Le damos en el cogote al especial de
Jazz, pero antes, nos aventuramos en una pequeña y última escalinata pedregosa.
Así es, hoy traemos algo para concluir con pañuelos de lino, platería cuantiosa,
ornamentaciones exquisitas, juegos de tenedores y relumbrantes cucharas, para
terminar de lamerse las barbas de ésta gran cena no sólo con frugales
propuestas, sino bien servida y con cruenta hambre. En fin, le toca el turno al
señor Woody Shaw.
Woody Shaw fue un trompetista de mediano
nivel en popularidad, nació el 24 de diciembre de 1944 (De paso celebrando por
estas fechas su nacimiento) y murió muy joven, exactamente a la edad de 44
años, dejando un pequeño legado (A comparación con la espuma que seguía batiéndose
por esos lares) en la década de los 70s. Desde pequeño presento una fuerte
inclinación hacía la música, tomando algunas clases de Corneta que
posteriormente relegó por la Trompeta, y aditivamente una vehemencia que lo
sobreponía ante tal.
En las costosas escuelas de música iba
a 2 cursos adelantados por la tempestividad de su talento y su creativo
escenario musical. Confesó en varias ocasiones que una de sus principales
influencias había sido su maestro de música (Jerome Zeiring). Sin el apoyo de
los profesores que desde muy temprana edad en el joven ya veían un futuro
prometedor, no quedaba de menos alentar al muchacho. Algo que aquejo a Shaw
hasta el día de su muerte fue una ceguera paulatina, que lo llevaba a usar esas
grandes gafas, muy características de él, debido a eso tuvo un accidente que
dejaría inhabilitado su brazo izquierdo.
En fin, este señor tal vez pudo haber dejado una trayectoria más amplia, no cabe decir que Shaw innovó mucho en su ambiente contemporáneo, enfocándose a un estilo libre y una dinámica muy personal e inusual, que poco después conocería el clímax total de su corta carrera musical.
“The Moontrane” es su tercer disco, incorporando
gente como: Steve Turre en el trombón, Azar Lawrence en el Saxofón soprano y tenor,
Onaje Gumbs en el piano y también en el piano eléctrico, Cecil McBee en el bajo
y Victor Lewis en la batería. Para muchos resulta risible saber que el jazz en
plano 70s seguía reaventándose. Acababan de pasar aproximadamente 60 años desde
su creación y después de tanto trote, su amplia vena y variadas raíces, harían
crecer al género hasta un punto inabarcable, inverosímil e insospechable. Un linaje
de ejecución duradero, que hasta el día de hoy tenemos agrupaciones reviviendo,
mezclando o totalizando perfectos híbridos con el Jazz. Quizá ha sido uno de
los géneros que puso a temblar aquella teoría tan cargada de falsacionismo y
que sin lugar a dudas cambió la vida de
la música.
El disco está lleno de
improvisaciones: lo normal en la batería al final, algunos pianos tornándose armónicos
y acompasados con el bajo y las guitarras desabotonadas que sacuden la trompeta
madre del iniciado álbum. Aunque dividido en 5 pequeñas fracciones de etéreo aire
Jazz ligero y estudiantil. Hay ambientes donde crean ese sonido destacado y de relax
taciturno, donde probamos una buena dosis alindada de voraces atmósferas sensibles
y quedos paisajes verduzcos; transportándonos de inmediato a un viaje apretado
que poco a poco se van ensanchando a nuestro gusto.
Una producción que no cuenta de unas
mañas inútiles en crear sobre-aduición, más bien es cristalina y bien purita. Como
mandan los orígenes del espeso género, la proyección del álbum es instrumental,
comparándose como una función e circo medieval: donde los más destacados
acallan inescrupulosamente a los aprendices viriles, pero poco diestros en la
pericia malabarista y trotadora, sólo observando y aprendiendo metodista y empíricamente.
A mi parecer las pocas canciones de larga duración crean un ambiente cómodo
para los autores o autor, ya que en él se puede palpar “El espacio” en componer
y ejecutar lo que se venga en gana, las combinaciones que se puedan o quieran
realizar, o simplemente el transcurso definitivo para estilizar alguna canción
del gusto que se tome.
En propuesta entra como un álbum
directo y sin monsergas, algo desafiante para los veteranos que estaban con la
mano apretujada en el saxofón de sonidos primitivos y bluseros. Como ambiente
es propicio para estar echando la panza abultada de vellos tirabuzones y
enredados, como algo revitalizador, no caigo mucho en cuenta me deja algo chispero
y con hambruna. En su totalidad tiene dientes limpios el disquete, buena
presentación, sonido de antaño renovando, pero como siempre, la última palabra
la tienen ustedes. Yo lo disfrute. Un buen rollo, como los negros tuvieron una
GRAN importancia en la música, y como sus raíces hacían alarde contra sus instrumentos
y lograban cuajar esas sublimes y a la vez ásperas dramas que siempre serán,
con el debido tiempo, esperanza o tentativa, juzgadas justamente (Sea 1 o 15,
000 personas que lo aprueben)
Una portada que me recuerda a uno disco de rock antiquísimo: al de Los Baltimore del heavy bien cabrón, álbum debut del grupo norteamericano. Pero, éste de Shaw con un aroma más Groovie y caledonio. Pero, bueno, ya para concluir la canción cenit, para mí sería “Sanyas” donde se expone esa lobotomía musical y exponentemente ese aire maloso y virtuoso/incierto.
No hay más que decir, asédienlo si
es posible y nos cuentan que tranzas. Disco para todos los amantes del Jazz y
la music en general.
Nota: 7.0 Rapado y Violento.
Publicado Por: Albert Spaggiari
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