viernes, 7 de febrero de 2014

The Charlatans – The Charlatans [1969]

Por un lado, los impúberes de Zeppelin estaban fundiendo el hierro y toda la tabla periódica del blues melancólico a la histeria esférica más indómita; por otro, Black Sabbath estaba rechazado el mundo, flagelando y pronosticando la perdición absoluta y fatalista de éste; en un rincón más del globo, Los Beatles con la dentadura sentada y las prescripciones bajo su poder  estentóreo hacían de su legado el más fructífero; Blue Cheer mancillaba el celibato y se arrebollaba en su música castigadora y cacofónica; The Doors catapultaba las orillas de cada ínfima estepa, con un cúbito resinoso planchaba el sonido más electrificante y esquizoide de todos los manglares.


Eso pensaremos, una vez barajado el mazo de las crías noveles efebas, advenedizas y hambrientas. Un haz de luz abriría las puertas barnizadas de pétreos clavijeros de mampostería, con ungidos y rutilantes picaportes del Siglo XVIII; Donde la elegancia, el honor y la imperiosa necesidad de ser indolente con el prójimo era cosa común, usanza de la época y la tradición resabiada por clérigos, gobernantes y tribulados mediáticos.

No todas la bandas, bien tenemos en cuenta, serían colosos inmemoriales y bífidas criaturas gobernantes de los mares, cielos o las tierras; Otras intergalácticas que simplemente dominaría el universo (The Mothers Invention y su ictérica cabecilla neurotransmisora) y los folículos serían vastos, lejanos e imperecederos, u otras, que ostentarían como virreyes una osamenta de lujo veleidoso y acuoso destino. Unas migran y regresan a su nicho y se vuelven lo que Sábato una vez dijo: “Extranjeros de su propia patria”

The Charlatans son la decepción de las decepciones de nuestro ritual y sextante aventura. Ya que no se encuentra en ninguna de las anteriores emplazadas, categorías o casillas. Oh no, se encuentra entre los mediocres somnolientos, ahí si que está entre los pulposos cosificados. Ahí sí está. Y qué pena, porque su etiqueta “Psychedelic Rock” prometía, no el cielo, ni uranio, pero si elegancia (Y su arte gráfico es que nos da una impresión… pero esos rutilantes picaportes infortunadamente no estás para mi. Se los robaron o no quisieron colocárselos) Y vayamos a colegir esas primeras imprecaciones  que nos han desviado un poco el objetivo.

Ya de por sí, les espeto mis agradables servidores, colaboradores y demás amigos del blog (Que creo que no sean muchos) que no pretendo describir y detallar la homogeneidad de la obra canción por canción, porque surtiríamos en un tedioso, poco sustancial y aburrido esfuerzo. (Para mi y para ustedes) y el objetivo es presentar música que nos apasione –En el mayor de los casos esto es ambiguo, en este espacio no es nada Sui generis ni extraño reseñar buenos disco – aunque el caso esta vez dispute y descontente con la regla y la expectativa, casi rutinaria, del blog.

Pero, para aquellos obcecados y malhumorados seguidores, he de especificar mis razones con la entereza más imparcial y rigurosa, pero, algo tan subjetivo tendrá cantidad de ópticas y miradas. Véase por donde se vea.

¿Por qué no me gustó el álbum? Antes que nada, no lo evaluaré como disco psicodélico (Porque no lo es, quizá sólo una ataviada y estúpida canción lo sea) así que bajo los conceptos y caracteres de la categorización, será ubicado como: “Country/Folk Rock” (Y yo le agregaría la sinuosa etiqueta de “Mediocre”) Pero, siguiendo con la pregunta, accedamos a responder:

No me parece un buen disco porque está desprovisto de toda alma, pasión y sentimientos de originalidad (aunque su especie, para los doctos y letrados conocedores, me  terminarían tachando por un completo “Terruño”) Pues, así soy, ¡un Terruño! El disco cuenta con variedad, si pero, aburrida, aburridísima y obsoleta, espesa y sobrante. No le voy a negar que no tengan buenas ideas, pero quizá si se los niegue; Apestosos fungidos de tercera división.

No es sandunga, ni siquiera tiene un poco de donosura, y esos aires “pycho” que se dan por mezclar a lo pendejo! Porque así me suena, a lo PENDEJO instrumentos haciéndose pasar por los venablos “Residents” y sus ojos ingentes y gordales?. Y no quiero escupir sobre sus endebles instrumentos; Pero, tendré que hacerlo: “Están muertos” son pasmosos y Zopencos, siguen una liana tan infantil y escueta. Dómine esa es la palabra para ellos: son unos “dómines” unos pasantes, unos boticarios, estrafalarios pipotes de cemento inservible. ¿Qué clase de música más corriente y pateada es esa?  A la mierda, esto deja de malas.

¡No voy a escribir nada más! Si quieren bájenselo y si no, pues da igual!






Nota: 3.8 y de veras resultaron ser unos charlatanes




Publicado Por: Albert Spaggiari

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