No diré lo que ya está dicho, ni
tampoco me meteré con los aspectos personales y faranduleros de los integrantes
de Coldplay, tampoco aceptaré alabanzas desmedidas, y revivencias de himnos
Pop´s; porque nada de esto es necesario, es más, sería bochornoso que en este
reseña dediquemos el tiempo a mancillar las características musicales por las
extramusicales, aquéllas que son de gran importancia para los entretejidos
mediáticos; tampoco afirmar que estamos en “una gran fiesta”… y que Spaggiari
sólo se divierte sólo con catacumbas del 80´s apestosas. ¿Y para que darle más
vueltas al asunto?
Tal vez sea la banda más considerada
en nuestros tiempos, junto con artistas pop del momento –Porque la etiquete
rocky no queda, ¿entendido?- muchos de esos artistas norteamericanos, con
planes de fiestas eternas, muy juveniles y “en mega onda”. Sí, sí, que Coldplay
no sólo son bombazos de la era Parachutes (Creo que desde aquí, rara vez
levantaron la cabeza) como dije antes, y siendo tan considerada, éstas
agrupaciones ¿será que con el pasar del injusto tiempo, se vuelven más
caprichosas? O ¿es que ya no tienen ni papilla que proponernos? Mejor si es
así, tirándole ¡ya pa´fuera!
Qué sí, que las bandas se renuevan,
cambian de estilo, mutan de apariencia; ¿pero a eso, de perder su sofisticada
esencia? Dejemos en claro, que el consumo babeante y lobotomizado, del estilo
de vida Norteamericana, es un arquetipo para la diversión, cuya nominalidad es usufructo
para cualquier grupo impío que desentrañe sus vísceras nobles, y las arroje por
un puñado de barritas que producen luces de neón. Y eso que ni niego la
prostitución por placer. ¿O será que ya de por sí estamos bien condenados?
Desilusionador, pero, si no seguimos pesquisando, no hallaremos algo que nos
guste a parte de nuestra zona de confort.
En este caso, Ghost Stories, basada en
la ruptura de Martin con su ex novia, es lo pomposo del momento. ¡Qué
desgracia! No su ruptura, sino, ese aclamado poster sobre nuestras cabezas, que
con títulos marrones nos dice: “Coldplay vuelve a la carga” ¡no me jodas! Pero,
omitiendo todo el aspecto lirico de la obra (Simposio) lo demás cae bajo su
mismo peso, bajo sus mismos vértices y su flaqueza. A nivel compositivo estamos
dormidos, bien dormidos; a nivel propositivo estamos peor, en sí no proponen ni
pepino; a nivel ejecutivo-ejecutor, sólo nos acostumbran a un mazacote de
melodías simples y aparentemente intimistas. Pero, no es hasta su llegar que
las canciones son más básica y haraganas que nunca.
¿Qué clase de pereza es
esta? Me parece que la banda se está muriendo o definitivamente entró en coma.
Sí, y esas dos alitas de ángel o paloma que
forman un corazón roto, pfff ¡qué rotundo, en serio! Ya saben el cuento… malo,
aburrido, perezoso, intransigente, lloriqueón, en cierta parte medio marica. Pero
de la misma manera, son emociones ajenas, y que quede claro que no prejuicio
tales manifestaciones. Simple, no me gusta, por sonar así y asá. Buaaafff,
paso, mejor me como un melón.
Nota: 4.6 arrastrado.
Publicado Por. Albert Spaggiari.
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