The Paul Butterfield
Blues Band es un grupo de Blues Rock multirracial de Chicago de 1964
conformados por Paul Butterfield en la voz y armónica, Elvin Bishop y Mike
Bloomfield en las guitarras eléctricas, Sam Lay en la batería, Jerome Arnold en
el Bajo y finalmente Mark Naftalin como músico de sesión, en mano del órgano y
teclados.
Cuando se habla de
Blues de Blancos, nos remite directamente hasta nombres como: Alexis Korner,
John Mayall y este Paul. Si sacudimos un poco, vemos varias cosas, una de ellas
es que nos entornamos en la época en que Inglaterra vendría con varios
exponentes, el primero que rescata mi mente es a Mayall y los Suyos, entre
ellos estaba un prematuro Clapton en las filas del blues británico. La coincidencia
y lo similar con el grupo de Paul, es que ambos sacan material de 1965. El
siguiente punto, es que en esos tiempos los primates albinos querían ser negros
y versionaban canciones de sus ídolos, caso Stones y muchos más.
Paul un chico
influenciado del Folk, aprendiendo la flauta traversa, se desvía al camino del
Blues tocando la armónica a los 16 años participando en clubes de Chicago,
llegando incluso a participar en el escenario con Howlin Wolf, Little Walter y
Otis Rush. El comienzo de este debut, es cuando un amigo de Paul Rothchild (productor
de The Doors, para el sello Elektra) le sugiere que viaje directito a Chicago
para ver a la que él consideraba “La Mejor Banda del Blues del Mundo”,
enseguida empaca Rothchild y viaja hacía la nación en donde estaban ubicados
los miembros de la Butterfield Band, pero la misma noche en que los conoció,
vio a otro sujetillo, ese era Mike Bloomfield un guitarrista que derrochaba una
ejecución como un héroe de la guitarra. Sin más y menos, el muy astuto
productor une al grupo a Bloomfield y al teclista Naftalin para grabar y fichar
el contrato.
Finalmente fueron 6
miembros que participaron en el material homónimo (ya antes dichos sus nombres)
y tres veces se tuvo que grabar para que según PB estuviese adecuado el sonido
y la producción. Una vez terminado y lanzado el vinyl sesentero. Podremos descargarlo
y vemos adentro, ¿Qué hay?, 11 temas, de los cuales en su mayoría eran
versiones de artistas como Muddy Waters, Little Walter, Elmore James, Junior
Parker y otros. Pero el asuntillo de cómo esta la mecha no es exactamente eso,
más bien de cómo las ejecutarían.
Hay algo en este
disquete que hace cosquillas, esa levantón y fuerza que le dan a los temas, ese
Rock And Roll venoso con el Blues más puro y directo de Chicago. Y si Reino
Unido provenía de una ola de Blues, tendrían que tener una escuela diferente de
recepciones musicales y eso lo tiene bien aprendido Butterfield al nacer en la
ciudad de sus amores influencias. Gracias en parte al sonido que emergían
ellos, trascendían y daban un paso grande y eso, no es por decirlo nada más. Se
demuestra en las ingeniosas técnicas en la armónica que desenvuelve la herencia
Walter con un toque propio, una versatilidad y carisma, sugerir ver en vivo al
tipejo, en los tracks toca al revés el instrumento, con diferentes ángulos en
sonidos al unir el micrófono con el maderín-viento, produciendo diversos
efectos según las posiciones que ejecute y eso que amplia que el oyente le
interese, cuando suena ese viento colado con mucha carrera y dureza.
No todo es una
armónica loca, aunque se puede ver tan importante como las voces, pero falta el
componente maestro y ese no es el rango del líder, que ya de por sí, se nota
que canta con entusiasmo y sin necesidad de copiar la esencia de un artista,
sino de aclamar y alborotar el Blues con tonos agresivos y de mucho swing. Como
decía, el otro que empapa dulzuras, es Bloomfield con la electricidad en sus
feas uñas al mover el Rock en las cuerdas, dando un sonido pulido, limpio y de
mucha técnica y sabrosura a la hora de combatir con el rítmico Elvin Bishop haciendo
un combo guitarresco de mucha soltura y energía.
El Bajo con Arnold
que enchufa y engruese el ambiente, aclamando un Blues muy al estilo clásico con
líneas extrovertidas y formales, pero no fuera lo mismo sin Sam Lay en las
percusiones. En las meras batacas, en las que hace una dupla de ritmos
pegadizos y animados, dando una escuela Moon, a la chispa blusera. Sin duda
alguna un buen pack, que además de estar con Howlin en años anteriores,
aprendieron una cosa, esa es: La lección de cómo ser más dinámico y alegre
aunque no se le favorezca la atención debida.
En las composiciones
y en las pistas podemos apreciar un alma de sentimiento que rodea a todos los
miembros para acelerar su imaginación y darle una mordedura al pan duro y
hacerlo crujiente y a la vez blando. Aires ricos a olor a The Doors con un órgano
que introduce la capacidad de tonadas armoniosas al conjunto y hasta con una
creatividad hermosa en versionar las originals, incluso podría decir que le dan
la salsa que necesitaba el autor de cada una e incluso llegar en momentos, en
que parece que suena mejor. ¿Porque será? Simple señoritas, está bien cargadito
de movimientos salvajes a la obra y eso para el que acostumbra la violencia con
el blues, puede empezar desde aquí, porque la banda de Paul logra enfatizar
esas dos corrientes con el sonido propio de Chicago y eso, sin dudas amigos, es
sinónimo de calidad.
Derrochan y aclaman
su pasión y eso sin duda queda marcado en los temas, denle al click y verás el
orden que modula bien cada track y que a cada uno se le puede oír la presencia
de que se esta haciendo con toda la necesidad de echarnos de la casa y
bombardear un magnifico plan. “Born in Chicago”, “Nacido en Chicago”, Solo
mirar el tema te dan ganas de reproducir semejante armónica y guitarra que se
envuelven del aura que crea Butterfield y sus compatriotas. Y la cosa no solo
se pone fusiosa, a la vez se empaca los motores y brinda el baile con mucha
variedad de melodías y el toque picaresco a la mataron del volumen y el sonido
que ellos están disparando.
Por otro rumbo esta
el baterista en las vocales en “I Got My Mojo Working” superada por el pulpo
Lay y su grueso rango que simula al mismo Muddy, pero con el apoyo de su
pelotón coreando con él y dando un poco más de arranque y un collage perfecto
para el álbum que contiene temas de alta manufactura que elevan el éxtasis y la
adrenalina con pistas como: “Shake You Money-Maker”, “Look Over Yonders Wall” y las antes escritas. Crack de
artistas tenemos ante nosotros. Siguiendo con el derrame de chocolate, tenemos también
dos instrumentales que abarcan desde solos agudísimos hasta un bajo que golpea
sin sonar casi nada, tenemos una hermandad de estupendos miembros que exponen
sus habilidades más maniobraticas ante nuestras feas orejas de indios y tímpanos
de bebeleche. Y esta vez me rehusó a contarles la orgia musical que tuvieron
los instrumentos con “Thank You Mr. Poobah” y “Screamin”.
El Lado más al genero
practicante y más melancólico esta en “Blues With A Feeling”, “Our Love Is Drifting”,
“Mystery Train” y “Last Night”. En totalidad el tracklist esta bien equiparado
en cuestión de orden, para degustar mejor el paladar. Pero que de variedad, hay
en donde los bigotes de gato crecen por la nuca y se pone peludón con estas armonías,
dando a todo poder el órgano y los teclados en acción, donde Naftalin, aunque
no sea miembro fijo, es crucial para el material y fundamental, no solo es él,
son todos.
Trabajo más que
decente, muy recomendable y con mucha originalidad encima, que aunque la mayoría
de las canciones no son originales le dan vida y otro color al material, es
como si este elemento fuera el propulsor para la dinámica juguetona y blusera,
con muchos cortes lentos, pero que terminan por meterle Nitro al asunto e introducir
una jeringa de electricidad a todo el rollo, no me queda más que decir que si
no te lo descargas y andas alabando el sonido negro, intenta a probar el lado
cremoso del chocolate con esta homónima placa de los gringos blancos que quieren
darle una patada directa a la escena inglesa.
Nota: Un 9.0 Para el Auto-titulado que te quiere titular el feo ano de duende que tienes.
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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