domingo, 13 de abril de 2014

Tankard - Zombie Attack [1986]



El humor, la cerveza, la música e incluso el fútbol, son reflejos y bases para Tankard. Un grupo denominado big four alemán de la propaganda y el reconocimiento a las que están en ese círculo. La cual tuvo la oportunidad de sacarse el premio gordo junto a Sodom y Destruction, pero no logró cautivar lo suficiente, por lo cual sus problemas fueron remediados hasta 1986, cuando la germinación alemana era oscura y caótica, cuando el Thrash era Perrón y no una pulga, cuando se presentaría ante un juzgado de miradas con su primera obra…

Gerre en voz, Frank Thorwarth en el bajo, Axel Katzmann con Andy Bulgaropulos encargados de las guitarras y Oliver Werner en batería. Alemanes, ochenteros y sobretodo veinte veces más alcohólicos y feos que Metallica. Todo estaba listo. Pero cuando se huele ese “Zombie Attack”, con toda la inspiración cómica de terror 80s y una acaricia bromista, no aparenta, ni asoma su hedor a unos sudados enchaquetados con cinturón de balas o unos desenfrenados de violencia extrema. Precisamente se trata de un grupo de cerveceros, fiesteros, amantes del Eintracht Frankfurt y la música pesada. Por ende, no recibiremos tal cosa por parte del debut.

Es un álbum decente del cual podemos desprender una esencia Punkenojona, Thrash sólido y muchos coros con energía. Pero nada de estructuras más allá de la simplicidad y la pesadez que un disco te pueda dar, aunque recolecta momentos destacados entre los Riffs de Guitarras, la batería como loca, el bajo saltando audiblemente y una voz correcta que no tiene nada que ver con música de alta brutalidad, pero sí, acorde a los temas y al motivo que llevo crear este proyecto: La Cerveza... Por más que en sus letras incluyan sátira a la política, terror u otros asuntos, su primordial objetivo es el santo grial de Alemania.

Conocidos como los Reyes de la Cerveza y con una trayectoria que deja clara la meta. No podemos negarnos a tal etiqueta. Mirar semejante estructura del tema: “(Empty) Tankard”, que deja claro porque son los cerveceros del Metal, Con un Riff ascendiendo y una batería detallista que abre y nos deja a solas en la taberna de Gerre, deleitándonos con esa diversión Thrash con coros masivos y volver a ese Riffeo guitarresco junto a la batería que forman una melodía del cual puedes alzar tu bebida y moverla al ritmo del final. Sin duda un Himno que podría describir fácilmente al grupo. Hoy actualmente usada en sus shows, eventos y conciertos.

También podemos disfrutar de ese acento alemán que escupe estupideces y violencia, sobretodo cuando se menciona la palabra “Death”, dictada en “Deaz”, con más autenticidad al cantar de parte de Gerre el emotivo. Con melodías como: “Acid Death” o “Mercenary”, son capaces de quedar en un listado del mejor gancho explosivo que te puede dar una banda de esta clase. Y para el año que tiramos, se inclina un poco más a la velocidad y la soberanía que cautiva el Speed más mortífero y toxico que se puede parir. De disfrute casi momentáneo, de histórico entre las apariciones que hubieron, pero nada que resalte como un álbum de máxima prioridad para el Thrash Metal.

¿Porque será que no resalta o cuadrilla entre bestias?, Fácil y sencillo, con bastante seguridad, puedo decir que no hay mucha elaboración en las composiciones, casi repetitivas, perdiendo una gran parte de sentimiento que deja expuesto y una inmadurez que solo es grata al partirla con una seriedad de payaso. Por mucho que observemos los detalles, la efectividad radica en los estribillos, coros y pizcas de lo que alguna vez las secciones rítmicas lograron más de lo que un solo afilado pudiera dar. No gran cosa si lo vemos como un debut destroza huevos, pero el inicio sirve para aprender de los errores y las buenas lecciones.

No necesitamos tecnicismo de picoteo, pero hay un toque de lo simple que se limita a no variar en los temas, quedando flojo a últimas instancias, que solo la emotividad que rocían sería la excusa perfecta para comerse el pastelillo entero. El debut aparte de la fealdad y el trago rápido, no es más que una buena borrachera, que te baja los sumos con un vomito repentino.

La adrenalina, el buen festín con unas rubias, el panzón de la jarra y el buen acompañamiento en la mesa es ambientada por “Zombie Attack”. Crudo y agrio como un limón, pero una comparación molesta entre los Anthrax de la movida germana, les caería bien como aperitivo de noche, mirando entre las filas más agresivas de la nación y terminando de convencer tal mención. Aunque el parentesco musical, no tenga mucho que ver. Tankard para poner el pie, tuvo que irse de lado, el exponente: Humor, sin esperar nada a cambio, solo la satisfacción de poder hacer, lo que estaban haciendo, aunque recibieron más de lo que pudieron esperar. Si me equivoco, díganme como se llenan los conciertos con el nombre de Tankard. Para ser de 1986, no me ha decepcionado, para ser un debut tampoco, pero es lo que es…

 “Nosotros no existiéramos sin el humor” –Gerre.






Nota: 7.5


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


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