viernes, 14 de febrero de 2014

Paul Chain Violet Theatre – Opera 4Th [1987]

Para hablar de Doom metal, hay que evaluar todas las áreas habidas y por haber, y esto no implica una búsqueda letal y coherente, en situaciones, que podrían comprometernos y dejaremos desapercibidas por distintas situaciones: desapego al género, poco interés particular, renombre y demás artificiosas jugadas, a veces, de prejuicios y desentendimientos. Pero, sin lugar a dudas, lo que requiere sustancia es mover el rabo a dirección contraía y olfatear hacía un lugar más allá de nuestra limitante imaginación. Así es, en este momento toca culminar y rendir cuentas a uno de los más prolíficos, por no decir el mayor, de los terrenos vejarles de Ancona, Italia; Paul Chain y su tragedia doomera.


Pero, muchos aquí se preguntaran: ¿Quién demonios es Paul Chain? Este peculiar italiano, es uno de los exponentes más incautos, silvestres y salvajes del mundillo del Doom, ya que ninguna, y no temo a decir que Nadie, optó por recoger los trabajos monolíticos de este empedrado ancestro de las cavernas humeantes y roqueras; ya de por sí gente como “Trouble” eran rarezas en aquellos años 80s, es menester indicar que Chain y su proyecto Venus, fue una de los parangones fosilizados por las losas del tiempo, los espumarajos, y vicisitudes de la conturba vida musical.

 Este extraño sujeto, llegaría a la escena con música terrorífica, siendo a veces llamado “Terror Metal” por los pocos fans que lo comparecen en sus citas “musexuales”
Y cuando entramos, de una buena vez al mundo místico y enrarecido de Chain, nos toparemos con “cosas estrafalarias” con requerimientos, para muchos incensarios y torpes, pero para otros; idílico y megalítico. Unos de tantos proyectos brujeriles que concibió este antepasado de la música horrenda, fue esa inclinación al macabrismo, sadismo, satanismo, pavor y horrendas alusiones a demonios, y que él llamó, a fin de cuentas; “Paul Chain Violet Theatre” banda con la tendencia caliginosa y titánica de “Death SS” (1977) grupo que inspiraría el repudio unánime en las huestes y fieras filas de conservadores metaleros, y eso, tal vez si la conocieran para rechazarla visceralmente.

Continuando. El maestro del ocultismo, este “Aleister Crowley” de la música doomerica, salvaguardará estos confines brujescos y primitivos en un “alternativo proyecto solista” titulado bajo su propio nombre de pila: “Paul Chain” y contabilizar el legado, para estas alturas, sería absurdo y casi profano. El Doom no se creó con la idea de vender rosas, de crear ambientes agradables y fiesteras reuniones de colegas, sino, para amordazar toda ridiculez chochera y hacinarla por uno de esos órganos petrificados, en malevolencia pura, de 44 quilates y del mejor órdago en quintaescencia.

“Opera 4Th”  es el proyectil de la etapa Theatre más rotundo y palpitante: cancerosas células recorren chirriando en todo el trayecto, donde puedes toparte con una soledad inmensa, incalculable y perentoria en los cuatro puntos, donde las regresiones ni son buenas ni malas, pero por consiguiente, seguir adelante tampoco es muy aconsejable. Y es que en pleno 87, donde el metal era música ruda, rápida y directa, el sacro y negro mago de las legiones indómitas del Doom, había despertado, y con sus ojos viscos, sus manos torpes y su cabeza erguida, columpió  y satisfizo una gulosa hambre milenaria. En ese momento, tan inoperante y chamusco, cuando avanzó la línea anodina de tinturas hartas y música pateada, Paul, el monstro de la laguna morada, después de su malformación, se levanta en estado perfecto y cruentísimo.
“In The Darkness” dejó la primera pisada en el orbe inhabitado, pero cuando el reptil se agiganta y escamotea su cola picuda,  y sus patas se alinean, ya no aleadas, sino debajo de su peso ciclónico; es cuando por vez primera ese dragón de cómodo se convierte en el dinosaurio más escamoso, irredento y pletórico del reino de los gigantes.

 Enemigo por excelencia, devorador animalesco, haraposa y sucia sed de sangre de voracidad y legitimidad. De ahí nace es huevo nefasto y esa nube toxica: “Opera 4Th”  pero ni se crean que el clasicismo cunde aquí, a las polainas esa fanfarronería por esta vez. El último hijo dinosaurio de alma jorobada, tuerta y menos dadivosa, mal visto y el más acechador de todos los tiempos.
¿Y qué hay aquí? Maldad, odio, resentimiento, ira, espasmos, cóleras, calenturas, linfomas, tragedias, versos malignos, riffs bastardos, órganos espeluznante y ominosos. Lucifer puede reinar en el Thrash, en el vivero del Death puede morar los secretos de necronomicón… pero en Italia, en la escena más oscura de la historia, nadie reina, porque nadie se conoce en sí. Todas las criaturas  son bestias avivadas por las llamas, los flamantes y carcomidos impulsos primaticos, y la salvajada y mefítica piel gangrenada que permaneció atada a cadenas de hierro, reforzadas cada año por brujos y esotéricos contribuyentes a la calma y parsimonia del lugar.

Pero, las bestias destruyeron el mundo, y mientras su inminente desastre se auguraba, en malas maneras y buen presagio, Opera 4th sonaba de soundtrack en plena erupción volcánica; el mundo, una roca gigante de piedra carbonizada, ahora era un estúpido e inútil ramal, que había sido usado por las bestias para sus aposentos, y en cada noche, los deleitantes y férreos consumidores invocaban a Marte, y Así Opera 4th, seguía su recorrido misceláneo e imperecedero.

“Our Solitude”  (29:57) es la media hora donde se concentra todo el álbum, su cara más experimental y desconocida, al igual que malévola y transgresora. En ésta, se puede notar el avance en supremacía que da Paul y los suyos, su capoteado y asmático séquito, y su nivel exploratorio repercusivo y alienante. Una composición de un calibre ignominioso, mordiente y extremadamente abrumador, una acumulación de miedos y malignidad en cada arista, en cada cúbito de este despellejado páramo, donde las heces, al podredumbre y la mierda en toneladas, abarca ese lugar. Definir la canción sería imposible, inaudito y una falta de respeto para el cavernoso Chain, ya que esta pieza esta en la mirada de astrolabios más peritos y diestros de guateque.

Pero, no lo tomemos en broma, que este mortificante y castigador edificio derruido, añejo en edificación y movedizo, es una de las más y mejores mortuorias salas fúnebres que nos dejó el australopiteco del Doom de la Italia. Su incontestable talento es  como el legado de “Lope de Vega” está, ahí  se encuentra apoltronado, pero nadie se anima a someterlo a uno escucha. Y mi querido amigo que lees esto, si juegas con el demonio pierdes, pero si juegas con los díscolos y jefes del cachudo, quizás, te vaya doloroso y traumático. Y los demás cortes están llenos de soliloquios extraterrestres, alentados con algunas reminiscencias de la música “legal” y no de esta cruzada babilónica y monipodica.

Y se me hace imposible seguir, estoy en los albores de la congoja y la admiración exultante, pero, en mi más escaza pericia como escucha del doom, consideraría este como una piedra filosofal, y consentiría, con debido merito, que escucharán a este uniforme protozoo dolménico y de valvas dentonas y miradas recelosas y atrapantes. Estamos ante una obra donde la extremaunción y el adiós con el mundo terrenal, mundano y banal, será la ida más estreñida y opalescente, a la vez la redención y el nirvana de todos los concupiscentes y belicosos oyentes de rarezas y submarinitos flagelos. El performance y la esencia están ejemplificadas en esa portada, de calidad de nuestra Era, pero con una absorta y misiva calculación letal.   
¡Obra Maestra del cavernícola! 

(Tributo)







Nota: 8.7 relampagueando y escrutando la ira de las deidades arcanas del Doom Metal!!!!




Publicado Por: Albert Spaggiari

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