vuelve caos, porque el avión ya ha caído, y creedme que no es algo fácil de predecir y salvaguardar, menos de tragar a la ligera. Una ola pesarosa y de volumen oneroso.

Primero: No hay ni una puta pizca de armonía, la intención está claramente fundamentada en destruir los instrumentos y si de por sí sacan algunas notas mientras lo están apaleando, pues Qué Mejor, así graban algo y nos espetan como se debe destruir un instrumento salpicando notas consigo. Llegamos a un absurdísimo e inverosímil invento loco, un desquiciado, o mejor dicho 4, tuvieron que reclutarse y enajenarse de la realidad, para crear el huracán con dos mil pies, y una boca en llamas y un pelo desabrido. Segundo: No hay buenas maneras, todo esto se basa en seguir caminos horripilantes, para pocos, pero agradables círculos animalescos, que desvelan música muy salvaje para su época; si hoy sorprende, avísenme de los espantos que se llevaron a inicios de los 90s.

Y para mi esta es una de tantas evoluciones del metal, no me venga a hablar mierdas de que soundgarden cambió el metal. Aquí se da lo extremo, lo severamente radical, sin una grisma de concesión y descanso, puro bullicio, puras centellas galácticas y originarias de supernovas. Sin embargo, es notable como este disco separa la vena hardcorera del metal, por que si bien esto es puro Grindcore del bueno, deja atrás lo que sus consagrados aún empezaban a desalojar: el molesto y glorioso D-Beat de discharge. Si bien, este se mantiene como disco imperial para el Death Metal, es aún más majestuoso para el Grindcore… no hace falta decir ni mierda sólo ponerse los auriculares cancerberos.

24 remolones cortes, 4 menos que el escoria de lo Harris. Y como todo clásico disco del grindcore tributario, que no le debe nada a nadie, todas se compendian por pequeños lapsus de 1 a 2  minutos, algunos llegando a durar no menos del mismo minuto…. Ahh, qué bello. Todo con una ferocidad, creo que nunca antes vista. Serruchona portada, calidad de metal no de punk, sonoridad expulsiva y porosa, temática apocalíptica y enfermiza… ¿sonido? La puta destrucción, mi cuate. Pieza Maestra, no puedo seguir escribiendo…. Estamos ante uno de los mejores discos del género, ya saben la nota.

DISCO DEIDAD DEL GRIND.







Nota: 10




Publicado Por:  Albert Spaggiari 

2 comentarios:

  1. lml buen material

    *Blasfemia Sexual*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la llaga le has pegado, mi perro Anónimo. Más que blasfemia sexual, es una cochinada derretida en capas de caca de mole radioactiva y espuma sucísima. Tuberosidad en pleno cañón cancerígeno.

      ¡Saludines Paladines!

      Eliminar