domingo, 16 de noviembre de 2014

Pink Floyd - The Endless River [2014]



No hace falta dar carta de presentación a la siguiente banda que hoy nos ocupa reseñar, y es que por tanto que uno quiera, es imposible eludir hoy a una de las megalíticas agrupaciones para la creación del Rock Progresivo de principios de los 70’s, cuya influencia, abarcando desde los territorios de los ingentes King Crimson hacia los bucólicos Genesis, marcó la plena distinción entre los sugerentes movimientos de la época, para proponer una paleta de multicolores. Éstas fueron bandas que supieron rediseñar esa centena música psicodélica a veces jazzística, a veces orquestales, heredada de los sardónicos 60’s, en complejos aparatajes de música ricamente estructurada, versátil, y sobradamente inteligente. Hoy es curioso pensar -bueno, más bien, increíble- que, bandas que militaron en los 70’s con harto derroches intrincados y compositivos, sigan perviviendo hoy en nuestros días, más añadiéndole a ello que, en los momentos que corren, sigan entregando lanzamientos de la calidad de antaño. ¿Sería algo impensable, pues, que bandas como pink Floyd sacaran álbumes de la valía y a la vez cuantía de un ‘Animals’? ¿Un “Dark Side…” del 2014?


Pues, hoy básicamente traemos algo similar: 15vo Lp de los londinenses Pink Floyd, padres indiscutibles del Rock Progresivo de élite. Referencias de algún disco no hacen falta para tratar de constatar la gran calidad de la banda, ya que la creatividad que flexionó la consustancial música de los ingleses, no tuvo un período de pocas obras que lo respaldasen; 5 obras maestras, como mínimo, son las que Pink Floyd registró en los exultantes 70’s (‘Atom Heart Mother’, “Dark side…”, ‘Wish you Were Here’, ‘Animals’, ‘The Wall’) Cabe decir que ese período de su vida, de la vida de los Floyd con o sin Roger, quedó en el pasado como una indeleble huella de arduo perfeccionismo musical, raigambres estilísticos, climáticos y traslúcidos. Bien sabido está que desde 1994, con su última placa, ‘Division Bell’ no sacan ni un pepinillo, a no ser por regrabaciones y Splits, trabajos personales (Fuera de Pink floyd), giras multitudinarias, y claro, las inservibles e interminables remasterizaciones de toda la vida, de esas con la garantía de escuchar mejoras cualitativas. 


20 años tuvieron que pasar para que ‘The Endless River’ viera la luz del día, aunque no está demás decir, que, cuyo encumbramiento no procede de un disco fresco o pensado sin ningún bosquejo anteriormente realizado. Ciertamente que lo que tenemos entre ceja y ceja, es un álbum residual (Perdónenme la palabra aquellos devotos) pero no hay más que oírlo con una gota de criticismo y poco análisis; Pink Floyd no está proponiendo algo hecho actualmente, a lo mejor, está mezclando y colegido entre cientos de horas ya antes grabadas (Quizá con un lapsus de 15 ó 20 atrás) sacando ahora “un nuevo álbum” pero prefiero -Me voy a tomar la libertad- decir, un disco reciclado. Para colmo que se han tirado 2 décadas en un disco que bien podría ser la continuación del etéreo ‘Division Bell’ por no decir que ‘The Endless River’ se ofrenda como su hermano menor, así pudiéndose ver la innecesaria e ineficaz adaptación de esta obra. 


Y si bien es cierto que ‘The Endless River’ ya no tiene figuras con ella como la estampa de Roger, pero los teclados y órganos que resuenan son de Richard Wright, obviamente que tocados en su tiempo, y simplemente aglutinados, eso sí, con la mayor fineza y pulcritud posible para ser encuadernados de la forma tan especial y refinada que los Floyd siempre han sabido imprimirles a sus producciones; sin embargo, es fácil excusarse y cerrar los ojos, pero sería ridículo hacer pasar el álbum como la última maravilla del cierre de su carrera. ¿Acaso es un cierre legitimo? Pues, que sea instrumental no le quita que logre una excelente recepción, pero si todo esto privilegia a bandas tan consagradas para sacar plásticos con una manita de gato en redor, pues no sé qué más decir. Que quede claro también que, cuando las bandas, o sea las vacas sagradas, nos entregan un material nuevo, este tiene que ser pesquisado con el mayor detenimiento posible, para que así tengamos una opinión no tan apologizada de tal álbum, pese si es una mierda del tamaño volcán o si es el mejor sustrato de Dioses. Pero así es la vida, a los más talentosos se les exige más, ¿no?


Y cualquiera me puede decir que eso es una total injusticia, ya que “niego el factor experimentación o creatividad”. Pero una cosa muy distinta es experimentar y otra perder tu identidad. ¿Por qué, por ejemplo, Atrocity (Ger) ha sido reservadamente elogiada con su drástico cambio desde su inicio hacia su actual música? Atrocity siguió una coherencia musical en su evolución, a pesar que fue escalón por escalón, la banda dejó sus temores y nos presentó un legado que hoy es muy abundante y aprehensible de técnicas nuevas, elaboraciones distintas, experimentaciones lógicas… y demás. Ahora volvamos al punto concerniente: ¿Pink Floyd cambia su sonido para “Endless…”? en lo  absoluto, no es propuesta. Ahora bien, ¿Pink Floyd si no se ve coartado por la creatividad, experimentación, por qué presenta un disco sin actitud, sin nombre y apellido que lo caractericen como tal?

Pues para mí que la banda suena a los trabajos en solitarios de Gilmour (Discos buenos sí que los hay), no a un trabajo de Floyd.  


Si en realidad este es el cierre de una de las bandas más legendarias, visionarias, creativas, multidimensionales y ambiciosas; pues, me parece que es un cierre innecesario, débil, sin personalidad, y sin la marca de la casa. 1 hora de Ambient Rock, que fácilmente Brian Eno pudo haberlo hecho, pero el problema yace aquí: que no lo hizo Eno, lo hizo…. ¿Pink Floyd?

Si le quitamos la etiqueta de Floyd es un buen disco. Desgraciadamente estos ya habían puesto el listón muy muy muy arriba.


Ustedes pueden sacar sus deducciones….



Nota: 4.2


Publicado por Albert Spaggiari. 

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