viernes, 13 de diciembre de 2013

Katia Guerreiro – Fado Maior [2001]

Katia Guerreiro es una cantante portuguesa de 37 años de Fado. Conformando una de las principales y reconocidas artistas del género contemporáneo, que supieron revitalizar el Fado clásico y remontarlo en una vena más moderna, pero siempre conservando los elementos que caracterizaron al dicho género.


Que les puedo decir mis compinches…para empezar, la niña Katia Guerreiro cursó sus estudios de medicina, a la vez apasionándose por la música natal de Portugal (así es el Fado) manteniendo estas dos disciplina como sus más grandes amores, mis estimados. Pero, para entender esencialmente lo que nos presenta el álbum, tenemos que remontarnos al tango argentino, exactamente ese clásico tango de Gardel y sus congéneres. El álbum recopila vastos elementos del tal género, pero diferenciándolo drásticamente sobre su tempo y proyección ritualista.

Igual o en cambio, tenemos, como la mayoría de veces, música apesadumbrada, acústica, emotiva, sentimental y con un despiste un tanto nostálgico y evocativo. Katia, a igual que Mariza, revive esos sentimientos lejanos, donde alguna de nuestras partes se encontraban extraviadas y con la facilidad ecuánime, con la que cuenta Katia, nos avocamos ante tales sensaciones y sentimientos. Revivimos perfectamente lo que una vez hable en la reseña anterior. Pero, ¿Cuán real puede llegar a ser la experiencia en la qué Katia nos involucra? Como todos los casos, llenos de episodios subjetivos, puede o no enconarnos entre rubros, aunque sí eres propenso a que tus emociones se activen de melancolía con pequeñas retahílas e inmiscuidas paráfrasis, pues de seguro este disco te queda bien justo.

Aunque no contamos con una variedad rítmica de instrumentos, sí, nos volvemos a centrar en el feeling: rango y timbre de Guerreiro, dejando pequeños tramos cetrinos para esa triste y perezosa guitarra que va encaminada, al principio, con una voz estoica, impertérrita y en contraste con su inicial estilo se va mojando, salpicando al oyente, de un gran feeling auditivo.  Eso sí, par aquel que espera virtuosismo, mejor marchando en dirección contraria, porque aquí, mis queridos colegas, tenemos música que emana el estado puro, quieras o no verlo, de una sentimental columna montañesa e incólume.

Pasando al tema meridional, “la instrumentalización”, para que no digan que puros borrachos/as estrechados/as a la verborrea escuchamos. Bueno, la guitarras, tienen perfectos interludios, vahos acomodados y pequeñas interdicciones, alejándose de lo encofrado, séptico, críptico y de las experiencias de carácter complejas y rusticas para nuestros oídos. Aparte de disfrutar de ese anterior estilo de música, a veces la ausencia imparcial de percusiones, deja un poco de vacío tonal y rítmico, pero, si vamos a enfrentarnos y poner caradura, tendríamos que dejarnos de tonteras, porque siendo así su música (Muy simple) recrea ese ambiente, de nuevo, bohemio y honesto, apartándose diametralmente del lucro o tácticas infalibles en ventas seguras y fructíferas.

Pero, yo dejaría el disco a un nivel muy personal, porque el simple hecho de ser una música con ligereza y de decrecientes e intrincadas secciones rítmicas, es muy difícil catalogarlo de obra ignota y absoluta; sin embargo, no podemos quitarle al César lo que es del César…. Honestidad y pasión, ni Dios se las quita, y mucho menos a guantazos y pérfidas miradas desdeñosas.

Hay canciones donde nos derrocha una buena esencia de la mítica “Amalia Rodríguez” ese tributo encajado, ensimismado y desorientado de cualquier oreja inquieta y desbordante de ira e impaciencia. “Guitarra Triste” es ese homenaje, casi invisible y personificado a favor de Katia, pero sí buscamos con una vehemencia de todo voraz lector melómano, hallaremos que Amalia, como reina intocable, necesita de dos o tres Katias para logar levantar sobre sus ojos sanguinolentos, esa varilla de hierro solido que forjo hace anales; aunque Katia, como buena aprendiz y muy lejos de la incipiente virtud fadista que caracteriza a Guerreiro, nos deja con loables tesituras.

Tampoco dejemos atrás la ferviente inclinación hacía temas propensos y con una desembocadura mística, idílica e ideal: como lo son las religiones. Cantándole, una tierna, cosiaca y tremebunda composición, llena de pequeñas ventiscas de luctuosas admiraciones personales y enardecidas. Cosas muy respetables y aprobada, siempre y cuando sea haga con sentimiento y lejos de alienación mercantil y metodista.

No hay mucho más que agregar, ya que las canciones siguen una fluctuación similar y análoga; no hay de donde perderse, si rascamos profunda y tenazmente el disco con las mejores y más amenas ganas de aprender. Quizá no llegue a gustar a muchos, pero “la niña Katia” cumple su objetivo, a pesar de estar soterrada en nuestras alevosas aficiones por la tendencia Norteamérica Tenemos que brindarle un pequeño y emblemático recinto y el cheque de aprobación con la careta sonriente y menos apócrifa que tengamos. Sello de aprobación, pero pueden apreciarlo bajo aspectos contrariados y patéticas discusiones sin lugar… depende de ustedes, mis amigos.

Portada, con la figura perfilada de la sien de Katia: Cejas negras, cabello igual negro, tez blanca… nada de muñequitos prefabricados, sea por tal o cual razón, conocemos bien el significado en este punto.
Bueno, mandriles sin dientes, acérquense y bájenselo, no es la gran cosa, pero les aseguro que si prestan e hincan los oiditos, tendrán una grata y espiritual experiencia…. No es caviar, ni legumbres pasada por aguita caliente… pero tiene sabor, carisma y personalidad!!!! Bajón de un pinchazo. “Yo también quiero vivir los días contigo”






Nota: 6.2 




Publicado Por: Albert Spaggiari

No hay comentarios:

Publicar un comentario