domingo, 8 de diciembre de 2013

Antonin Dvorak - Sinfonía n. º 9 [1893]

La Checoslovaca Tierra de los paisajes, monumentos, literatura, cerveza y un fino etcétera lleno de variedades de cosas, cosas que vendrían observando el eclipse de lo que presentaría esa unión, esas cosas que representan a un país en diferentes aspectos, de los cuales uno de ellos es ignorado. La Música.

Antonin Leopold Dvorak es un Compositor nacido en Praga en 1841 y uno de los máximos exponentes de República Checa, debido a un legado enorme de composiciones regadas a los paisanos de años posteriores y de ser un hábil creador de obras que lo llevarían a la cima del pino. Una de ellas, es la que traigo en el bolsillo: La Sinfonía n. º 9 en mi menor, Op. 95 o mejor conocida por títulos como: Sinfonía desde El Nuevo Mundo o Sinfonía del Nuevo Mundo (está, es la que la mayoría adopta como titulo original) y por ultimo, allá en otro extremo, un poquito más frío y único, esta el nombrado de lengua checa; Novosvětská.




El punto de toda esta lombriz, recae en depositar la carta de todo este rollo de canela en especificar la obra desde que lo inspiró hasta como bebió su pilsner urquell, que aproximadamente diré…

Después de una infancia violinisticamente normal, el sujeto antes de crecerle la barba de Santa, se metió por las clases estudiantiles para expandir la imaginación. Una vez logrado el procedimiento para ser más hábil con las notas, a Leopoldo solo le faltaba algo... Ese algo era la Barba, esa barba espesa que creció como arbusto en un rostro blanco y serio, ese ingrediente de seriedad y de sabionda travesía que giro las tuercas de el cerebro de autor. De tal manera, que de ahí para adelante, marca robustamente con una soga, cantidades y cantidades de material sinfónico que lo llevaría al auge de su música. Pero, no fue hasta en 1891 donde ocurrió la oportunidad de su gloria absoluta y de porque el sujeto es tan mencionado en la actualidad.

En ese momento (1891) le surge la fortuna de ser un director de un centro orquestal de New York. Por una exigente causa de demostración de su música y con la estancia que tuvo en ese país con la mente fija en esa nación, provoco su novena sinfonía, creada a pocos meses e influenciada de todo lo que tenía que ver con las famosas melodías negras y los nativos estadounidenses y todo ese folklore gringo, haciendo de una manera centrar todo lo que aprendió demostrándolo con su don de ritmo, contrapunto y color orquestal.

4 movimientos son los que contiene el paquete Dvorak, lleno de innovaciones ideales como musicales. Empezando desde el punto líder del dialogo orquestal; Un tono de Violín perfeccionado a un tono más grave, como bien tiene aprendido el señor. De esta forma, la sección de cuerda es la que lleva la rítmica más cremosa y con mucho movimiento de melodías, siendo un método de ritmos más apresurados con mucha más intensidad, dando el centro de atención al oficio de la cuerda maniática que despliega notoriamente el folclore nativo acompañado de la tierra checa, de la cual no debe de faltar como inspiración danzante para crear la circunferencia de la obra, siendo la pieza clave de la cual nombra cada una de las cuatro partes que desarrollo Antonín.

Uno de los caracteres que sublima el trabajo, es la posición adecuada de cada sección instrumental, dando la adecuada manera de entretenerte aunque dure prolongadamente, enseñando la corta vida de mosquito que puede tener un corte tan manufacturado y bien logrado con el componente que deriva desde flautas, clarinetes, oboes y combo susurrador de aparatos de viento reposando habilidosamente hasta encontrarnos con tubas de gran expresión auditivo y sin faltar el escalón en que se enrollan los ambientes para disfrutar plenamente y con exquisito gusto. Un Claro ejemplo de lo que dije es: Adagio – Allegro, su apertura que rueda y rueda de múltiples tempos con la versatilidad justa y precisa.

Escarbando más a fondo y encontrando la formula, se desliza la pasibilidad y el lado de menos volumen que faltaba, ese se encuentra en Largo, su segundo monumental que diluye en cafecito recién caliente su precisión en atinarle al blando y amable sonido de continuación de diferentes sabores para abrir el Scherzo; Molto Vivace. Solo mirar el titulo... Jugueteo, ese juego azucaroso, ese componente que hace que ericemos y que veamos con lupa que tan fuerte nos cae la directa y pegajosa melodía, que sin duda hasta el día de hoy puede ser tan fácil plagiarla con guitarras absurdas e incompetentes. Sin duda, esto da el merito concebido a la clara inspiración gringa que tuvo Anton, de la cual se fue agradecido (Véase, Wikimierda).

Terminando la clausura al universo paralelo, embarramos la cara llena de mierda y chequeamos el final; Allegro con Fuoco, utilizada en olas y olas de animes, pasada desde el Power Metal hasta ser una gran influencia y un buen fin de algo que se nombro con importancia, ese algo se encuadra en este movimiento que trata de trazar las líneas curvas de lo que se vio, con una armadura llena de instrumentos, desde la trompas hasta los triángulos, sin piedad alguna para dejarnos clara la idea de notas.

Y una cosa queda más clara que el agua del ANDA, es que el señor con cabeza de semilla deforme, uso muy bien el recurso de la música indígena, que nadie de U.S.A la halló, solo Dvorak, un tipo europeo que mentalizo profundamente la llegada al continente, logrando así enfatizar y encapsular todo lo oído en una favorable vista a un nuevo mundo de composiciones, una versionada y mezclada formula que solo la tenía este sujeto.

Enemigos, llenemos la billetera de cosas buenas, traigan el carterín y conecten desde Neptuno esta satisfactoria experiencia, esa que es imposible redactar con palabras los timbres que se han utilizado desde el principio hasta el fin de la Opus antes dictada y de un calibre majestuoso que sin duda alguna, puede ser la entrada a la música clásica para algunos moscarrones que todavía no se meten al fango o incluso para otros que empiezan a darle pelotazos a la escena sinfónica, puede verse desde la perspectiva de imaginar el concepto del Caso Antonín Dvorak. No sé, si se refería a que descubrió un nuevo mundo a la llegada a América o otras similitudes, lo que nos e corrige en el mundo, es que Leopoldo se fue agradeciendo y recomendando a los gringos la música que desempolvo en esas tierras fértiles de un futuro musical.

 La seriedad en como se tomo esta obra es de digna dicha que hasta en el espacio se entono lo que fue una de las predilectas y ultimas obras del autor, que es símbolo general para la pueblerina República Checa y Europa occidental, como tanto un referente de la música, que hoy en día se ignora y se alaba la quinta de Beethoven. Falleciendo en 1904 sabiendo que extrajo algo de provecho para su trayectoria y que pudo hacer lo que quiso, con una grata lección de escavar y examinar lo mejor que se puede sacar, Antonín Leopold Dvorak, ese algo fue: El Nuevo Mundo que vio y escucho él y que muchos de nosotros todavía no lo encontramos…

Curiosidad Reseñil: en esos haberes, nadie quería sacar una novena sinfonía por el temor a la maldición 9, esa que después de publicar la obra, fallece el autor: Claros ejemplos son: Beethoven, Dvorak y muchos otros. Aclaro, esto solo es curiosidad, aquel mono que se raque la pata y que crea eso.



  


Nota: Un 9.0 con Medalla llena de Nieve


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


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