sábado, 23 de enero de 2021

Juan Bond - Womb [2021]





Raro pero cierto, emergiendo y sacándole el filo a la guarizama para estas fechas precoces del 2021.

Para todas esas noctámbulas cucas albinas que se deleitan y regodean en tragantes tan gediondos y difíciles de asimilar, como lo es el Mathcore (género más intrincado y enredado que un bejuco milenario), les presento a Juan Bond. Sí, nombre mierdero y chafa, pero antes de emitir el prejuicio diario, solventaremos la idea general del grupo más allá de su nombre y de su carátula del debutante disco de estudio: más feya que aguantar la diarrea en plena jornada laboral.

1 de enero de 2021, primerísima placa de estudio para los de Brooklyn: “Womb”. A lo grande, el primer día del año, para el primer disco de estudio. ¿Qué se puede hurgar en el demencial Mathcore a estas alturas? Y es que, es ineludible que nos asalten este tipo de cuestionamientos sobre la música o un género específico, sobre todo, al explorar, apreciar y entender su historia evolutiva en el transcurso del tiempo. Juan Bond no vienen a crear nada (ni averga lo crean): hay un TUFAZO a Dillinger Escape Plan (monarcas del género), estribillos a lo Metalcore sin tanto pegue, y escasez en verdaderos ganchos memorables. Ahora bien, el matiz de estos Juanchos pasa por otro rumbo y no es menos plausible.

Las primeras dos canciones nos develan el invento y el sonido, más no, toda la inventiva compositiva que apreciaremos al descorrer el cerrojo por completo. “Garbage Juice” y “Morbid Mortgage”: El caos no está expuesto al grado inhumano tipo Fawn Limbs o Frontierer; el enfoque del Metalcore está latente, como el recurso de las voces limpias casi siempre en el eje o centro de cada track para suavizar a los pipiolos del género. Y la fortaleza de la agrupación es que hilvanan las pistas con progresiones sutiles que nos llevan a una simbiosis entre la experimentación tenue con varianza de ritmos y tempos, y, los estribillos facilones efectivos agradables, pero sin gancho.

La voz de Logan DeFranco tanto en el enrabietado y áspero rango como en la pulcritud de un metalcore es: ni fu ni fa. No sobresale ni destaca, pero tampoco es tirado al perro. Cumple y se acopla bien tanto a los intrincados pasajes como a los blandengues momentos de estribillos facilones y aguados. El ejemplo perfecto está en: “Papa´s Got a Brand New Bed”. Si de algo estamos seguros es que esta banda simplona no es, pero por momentos nos cuestiona si su orientación queda a medias entre la soltura de las melodías metalcoreras o en la brutalidad pura con giros, cambios en los patrones rítmicos junto sus matices instrumentales que denotan cierto corte experimental. Y creo que precisamente ese es el matiz encontrado por la banda a su sonido hibrido: Obtener la facilidad del disfrute, mezclado con sus giros constantes que desarrollan la variedad.

Llegando a “About to Rob a Liquor Store”, nos topamos con la grisácea y lúgubre atmosfera embadurnada de cuotas prominentes del uso del violín, viola y demás arreglos que se adueñan de la pausada semi-balada a la que se apropia el batero y el cantante con un calmo estribillo recurrente hasta proseguir con un in crescendo instrumental y vocal donde se acoplan todos los elementos discretos que oíamos anteriormente, ahora hasta salpicar hasta su conclusión. La inventiva, el toque peculiar, la distinción o el ingenio que llegan a recurrir y a plasmar homogéneamente en todo “Womb”, es el uso natural del Violín y viola por parte de Kiho Yutaka. ¿Violín en un disco de mathcore? Pues sí, en todo el disco el violín se pasea y adhiere esa porción experimental que propicia que los tracks nunca se estanquen en la gravante simpleza sin gracia que lindan a caer.

Fundamentalmente en este tramo del disco, a cada escucha van ganando notoriedad los instrumentos y sus despliegues técnicos agregando solidez progresiva al Mathcore/Metalcore que Juan Bond nos insiste en verlos como un conjunto creativo y homogéneo que mezcla tanto la brutalidad, pesadez, técnica y locura de un Mathcore, unos espontáneos trazos melódicos bien manufacturados del Metalcore y su “rara avis”: el uso del violín, viola, clarinete, teclado, arreglos y sonoridades cercanas a la música experimental, que abonan exponencialmente al dinamismo compositivo. 

Asimismo, con la canción homónima, continúan con ese halo de rareza en una instrumental a la que se explayan los instrumentos y desglosan su buena ejecución, a tal grado que enriquecen los segmentos del track a un punto que no llegan al tedio o aburrimiento. No obstante, el “Gran Pero” es la necesidad estúpida de la banda de atiborrarnos con un imbécil hablando por megáfono que estorba toda la excelente vorágine de guitarras, violín y principalmente: Vicente Hansen a la bataca; demencial éste último para cada golpe, cambio de ritmo, velocidad y técnica, alucinante el cuate en todo el álbum.

Es conveniente recalcar que con “Bat” en su locomoción hardcorera junto a “Bombed” donde el apartado instrumental destaca sobre la planicie vocal, no agregan mucho al potencial que pueden explotar y recalcan más la carencia creativa al abordar todo el álbum en fuego y sombras: homogeneidad e identidad, y por el otro lado de la moneda, lo contrario con el empleo de suavizar la complejidad o la estructura, al fácil manejo de la melodía intrascendente del vocalista o fraguando en demasía, pasajes calmos para ablandar las ráfagas y denotando la búsqueda hacia la accesibilidad pero decayendo. 

Debut que concluye con “Water Waiter”, ejemplo de lo que tuvo que ser TODO EL DISCO y NO FUE. Acá sacan todo el potencial y conglomeran todo lo anteriormente escuchado: vertiginosos ritmos intrincados con reminiscencias a Dillinger, pasando por parajes y melodías con una fluidez descomunal, una soberbia instrumentalización que si me detengo acá no pararía. Variopinta composición que pasa de un solo de violín, Riffs tremebundos (primera ocasión en que la guitarra cercena bestialmente a placer), gritos ásperos, canto limpio excelentemente acoplado, la batería como un pulpo a los ritmos y quiebres, las transiciones y giros, y un tramo apabullante. En definitiva, una ensalada que reúne todo el armazón, todos los elementos confluyendo al nivel que debieron de realizar en todo el disco. Rola Redonda, sin más.

Lo mejor de "Womb": la violinista y el baterista: M-A-G-I-S-T-R-A-L-E-S. Kiho al violín abona atmósfera, rareza y su tono se acopla perfectamente. Vicente a la bataca, a mi gusto, lo mejor del disco: desborda evidentemente a sus compas, y reluce como una joya en cada segmento que descose su técnica. 

Disco interesante, digno de estudio de posible avance musical en el futuro de Juan Bond, en general han pisado fuerte y con una inventiva que parece que están puliendo. Proponen una idea que no ha sido explotada aún, pero pese a eso, ya han encontrado un rumbo y una identidad, y eso, es totalmente plausible. Podamos, o dormirnos desde el tercer track hasta el penúltimo, o podemos apreciar el latente ingenio no explorado del todo. Esclarece que el Mathcore no solo es disonancia puerca y puedes vislumbrarse inventos como este “Womb” que recoge de sonoridades y recursos atípicos, inteligentemente y no desentonan con el núcleo musical. 



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Nota: 6.0


Publicado por: Zdzislaw Beksinski



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