La comidita ya esta
bien servida!!!
Marion Jacobs, mejor
conocido por Little Walter, fue un armonicista, cantante y guitarrista de Blues.
Nacido el 1 de Mayo en la Luisiana de 1930, en pocas palabras en U.S.A. Además
de atribuirle como una de las principales figuras en construir el Chicago
Blues.
La Gringolandia logra
y saca la panza llena de pelos, pelos robustos y enrollados. De los cuales casi
todo el mundo acostumbra ver y que mucho se parten la espalda por lamerlos.
Allá por los años de los años, antes de que los alienígenas pusieran las cuerdas
de acero, en una época remota, en que sudaban las influencias de muchos en la
actualidad, de la que casi todo el mundo habla y nadie le da el botón “ON” a
sus sucias orejotas de troll para ponerle atención. Sí, mi señor, hablo del
buen carbón del Blues.
Un joven músico problemático
que toca su armónica entre los 8 o 12 años en las calles, llegando hasta
Chicago, se lleva la sorpresa de su vida cuando se encuentra unos Bluesmen de
Talla; Sonny Boy Williamson II, Sunnyland Slim y Robert Lockwood Jr. De esta
manera, Walter a su temprana edad de 15 años, logra desarrollar y lustrar una
habilidad con la armónica en 1945.
El estrellato de su
trayectoria seria a finales de la década 40, afilando sus dientes en compañía del
grupo de Muddy Waters, que muchos en la actualidad la mencionan como “La mejor agrupación
del Blues” (Mayor información, investigar los implicados de Walter),
permaneciendo hasta 1952, la fecha en que su Single: “Juke” rompe el cielo y
hace voltear las miradas a un tipejo joven que proyecta su carrera solista. Pero
que nunca pudo grabar un material de larga duración. Solamente sencillos
alrededor de la época, debido a su corta vida y poca confianza que tenían las discográficas.
Cheker Records, así
como lo ven, la mítica disquera que echo a brillar las escenas Jazzisticas,
Funkeras, Bluseras y todo el fruto que crecía en esos tiempos. La misma que no
dio para el “Pequeño Walter” un disquete. Esa que afortunadamente saco con
guante de oro las canciones compuestas, un año más tarde de la muerte del
armonicista.
Esa recopilación de
15 tracks se lanzo en 1969 (si no es así, pues...Tome información adulterada),
Titulillo con olor a juego de palabras que le hacen homenaje a la actitud y personalidad que
tenía; “Hate To See You Go”, “Odio que te Vayas”. Sin tanto pedo y sin tanto
guacamole que moler, les escupiré el recopilado.
Guitarra, Piano, Bajo,
Batería y el redondo: La Armónica. Esos son los componentes que trae el full y
que no tengo ni idea de los miembros de apoyo por ser de distintos añotes. Pero
sin tanto B.B King que se mire por telescopio o por el “Pequeño Richard” del
Rock And Roll, se les ha ido por la factura, otro pequeñín. Anoten con plumilla:
LITTLE WALTER y en mayúsculas hijos de puta.
En él, las tres facetas
compositivas hacen cargo, para parir un Blues corto, sin molestia y de mucha
carga eléctrica. En cada segmento se sudan gotas gordas de aceitosa voz con el
tono que mezcla y bate los fraseos cortos que suspiran sentimientos de dolor y
que llevan en sí una sobrecargada melodía que hace rimar y terminar con
excelencia los tempos lentos que procrean de sostén la batería y el Bajo, dando
una rítmica que sigue las riendas vocales.
¿Que es lo impresionante?
Directo y enchufado, a los 25 años de gloria absoluta de lo que vendría siendo
la envidia de todo dientudo que compre una armónica, llevándolo así hasta este
sujeto. Las notas, las improvisaciones, la habilidad, la destreza y esa energía
de crear composiciones inigualables a esos haberes, hizo que Jacobs déjese de
llamarse de ese modo, hizo una revolución total en un instrumento que él eligió
experimentar más a fondo. En pocas palabras y poniéndose fanático, diría que el
Pequeño es con la armónica, lo que es Hendrix con la guitarra. Entendieron
Cejudos?
Voces despreocupadas
de comienzo, pianos y teclados a la vez, una balanza de bajillo duro y blando
agarrado de la mano del baquetero, unas cuerdas agudas y finas de guitarra del
mismo autor vocal y repleto de solos e instrumentaciones de gran balance y de técnica
del instrumento de viento-madera, ese que hace ver una tuba como un triangulo
en un despegue de la NASA, ese que aborda la amplitud que puede causar una
guitarra, ese lleno de versatilidad y alma que adorna las letras de las cuerdas
de Marion, que expiran por su boca un ambiente y una serenidad en lo que hace.
Las tres habilidades
que puede causar el jovencillo son una ficha bien colocada en cada pista, sin
aburrirte y sin pretextos, en menos de 3 minutos amplifica el viento que sopla
como un elefante esquizofrénico, una guitarra que alterna los sonidos y la
vocal cómodamente terrenal a la utilización de practicas 100% Bluseras. De eso,
el infravalorado Walter saca jugo con pulpa creativa y de soporte a las
secciones rítmicas y a los coros.
Un semejante como
este, no lo vas a ver muchas veces y eso sin mencionar los elogios de sus
amigos, premios que tuvo, anécdotas y toda esa clase de alabanza de sobra,
aparte de la antes escrita. El tipo y su mente a otro mundo, expreso al pie de
la letra en cada línea que termine en “Baby” con una mayor parte en solos en
cada canción y volver a una formula hecha sin adornar 10 minutos de magia, y
bla, bla, bla. No, sencillo, crudo y hasta bailable con toda la emoción de
hacer algo suyo y sentirlo.
Prometedor hasta en
las calcetas del Buda y eso ni que se diga del material que pudo hacer y nos
hacemos la ilusión con este componente de 15 canciones de derivadas experiencias
de cambiantes ritmos lentos y sujetos a la movilidad de agitar la Coca-Cola con
el pie lleno de arena y que no hace falta redundar y proclamar la descarga a
Little Walter. Un As de la armónica y del Blues.
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