Las gestas del Thrash
son finitas, pero transgresoras; son rompedoras y corruptas manifestaciones pérfidas
de salvajismo y brutalidad, que sólo se encuentran en pócimas salitrosas, a
base de jugos oxidantes y babélicos. El Thrash cómo genero tuvo una cuna nonata, bastarda y muy apabullante, pero
su abnegación imbuyó en izadas aspas
cortantes, como tentáculos de pulpo filosos, que no inmutarían a lo largo de
sus trayectos. Una música que surgió de los pespuntes de alabastro, en esencias
malévolas y criptológicas; endemoniadas e irisadas criaturas que dominarían los
mástiles y la disfonía de “loops” de caracteres eléctricos.
En el siguiente
meandro, sobre juncos y marchitos abedules de jaspe enterrados en un mazacote
de nieve, se encontraría estremeciéndose una de las bandas más olvidadas –Y por
consiguiente de talente decoroso- del Thrash/Riffs/señorío/Metal.
Y no hablo de mamadas
Crossover, o híbridos heredados pobremente, y a veces insustanciales, del Rap,
música cuyo objetivo idiotizaría los decenios del metal Thrasherístico y lo
pasteurizaría sobre-colocándolos en embudos llenos de calcedonia y celosías plásticas,
para que el engrudo de se fuese diluyendo; diseminando una esencia, en aquellos
tiempos anodina, pero férrea a garganta abierta y macabra a vena cerrada. La
batahola entre cuates era regular. Bullicios armados de cargas lechosas y
trepidantes cacareos de gallina
“insomníacas” siendo apachadas por dos lagartos
minga de burro asiático.
Pero, la escarpada, el leve desliz, la llanura
solitaria y el encuadre vacuo y sin mancha, sería altitud, forma y cabeza de un
cuerpo sano, que poco a poco se iría desplomando. Sería la perdida y muerte prematura
del Thrash a inicios de los noventas.
Bienaventurados aquellas bandas insignes y
protestantes de baluartes sonidos y ajorcas estilos. Ya que éstos inculcarían,
desde las faldas blancas, a mancharse en sangre, a comer granos secos y
subsistir con palos, crines y esperanzadores nimbados, fortuitos del triunfo y
la gloria del disco de Oro. En esa parda batalla las únicas triunfantes y acuciosas
serían remilgadas de su salvajismo, cambiándolo por un tecnicismo pasado en
aceite de papas grasientas y salmoreado de azúcar artificial; azúcar cuyos
pétreos y “malgeniudos” fans a veces no aceptamos. Y es que una banda de
Toronto –bienaventurada por principio-, cuya cualidad de opalescencia era incontestable
en pleno año 86, sólo por los más indómitos y cabezones oyentes, en el 87, con
un coloso magmeante e hipertérmico, lograría alcanzar rozando los albores y las
mieles puritanas y poco empalagosas de la olla Thrash.
Sacrifice, banda
canadiense de estandarte y ética europea. Canadá, como nación de forjadores de
talento innato, puliría, en su paupérrima pero cruenta escena, a una banda de
sonido troquelado y viperino, de profusión y catadura eclesiástica, truculenta
y dicronistas; estos mayoritarios asesinos y hectaombistas de ejemplar
antonomasia, lanzarían en 1987 uno de los álbumes que ostentarían la ejemplificación necia y
rotunda entre virtuosismo de comunidad –hincapié, que su virtud no es el ser
portentoso, sino jugar con esa malicia en crear perfectas piezas- y ejecución
de artistas de supina creatividad. No me vengan a llorar. Todas las bandas
pueden ser técnicas –Y muchas lo son- pero cuando esa técnica es abusada, o la mano se
te pasa en el Pie de manzana, a veces se vuelve estúpida y presumida; de pocos
amigos y de misivas inquietantes y corruptibles.
Así es, Sacrifice,
trabaja con altos tonos de virtud, pero, ésta no radica más allá que en su
combinación y profusión con la creatividad inherente y enjundiosa, que los
canadiense han gozado y no parpadean con sabores y rencillas del pasado;
amargas y dolorosas para algunos. ¿Verdad Mustaine? Y si este principio bienaventurado
se aplicase a todas las bandas, pues sería que en un futuro no muy lejano, la
creatividad sería ya no de únicos, sino de nadie. Imagínense que todos son un John
Lennon, un John Coltrane y un Beethoven… ¿dónde estarían los mediocres? Serían ellos
mismos, y las mentes eminenticas y sobresalientes de la historia musical, no
serían más que pequeños e hirsutos vástagos
de farragosas sevicias.
Pero, si no alcanzamos
el estatus y el decorito de “Genios” que mejor que no siéndolos que intentando
ser “Apasionados artistas” pero, en este caso, la vehemencia como maldita
evocación mefítica es más cerca de titularse como: plenipotenciarios guardianes
de la hoz Thrash. Ni amparos ni florituras, ni delays ni vibratos, pura fiambrería
toxica y caustica, de cuerpos cruciformes y voluptuosos dorsos de menhires, o
mejor nómbresele: Thrash pitonista y macarro de todas las de la ley, y no la
ley marcial, sino la de te mato o te remato. “Forward To Termination” es la
mirada analéptica que recoge las grismas del palimpsesto manuscrito tallado
bajo la herrumbre onerosa y decimonónica, del lienzo de David, y las acuarelas sobre
yeso de los árabes picaros y traficantes de la cultura flotante.
Disco chungo, de puros
batracios escayolados, con las anginas zafias y mullidas en plañidos
quejumbrosos y dolientes. Una marea calamitosa de salmodia que rompe con las
volutas henchidas de cualquier género técnico, ya que la salvedad, es el
macabrismo extremo y escatológico, a veces de tintes inarmónicos y solariegos que este álbum escupe con un desprecio cerval.
Y el estridor se siente en el bajo mofletudo y espinoso denegando las
posiciones que hasta el momento el instrumento había cundido; se demuestra una
vez más, para loas y anales, que el Thrash no sólo acondicionó el labor matador
del bajo, sino que lo postuló para generaciones más groovies, sin ser tan
desatinados con los europeaboys, una nueva estructura en notas gruesas y acompañantes,
pero importantes.
Las guitarras son
circuitos de estoperoles agigantados por solos histéricos y descontrolados, de
narices rojas como Rodolfo, y de patas espurias como Goliat el torpe,
achicharrando pez por planta, roca por hoja, y bosque por mundo. La sazón está
puesta bajo los mantos acuíferos y la masiva e inminente destrucción, sólo
causara el abono infeccioso al mundo en que vivimos. Y esas rías de trotes a molote,
como magrear a una jovenzuela, maceran la indolencia y la tolerancia de la
tierra. Y vuelven esas notas sempiternas, de vergeles y fiordos liricos. Pero,
la pesadez subyace en el sonido por completo, menos holístico y más directo en
conjunto.
Aunque siendo menos
apocados, la batería demuestra la inverosímil edificación de los tiempos: como
muestras intercaladas entre riffs iníciales, con pequeños adornos, pero siendo
aún soberbios y magistrales encuadres de baquetazos; Toms petrificado, tarola
cochina y toms enfurecidos, bombos a pedal catedrático y facundia irrisoria de notabilísima
ejecución profética. Aunque disertan sobre esas vocales marítimas, como hundiendo
a una bestia en el mar y ésta a la vez
ruja bajo los océanos, y los esténtores se opaquen y bifurquen en dos pilones
de marea furioso y malnacida. El zenit llega cuando todos estos elementos luciferinos
congenian, pero no para agraciarte, sino para desmenuzarte con tiempos directos
y cortantes.
Aunque ese Thrash se
ejecute con un tronío impecable, pero sigue siendo coletazos de macarras esfinges
que se salían del guacal: unas tendencias más heavys de lo común, un in
crescendo de pasajes carniceros y viscerales, y una polución rauca y sañosa. Las
canciones constituidas por pernos y pedacitos de oximorones en cortes
bestiales. Y el disco no engloba las permutaciones de ejecución básica, sino, un
relevo constante en gamberrismo sucio y maltrecho, malhadado y desdichado. No
apto para carillentas mamasitas que no soportan los clavos en las piernas. A ponerse
su mascara de gas y aguantar los tufos de una chinche con abdomen de gorrillas
y olor de zorrillo en su máxima expresión.
De portada sobresaliente,
con tonos vivos y esponjosos. Algunas bestias evocadas, algunos exterminadores
y una que otra vociferación plasmada en arcanos pero entendibles trazos. Muy adecuada
para la intoxicada que nos vamos a echar de ribete. Y el acabose llega como en
los menguares más exquisitos: con una vomitiva y exhortada pieza musical. Trabajo
destacable como dientes amarillos y sarnosos.
¡Última y única
oportunidad para bajar a un coloso más!
Nota: un 8.4 que te deja con ampollas.
Publicado por: Albert Spaggiari
Cuánta mierda se habla aquí.
ResponderEliminarPOR QUE .EXE ? PODRIAS PONERLO EN RAR O ZIP ? GRACIAS.
ResponderEliminarEs para distraer Gaby, principalmente para distraer a los mosquitos de los derechos de autor, pero se puede extraer como un archivo .rar, no hay problema en eso, es autoextraible y en buena calidad.
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