Stravinsky fue un compositor
y director de orquesta ruso, murió a los 88 años en Nueva York en 1971, su
existencia entre el siglo XlX y XX hizo que Igor se permeara de diferentes
estilos musicales acorde con su ideología cosmopolita y progresiva, de la cuál
compendio entre 3 principales periodos: Primitivo, Neoclásico y Serialista.
Petrushka fue escrita entre el tramo, que posteriormente fue llamado Ruso (Primitivo)
éste basándose en los antiquísimas leyendas folclóricas de la longeva y
rupestre Rusia a principios del siglo XX.
Petrushka fue un
Ballet que contaba de 4 actos con coreografía y música de Stravinsky principalmente
con libreto de éste mismo y de Alexandre Benois, que es catalogado como uno de
los máximos artífices del ballet ruso contemporáneo. Bonois llevó acabo los
vestuarios del Ballet Petrushka; como dirían por mi barrio, se juntó la Cream
de la Cream para crear este proyecto.
Pero si creyeron que
los estrategas y principales figuras del ballet fueron únicamente estos dos,
que mal estábamos. La interpretaciones dancísticas de los principales
personajes se llevan acabo (En el caso sí alguno de nosotros hubiese visto la
función) por el incólume e inmaculado, soberbio y virtuoso “Vaslav Nijinsky”
junto con la pionera del mismo arte de girar “Tamara Karsávina”. Señores, como
quisiera haber visto a estos sujetos, no sólo por su renombre, pero sí por sus
piruetas esbelticas que hasta el día de hoy se siguen utilizando.
Antes de iniciar,
como preludio contar al más entendido lector sobre que trataba la obra.
Petrushka, como bien mencione antes, Ballet con ígneos artistas y mentes, fue basada en una leyenda pagana
rusa sobre un titiritero que mostraba a 3 de sus títeres en un circo local. Él aseguraba,
alas personas que iban a contemplar su Show, que estos títeres no eran unos
muñecos nada más, tenían vida y gozaban de movimiento así como los humanos,
sólo que eran más pequeño y con un objetivo; “danzar” conformados por la Bella Princesa (Karsávina), El Moro de cimitarra (Alexandr
Orlov) y Petrushka, un marinero grotesco que no sabia bailar (Nijinsky)
La historia se
desenvuelve por los ofuscados celos de Petrushka hacía el Moro, ya que éste y
la Princesa eran amantes y los dos bailaban como unos ingenieros del arte de la
danza moderna. La su desgracia la princesa rechazaba al feo marino, ya que sus
movimientos bruscos y torpes le impedían bailar con ella. Petrushka se quejaba
de ser una criatura nauseabunda y de deleznable baile, encolerizándose tanto
con el Moro se lanza hacia éste, pero el Moro enojado de las pretensiones del Marín
termina por matarlo con su cimitarra, atravesándole el pecho y dejándolo a
descubierto con las personas que esperaban el acto del titiritero y sus “muñecos
reales” Después que éste último convence a sus espectadores de que en realidad
eran simple muñecos y que todo había sido planeado, para su desgracia no era
así; los títeres eran reales.
Al final de la obra,
el espíritu de Petrushka aparece encima del teatrín del dueño de los títeres, y
enfurecido le dice a éste: “Tú me has hecho un ser abominable, un ser que no
podía bailar y por eso mi fealdad te seguirá toda tu vida. Ahora, el amor que
sentía hacia la princesa obnubilada hace que baile perfectamente, mira! JA JA
JA” Cierras con unas tronantes y espantosas risas malévolas. Genial, ¿no?
Y con esta idea
abstracta (Bueno si tienen un librito de cuentos sí se contextualizara mejor en
sus mentes) podemos situar la música de Petrushka, O sea de Stravinsky, no del
marinero que quede claro. Esas partes conturbas y torbellinos eufóricos de pianos
estruendosos y violines a un galope espectral hacen que las escenas del
marinero luchando por el amor no correspondido de la princesa se vuelvan
encajadas y acartonadas en nuestra idea del cuento a carácter medieval.
Algunas tubas y
tambores haciendo el aspecto tétrico y saltón de la historia, con esas
bitonalidades que caracterizaron el compositor ruso. Hay excelentes melodías,
como bien consta su época clásica; es más habremos de saber como fueron esas
incursiones futuristas de las que tanto se hablaron en su cenit, su periodo astral,
de la “Música Serial y dodecafónica” ritmos cambiantes y chirriantes que nos
focalizan en una persecución, en un altivo gesto, en una danza virtuosa y
descollante, como en un triste esbozo de agonía amorosa.
La obra tuvo que ser
tocada con una infinidad de músicos, su cantidad la desconozco, pero por ahí
está que fue una de las aperturas que más necesitó de elementos en distintas aéreas
e instrumentos para lograr plasmara toda esa sensación empática de inmóviles
frente a lo que se llevaba a cabo en ese momento. El piano hace un soporte
excelente con los pasajes más apacibles y a lontananza de las fluctuaciones y
cambios temporales en tonos altos, suaves, despaciosos y comestibles en su
plenitud. Es música que suena cristalina, pura y mansa.
Por momentos se
escuchan personas tosiendo, me ingenió que la obra fue grabada por alguna sinfónica
más contemporánea, pero claro digitalizando los valores de la música de
Stravinsky. No vayan a creer que son los gordos que tocan flautas parados haciéndose
los imbéciles y rascándose disimuladamente los genitales. Para nada. Se oyen
músicos profesionales, no es trabajo de patanes con instrumentos nada más. Una
de las partes que más beneplácito me causa es su entrada incial, o su Escena 1
(Primer Track) seguido de “Russian Dance” (Segundo Track) que conmueven al
oyente con esas aligeradas y tocatas esfumadas y serviciales.
Aquí se da la polifonía tan hablada de
Stravinsky, una pared de tambores, violines, tubas, pianos, clarinetes (Creo)
contrabajos y demás parafernalia, que van haciendo que los personajes tomen
vida en una escala cromática y rica en su música vertiginosa y zigzagueante;
algo camaleonistica si prefieren. En la “Escena
2, Rooms Petrushka” (Tercera canción) oímos de nuevo esas cabalgatas y tenaces
capacidades de la compleja estructura, sin perder lo ameno y canturrio, que
Stravinsky componía (Tocados, claro, por una muy competente Orquesta)
Saben, lo que le
queda justo a este ballet, una de esas clásicas y morbosas películas anticuadas
y mudas, enalbardando, claro, todos los elementos del ballet y la historia en
su más orgánica desenvoltura, para ser vista con la mayor contemplación: ver la
sigilosa aventura romántica y dramática envilecida por el vigor del moro, la
astucia y nobleza de la princesa y la pobre y trágica desventura del marinero.
Vaya que me ha fascinado el cuento, la música también, pero me gusta como adorno,
no se me vaya a parar de su silla señor Igor.
Bueno, muchachotes,
no hace falta que les indique que pinchen el botón de abajo, el que dice
claramente Descargar, porque sin duda, si son amantes de deleitables y cálidas obras
musicales sabrán apreciar este trabajo. Pero, si no les llama la atención la
música clasicona, aunque está más contem… de seguro que el master ruso les dará
una sensación diferente y hogareña. Escuchemos un poquito más…. Ah, Qué Rico...
Grábenmelas en la frente tallada a mano, por favor.
Nota: Un loco 7.9 así como bucéfalo
y su sombra, así de loca está la cosa.
Publicado
Por: Albert Spaggiari
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