¡¡¡A la
mieeeeeeeeeerdaaaaaa hijos de puta!!! Ni mierdas intrincadas, ni debuts, ni
bandas emergentes, nada de eso hijos de puta, vamos a lo facilongo, desempolvando,
y exhumando, un ser precámbrico, un dinosaurio, o, mejor dicho, una iguana
prehistórica. Hablamos del mítico Iggy Pop, un carcañal de casi 80 años que
inextricable e inexplicablemente desafía las leyes del embalsamiento, de la
preservación fósil, y de cualquier pronóstico de período vital. No hace falta presentación
alguna, estamos ante un status de leyenda, frente a uno de los creadores del
gen Punk, y dar explicaciones sobran.
Ahora bien, ¿Cómo ha
caído el polvo en la iguana durante tantos años?, ¿Le vamos a sobar el escroto
y el rifle por tener un renombre bien ganado, a pesar de cualquier falla que
tenga, cual dios venerado?, ¿Es sólo el nombre el que reluce y el disco es
irrelevante? En síntesis, ¿Qué mierdas es “Every Loser” ?, y ¿Qué hace en este
2023 un casi octogenario indestructible?
Ante las interrogantes
expuestas, contestaremos que las expectativas ante cualquier leyenda que lleve
un trote desde la prehistoria hasta nuestros días con una discografía que nadie
la ha escuchado entera, salvo los mamagüevos
fanáticos que escucharían hasta los pedos grabados, deja la impresión de que
incurra en la autoparodia, en el riesgo de caricaturizarse, o tocar lugares
comunes y clichés sonoros de su propio estilo, con olor a refrito cancerígeno.
Sin embargo, estas expectativas e impresiones quedan disueltas por completo: “Cada Perdedor” es, con solvencia y sin
caer en lo ridículo, un disco de rock que no ratifica esa aura de desconfianza.
Junto a los
compinches de Duff McKagan en el Bajo (Guns N´Roses) , Chad Smith en las
batacas (Red Hot Chili Peppers) y una estela de nombres de la camada del Rock
noventero, y demás gente colaborando, el Padrino
del Punk, logra cimentar un disco que mezcla las facetas más crudas,
energéticas y punketoides junto a ese deje de David Bowie o Lou Reed, sin la
genialidad de éstos: Es una simbiosis entre estribillos repetitivos enrabiados
con tufo a lo que alguna vez fue Iggy en The Stooges, junto a los tempos más
lentos, con voz grave y taciturna, como en algunos momentos de su carrera
solista. Eso sí, junto a múltiples “detalles” que contienen las canciones
debido al rimero de gente que hay en la composición.
Tengo que decir, para
describir el sonido general, que ya se ha dado un bosquejo del mismo, es
innegable no señalar “Frenzy” (Frenesí), donde arremete a lo bestia, al más
puro Punk frenético, para que en canciones como en “Morning Show” se vea una
calma melodía y una introspectiva voz grave nos guíe. Esa mezcla “hard/soft” en
este Rockcito simplón y efectista, sin muchas pretensiones detrás, es la
esencia actual de La Iguana a sus 76 años dejando su visión musical del rock.
Aunque todo queda
dicho, no todo es: o ritmos cocainómanos (“Neo Punk”) o momentos más calmos y
agradables con sintetizadores y coros flojos a más no poder (“Comments”), si
no, una conjunción de ambos, evocando unos medios-tempos, riffs y solos bien
trazados, la presencia de Duff al Bajo, y estribillos que sí cuajan, pegajosos,
como es: “New Atlantis”, que hasta la típica tarola setentera que suena a lata
vacía está presente.
Y aunque se pudiera
desgranar “track by track”, no resulta muy entretenido ni necesario, tanto para
la rata sucia quien escribe y describe esto como para el lector, pues, estamos
ante un disco de Rock del montón que no destaca en nada, más que tenga el
nombre mítico de “Iggy Pop”, donde su mayor proeza es no incurrir en su
auto-felación, o auto-parodia, de sí mismo. Sin embargo, a uno se le esboza una
sonrisa escuchar esos “Fuck the regency”,
en el onceavo tema, esos desvaríos y repeticiones vocales tufo a Mick Jagger en
“Modern Day Rip Off” durante una marabunta de riffs y teclado al más puro Rock
mientras se recita “…Rip Off”, o en líneas generales, ver a Iggy con ganas, y
maneras, de desempolvarse y seguir en el ruedo.
Sencillito y fácil para la deglusión. Llano y efectivo, cual pase con la pelota: raso y al pie. No te va a maravillar, sólo quitar el morbo de la resurrección de Iggy Pop, sonando a él con varias adiciones a su Rock, sin ser tralla pura, ni melancolía a lo Nick Cave, es la homogeneización de esos estilos sin perder el suyo. Cumplidor, normaliño, y para quienes tengan sed de oír a La Iguana de nuevo, esto entra sin vaselina por tu culo.
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