domingo, 12 de abril de 2020

Twitch Of The Death Nerve - A Resting Place For The Wrathful [2020]





Tiempo de molernos el encéfalo aplastándolo con ladrillos de hierro caliente.

Brutal Death del montón para los come-piedras, los que degustan reventarse los tímpanos y molerse los dientes comiendo concreto y arcilla para cagar cohombros de cemento y sangre. ¿Quieres pasarte un buen ratote machacándote las cochinas orejas, con mierda asoleada de buen calibre? A la orden vienen: Twitch Of The Death Nerve, que viene siendo más o menos: “Contracción del Nervio de la Muerte”. ¿Cuál nervio?, ni puta idea, solo sé que éstos cuates te zampan una cuchilla oxidada en la yugular en segundos. Intenciones claras que todo grupito de Growls y desenfreno desquiciante que promulgue la brutalidad extrema en la música debe de tener o aspirar. 

“Ecologia del delitto”, título de un film sangriento de 1971 de Mario Bava, que sufrió un pijo de transmutaciones con nombres como “Bahía de Sangre”, “Blood Bath”, “Carnage”, y este nombrecillo largo y olvidable como un eructo que nombraron Tom Bradfield y Tom Carter para su “nuevo” proyecto. Formados desde 2004, viendo a la luz su debut “A New Code Of Morality” en 2016. En todo ese lapso estas bestias inglesas se enfocaron en sus bandas: “Infected Disarray”, “Beef Conspiracy” y otros proyectos más de la misma calaña. Tipos centrados exclusivamente en las carnes pútridas sanguinolentas con moscas, en el pútrido sonido del Brutal Death que te martilla el cráneo para despabilarte a mazazos. Y es ahí, cuando después de 4 años sacan en este 2020: “A Resting Place For The Wrathful”, traducido como: “Un Lugar de Descanso para Los Coléricos”, que en la música refleja lo inverso.

Ni a 27 minutos llega este paquete, pero más atinado y acoplado con la propuesta efectista no pudieron ser. Tom Bradfield saca un growl profundo como el mismísimo averno y de entrada nos los hace saber en el primer segundo, el rango del londinense llega a la delgada y frágil barrera de Growls de Goregrind, y si me apuran, de lo absurdo y ridículo, pero se las ingenia y está en la medida exacta de lo que un fanático del masoquismo sonoro puede deleitar. No se entiende ni un carajo, ni sabemos si canta la lírica o simplemente está actuando como una bestia del inframundo que acaba de salir de su catacumba a destazar pueriles seres vivos. 

A ver… Ritmos atronadores y a velocidades desquiciantes con técnica suficiente para ejecutar tremenda y ardua eficiencia sin llegar al virtuosismo del Technical Death, pero desollando todo a su paso con ciertos cambios de ritmos atronadores, junto a una demolición total con una preponderancia hacia éstos, hacia el caos, hacia el efectismo, sin más, hacia el paroxismo de la brutalidad. Riffs del mismo Bradfield que solo adosan aún más ese aturdimiento que provocan en el oyente son ejemplos de ello, junto a la tópica de Baterista colombiano: Mauro Marín, dando mil impactos y resonando más la jodida maquinaria de tortura que está hecha esta banda.

Sin embargo, variedad poca hay, y por naturaleza de los tópicos del estilo, muy difícilmente se recuerda una distinción muy peculiar de una canción a otra, homogéneo a morir no solo por mostrar la intención de “música extrema”, sino, a su vez, falencia misma del disco que se manifiesta en el tracklist, composiciones y Riffs sin mucho gancho con índole machacón, o secciones que te perpetúen o te revienten la cabeza sin dejar rastro, y la dinámica está en el límite de lo monótono.

 El sonido de la Batería en ocasiones parece sin ton ni son, sin mucha gracia o presencia, solo gala de los vergazos frenéticos hacia los tambores; Riffs que te suben la adrenalina pero no enganchan ni son nada sorprendentes, la verdad; Y lo que roza el aburrimiento y el subidón de energía a tu cuerpo, cual polos opuestos convergen, son las ganas que uno tenga de escuchar un profundo growl casi invariable y que muy de vez en cuando unas pequeñas apariciones de unas líneas vocales desgarradas como esfuerzo de ligera variedad en la monotonía

“A Resting Place For The Wrathful” no te engaña, no te ofrece ninguna novedad ni ingredientes que se adhieran a tu paladar una buena temporada, ni se hacen pasar por inovadores. Neles pendejo, el segundo material de estos sórdidos animalejos tiene una clara declaración de principios: MONTARTE VERGA. Lo hacen, si estás ambientado a esta ralea de bestialidad y eres ya un experto en la geofagia de piedras voluminosas y fétidas, te atraparán con unas ganazas de apalear a tu vecina la anciana chambrosa con un bate de metal hasta desfigurarla con este álbum de fondo.

 Cumplidor en su misión, te hierve la sangre y te anima, te alienta a mover el coco como ventilador y a sentir la pesadez crujiente. Pero, sin duda alguna, si durase más de media hora, esto fuera un bodrio monótono, o perdiese encanto. El minutaje, el sonidazo, las composiciones que rayan la uniformidad e insistente monstruosidad, y la eficacia para aniquilarte sin contemplaciones ni interludios ni nada de esas mierdas, es lo que le da valía y categoría para figurar entre los amantes del Brutal Death puerco. 

Si eres un pipiolo que le es indigesto el Death Metal ni te asomes por acá compadre, vas a sentir que un taladro atraviesa tu carne y nervios para traspasar tu cráneo de modo que expulses un baño de sangre y termine perforado tu cerebro, quedando muerto en el proceso por la agonía de la insufrible tortura. 



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Nota: Un 6.0 tan grande como una hormiga 


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


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