El humor, la cerveza,
la música e incluso el fútbol, son reflejos y bases para Tankard. Un grupo
denominado big four alemán de la propaganda y el reconocimiento a las que están
en ese círculo. La cual tuvo la oportunidad de sacarse el premio gordo junto a
Sodom y Destruction, pero no logró cautivar lo suficiente, por lo cual sus
problemas fueron remediados hasta 1986, cuando la germinación alemana era
oscura y caótica, cuando el Thrash era Perrón y no una pulga, cuando se
presentaría ante un juzgado de miradas con su primera obra…
Gerre en voz, Frank
Thorwarth en el bajo, Axel Katzmann con Andy Bulgaropulos encargados de las
guitarras y Oliver Werner en batería. Alemanes, ochenteros y sobretodo veinte
veces más alcohólicos y feos que Metallica. Todo estaba listo. Pero cuando se
huele ese “Zombie Attack”, con toda la inspiración cómica de terror 80s y una
acaricia bromista, no aparenta, ni asoma su hedor a unos sudados enchaquetados
con cinturón de balas o unos desenfrenados de violencia extrema. Precisamente
se trata de un grupo de cerveceros, fiesteros, amantes del Eintracht Frankfurt
y la música pesada. Por ende, no recibiremos tal cosa por parte del debut.
Es un álbum decente
del cual podemos desprender una esencia Punkenojona, Thrash sólido y muchos
coros con energía. Pero nada de estructuras más allá de la simplicidad y la
pesadez que un disco te pueda dar, aunque recolecta momentos destacados entre
los Riffs de Guitarras, la batería como loca, el bajo saltando audiblemente y
una voz correcta que no tiene nada que ver con música de alta brutalidad, pero
sí, acorde a los temas y al motivo que llevo crear este proyecto: La Cerveza...
Por más que en sus letras incluyan sátira a la política, terror u otros
asuntos, su primordial objetivo es el santo grial de Alemania.
Conocidos como los
Reyes de la Cerveza y con una trayectoria que deja clara la meta. No podemos
negarnos a tal etiqueta. Mirar semejante estructura del tema: “(Empty) Tankard”,
que deja claro porque son los cerveceros del Metal, Con un Riff ascendiendo y
una batería detallista que abre y nos deja a solas en la taberna de Gerre, deleitándonos
con esa diversión Thrash con coros masivos y volver a ese Riffeo guitarresco
junto a la batería que forman una melodía del cual puedes alzar tu bebida y
moverla al ritmo del final. Sin duda un Himno que podría describir fácilmente al
grupo. Hoy actualmente usada en sus shows, eventos y conciertos.
También podemos disfrutar
de ese acento alemán que escupe estupideces y violencia, sobretodo cuando se
menciona la palabra “Death”, dictada en “Deaz”, con más autenticidad al cantar
de parte de Gerre el emotivo. Con melodías como: “Acid Death” o “Mercenary”,
son capaces de quedar en un listado del mejor gancho explosivo que te puede dar
una banda de esta clase. Y para el año que tiramos, se inclina un poco más a la
velocidad y la soberanía que cautiva el Speed más mortífero y toxico que se
puede parir. De disfrute casi momentáneo, de histórico entre las apariciones
que hubieron, pero nada que resalte como un álbum de máxima prioridad para el
Thrash Metal.
¿Porque será que no
resalta o cuadrilla entre bestias?, Fácil y sencillo, con bastante seguridad, puedo
decir que no hay mucha elaboración en las composiciones, casi repetitivas,
perdiendo una gran parte de sentimiento que deja expuesto y una inmadurez que
solo es grata al partirla con una seriedad de payaso. Por mucho que observemos
los detalles, la efectividad radica en los estribillos, coros y pizcas de lo
que alguna vez las secciones rítmicas lograron más de lo que un solo afilado
pudiera dar. No gran cosa si lo vemos como un debut destroza huevos, pero el
inicio sirve para aprender de los errores y las buenas lecciones.
No necesitamos
tecnicismo de picoteo, pero hay un toque de lo simple que se limita a no variar
en los temas, quedando flojo a últimas instancias, que solo la emotividad que
rocían sería la excusa perfecta para comerse el pastelillo entero. El debut aparte
de la fealdad y el trago rápido, no es más que una buena borrachera, que te
baja los sumos con un vomito repentino.
La adrenalina, el buen
festín con unas rubias, el panzón de la jarra y el buen acompañamiento en la
mesa es ambientada por “Zombie Attack”. Crudo y agrio como un limón, pero una comparación
molesta entre los Anthrax de la movida germana, les caería bien como aperitivo de
noche, mirando entre las filas más agresivas de la nación y terminando de
convencer tal mención. Aunque el parentesco musical, no tenga mucho que ver.
Tankard para poner el pie, tuvo que irse de lado, el exponente: Humor, sin
esperar nada a cambio, solo la satisfacción de poder hacer, lo que estaban
haciendo, aunque recibieron más de lo que pudieron esperar. Si me equivoco, díganme
como se llenan los conciertos con el nombre de Tankard. Para ser de 1986, no me
ha decepcionado, para ser un debut tampoco, pero es lo que es…
“Nosotros no existiéramos sin el humor” –Gerre.
Nota: 7.5
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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