sábado, 5 de septiembre de 2020

Coldbones – The Cataclysm [2020]


 



El ánimo subyuga mi preferencia en la búsqueda y mi torpeza seleccionó (muy a la deriva, debo admitir) al trío: “Huesos fríos”. Y es que, evidentemente si uno no está muy sumergido en estilos ajenos a uno, la medición de calidad se torna más exigente. Este caso no es la excepción, dentro de los innúmeros grupos de Post-Rock que gravitan, me dejé seducir por dos motivos en este trío inglés: 1. No soporto el Post-Rock de 1 hora y pico que te duerme más por el aburrimiento que por ensoñadoras melodías de categoría. Y, 2. La atracción visual de una buena portada es un aliciente para mí. Bien, partiendo de estos indicios o prejuicios, según se juzgue con detenimiento, me asomé chulón a la deriva y terminé contando hormigas.

Explico. Efectivamente, hay una portada que carga una pintura de la naturaleza apocalíptica embellecedora, y también, el tracklist no son kilómetros de ecos ambientales de guitarra anémica. Ahora bien, ¿éste material es bueno o malo por eso?, Evidentemente no, pero, repito, mi orientación basada en prejuicios o indicios me ha llevado a estos tipejos, que francamente, ni me decepcionaron ni me entusiasmaron.

Ahora bien, ya expuestas redundantemente en los anteriores párrafos mis sensaciones, explicaré el porqué. “The Cataclysm” en un intento por cohesionar lo etéreo con la dureza de unos riffazos y batazos tirando a Metal plano, dejan entrever la poca creatividad para desenvolver ambos mundos, llegando a llenar secciones de las composiciones a puro riff plano, o al no haber presencia de melodías sublimes (tan siquiera un poco recordables) llegan a hilvanar con poca efectividad en el dinamismo que a leguas quieren proponer sin perder las texturas ambientales y espaciales. Resumiendo, Coldbones construyen con naturalidad transiciones de lo suavecito a la dureza rítmica sin perder la inmanencia a las sonoridades espaciales de provista parsimonia del Post-Rock, sin lugar a dudas, su mejor cualidad. Sin embargo, si uno no tiene idea de cómo desenvolver una composición solo denota la poca inventiva y la monotonía que puede causar en su música.

Atmósfera garantizada para los que gusten arrellanarse contemplando en segundo plano todo este disquito parco de inventiva. Para los que exigimos no sólo transiciones homogéneas, sino, ideas para hacer memorables los tracks no habrá mucho de donde sacar agua áurea, y es posible que los 45 minutos nos pesen casi 3 horas como resultó al prestar mis oídos por las primeras vueltas a ese material. Que nadie me venga con la pija de corbata a mear lo irrefutable: las melodías austeras e ingrávidas de gran valía, como ocurre en los primeros 3 minutos tan buenos de “Ruin”, pero el tema se va al desagüe, a que lo escuchen las ratas somnolientas, al meter Riffazos a lo pendejo sin creatividad.

El sopor de las vueltas iniciales se va menguando, pero no mejora la calidad compositiva, se logra comprender que este tipo de productos se fabrican para ponerlos en segundo plano: mientras te vas a bañar, mientras tienes que laborar, mientras quieres leer, mientras quieres dormir; el “MIENTRAS” condiciona a posicionar mejor a Coldbones, pero no acrece. 

Y es que, la solvencia técnica es indiscutible: la guitarra evoca con ecos y con cadencia esa translúcida claridad atmosférica en segmentos apacibles al igual que injerta Riffs contundentes en la misma línea armónica; ejemplo, “The flooding of the world”. Siguiendo, el bajo de temas como “Collapse” que dan cuerpo e hibridación muy bien acoplada con lo pesadez plana de unos Riffs ligeramente metalizados. Y, por último, el componente que me resulta de mayor atención es, la batería: es el instrumento que raya la ambivalencia, o mejor dicho, la luminosidad compositiva, el cabrón te pone unos golpes llanos, transmuta ágilmente a exigencias de dureza sonora, y se hace presente en todo el disco sin mucho esfuerzo o habilidad. 

Entendamos que al ser un disco instrumental que enfatice lo ambiental y no tenga dotes de Rock/Metal Progresivo, su capacidad requiere ser apta para maniobrar el interés y de forjar temas memorables dentro de su coherencia musical, y dentro de los cánones del Post-Rock. Al no abonar nada destacable ni nada estrepitosamente irritante, llegan a ofrecer algo totalmente olvidable, aburrido, e incluso, intrascendente. Estos cabrones te dejan los “Huesos fríos” como hacen gala llamarse con reverenda desvergüenza.

Por mencionar la mejor muestra de la homogeneidad entre la pesadez y la calma (la pura expresión de la Naturaleza), adherida al más puro y fiel Rockcito que te transporta a esos paisajes calmos en donde la naturaleza vocifera lo desconocido en este “Cataclismo” conceptual inglés; tenemos dos canciones de mayor retentiva y habilidad melódica: La primera es, “Cleanse” con una apertura con apacible paso y melodía hasta conjugarse en ese tramo acompasado de endurecidos Riffs mientras se cuela un solo jugoso y un desarrollo pleno que salvan lo poco del fondo. Y, “The Burning of the Earth” que sencillamente es la que puede pelear en tener las mejores melodías de todo el trayecto: una atmosfera tranquila con sencillez y efectividad.

A catar se ha dicho, tortillas heladas espolvoreadas en cenizas o caldo sutil que llena y deleita. Según tu paladar disfrutaras más, o menos, la propuesta de Coldbones y su segundo material “The Cataclysm”, en donde, mediante lo sonoro, manejan el concepto de movimiento según cómo se titulan las canciones. ¿Será cierto o es una paja mental para mercadear la idea ya más que gastada? 






Nota: 4.5


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


Resucita un Mamut llamado: El Mito y La Mita!!!

Tras la extinción de unos meses, he vuelto hijos de mil millones de putas!!!

La asiduidad nunca fue parte de esta era solitaria del blog desde que el compa hace añales se fue al carajo, pero los ir y venir de su anfitrión no es causa suficiente para no solventar el amor a la música trayendo materialito diverso del que tantas ratas chupapijas le gustan solo clikear sin ver al reseña. Acá seguiremos año tras año cual fantasma aparece una jornada o una vez a las "quinimil". 

El Mamút ha regresado a hartarse de a galán con música y con tremendo peso de autoridad ha llegado cabros y cabras!!!
No se pudo sincronizar al séptimo aniversario de este altar que procrea odas a la melomanía, pero vale verga zancudos malvivientes!!! Resurrección nuevamente y que caiga el manjar o la fétida mierda que nos toparemos por estas hediondas callejuelas musicales.

Por si no queda claro malditos cortos de vista y débiles del cerebro: "QUE SE HAGA LA MÚSICA"


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski




domingo, 12 de abril de 2020

Twitch Of The Death Nerve - A Resting Place For The Wrathful [2020]





Tiempo de molernos el encéfalo aplastándolo con ladrillos de hierro caliente.

Brutal Death del montón para los come-piedras, los que degustan reventarse los tímpanos y molerse los dientes comiendo concreto y arcilla para cagar cohombros de cemento y sangre. ¿Quieres pasarte un buen ratote machacándote las cochinas orejas, con mierda asoleada de buen calibre? A la orden vienen: Twitch Of The Death Nerve, que viene siendo más o menos: “Contracción del Nervio de la Muerte”. ¿Cuál nervio?, ni puta idea, solo sé que éstos cuates te zampan una cuchilla oxidada en la yugular en segundos. Intenciones claras que todo grupito de Growls y desenfreno desquiciante que promulgue la brutalidad extrema en la música debe de tener o aspirar. 

“Ecologia del delitto”, título de un film sangriento de 1971 de Mario Bava, que sufrió un pijo de transmutaciones con nombres como “Bahía de Sangre”, “Blood Bath”, “Carnage”, y este nombrecillo largo y olvidable como un eructo que nombraron Tom Bradfield y Tom Carter para su “nuevo” proyecto. Formados desde 2004, viendo a la luz su debut “A New Code Of Morality” en 2016. En todo ese lapso estas bestias inglesas se enfocaron en sus bandas: “Infected Disarray”, “Beef Conspiracy” y otros proyectos más de la misma calaña. Tipos centrados exclusivamente en las carnes pútridas sanguinolentas con moscas, en el pútrido sonido del Brutal Death que te martilla el cráneo para despabilarte a mazazos. Y es ahí, cuando después de 4 años sacan en este 2020: “A Resting Place For The Wrathful”, traducido como: “Un Lugar de Descanso para Los Coléricos”, que en la música refleja lo inverso.

Ni a 27 minutos llega este paquete, pero más atinado y acoplado con la propuesta efectista no pudieron ser. Tom Bradfield saca un growl profundo como el mismísimo averno y de entrada nos los hace saber en el primer segundo, el rango del londinense llega a la delgada y frágil barrera de Growls de Goregrind, y si me apuran, de lo absurdo y ridículo, pero se las ingenia y está en la medida exacta de lo que un fanático del masoquismo sonoro puede deleitar. No se entiende ni un carajo, ni sabemos si canta la lírica o simplemente está actuando como una bestia del inframundo que acaba de salir de su catacumba a destazar pueriles seres vivos. 

A ver… Ritmos atronadores y a velocidades desquiciantes con técnica suficiente para ejecutar tremenda y ardua eficiencia sin llegar al virtuosismo del Technical Death, pero desollando todo a su paso con ciertos cambios de ritmos atronadores, junto a una demolición total con una preponderancia hacia éstos, hacia el caos, hacia el efectismo, sin más, hacia el paroxismo de la brutalidad. Riffs del mismo Bradfield que solo adosan aún más ese aturdimiento que provocan en el oyente son ejemplos de ello, junto a la tópica de Baterista colombiano: Mauro Marín, dando mil impactos y resonando más la jodida maquinaria de tortura que está hecha esta banda.

Sin embargo, variedad poca hay, y por naturaleza de los tópicos del estilo, muy difícilmente se recuerda una distinción muy peculiar de una canción a otra, homogéneo a morir no solo por mostrar la intención de “música extrema”, sino, a su vez, falencia misma del disco que se manifiesta en el tracklist, composiciones y Riffs sin mucho gancho con índole machacón, o secciones que te perpetúen o te revienten la cabeza sin dejar rastro, y la dinámica está en el límite de lo monótono.

 El sonido de la Batería en ocasiones parece sin ton ni son, sin mucha gracia o presencia, solo gala de los vergazos frenéticos hacia los tambores; Riffs que te suben la adrenalina pero no enganchan ni son nada sorprendentes, la verdad; Y lo que roza el aburrimiento y el subidón de energía a tu cuerpo, cual polos opuestos convergen, son las ganas que uno tenga de escuchar un profundo growl casi invariable y que muy de vez en cuando unas pequeñas apariciones de unas líneas vocales desgarradas como esfuerzo de ligera variedad en la monotonía

“A Resting Place For The Wrathful” no te engaña, no te ofrece ninguna novedad ni ingredientes que se adhieran a tu paladar una buena temporada, ni se hacen pasar por inovadores. Neles pendejo, el segundo material de estos sórdidos animalejos tiene una clara declaración de principios: MONTARTE VERGA. Lo hacen, si estás ambientado a esta ralea de bestialidad y eres ya un experto en la geofagia de piedras voluminosas y fétidas, te atraparán con unas ganazas de apalear a tu vecina la anciana chambrosa con un bate de metal hasta desfigurarla con este álbum de fondo.

 Cumplidor en su misión, te hierve la sangre y te anima, te alienta a mover el coco como ventilador y a sentir la pesadez crujiente. Pero, sin duda alguna, si durase más de media hora, esto fuera un bodrio monótono, o perdiese encanto. El minutaje, el sonidazo, las composiciones que rayan la uniformidad e insistente monstruosidad, y la eficacia para aniquilarte sin contemplaciones ni interludios ni nada de esas mierdas, es lo que le da valía y categoría para figurar entre los amantes del Brutal Death puerco. 

Si eres un pipiolo que le es indigesto el Death Metal ni te asomes por acá compadre, vas a sentir que un taladro atraviesa tu carne y nervios para traspasar tu cráneo de modo que expulses un baño de sangre y termine perforado tu cerebro, quedando muerto en el proceso por la agonía de la insufrible tortura. 



Descargar


Nota: Un 6.0 tan grande como una hormiga 


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


martes, 7 de abril de 2020

Postcards - The Good Soldier [2020]





Chúpenme la riata bastardos.

 Dentro del horno de 36 grados Celsius, me dispongo a escribir mierda de la buena sobre música, porque dormir a casi 1 grado de llegar a la temperatura corporal de un ser humano (más allá de la broma, es alarmante y nocivo para el cuerpo) no podré. Pese a la insufrible y sofocante situación, traigo material que es el polo opuesto de la puta plancha de pupusas que tengo por clima: Para dejarse llevar por la bruma somnolienta de sus sonidos y encontrar el placer y cobijo de un clima nublado y con cierto frío alentador (a lo mejor por eso salía cosecha de Inglaterra). Hablo, del Shoegaze y/o Dream Pop, géneros evocativos de nostalgias y de climas idóneos para echarse la dormidita. ¿Qué otro género describe mejor esa comodidad placentera, cual almohada recién comprada?, mientras…sigo escribiendo con las putas manos empapadas de sudor.

Nos remitimos a las tierras de los Fenicios, civilización antiquísima precursora del abecedario, navegantes mercaderes que dominaban todo el mar Mediterráneo y con una cultura ecléctica vasta e importante, pero que a veces ha quedado un poco olvidada. El Líbano, cede de una sociedad importante que marcó culturalmente en el mundo. Actualmente, devastada por guerras civiles y con constantes conflictos con Siria y sus países adyacentes; problemas más serios que mi exteriorizado desagrado con el calor.

Postcards, trío que para “emigrar” de esa convulsión de violencia de su país, han llamado la atención de rubros internacionales que gustan de “músiquita suavecita”.  Como es ya sabido, cualquier música sacada de Oriente Próximo u Oriente Medio es ya una labor titánica por obvias razones. Claro está, el trasfondo desolador no es una excusa para sacar mierda aguada de buey, o lo que ocurre en otros casos, sirve de catalizador para que emerjan cositas bonitas.

El trío Libanés empezó desde 2012, y con sus 8 años de carrera llevan 3EPs, el Debut:”I'll be here in the morning”(Estaré aquí en la mañana), unas giras fuera de su país y ahora un segundo disco: “The Good Soldier”. Nos topamos con una banda que entra perfectamente a cabalidad con los cánones del Shoegaze y del Dream Pop: evocan cierta dulzura, nostalgia y tranquilidad con texturas ruidosas y apacibles; cantante de voz hermosa, tenue y casi invariable; aura envolvente que te adormece lentamente; algo minimalista en instrumentación pero adornando el aura etérea. En fin, quien no trague de esta miel es garantía que se duerme al oír la primera canción.

Postcards es un conjunto que conglomera las cualidades de: TODO el Pop y el Rock más asequible y suave que se te venga al coco. Julia Sabra nos acompaña para este somnoliento, pero placentero, recorrido con su presencia casi inmutable pero dotada de una atracción inexplicable, resulta una ejemplificación ideal paradigmática de una vocalista de Shoegaze. Con una voz prodigiosamente aterciopelada, resulta uno de los puntos más destacables del álbum y del grupo. La instrumentación saca lustre de Sabra y construyen una ambientación idónea para resaltarla. Puesto que, no hay una bruma sonora exacerbada que haga falta para llevarnos a la ingravidez y confort de una nube teniendo presente a esta mujer.

El disquito arranca con: “Dead End”, un track 100% en vena con las reminiscencias al Shoegaze inicial con un espeso muro sonoro que inunda a Sabra en una lejanía trazando su cautivadora voz, mientras Marwan nos anticipa la tónica de su estilo y su aporte a la instrumentación desplegando zigzagueantemente solos ruidosos con líneas melódicas atmosféricas con su guitarra. A este temita, le vienen “Fossilized” y “Spiderwebs”: una más dinámica que la otra, y se exponen las cartas en el asunto y Marwan va hilvanando texturas y Riffs con el matiz de la inicial pero en otro ritmo, con una sección rítmica provista de dinamismo. A este punto, Marwan y Sabra relucen considerablemente por sí solos.

Luego, viene “At Home”, y viene el muermo. Un interludio que abre la homónima que es un minimalismo con efectos y la cantante en una melodía que es capaz no terminarla por tremendo soporífero, al igual que “Last Resort” que sencillamente si no te quedas doblado del sueño con esta canción eres un puto árbol, aunque le precede “Lights Out” que sigue el tempo de tortuga, este lapso del álbum es un jodido sedante para tu cerebro y no contiene ningún desarrollo interesante.

En su tarea solo predominan más el enfoque aural pero sin los aditamentos que embellecen lo que quieren proponer, pero lógicamente esto más que un bache en el tracklist es un esfuerzo por una ¿“variable”?, dado que prosiguen con un rostro con mayor cercanía al pop que te engancha sin carecer de la fórmula somnolienta del Shoegaze, y en este tramo con canciones como: “Freedriving” y “Hunting Season”(que solo de guitarra se echa acá el hijoputa de Marwan) conjugan la tranquilidad ambiental con estribillos y una participación sumamente importante con las sutilezas del Bajo y la Batería, sus estructuras tiene más participación instrumental, pese que en ocasiones hasta te aburra ya los estribillos. De este modo, logran que cabeceemos al son del ritmo y no ladear nuestra cabezota con el peso en los párpados.

Finalmente, llegamos a “Little Lies”, mi preferida, en poco más de 5 minutos mezclan los ingredientes y elaboran una emotiva composición que a paso aletargado y con el golpe de Pascal Semerdjian en la Batería al mimetizando casi un goteo con ese golpe sutil y milimétrico en los tambores, para dar un in crescendo con Julia Sabra pletórica junto una ornamentación con sintetizadores, bajo y guitarra para realzar ese toque etéreo y evocativo a la perfección, con un cierre perfecto. “El Buen Soldado”, título de una obra que en contexto bélico forma un oleaje cándido y amable que nos hará flotar. 

Un punto que me resulta trascendental como adjunción del concepto de la banda es la portada: Una sencilla y cuidadosa fotografía de interiores de un hogar, que a simple vista no parece tan importante este detalle visual con el contenido musical, con el contexto de El Líbano, incluso con la ambigüedad de la portada; pero todo lo contrario, y me explayaré a explicar de otro modo, todo el disco, y, a su vez, la portada.

La carátula me recordó a una pintura de Edward Hopper, éste retrataba la soledad con un humano en unos interiores amplios y desprovistos de otro individuo, en el que a mi entender, exponía, a la par de la soledad, una problemática que provenía solo de él ante tal escenario. En cambio, en Postcards, no hay ningún ser humano en el acogedor espacio que es el hogar de alguien, tornándose oscuro y solitario, careciendo de toda humanidad que ha sido devastada a causa de las guerras que están afuera y que la soledad se muestra en el inmueble deshabitado que alguna vez fue un hogar. Hopper muestra la soledad con una persona, Postcards la soledad con los interiores de una casa. A lo mejor por diferentes causas, pero es interesante el ángulo de ambas obras de arte, no sé, se puede alargar mucho el tema. Un último detalle importante, es el marco es morado, color que los mercaderes fenicios ocupaban para identificarse hacia las otras civilizaciones, no olvidemos que es una agrupación de El Líbano. Repito, no me explayo más, pero resulta ambigua y profunda una puta portada más simple y llana que la acera de mi colonia.

Si te gusta el Shoegaze, Dream Pop, y todos sus derivados que alientan las sensaciones etéreas, este grupo te encantará, los libaneses se sacaron un disco que fácilmente puede representar el matiz más cálido y acogedor que pueda emerger de este estilo. “The Good Soldier”, material destacable de este año y del género que a lo mejor no rompe esquemas, pero sí los ejemplifica, y con mucha sencillez certera.






Nota: 7.0


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


jueves, 30 de enero de 2020

Darktribe - Voici L'Homme [2020]





¿Se puede hacer Power Metal sin tratar mitologías de por medio, meter Intros o arreglos sinfónicos por huevos en un disco, ejecutar Solos velocistas de teclados a granel? Se puede pero no se quiere por temor de no salirse de los “estándares” de “X” género (no sólo el Power), provocando así los tan famosos clichés que se repiten hasta la saciedad. Darktribe no rompe con ellos hasta cierto punto, son ejemplo de sonar a un cliché pero sin serlos. A base de: lírica cristiana (que bien funciona como mitología), los mismos cuatro instrumentos de Metal (nada nuevo bajo el sol) y Power Puro Homogéneo Ario y Ortodoxo (entiéndase la mala broma) sin caer en composiciones onanistas.

Sin preámbulos ni florituras, voy al ajo cabrones “feios”: Éstos franceses sacan su tercera placa “Voici L´Homme” en 2020 con un Powercito con el máximo sabor de las vacas sagradas pero con producción y manufactura moderna, pero… Sin tener la genialidad de los mismos. Un mono con sus gesticulaciones y comportamientos puede imitar a un humano, pero no puede serlo (sin ofender a los simios que me leen). Y conste, la travesía jamás se plantea como un refrito ni como una novedad del género. Es la fehaciente muestra de un término medio, de un punto medio a plenitud. Un dote a favor (o en contra, según como lo mires) que tienen estos jovenzuelos.

Paridos en 2004 y experimentados con dos materiales y un Ep previos bajo sus espaldas, Darktribe gozan de facultades técnicas y compositivas aptas para saber de qué va esto, acá no cabe dudar o ningunear sus habilidades con pretexto de ser muy amateurs. Dentro de 50 minutos delinean compositivamente constantemente un ritmo a tono con una llaneza en Riffs que focaliza su intención en tralla en pro de sonar “metalizado y moderno” adoleciendo de Riffazos memorables, pero en vez de ello desperdigan unos Solos y un timbre agradables y enfáticos en melodías. 

De la producción de Scarlet Records hay que destacar que no aturde al mosquito que se asome, tanto el Bajo con sus intervenciones sencillicas y atractivas junto al golpeteo de la Batería se dejan reposar distinguiéndose cada quién con su correspondiente y competente labor. Otro punto que acrece a estos cristianos powermelosos es el voceras: Anthony Agnello. Un tipo que no ha de repeler ni a una hormiga con su rango provisto de melodía y timbre agradable. Ni barroco, ni chillón, ni gruñón, ni asombroso, ni malo. Al igual que sus compinches, está en la MITAD de una vara de medición: ni tan bajo ni tan alto de calidad. Y es que, parece mentira que 50 minutos de un Power Metal agradable y competente con creces no aburra pese a sus falencias.

Entretenido, capaz, competente y agradable serían las palabras más adecuadas que un servidor puede aglutinar para describir a una banda que irá al olvido pero que la calidad ejercida en su lineal y disfrutable propuesta no se la quita ni el pájaro irreverente ni el hipopótamo ancestral que ya ha marcado territorio. Darktribe puede provocar divagaciones mentales en recuerdos extra-musicales, puede funcionar en banda sonora mientras obras en otra cosa, funciona si le ponés oreja y entras en inmersión, si dejás correr de manera secundaria casi la hora de Power mientras cocinas, mientras te bañas o mientras te quitas los pelos de los huevos, pa´todo. 

Tracks que despliegan en su media de 5min buenos trazos de Riffs, Solos, estribillos, secciones del vocalista más coreables, partes más Thrashers, fragmentos de inclusión y cooperación instrumental con el Bajo de Bruno Caprani, Ritmo cadencioso, los temitas  se diferencian entre sí aun cuando repiten fórmula, el cantante se lleva una guirnalda de coronación, la producción acopla bien todos los instrumentos. En fin, álbum asequible y destacable de Power Metal.






Nota: 6.0


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


jueves, 23 de enero de 2020

Mammock - Itch [2020]





La explicación del incontable aporte a la humanidad que ha dado Grecia es certeramente anodina. El simple nombre del país nos remite a los orígenes de disciplinas y estudios como: la ciencia, la filosofía, la medicina, la astronomía, las matemáticas, de todito papá. Pues bien, abrimos espacio ahora para la música con Mammock, agrupación de la aupada y ancestral ciudad de Atenas, que irónicamente es testigo de una de las primeras publicaciones del mero 2020. Ni más ni menos que el 1 de Enero de 2020 sale a la luz “Itch”, debut de Post-Hardcore que reza con jactancia en su presentación conceptual con la frase: “El mundo es un lugar maravillosamente extraño”, prestada del libro “Naturaleza muerta con pájaro carpintero” de Tom Robbis.

Mammock proveen en 30 minutazos condensados en 6 canciones a qué juegan y qué muestran dentro del ambiguo “Post-” Hardcore. Al ajo: Un disco corto y entretenido que expone progresiones y armonías melódicas propias del Rock Progresivo cohesionadas con la rudeza de la actitud Punk. Fiereza no faltará, pero más que ello, dotan de algo muy deudor de los cimentos del “género”, y eso es una perseverancia en la sección rítmica en ser lo más dinámica y fluctuante de ritmos, llegando a recordar a gente como NoMeansNo pero con una identidad –obviamente- acoplada al espectro moderno sin oírseles forzados, ni calcas de los canadienses.

Desde que atrona la inicial “Caterpillar” hasta que acaba el invento se huele de antemano que NO nos topamos con tres acordes a lo bestia junto al tipejo gritón de la esquina, pero que pese a ello hiede esa rudeza con la que se ejecutan los ritmos más que por sus sonoridades. Transiciones rítmicas con el Bajo/Batería mientras Andreas sin ser áspero del todo es indócil y con espinas en su registro vocal. Canciones como la más Hardcore: “Dirty Shoes” y “Shark Attack” evidencian lo dicho. 

Aunque, pese a tener el ADN Punk instaurado la ortodoxia del mismo no existe, en la misma “Shark Attack” al finalizar se diluye con un saxofón una atmosfera calma y –si se quiere- extraña. No sin antes (como TODAS LAS CANCIONES), el track se estira, se moldea, es totalmente maleable a variopintos cambios rítmicos que incrementan la valía de “Itch”. Producción perfecta y homogénea que además de la pulcra distinción y audibilidad de cada instrumento logra preponderar a Klearhos y a Vangelis, en el Bajo y la Batería respectivamente. Y es que, estas dos bestias sin ser virtuosos se adhieren excelentemente con la Guitarra delineando ese absorto dinamismo musical.

Al llegar con “Inconstant State, Hot Summer” y “This Letter” (con sus casi 10 minutos y un Andreas imitando de forma plana y sosa a un Bruce Dickinson tirado a la cuneta) terminan de explayar el tono de Rock Progresivo que llevaban en todo el álbum pero si sonar a ello, manufacturando una homogeneidad compositiva con la “intención” del Progressive” para dar riqueza y variedad con tramos que enfoquen melodías a base de una movilidad y proporcionar una identidad más marcada en cada track, pero sin la grandilocuencia del género setentero. Sin embargo, el despliegue técnico no es del otro mundo, ni siquiera quieren pretender un virtuosismo, pero toman del “recurso” para no evocar una rauda simpleza. 

¿Es la extrañeza un discurso de experimentación en el sonido de éste disco?, Posiblemente no. ¿Es el concepto de “extraño” una inspiración conceptual de Mammock?, Sí, ¿Se logra plasmar? No.

“Itch”, o “Picazón”, no trata de vender Riffazos a granel, ni elaborar una telaraña compleja en virtuosismo superfluo, sino dotar de musicalidad un bien logrado Punk que a día de hoy está más que mutado con otros estilos y proporciona una mixtura y madurez que no gozaban antes, y que éstos griegos hacen alarde de ello en 6 cancioncitas bonicas. Y como los mismos Mammock dicen: “No hay solución para esta picazón”

Restando la presentación en el Bandcamp y distintas webs en las que ellos se dan a conocer como una banda “extraña” (lo que mierdas signifique eso) y de enfocar un holismo conceptual medio abstracto –que incluso denota la bonica portada- en su obra, resulta que bajo esas expectativas es, como dicen en mi país “llamarada de tusa” para atraer al pipiolo que indague en el Post-Hardcore, género que por sí bebe de muchos ríos y que los Atenienses no aportan ni papa a la movida más que cimentar un debutazo entretenido y poblado de un dinamismo musical que no sorprende ni atrapa hiperbólicamente pero compone un grano más de Post-Hardcore disfrutable y bien plantado en la escena.






Nota: Un 6.5 tan grande como un colibrí


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski



Cachada del 2020


Chulón e inclinado hacia el piso exponiendo mis nalgas en la ducha me agarró de imprevisto el 2020 con su inexorable presencia. Inevitable. Misma dinámica chicos y chicas, ofertaré la música que se escuche en los lares más sórdidos y en los más preciosos de la urbe "Música" para degustar y coleccionas la recientes promesas y la actualidad de este hermoso arte.

A la expectativa de mi recurrente ausencia proveeré de disquitos de diversos estilos para los cipotes del ganado. Sorprendente que el ficticio y onírico 2020 haya arribado al blog y a nuestra existencia. Aprovecharemos de los novillos que se asomen para degustar de sus jovenes carnes y demás ralea que se digne en facturar música para las reseñitas y para el deleite de los timpanos 

2020 no será ganancia de publicaciones de mi persona pero trataré de traer la suficiente costalada de ripio y diamantes que nos ofrezca este inaudito año.

A las fosas sépticas a ver que cahamos por ay compinches y alertas con las ofertittas venideras.




Publicado Por: Zdzislaw Beksinski