domingo, 14 de septiembre de 2014

Douglas Trumbull – Naves Misteriosas (A.K.A Silent Running) [1972]





Empezaba a explotarse más de lleno el cine de Ciencia ficción, y tenía que hacerse valer como cine de ciencia ficción, no tanto como revistas de los 50’s que aún dejaban ideas utópicas, mera y únicamente como eso: Ciencia ficción, “cosas que nunca pasan, que nunca suceden, y no pasaran” de ello hemos aprendido algo al terminar de ver Silent Running: decantador y clásico film que revitaliza la maraña de Sci-Fi; y es que el ser puede cuidar su hogar, su planeta, sin que una película setentera, algo mofletuda, nos venga a concienciar a tal grado.  Porque el cine es eso: una maquinaria encendida de ideas, ideales, ideología. Hay de aquel palurdo que reniegue la ciencia ficción con teoremas infausto como: “Es que no es real” “es por lo menos Thor es cultura llevada al cine” “es que lo viejito me produce urticaria en mi vena de marica solapado” 

Porque una cosa es bien sabida cuando termines de ver la película que hoy atañe, y es que, puede llegar a molestarte el cáliz ecológico que ésta recoge con desmedido recato para usarse como temática central, o que te dejes de miríadas y recompensa hacía el metraje que compete. Porque en realidad, de misterio no tiene ni gramos; y de naves explosivas, mucho menos. Duro o cruel destino en el que los he causado: Es una pelí hippie de la importancia ambiental, o sólo una cutre y postiza auto elevación de lo viejo por lo nuevo… Jajaja,¡ las dos! Eso sí, reto a cualquiera a que venga a desmentirme por qué esta película no tiene anzuelo aquí, por el simple y vacuo hecho, de que es MUY VIEJA, que no tiene LA PRODUCCIÓN requerida, o que, en el caso que me haría  rabiar espuma verde, que no hay estallidos, no centellea CIENCIA FICCIÓN. Pues en ese caso aquél que llegue a pronunciar esas palabras, que me lo haga saber… porque así sólo quedará como un completo DESINFORMADO, por no decir imbécil. 

Nos centramos en el Siglo XXI. La tierra está pasando por un momento crítico, ya que los recursos naturales, su flora, ha sido malgastada, y ya no hay forma para volver a regenerarla si no es suplantándola por una simiente y nueva vegetación. Dicha vegetación tiene lugar en Valley Force, por los anillos de Saturno, donde yacen en varias cúpulas, que son cuidadosamente protegidas por un cuarteto de internautas a cargo del botánico Lowell, que ha guiado la misión durante 8 años. El sueño de éste se trunca cuando el gobierno informa  abortar la misión, adjudicando que la vida en la tierra puede ser sustentable: trabajo, dinero, y negocios… “qué cosa más maravillosa, ¿no?” la verga. Antes que nada tienen que hacer explotar las cúpulas donde guarnece una dotación de bosques lozanos. 

Los tripulantes, excepto Lowell, rebosan de felicidad por regresar a sus hogares, pero el botánico se siente frustrado por la inminente desaparición de los bosques; e intenta proteger a sus “bosques” matando a sus compañeros, así regentando el control de Valley Force. Aquí se desmaña una riqueza en fotografía inaudita, un orbe de sentimientos de culpabilidad, un rechazo hacia la integración popular, una amarga carga que lleva el botánico Lowell ha protegerse de los insensatos.  El puente que se construye mediante ideologías opuestas, es increíble. Los diálogos entre la ética ecológica y la moral capitalista, son gran parte de la soberanía que la cinta ofrenda a sus espectadores. Y eso, eso se agradece.
  
Unos Robots que serán reprogramados por el único tripulante, para que éstos llenen el vacio y la culpabilidad sobre la muerte vertiginosa de sus anteriores compañeros. La nota musical, guiada por Joan Baez, es tremendísima  y casi responsable de la empatía que llega a producirme el filme. Más allá del concepto, los planos se mantienen en regla, éstos sugerentes y no se alejan de las teorías atípicas de Europa. Los carritos miniaturas, la plantación, el humanismo, la ayuda autómata remplazada por la conciencia humana es algo de reverenciar; cómo un filme puede traernos con tan simples  y convencionales estrategias de conservacionismo, una propuesta dentro del género, una propuesta que se va descociendo en su fuerza central: La mejora de la vida humana. 

Es gracioso ver que el ritmo de la película es adecuada: propone distanciarse mucho de la típica colonización de planetas, de la regurgitada e inmisericorde temática de vida alienígena, del imperio de Robots para con los individuos. Vaya, Vaya. A mí eso es lo que me gusta: la propuesta.  Es cierto, toda cinta lleva su advertencia entrelíneas, y es que si no te va el rollo de plano recatados, y eres, con el permiso de la progenie de nuestros primos, un simio con sed de sangre y autosvoladores en primerísimos planos; la película no encajara en absoluto contigo, y en verdad, sólo sin en verdad, estás buscando propuesta, pues aquí ya tiene garantía, o como dirían los vendedores de dulces: “GARANTILLAS pa’ toel género”

No aunaré en la trama, porque a mí también me jode que me la arruinen sin haberla visto: aunque ya pronuncié un hecho hará enardecer a los ignaros. Pero la cosa es verla, vah, bichosos?
Lo demás es canela fina y candela dura. Digna de ser vista, y de aprovecharse en su totalidad.  Los que dejan pasar la propuesta por la zona de confort, mejor sigan estallándose las cabezotas con la última de Transformers… que eso si les va a la medida. 

Los que buscan encontrarán, y sé que encontrará a Silent Running. ¡Sin paliativos. A disfrutar! 


Nota: Un 7.8 muy justo.



Publicado Por: Albert Spaggiari.

 

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