jueves, 23 de enero de 2020

Mammock - Itch [2020]





La explicación del incontable aporte a la humanidad que ha dado Grecia es certeramente anodina. El simple nombre del país nos remite a los orígenes de disciplinas y estudios como: la ciencia, la filosofía, la medicina, la astronomía, las matemáticas, de todito papá. Pues bien, abrimos espacio ahora para la música con Mammock, agrupación de la aupada y ancestral ciudad de Atenas, que irónicamente es testigo de una de las primeras publicaciones del mero 2020. Ni más ni menos que el 1 de Enero de 2020 sale a la luz “Itch”, debut de Post-Hardcore que reza con jactancia en su presentación conceptual con la frase: “El mundo es un lugar maravillosamente extraño”, prestada del libro “Naturaleza muerta con pájaro carpintero” de Tom Robbis.

Mammock proveen en 30 minutazos condensados en 6 canciones a qué juegan y qué muestran dentro del ambiguo “Post-” Hardcore. Al ajo: Un disco corto y entretenido que expone progresiones y armonías melódicas propias del Rock Progresivo cohesionadas con la rudeza de la actitud Punk. Fiereza no faltará, pero más que ello, dotan de algo muy deudor de los cimentos del “género”, y eso es una perseverancia en la sección rítmica en ser lo más dinámica y fluctuante de ritmos, llegando a recordar a gente como NoMeansNo pero con una identidad –obviamente- acoplada al espectro moderno sin oírseles forzados, ni calcas de los canadienses.

Desde que atrona la inicial “Caterpillar” hasta que acaba el invento se huele de antemano que NO nos topamos con tres acordes a lo bestia junto al tipejo gritón de la esquina, pero que pese a ello hiede esa rudeza con la que se ejecutan los ritmos más que por sus sonoridades. Transiciones rítmicas con el Bajo/Batería mientras Andreas sin ser áspero del todo es indócil y con espinas en su registro vocal. Canciones como la más Hardcore: “Dirty Shoes” y “Shark Attack” evidencian lo dicho. 

Aunque, pese a tener el ADN Punk instaurado la ortodoxia del mismo no existe, en la misma “Shark Attack” al finalizar se diluye con un saxofón una atmosfera calma y –si se quiere- extraña. No sin antes (como TODAS LAS CANCIONES), el track se estira, se moldea, es totalmente maleable a variopintos cambios rítmicos que incrementan la valía de “Itch”. Producción perfecta y homogénea que además de la pulcra distinción y audibilidad de cada instrumento logra preponderar a Klearhos y a Vangelis, en el Bajo y la Batería respectivamente. Y es que, estas dos bestias sin ser virtuosos se adhieren excelentemente con la Guitarra delineando ese absorto dinamismo musical.

Al llegar con “Inconstant State, Hot Summer” y “This Letter” (con sus casi 10 minutos y un Andreas imitando de forma plana y sosa a un Bruce Dickinson tirado a la cuneta) terminan de explayar el tono de Rock Progresivo que llevaban en todo el álbum pero si sonar a ello, manufacturando una homogeneidad compositiva con la “intención” del Progressive” para dar riqueza y variedad con tramos que enfoquen melodías a base de una movilidad y proporcionar una identidad más marcada en cada track, pero sin la grandilocuencia del género setentero. Sin embargo, el despliegue técnico no es del otro mundo, ni siquiera quieren pretender un virtuosismo, pero toman del “recurso” para no evocar una rauda simpleza. 

¿Es la extrañeza un discurso de experimentación en el sonido de éste disco?, Posiblemente no. ¿Es el concepto de “extraño” una inspiración conceptual de Mammock?, Sí, ¿Se logra plasmar? No.

“Itch”, o “Picazón”, no trata de vender Riffazos a granel, ni elaborar una telaraña compleja en virtuosismo superfluo, sino dotar de musicalidad un bien logrado Punk que a día de hoy está más que mutado con otros estilos y proporciona una mixtura y madurez que no gozaban antes, y que éstos griegos hacen alarde de ello en 6 cancioncitas bonicas. Y como los mismos Mammock dicen: “No hay solución para esta picazón”

Restando la presentación en el Bandcamp y distintas webs en las que ellos se dan a conocer como una banda “extraña” (lo que mierdas signifique eso) y de enfocar un holismo conceptual medio abstracto –que incluso denota la bonica portada- en su obra, resulta que bajo esas expectativas es, como dicen en mi país “llamarada de tusa” para atraer al pipiolo que indague en el Post-Hardcore, género que por sí bebe de muchos ríos y que los Atenienses no aportan ni papa a la movida más que cimentar un debutazo entretenido y poblado de un dinamismo musical que no sorprende ni atrapa hiperbólicamente pero compone un grano más de Post-Hardcore disfrutable y bien plantado en la escena.






Nota: Un 6.5 tan grande como un colibrí


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski



No hay comentarios:

Publicar un comentario