martes, 11 de febrero de 2014

Count Raven – Storm Warning [1990]

Y bajamos del pináculo sagrado, donde los códices ahora son revelados y las normas arcanas liberadas y redimidas, para que el pueblo se dé cuenta del gran misterio que había quedado en las profundidades del averno y se le había ocultado por siempre. Y es entonces como, con la ayuda de redes pesqueras, buzos, tanques especiales e inteligentes de respiración, sistemas sofisticados de navegación y submarinos serán de propicia y vital importancia para encontrar todas aquellas profecías cruciformes y enterradas en la zona béntica, en las oscuridades de lo que hoy conocemos como el mar, y que siempre llamaremos el enemigo más viejo: “El mismo inferno”


Entres esas capas oceánicas permanecen los temibles e indescifrables calamares gigantes (Los Dioses del Doom), junto con los cruentos y abismales chacalotes (Semidioses); pero también, mucho más arriba, antes de tocar la superficie, por la zona Epipelágica, habitan tiburones cabeza de martillo (Count raven) que si bien no son la carnada, como los plánctones (My Dying Bride) o moluscos (Anathema) o en el peor de los casos, basura oceánica (Draconian)… y muchos más peces de toda clase que pululan alrededor del ancho mar. Y en esa búsqueda, sin poder descubrir el 2do secreto de “Los Dioses de Aguas Negras” hallamos a nuestro tiburón hepático y mordedor.

Count Raven, banda sueca que se formó en las olas espesas hace 27 años (1987) con el nombre de “Stormwarning”, dos años más tarde cambió al actual. La banda es la segunda camada de bandas de Doom Metal. Pero, cuidado, cuando decimos Suecia y Doom se nos vienen imágenes y flashbacks de gente como: los míticos “Candlemass”, pero les cuento, a pesar de la cortante y tenaz influencia que los de Marcolin tuvieron con todos sus vasallos y pequeños embriones, Count Raven surte y se zafa de un sonido idéntico, imitado o copiado de Candlemass. Enhorabuena para los incipientes en el género.

Las ancianas bestias en los 90s habían dejado el legado intacto, pero la nueva generación vino a ralentizar las cosas a niveles impensables. Cathedral, Winter, Earth estaban formando su cubículo y un arduo séquito, ya no en el mar, sino en las esferas del espacio, lo que se llamó después “Dioses primigenios”, esas deidades malignas y acechantes, con lentitud desesperante y brutalmente caliginosa. Pero, aún se encuentran, dicen los mitos demonologicos, criaturas que casi destruyen todo el universo hace millones de años, y que ni los Dioses primigenios pueden contra su monstruosidad.

Se le conoció a una de estas con el nombre de: “Sunn o)))” pero, por amor a la vida, esta vez no hablaremos de la energía más maligna y despiadada que una vez habitó en el universo: encadenados y aprisionados de su inimaginable poder.

No es necesario datar el origen del género más olvidado del metal ni es de menester hablarles de eso en este momento. Más que nada quiero hablarles, de medianas, pero no dóciles, criaturas que aún podemos controlar con la cadena en su cuellos y alfanje en nuestras manos. Count Raven es una de tantas alimañas que habitan ahora, y que su precipitado éxodo se ha extendido hasta nuestras redes, para revelarnos, no un poco sino una harta cantidad, de los misterios del inframundo acuático. Pero, como decía, está musaraña no trajo la lentitud mítica de la que hablamos, pero si una cantidad adorable de temas, como epifanías, del perverso océano.

Y su testamento está inscrito  en sarro calcáreo, un poco de algas y dos que tres perlitas a la postre. Todo esto revelando una gran escenificación espoleada de la zona sueca del Doom. Y vaya que demostración de sedimento nos traen estas, también, pulposas criaturas. A parte de ser tiburones, un tanto pulpos, tienen esos arrebatos tan innatos de las bandas de Stoner Rock de los 70s y todo ese humeante acero que se cosecho a partir de allí. Pero, bien pasemos a la inspección, tomemos nuestro bisturí, y cortemos este monstruo. Para realizar la autopsia, pongámonos esos guantes de látex y una mascarilla de gas pimienta, no sabemos en cuánto tiempo puede volver a la vida. Se dijo mucho que estas especies eran “inmortales rojas” que sufrían dolores y espasmos, así como desmayos, pero una vez vueltas en sí, estas podrían destruirnos por allanar su morada.

El sonido, o sea el corazón de esta bestia, es una insondable y viscosa masa amorfa que precipita el terror y los escalofríos al más valiente: riffs de guitarras densos y catedralicios con avasallantes bajos hinchados e irosos, baterías pedregosas y astilleros punzantes. Icónicos en el macabrismo plasmado e incognito en voces stoner y quejosas (emulando muy a destiempo al Ozzy más cateto) con un rango estándar y sostenido. La dinámica se centra en un “Doom Puro” quintaescencia del las losas más escalofriantes, donde apabullantes alaridos corroen el hemisferio en los cuatro puntos cardinales. A pesar de ser un Doom de principios de los 90s cosechan a la perfección lo que “Trouble” una vez se forjó en hacer, un parecido notable, peor no estúpido e infantil.

La dinámica de las canciones son cíclicas, en la mayoría del tiempo con riffs repetitivos (Que a muchos les puede llegar a fastidiar) y evocadores; con una tardíos solos (Casi siempre los dejan para el final) pero con una escancia rockera que te rompes los calzones; en el contrate con la batería que hace unos redobles imprescindibles en parte gruesas y fortificadas. Las vocales también tienen lo suyo, a pesar de ser taimadas, porque nos remontan a un ambiente angustioso e inhóspito; el bajo hace sus cortes profundos, reviviendo esas figuraciones del mar, de las que hable hace momento.

En sus primeros paladares se escuchan cuervos  sondear a sus victima en forma de escollos y carnada, se oyen voces desesperantes, aullidos y lamentos hondos y sobrecogedores que llegan a mimetizar con el sonido posterior que nos desvelan. Revelaciones horribles son auguradas, temáticas dualistas de esperanza-fatalistmo son cosechadas con la intención de hacer dudar si este mundo aún se puede salvar o si sólo necesita la devastación para dejar su enajenación atrófica. Y es ahí donde salen los más talentosos pasajes de una metal básico rozando la creatividad apremiante e histérica. Un punto aquí:

Ese sustrato es lo que más puedo destacar de estas bandas, es forma de componer tan simple pero tan devastadora; no tienen técnica ni acompasados entretejidos, pero tienen un derroche de pasión y musicalidad, siendo simple, tremenda. Y eso separa de estar dándole al tremolo todo el tiempo sin hacer ni una puta nota sincera. Bandas talentosas existen, pero que nos entreguen esa riqueza en riffs cambiantes y poco complicados, con baterías de hit hat, toms y platillos, y así hasta repetirse y estallar al final… uffffff qué desaplome de preciosismo.

Y esto esa maldad es tan propia, no se escucha una imitación imbécil no calcada, es puro corazón lo que se pone con notas, no intrincadas, pero si acongojantes. Y aquí vuelve aquella vieja teoría sobre la pesadez, ¿si se necesita rapidez conllevada o sólo lentitud napoleónica? Las dos, pero cada cual se manifiesta como se de su manifestación, pero en este caso en una exploración náutica contundente. Otro factor importante es la producción que pasa desapercibida, y no pretende hacer un revival de las viejas glorias (Bueno, sólo habían pasado unos cuantos años) o del rock de estaño y cemento. Y la carnosidad de nuestra autopsia se divide en 8 órganos palpitantes, todos juntos con su órdago y cordón hongoso.

Canciones que nos hacen mover la mata, pero así como en un torbellino y empuñar las manos como en un enfrentamiento bélico son: “True Revelation” con una gran crítica social, y con un sonido cochambroso y macilento, carajo. Puta que rollo más fructífero se traían aquí; “Whintin The Garden” en el corte 5, con unos riffs monótonos y una voz desgañitada, pero con un sentimiento lloroso que cala; y sin seguir el orden, también, mencionar su primer tamazo “Inam Naudemia” donde nos llevan de la mano hasta ahogarnos en sus aposentos, donde suena un bajo martillero en sus primero 5 segundo, y para abrir el minuto [4:00] un gritillo nos machaca con tal enojo… ¡¡¡Qué perros!!! De ahí el trayecto se vuelve más apaciguado, pero ojo, que no he dicho menos poderoso, ahora nos engulle con deleite porque ya nos arreboló hasta donde quería.

 Ahora, su portada. Es exactamente su rostro, su angina y su maléfica, tormentosa y cadavérica imagen lo que nos transfigura en arte gráfica excelsa: como mandan los cánones y fiel a su abadía. Aunque, este género, tienen las mejores portadas, con el respeto del Death, de la parroquia, y es que ver calaveras, colores morados oscuros, iglesias vacías, parafernalia cutrona y descuidada, paisajes desoladores y melancólicos, y toda esa perdición del cuál hace honor a su mismo emblema y  valvas.

Y así es esto, o te gusta o no, no hay términos medios, aquí si le tienes miedo a las profundidades, o jugueteas con las criaturas del mar, más si es gélido, te ira mal, y muy mal mi chavo, te podrá estallar la cabeza de la presión acuífera, sin llanto para la presurización ni esas mamadas; entras o te quedas, mi hormiga.
Primera fase del rito Doomer y aún sigue más agua que horadar, si te quedas vuelve a tus power baladas y disfruta tu zona de confort, imbécil.!!!!








Nota: 8.8 como los colmillos de tu depredador grisáceo




Publicado Por: Albert Spaggiari

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