sábado, 5 de septiembre de 2020

Coldbones – The Cataclysm [2020]


 



El ánimo subyuga mi preferencia en la búsqueda y mi torpeza seleccionó (muy a la deriva, debo admitir) al trío: “Huesos fríos”. Y es que, evidentemente si uno no está muy sumergido en estilos ajenos a uno, la medición de calidad se torna más exigente. Este caso no es la excepción, dentro de los innúmeros grupos de Post-Rock que gravitan, me dejé seducir por dos motivos en este trío inglés: 1. No soporto el Post-Rock de 1 hora y pico que te duerme más por el aburrimiento que por ensoñadoras melodías de categoría. Y, 2. La atracción visual de una buena portada es un aliciente para mí. Bien, partiendo de estos indicios o prejuicios, según se juzgue con detenimiento, me asomé chulón a la deriva y terminé contando hormigas.

Explico. Efectivamente, hay una portada que carga una pintura de la naturaleza apocalíptica embellecedora, y también, el tracklist no son kilómetros de ecos ambientales de guitarra anémica. Ahora bien, ¿éste material es bueno o malo por eso?, Evidentemente no, pero, repito, mi orientación basada en prejuicios o indicios me ha llevado a estos tipejos, que francamente, ni me decepcionaron ni me entusiasmaron.

Ahora bien, ya expuestas redundantemente en los anteriores párrafos mis sensaciones, explicaré el porqué. “The Cataclysm” en un intento por cohesionar lo etéreo con la dureza de unos riffazos y batazos tirando a Metal plano, dejan entrever la poca creatividad para desenvolver ambos mundos, llegando a llenar secciones de las composiciones a puro riff plano, o al no haber presencia de melodías sublimes (tan siquiera un poco recordables) llegan a hilvanar con poca efectividad en el dinamismo que a leguas quieren proponer sin perder las texturas ambientales y espaciales. Resumiendo, Coldbones construyen con naturalidad transiciones de lo suavecito a la dureza rítmica sin perder la inmanencia a las sonoridades espaciales de provista parsimonia del Post-Rock, sin lugar a dudas, su mejor cualidad. Sin embargo, si uno no tiene idea de cómo desenvolver una composición solo denota la poca inventiva y la monotonía que puede causar en su música.

Atmósfera garantizada para los que gusten arrellanarse contemplando en segundo plano todo este disquito parco de inventiva. Para los que exigimos no sólo transiciones homogéneas, sino, ideas para hacer memorables los tracks no habrá mucho de donde sacar agua áurea, y es posible que los 45 minutos nos pesen casi 3 horas como resultó al prestar mis oídos por las primeras vueltas a ese material. Que nadie me venga con la pija de corbata a mear lo irrefutable: las melodías austeras e ingrávidas de gran valía, como ocurre en los primeros 3 minutos tan buenos de “Ruin”, pero el tema se va al desagüe, a que lo escuchen las ratas somnolientas, al meter Riffazos a lo pendejo sin creatividad.

El sopor de las vueltas iniciales se va menguando, pero no mejora la calidad compositiva, se logra comprender que este tipo de productos se fabrican para ponerlos en segundo plano: mientras te vas a bañar, mientras tienes que laborar, mientras quieres leer, mientras quieres dormir; el “MIENTRAS” condiciona a posicionar mejor a Coldbones, pero no acrece. 

Y es que, la solvencia técnica es indiscutible: la guitarra evoca con ecos y con cadencia esa translúcida claridad atmosférica en segmentos apacibles al igual que injerta Riffs contundentes en la misma línea armónica; ejemplo, “The flooding of the world”. Siguiendo, el bajo de temas como “Collapse” que dan cuerpo e hibridación muy bien acoplada con lo pesadez plana de unos Riffs ligeramente metalizados. Y, por último, el componente que me resulta de mayor atención es, la batería: es el instrumento que raya la ambivalencia, o mejor dicho, la luminosidad compositiva, el cabrón te pone unos golpes llanos, transmuta ágilmente a exigencias de dureza sonora, y se hace presente en todo el disco sin mucho esfuerzo o habilidad. 

Entendamos que al ser un disco instrumental que enfatice lo ambiental y no tenga dotes de Rock/Metal Progresivo, su capacidad requiere ser apta para maniobrar el interés y de forjar temas memorables dentro de su coherencia musical, y dentro de los cánones del Post-Rock. Al no abonar nada destacable ni nada estrepitosamente irritante, llegan a ofrecer algo totalmente olvidable, aburrido, e incluso, intrascendente. Estos cabrones te dejan los “Huesos fríos” como hacen gala llamarse con reverenda desvergüenza.

Por mencionar la mejor muestra de la homogeneidad entre la pesadez y la calma (la pura expresión de la Naturaleza), adherida al más puro y fiel Rockcito que te transporta a esos paisajes calmos en donde la naturaleza vocifera lo desconocido en este “Cataclismo” conceptual inglés; tenemos dos canciones de mayor retentiva y habilidad melódica: La primera es, “Cleanse” con una apertura con apacible paso y melodía hasta conjugarse en ese tramo acompasado de endurecidos Riffs mientras se cuela un solo jugoso y un desarrollo pleno que salvan lo poco del fondo. Y, “The Burning of the Earth” que sencillamente es la que puede pelear en tener las mejores melodías de todo el trayecto: una atmosfera tranquila con sencillez y efectividad.

A catar se ha dicho, tortillas heladas espolvoreadas en cenizas o caldo sutil que llena y deleita. Según tu paladar disfrutaras más, o menos, la propuesta de Coldbones y su segundo material “The Cataclysm”, en donde, mediante lo sonoro, manejan el concepto de movimiento según cómo se titulan las canciones. ¿Será cierto o es una paja mental para mercadear la idea ya más que gastada? 






Nota: 4.5


Publicado Por: Zdzislaw Beksinski


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