viernes, 24 de enero de 2014

Black Flag – Damaged [1981]

“¿Quieres columpiarte en mi tronco?” por ahí escuché decir a un colega, que esa era la manera de cortejar a una damita en plena era punketucha, allá por finales de los escabrosos 70s y principios de vomitones 80s. Posiblemente una visión un poco inexacta de esos tiempos, pero acuérdense que pelones patanes siempre han existido. Pero en los 80s no sólo se mugaban frases desorbitadas ni se frezaban escamoteadas oraciones sexuales, hubo un punto donde el sexo, la violencia y la simplicidad se fundirían en dos bloques cronológicos distintos, pero de igual útero, asimismo nació el Punk y unos años más tarde el hermano ceñudo y rapado, el hardcore.


Y siguiendo en mi son de jodedera, también escuché por allí, que sapos parlantes, ojudos, tranzones, de labios leporinos instigaron y referenciaron al Hardcore (y lo Identificaron) con mazmorras de gritos sinsentido: datándolo por inicios del 00s con la vena Slipknot (Nu) y el consabido Metalcore y esas gestaciones (Véase especial de las primeras semanas de Enero de 2014). Por ahí oí que los bienes comunes eran el aire (Oxigeno) y la luz solar, y las reacciones fisiológicas, al igual que estas muy libres, así que me reiré un poco; sólo un poquito Señor Sapo. 

Puesto que la historia del “Jalcol” no se hubiera fermentado en una sola olla metálica con adornos de mimbre, y fieltro rasguñado. Fue necesario para la creación de éste nudillos, sudor, calcetines mojados y ennegrecidos, romper las camisas e instalarte en la cabeza el emblema madre, ese que regiría tu vida o que tu vida regiría: “Hazlo tú Mismo” Así es, ¿si no lo haces tú quién lo va a hacer? (Para los desinformados, el hazlo tu mismo fue una doctrina que promulgaba fabricar de manera individual tus materiales. Referente a la industria musical esto quiere decir producir tus propios discos, producciones, grabaciones, basándose en tus recursos y no contando con una disquera que patrocinase tu esfuerzo) Y Black, no Sabbath aunque si mucha influencia para su siguiente albumzete “My War”… Black Flag.

“Se conoce el mito de que si pronuncias su nombre la tierra temblara por unos escasos minutos”
  
Los Flag fueron de aquellos pimentones gordos negros envenenados que no podrían faltar en nuestra cocina madrigal, de esos pimentones que no podíamos olvidar en el patíbulo de los indecentes icónicos; cociéndose a todo vapor: tratando de matar la maleza, las ponzoñas hierbas, el irreverente y descalabrado pasto y los mohínos hongos verde-rojos. Pero, Los Flag echaron pus, sangre y tejidos gangrenados e inservibles, y la mirada puesta contra las alevosías “industria-despojamientos” y erráticos cambios inoportunos. Una fichada salvaje para las rivalidades entre bandas locales.

Como bien, no sería hasta la llegada de “Henry Rollins” como vocal principal y permanente en las filas caldeadas de los Flag. Éste vendría a revitalizar un espíritu, sino bien de inteligencia, pero si de estilo furioso al momento de cantar, o escopetear su alarido más bien. El futuro de Henry junto a la banda se perlongó (prolongó) a tal manera que éste loco desaforado con bermudas y botines baratos encabezó papel de frontman hasta el día del juicio final (La separación de la banda por completo) Pero Blak Flag (empieza a temblar levemente. Habrán notado que su nombre no es un juego, ya se los advertí. Tengan cuidadito.)

Pero, no sólo sería Rollins fue quién mantuvo a la banda con la cabeza firme y derecha, Greg Grinn es el autor de la mayoría de canciones en contexto literario y principal guitarro de la banda, sin él, Black Flag (Agárrense de sus asientos) no sería lo mismo. La idiosincrasia punketa exigía un liderazgo palmeado en dos huestes del barco de distintos extremos: por una parte el volcán de Rollins que comía clavos de desayuno y Grinn, solapado guitarrista de armonías bistrechas y gulosas. Dos esferas brillando en dos auras distintas, pero en un mismo estadio. Vaya usted a saber como sería sumergirse en “bailes mosheanicos” en ese apogeo juvenil y desplomado. De una patada te rompen el mentón.

Un pequeño paréntesis: por ahí se habló mucho sobre la intervención de la policiaca en los conciertos “violentísimos” (No dudo de que no hayan sido, pero a veces la intromisión mediática sucumbe ante los deleites del espectador) de los Flag, muchos de estos –considera Henry- fueron escrutinios malintencionados y saboteos, ya que la policía en efecto nunca levantó un dedo para proteger al contrario destruía más que los mismos punkis. Increíble, ¿no? Yo creo que esos hijoputas hacían mosh del bueno con sus bacanas, y ni se diga que ellos, tal vez, hacían rodar sus cascos por “el salón de baile” Al menos tenían las botas, ¿o también se las quitaban? Que fetidez entonces, azules.

Siguiendo con la emplazada, también no olvidemos a músicos que colaboraron en este raruno “Lp”, cómo: Dez Cadena en la guitarra rítmica y coros, Charles Dukowski (qué parecido con el escritor Bukowski, ¿no? Pero todos sabemos que los 2 charles eran punkis hasta en sus huesos), Robo en la batería (¿Robo Zombie? Quítemele la “o” por favor barbón de 15 años), Mugger en los coros (quién más falta ¿Zimba?). No olvidemos a la línea de “ingenieros/artistas y colaboradores” en el contexto secundario del álbum, como lo son los: Spot que serie su productor e ingeniero, Francis Buckley cargándose la mezcla y por último Ed Colver en los “covers” o las fotografías de portada. (Ya hablaremos de éste un piquitin más adelante)
El sonido de Damaged viene a hacer, como bien lo dije, fundamental para la creación de su estilo: Es desproporcionado, feroz, marchito, endurecido, cagón y encementado con una ojeriza ajena de mil años. Sus letras recorren a veces los paisajes irrisibles, vulgares, patanes, “changoleonicas” vociferantes y desmesurados, como tienen que ser: pura actitud punkerrona. El tejemaneje de Grinn es picoso, con melodías tronantes y  vapuleadas, que recorren con sus yemas la clamosidad y el volátil rifeo machacón. Es un punk bien primitivo y duro, por veces oxidado y situado a la vez en un refrescante puñetazo en los dientes.

Pero el álbum no es la ostentación del extremismo más importuno, ya que desvela un poco más de su material –Gracias a legado que dejó la banda y a los exabruptos de Greg por seguir insistiendo en la superación colectiva-  34 o 35 minutos de un calibre de hardcore en pañales y mirón, aunque sin cautela y desprovisto de todo uso de razón: a destrozar cada insignia de música disco, sazona y dulcita, para remplazar el prematuro índice de música extrema y voraz.
La terminología de las guitarras está cosechada para el advenimiento del metal, porque el ritmo que dirige es constante y ensordecedor, capitulando una oda de riffs pre-metaleros extremos, punteos y des-punteos característicos de inverosímiles trasteos de la música extrema/pesada ochentera. Pongámonos en cuarentena, ya que aquí obtenemos esa aceleración que la música, especialmente el metal, necesitó para el avistamiento del Thrash/Death/ A lo lejos Grind (Paradójico por le contextualización que se rige entre ambos)

 El bajo rudo, y solariego por veces, hace una función reemplazable y de torpe seguimiento rítmico, aunque, disfruto mucho sus líneas y cortes, así como sus intrépidos inicios enconados y acalambrados. También los coros, que ocupa parte sustancial del emporio, están ensalmados en incoaciones machistas y retumbantes de fiestas de santiamenes, cerveza en abundancia y chicas fáciles para todos: “yo invito todas para un cabezón” óiganse los Beats y baquetazos de una batuca algo despolvada y tomada a la ligera, como si te echaras un sopón de gallina el domingo en la noche y te despiertas cagando picos y crestas por doquier.

Hay una ideologiza que envuelve este disco, y una historicidad imprescindible, y entrar en detalle sería tautológico y repetitivo, pero hacerles concienciación que no estamos frente a cualquier bullicio de las “malasvidas”  o los vagos de los 80s, o de los sucios migrantes de estado. El repertorio desde cualquier balcón que se mire da siempre los resultados adecuados: “Roca colosal” e infaltable para todos aquellos pescadores del viejo rock, punk, o metal.  Y por último, ya dejemos de dar vueltitas, vayámonos a la portada… “Icónica” para una revistila de esas que dicen que Ramones fueron la primera banda de punk. Ahh, y antes que se me olvide, tenemos una producción loable y violácea en contrastes: nada mal, no tiene mucha mierda como algunas infortunadas legiones de punkerrones.  

Mmmm ¿Qué dicen ustedes? Rollins rompiéndose o cortándose los nudillos con un espejo de gimnasio después de un sendo impacto a 200k/h (Tal vez) y de mirada más observadora, vemos una sangre obscura que rodea el puño de nuestro “Steelman” onerosa portada, con un mensaje así como ese puñal de golpe de directo. Bueno, en fin, túmbense en la arena, bajen su reproductor quebrado de los lados, pongan el disco de la portada con la banderita negra de rayas (anarquistas por cierto) y rólense ese buen vieja de callosidad y lucha, con el único fin de desmantelarte los dientes, mi cuate. 






Nota:7.9 y las cuerdas del ring se vinieron abajo, levántalas o te cae otro vergazo, mi estimado inocente.




Publicado Por: Albert Spaggiari 

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