¿Quieres Death metal
violento, desencadenado, puro y duro? La respuesta a estas lujuriosas
peticiones de los adeptos de las telarañas milenarias y el gusto porque te
taladren los huevos al punto de desangrar y morir, es Ascended Dead. Los
oriundos de Gringolandia sacaron este 2023 un disco ahuyenta advenedizos que
maman melodías al 2x1 a lo Nevería, y atrae a los sádicos sedientos de crueldad
sonora: “Evenfall of the Apocalypse”, una tromba fantasmagórica que evoca un
horror de ultratumba que emula las psicofonías horrísonas del retrato
putrefacto e ininteligible que es la imagen retorcida y enfermiza de la portada.
Para describir y
sintetizar el Death Metal que proyecta la muchachada bastan de dos cosas: 1. La
más sutil, ver la portada y saber que tus tímpanos serán carcomidos por el
aparente ruidazal avasallante que te dejará como alimento de caníbales, o 2. Dejar
una especie de crinografía, gradación, enumeración, o simple descripción,
tomando la infinidad de adjetivos que nos da el idioma para asemejar la idea de
brutalidad mostrada. Sin embargo, me abstendré por no ser redundante y dejaré
claro de pijazo las cosas: Death Metal salvaje, desenfrenado, demencial,
frenético, enloquecido, y primitivo, es lo que ofrece la segunda placa de los Muertos Ascendidos.
Cabe resaltar que en
este sonido referencial a Possessed, Sarcófago, Necrovore, y toda la casta
putrefacta y caótica de finales de los 80s del Death Metal más desprolijo y
sucio del globo terráqueo, no es el refrito navideño del que se alimentan y del
que replican como un clon más, o como una versión “2.0” más del montón, y pal
tragante a dormir con las cucas, más bien, conjugan el “primitivismo”, lo
cavernoso y los ritmos irrefrenables, con la técnica y enriquecimiento al
detalle en toda la sección rítmica, sin tener un enfoque moderno del Death
técnico onanista.
Dentro de los puntos
clave que a primeras oídas uno puede percatarse, además de la producción que se
adhiere a la suciedad y técnica, es la voz espectral de Jon Reider, cual muerto
viviente asecha y recorre unas inhóspitas catacumbas. El trabajo vocal insufla
aún más el frenético ritmo endemoniado, acoplando esa gutural aspirada y sombría
con el frenesí instrumental, pese a que, luego se hace una explanada a la
estampida de los instrumentos, deja de sorprender y pasa a segundo plano, pues
no hay mucha variación ni es monótono, pero repito, es cabal y precisa la labor
llana y aural de la voz.
Pero, sobre todas las
cosas, subrayar y señalar imperiosamente, las descollantes maniobras en las
guitarras y en la batería dentro de este amasijo de miasma cadavérico. Es el
pilar donde se sostiene tanta tralla bestial que no deja descanso al oyente, es
la columna que estructura todo el sonido. Riffs, solos, técnica y más malabares
ingeniosos, durante todas las canciones, lo mismo por parte de Charlie Koryn
con los platillos, el doble bombo, los múltiples y discretos cambios; toda esta
amalgama de detalles que desparraman a la velocidad de un rinoceronte
enrabiado, es lo más loable, entretenido y gustoso de todo “Evenfall of he
Apocalypse”.
Para quien quiera degustar ser comido por una marabunta, ser revolcado por un torbellino, quedar chulón y aplastado debajo de un bus, terminar dentro de las fauces de un monstruoso pitbull de 3 metros, estar despedazado, desmembrado y destruido; Ascended Dead son garantía, desde el logo mismo de la banda hasta la última nota ejecutada en los 41 minutajos del disquiño traído.
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