lunes, 14 de enero de 2019

Iron Mountain - Iron Mountain [2019]


Bienvenidos a otra ingesta de caca extraída de la purulenta necrosis anal!!!! 


(Vaya trío de barbudos!!, como mandan los estereotipos de su ralea)


Si bien Detroit, Michigan, ha sido cuna de gérmenes innombrables, sin temor a equivocarme con un lapso mental, como: Blue Cheer, MC5, The Stooges, Grand Funk Railroad y miles de pajarracos pestilentes que olvido, que no tienen otra función que destruir el tímpano. Claro, clarito Carlos!!! No compartían estilos, pero si objetivos. Hoy por hoy, no habrá duda que algún sabiondo me recrimine pero jamás de los jamases podrá renegar que cada país tiene su “zona sucia” donde germinan animalejos inhabitables para su época, o bien, intentos de explotar la pesadez musical.

A lo que nos compete, Iron Mountain no es un mesías ni de broma, pero si algo tiene este trío estadounidense es reivindicar y retomar la esencia (en idea, porque musicalmente están en otra órbita) de los tatarabuelos mentados. Doom compayito, Stoner/Doom de un oleaje negruzco de más de 1 hora para los compas de las tinieblas que disfrutan con cualquier chunchero metálico, y denso como los putos cánones mandan. No podríamos esperar más del 2019, un disco hómonimo que debuta en la escena del Doom Metal con el pie firme, venoso y sudado como un pene apunto de eyacular. Y es que, Así son las cosas cerotas trompudas, acá se viene hablando fuerte o no entras al selecto clan “Doomer”, ¿O pisas o te pisan?

No hay que irse tan lejos Carlo!!! Si emanas con sello independiente un 5 de enero con un Stoner/Doom proveniente de Michigan solo esperas honestidad. Iron Mountain no se codea con perros falderos. Bien, ¿cómo carajos hacen tres tipejos que ni los conoce su madre para elaborar en una hora un Doom tan jugoso como un cerdo de kobe? Ni papi chús puede explicarnos ése fenómeno.

Entrando en materia, cabe resaltar el núcleo y el concepto general del álbum. Resaltar primeramente: La densidad arrolladora y apisonadora de la guitarra al fundirse cual intimidante bruma que ni Dios quiere estar atravesando. Brandon Urban no hace otra cosa que desplegar Riffs eternos carentes de amabilidad y vastos de profundo tono abrasivo que empaña nuestra cordura, a tal punto que los sencillos y eficaces guitarrazos del señor logran ése ambiente místico y demoniaco que exhala en su portada. Canciones de mínimo 5 minutos y una media de 7 ó 11 minutos desglosando unas lentas caminatas de un ansioso mamut diabético. Desde los medio-tempos hasta los típicos arrancones de adrenalina, solo esbozamos ideas de melodías mediante solos impolutos y engañosamente atípicos para entender que prima más la cadente atmósfera que los Riffs rocanroleros. En síntesis, lo que se podría llamar como la esencia del Doom Contemporáneo en el cual a veces recurren de la espesura de un Drone sin llegar a su inherente tedio, pero con movilidad conjugada con el ambiente conceptual del sonido.

Qué decir de la voz!!
Con certeza no sé si el bajista (otra bestia lanuda que se arrastra como una sanguijuela chupasangre) o el guitarrista hacen las vocales o se reparten la labor. De modo, que me la va a tener que sudar y alabar el registro colérico y chillón del tipejo al que le están amputando un testículo sin sedante. Si bien, es cierto, no hay fraseos a lo Ozzy ni letargos eternos a lo Dorrian, pero el desgañitarse cual ser con gastritis sediento de sangre se acopla a las composiciones como parte de ellas y no como la focalización de la idea, ya que no empapan la voz, saben exactamente en qué tramos, logrando que ni aturde ni aburre. Un instrumento más que no se dedica a echar estribillos al 2x1. 

Razón extra por la cual se debe de ingerir el producto por su entereza y no desmembrarlo como si fuese el nuevo de Belinda. Puesto que, hay tanto momentos álgidos: En Bajo/Batería, como el tramo inicial/medio de: “Solitude Last Stand” donde el Bajo embadurna su presencia succionando almas y las batacas (correctas) relucen; En la Guitarra: los solos, y junto al Bajo TODO el álbum drenando con una densidad atmósferica sin llegar a mantener eternamente una nota ni cambios de ritmos extravagantes, pero cuando surgen los cambios de ritmos (escuchése: “Solitude Last Stand”, “Black Sky”) o los demoledores pasos de mamut obeso al ritmo de una tortuga (escuchése: “Spider Queen” y “Moonlight Ritual”) llegan a deleitar a todo amante del género. Y, ¿El vocalista?, Solo falta imaginarse el estribillo más reiterante y asequible del disco, el cual dedica con unas bonicas palabricas al Conde Orlok en “Keeper of Coffin (Guardián del Ataúd)”:
“Orlok 
Keeper of the coffin 
Orlok 
The sunlight's fallen”
Es una delicia, no es un canto semejante al Sludge, pero en ocasiones hay cotas de salvajismo y demencia en ése exquisito registro durante todo el tracklist (escuhése: “Hellbound Hearth”) que hace una dualidad con la abrumadora sección rítmica que se arrastra perfectamente en la misma malevolencia.

En resumen: Un disco que costará a la novatada más pecosa y virginal, pero a cualquier dosis esto es una jodida obra de Stoner/Doom que logra no solo entretener, pese a sus extensos Riffs prolongados y su inusual vocalista, a cualquier pelagatos que dedique bien su tiempo, sino, engrandecer con esas aparentes falencias para hacerlas sus fortalezas como recurso de una embrionaria y yacente identidad que se erige en la escena actual mostrando ése desértico camino hacía la Montaña de Hierro.

No cabe duda, Éstos gringos vinieron a plantar bien su cosecha, vinieron, como dije, hablando fuerte y golpeando a la mesa sin temor que venga un viejo lobo de mar a dejarlo en su merecido puesto. Un irreverente que debuta sobresaliendo ya con su primer vástago. 

A chuparla, bien chupada!!!!






Nota: 8.3


Publicado por: Zdzislaw Beksinski


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