Para
hablar de Doom metal, hay que evaluar todas las áreas habidas y por haber, y
esto no implica una búsqueda letal y coherente, en situaciones, que podrían
comprometernos y dejaremos desapercibidas por distintas situaciones: desapego
al género, poco interés particular, renombre y demás artificiosas jugadas, a
veces, de prejuicios y desentendimientos. Pero, sin lugar a dudas, lo que requiere
sustancia es mover el rabo a dirección contraía y olfatear hacía un lugar más
allá de nuestra limitante imaginación. Así es, en este momento toca culminar y
rendir cuentas a uno de los más prolíficos, por no decir el mayor, de los terrenos
vejarles de Ancona, Italia; Paul Chain y su tragedia doomera.
Pero,
muchos aquí se preguntaran: ¿Quién demonios es Paul Chain? Este peculiar
italiano, es uno de los exponentes más incautos, silvestres y salvajes del
mundillo del Doom, ya que ninguna, y no temo a decir que Nadie, optó por
recoger los trabajos monolíticos de este empedrado ancestro de las cavernas
humeantes y roqueras; ya de por sí gente como “Trouble” eran rarezas en
aquellos años 80s, es menester indicar que Chain y su proyecto Venus, fue una
de los parangones fosilizados por las losas del tiempo, los espumarajos, y vicisitudes
de la conturba vida musical.
Este extraño sujeto, llegaría a la escena con
música terrorífica, siendo a veces llamado “Terror Metal” por los pocos fans
que lo comparecen en sus citas “musexuales”
Y
cuando entramos, de una buena vez al mundo místico y enrarecido de Chain, nos
toparemos con “cosas estrafalarias” con requerimientos, para muchos incensarios
y torpes, pero para otros; idílico y megalítico. Unos de tantos proyectos brujeriles
que concibió este antepasado de la música horrenda, fue esa inclinación al
macabrismo, sadismo, satanismo, pavor y horrendas alusiones a demonios, y que
él llamó, a fin de cuentas; “Paul Chain Violet Theatre” banda con la tendencia caliginosa
y titánica de “Death SS” (1977) grupo que inspiraría el repudio unánime en las
huestes y fieras filas de conservadores metaleros, y eso, tal vez si la
conocieran para rechazarla visceralmente.
Continuando.
El maestro del ocultismo, este “Aleister Crowley” de la música doomerica, salvaguardará
estos confines brujescos y primitivos en un “alternativo proyecto solista” titulado
bajo su propio nombre de pila: “Paul Chain” y contabilizar el legado, para
estas alturas, sería absurdo y casi profano. El Doom no se creó con la idea de
vender rosas, de crear ambientes agradables y fiesteras reuniones de colegas,
sino, para amordazar toda ridiculez chochera y hacinarla por uno de esos órganos
petrificados, en malevolencia pura, de 44 quilates y del mejor órdago en quintaescencia.
“Opera
4Th” es el proyectil de la etapa Theatre
más rotundo y palpitante: cancerosas células recorren chirriando en todo el
trayecto, donde puedes toparte con una soledad inmensa, incalculable y perentoria
en los cuatro puntos, donde las regresiones ni son buenas ni malas, pero por consiguiente,
seguir adelante tampoco es muy aconsejable. Y es que en pleno 87, donde el
metal era música ruda, rápida y directa, el sacro y negro mago de las legiones indómitas
del Doom, había despertado, y con sus ojos viscos, sus manos torpes y su cabeza
erguida, columpió y satisfizo una gulosa
hambre milenaria. En ese momento, tan inoperante y chamusco, cuando avanzó la línea
anodina de tinturas hartas y música pateada, Paul, el monstro de la laguna
morada, después de su malformación, se levanta en estado perfecto y cruentísimo.
“In
The Darkness” dejó la primera pisada en el orbe inhabitado, pero cuando el
reptil se agiganta y escamotea su cola picuda,
y sus patas se alinean, ya no aleadas, sino debajo de su peso ciclónico;
es cuando por vez primera ese dragón de cómodo se convierte en el dinosaurio más
escamoso, irredento y pletórico del reino de los gigantes.
Enemigo por
excelencia, devorador animalesco, haraposa y sucia sed de sangre de voracidad y
legitimidad. De ahí nace es huevo nefasto y esa nube toxica: “Opera 4Th” pero ni se crean que el clasicismo cunde aquí,
a las polainas esa fanfarronería por esta vez. El último hijo dinosaurio de
alma jorobada, tuerta y menos dadivosa, mal visto y el más acechador de todos
los tiempos.
¿Y
qué hay aquí? Maldad, odio, resentimiento, ira, espasmos, cóleras, calenturas,
linfomas, tragedias, versos malignos, riffs bastardos, órganos espeluznante y ominosos.
Lucifer puede reinar en el Thrash, en el vivero del Death puede morar los
secretos de necronomicón… pero en Italia, en la escena más oscura de la historia,
nadie reina, porque nadie se conoce en sí. Todas las criaturas son bestias avivadas por las llamas, los
flamantes y carcomidos impulsos primaticos, y la salvajada y mefítica piel
gangrenada que permaneció atada a cadenas de hierro, reforzadas cada año por
brujos y esotéricos contribuyentes a la calma y parsimonia del lugar.
Pero,
las bestias destruyeron el mundo, y mientras su inminente desastre se auguraba,
en malas maneras y buen presagio, Opera 4th sonaba de soundtrack en plena erupción
volcánica; el mundo, una roca gigante de piedra carbonizada, ahora era un
estúpido e inútil ramal, que había sido usado por las bestias para sus
aposentos, y en cada noche, los deleitantes y férreos consumidores invocaban a
Marte, y Así Opera 4th, seguía su recorrido misceláneo e imperecedero.
Pero,
no lo tomemos en broma, que este mortificante y castigador edificio derruido,
añejo en edificación y movedizo, es una de las más y mejores mortuorias salas fúnebres
que nos dejó el australopiteco del Doom de la Italia. Su incontestable talento
es como el legado de “Lope de Vega”
está, ahí se encuentra apoltronado, pero
nadie se anima a someterlo a uno escucha. Y mi querido amigo que lees esto, si
juegas con el demonio pierdes, pero si juegas con los díscolos y jefes del
cachudo, quizás, te vaya doloroso y traumático. Y los demás cortes están llenos
de soliloquios extraterrestres, alentados con algunas reminiscencias de la
música “legal” y no de esta cruzada babilónica y monipodica.
Y
se me hace imposible seguir, estoy en los albores de la congoja y la admiración
exultante, pero, en mi más escaza pericia como escucha del doom, consideraría
este como una piedra filosofal, y consentiría, con debido merito, que
escucharán a este uniforme protozoo dolménico y de valvas dentonas y miradas
recelosas y atrapantes. Estamos ante una obra donde la extremaunción y el adiós
con el mundo terrenal, mundano y banal, será la ida más estreñida y
opalescente, a la vez la redención y el nirvana de todos los concupiscentes y belicosos
oyentes de rarezas y submarinitos flagelos. El performance y la esencia están
ejemplificadas en esa portada, de calidad de nuestra Era, pero con una absorta
y misiva calculación letal.
¡Obra
Maestra del cavernícola!
(Tributo)
Nota: 8.7
relampagueando y escrutando la ira de las deidades arcanas del Doom Metal!!!!
Publicado Por: Albert Spaggiari
Buena! música solo para entendidos en la materia
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