¡Qué tranzas pues,
mis camarones! Hoy se cae desde el pórtico un pequeñón disco que tenía por ahí
guardadín con ganas de meterle dientes hasta la medula y sacarle un poquito de
todo. Ya, como en este especial de jazz rico y sabroso para los más barrigones,
les avecino un rechupete de Ornette Coleman: Visionario del nuevo movimiento
Free Jazz, que vería luz en la década de los 60s (Qué tiene de nuevo… váyase al
40 años para saber quién apesta a muerto, hijo) pero nuestro utópico y
desenfrenado barbitas nos entrega algo, que para los más puristas y ortodoxos
en el estudio clásico y contemporáneo del jazz, podría llamarse y nominarse
como uno de los primeros discos de Free Jazz.
Ornette Coleman tuvo
un periodo cruel e injusto, pasando por trabajos como ascensorista, cabriola y
trapo sucio de algún hotel mugriento de 2 estrellas, tal vez. Pero siempre con
libros de música a la mano para echarle una ojeada, a lo que posteriormente
sería una pasión, tal como jugar golf o comer papitas enchiladas; componer
música, y vaya qué música, mis perrines. Inspirado en Charlie Parker, pero con
su permiso comiéndole la cabecilla, las patas y el nombre. Coleman, robusto y
despreocupado, siempre mantuvo desde muy pequeño, en sus pequeñas clases, una
actitud holgazana y poco metodista.
Tal vez, el carácter del
sujeto fue factor importante para comprender brecha y todo lo que lo compone. Apoltronado
a observar a los grandes del Jazz de ese tiempo y a mantener la mirada temple y
callar cuando los adultos estaban hablando de cómo hacer música. Ah, joven descarriado,
de pocos amigos, que lo único que le importaba era estallar su Saxo y Trompeta.
Esto le ayudo a conservar una gran entereza en el camino y óptica hacía su “Jazz”
y nombrarlo “Free” ya queda en absurdísimos para aquiescencias, cataduras y
cervales miradas de los más “experimentados” Odiado y amado por el estilo tan
libertino e inverosímil de su música, patrón del laconismo desobediente y pavo real de la odisea y espontaneidad.
¿Qué pelambres nos
presenta don Onette Coleman aquí? Año 1958, antes ¿De dónde viene esa
influencia para construir rieles pétreos e intragables, movimientos acuosos y a
la buena de Dios? Por favor preséntese el virolo de John Coltrane, 1 año antes
(1957) y destetándose de las leyes y la norma paradigmática. Señores, un pequeño
paréntesis, corchete o llave, lo que gusten. ¿Cuántas veces, cuántos nombres y
en cuantas y en repetidas ocasiones no sea impuesto una regla para los músicos,
para encasillar su arte y su estilo en géneros lineales, en tremendos y
horizontales pilones de piedra inamovible?... irrisiblemente, muchas y seguirán
hasta el final de nuestros días o de nuestros oídos.
Me encanta ver gente díscola,
aventajada, iconoclasta y rebeldes sin causa, de ellos será el infierno, el
inferno donde muchos van y donde pocos se preguntan porqué. En fin, sigamos anchándole
flores al Ornette en otra ocasión, pero dejando fuera todas las guarradas, éste
señor se merece todo el respeto por romper con la norma y las leyes (Breaking
The Law… ) Ornette no sigue el mismo camino del Jazz convencional, de aquella y
de esta época.
Prosiguiendo con su
sonido. Señores, tenemos un disco muy poco cocinado, algo despeinado y sin aceite
para moverlo en la cacerola con tranquilidad y pasibilidad. Tenemos que sentir
esas reverberaciones que van estallando en una serie de retahílas ricas en
improvisaciones, litúrgicos y descompuestos cambios atonales y pocas veces armónicos
ritmos. Trompetas logradas, saxofón enfurecido y errabundo que camina descalzo
por la tierra fría y sin paradero, sin destino, con la mirada tapada por un
velo blanco y sin quererse desamarrar en lo mínimo. El consomé está diseminado
en pianos, percusiones que van hormigueando, dando pequeño pasitos en platillos
y tarolas, creando el efecto de acabose y marginal estridencia.
Un sonido muy etéreo
que vapulea tirando cemento y embates de acero solido, destripando sólo la poca
pericia del oyente y aburriendo al aburrido. Pero, a pesar del azaroso destino
de las canciones, tenemos un repertorio concreto y más palmado. A diferencia del
señorito coltrane, Coleman posiblemente juega con su saxofón y trompeta, de
manera pueril, pero conservando una supina sapiencia e innatos interludios creativos
y desenfundados en locura mayestática.
Resquebrajando esa línea
invisible entre el ecuánime tecnicismo y quimérico feeling, acercándose mucho a
ese camino escabroso, que pocos han logrado rebasar como el carrito de Yoshi en
Mario Kart; así, metiéndole botón, pedales y huevos. Otra cosa muy destacable,
del emporio instrumental, es como los pianos pasan a tercer plano y la batería,
con unos deliberados retazos, llega a ser un eslabón incipiente con mirada
gacha y ojos lacrimógenos. Parece ser que el hombre de viento manda y con una
severidad verosímil, aunque guiándonos por el carácter del dicharachero, será
infantilismo acertado y no disciplinario: carcajadas y pasándoselas de
amiguetes.
Me inclino por pensar
que “la improvisación” es más que un juego, algo extremadamente complaciente
para el creador y totalmente lúdico para nuestros oídos, pero serio y valido
para los que nos tomamos al pie de la letra la música. Un arquetipo, y quizás
paradoja en ostinato, sería el sistema de composición: introducciones fieles,
seguidas de crucigramas indescifrables y enredadas cuerdas, sogas y cintas en
un nudo gordiano, posteriormente volvemos a las primeras fieles y diáfanas introducciones
que nos hicieron tararear. El estilo ígneo se estaba creando, a partir de una
soltura y perfiladas ideas en pedirse esfuerzo y propuesta; no dejándome mentir,
no todo le sale de estirpe pura, azula y notabilísima, aunque esfuerzo y manos
se engrasaron y vaya que han de haber quedado sucias.
La ejecución, así
como la composición y la calidad son genuinas, y esto eleva el nivel, sea técnico,
neutral o sentimental de cualquier álbum, añadiéndole la vultuosidad y el orden
cronológico, académicamente histórico y renovador para el Jazz. Pero combatiendo todos estos aspectos, con el
sencillo me gusta o no me gusta, el anterior queda muy, muy desgonzado. Así que
Ustedes sean jueces y dueños de su opinión, yo sólo expreso una vivencia
musical. Pero no armen un motín antes de las fuertes mareas, aunque tomen ese
fuelle de su fusil y clávenlo en sus espaldas de merinos en entrenamiento,
porque para aquellos que quieren una polveada y repasón ala ligera ahí se los
aviento, con carnita, cebollas, chile verde y papas mal fritas.
Nuestra depilación
gustativa empieza con tres temitas: “Invisible” (No el adjetivo ni mucho menos
la banda), The Blessing, Jayne que serían nuestro primer montículo de asfalto. Éstas
cargadas de simpatía y relumbrones en Saxo inherentes a la fiesta y semánticos pianos
endebles, con una fuerza rítmica como en su única y total parte; “Chippie”, “The
Disguise” y “Angel voice” aceleran el paso y el picor se acrecienta y se
presenta mudo y danzante con ganas de crear revoltijos y tratando de crear
desmesura y fervientes espacios esporádicos…
otra vez, que venga y caiga lo que se presente; “Alpha”, “When Wild The Blues
Leave” y “The Sphinx” amortajan el sonido ya antes descrito y comprimen el
introspectivo blues que el álbum guardaba en sus entrañas.
Para ir concluyendo:
a parte de los tiempos entre medios y rápidos, lo que sería para reflexionar es
el grano con que se muele y la ventaja que saca el empapelado a la hora de
referenciarlo, quizá sería ineludible colocarlo entre un disco fundamental para
la creación de la vanguardia Jazzistica. Y ahora, por último como de costumbre,
la portadita. Huele a mierda. No sé para que explicamos algo sin mucho sentido,
ya que el Coleman con un saxofón entubado a la boca y un trasfondo blanco aburrido,
nada en especial.
Ya se dijo mucho y se
agrego demás, así que mis colegas y mis cucarachas, ya saben que hacer cuando
estén solos/as, pínchense el botoncito que dice descargar y bájenselo de una
puta vez, a lo mejor se llevan una bofetada salida del guante de Darth Vader, o
quién sabe, un Sablazo en la nuca o un disparo en las cervicales… por mi parte,
haría todo lo imposible para propinarles las 3 Opciones.
Nota: 8.5
y las cuerdas se tensan como el pene erecto de un violador al ver una minifalda
y piernas
Publicado Por: Albert Spaggiari
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