Remontemos hace una
vaticinada de años atrás, exactamente unos años después de la Postguerra cuando
Chester Arthur Burnnett, mejor conocido como Howlin´ Wolf (Lobo Aullador),
después de trabajar incontables años en una fabrica de algodón, se animaría a
formar una pequeña banda, recordando al llameante meollo del blues de Chicago (Ya
que Wolf había emigrado de allí) con las probabilidades escasas y con un
aventura incierta y difícil.
Wolf recibe el nombre
debido a la longeva historia de su abuelo, éste asustando al pequeño Howlin,
cuando le contaba que los lobos bajarían de la montaña, con esos desaforados
aullidos y sería presa de los feroces animales sí el pequeño se portara mal. También
muchas leyendas aledañas con los sucesos de lobos merodeando por esa parte de
Chicago. Sus padres se separan, la inconforme madre religiosa lo echa de la
casa a los 13 años, ya que el blues se consideraba, como tantos perjurios han
pasado sobre tantos géneros, como musical del diablo. Después de encontrar
apoyo en su padre, Wolf comienza su carrera allá por los años 48s.
Muy bien, entonces, ¿Qué
tenemos aquí? Moarnin in the moonlight, trabajo de finales de los 50s con la
propagación clásica del género y de un movimiento, que aparte de contener
cifras desmedidas de tristeza, aportaba una edulcorante armonía con los
berridos, aullidos y alardes de Wolf en plena edificación del sonido Blusero. Aparte
de la gran figura que ostentaba nuestro hombre lobo, su estatura cerca de 1.98,
sin duda que fue y marcó gran personalidad entre los coetáneos y fanáticos del
estilo. Hoy es conocido por ser uno de los armonistas influyentes en el sentido
vocal-virtuoso y crear una barrera invisible entre crudeza y sentimiento de la
mano.
Pero, hablemos un poquitín
más de su sonido. Este blues que nos presenta Wolf y compañía, está cargado,
como bien mandan los astros, de tempos lentos y monótonos en su mayoría, con
incrustaciones y prestaciones de la harmónica en un papel relevante y de peso
gordo. No está de más decir que 97% de bandas de Blues, Blues-Rock,
Delta/Blues, utilizarían ya antes este recurso hasta al extenuación, a veces
cambiando con violines y en excepciones de teclados; aunque sin duda, esto
sería más de Gente que trabajó cercanos en el Swing, caso que no corresponde
con Howlin.
Teclados a la vieja
usanza, a lo imperioso y pletórico de los vestigios de Ray charles, y pequeños
bajos que se van deslizando a medida que la aurora se va contaminando de la
mala vibra de Wolf, la pestilencia de unas guitarras con Slide hasta el
hartazgo, crepitantes y cadenciosas percusiones apenados y acongojantes. Lleno de
unas repentinas protuberancias armónicas, tónicas y llenas de un grado diluido
de feeling de sincero expresar y de cuando en cuando una voltereta en el aire
con esos respiros roncos. Algunos solos de guitarra semi-distorisonados y
chasqueantes.
Tenemos himnos casi
indiscutibles cuando le pegamos el repasón al disco, porque a pesar de ser un
álbum con un carácter simple, sencillo e idílico, cuanta con una sensación
desbordante de buena música y artificiosa malicia innata de Wolf al recitar, cantar, entre silbar y susurrar de
vez en cuando.
Canciones como: “How
Many More Years” nos recuerda a esa música que creció entre los esclavos,
heredados de una vena gruesa y africana, de grandes cambios sociales,
culturales y políticos, y ni hablar de inmensa y voraz influencia general en la
música. Pero, lo que hace escuchar reluciente, brillante y propensa a How Many
More Years es esa llamada vs respuesta de la tan entabla y discutida algarabía entre
los acervos, y a veces, infames del blues.
“Smokestack
Lightnning” es donde el hombre lobo demuestra la gran variedad en sus tonos y
su especial sintonía con los aullidos de esos temores de la infancia. Tiempo aventajado
y poco abrumador. Y señores, para no
tocar todo el repertorio, sólo especificar una rolita más: “Evil” aquí sí nos
topamos a un lobo enojado, colérico y en su vorágine, rasgando a toda mecha
esas infernales resonancias que suenan con gran truculencia. Me gusta tanto. Ese
sólo de harmónica es imperdonable perdérselo. Por algo el blues y Johnson
fueron tachados de diávolos y criaturas luciferinas.
Y chéquense esa
portadota, lobito con una luna más brillante que el sol, llamándose a los
colegas para la hora de la cena: entre dientes o patas traman comerse a más de
algún despanzurrado tonto pibito que sólo tiene que ir a dejar unas botas
negras a la casa vecina. En fin, disco remolón, chubascoso y delirante: apto
para estar relajadón, pasmadón y bien tirado a la hamaca con los pies desnudo y
dos que tres insectos, de esos que son más feos que los pelos del baño,
caminando por el piso seco y polvoso del campo, mientras los vemos merodear la
paja, la techumbre y la vida rea y férrea. ¡Bajárselo o bajarse la falda y/o pantalones!
Nota: 7.3
pero, echadle una bostezada y te lo comes en un santiamén
Publicado Por: Albert Spaggiari
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