Y
bajamos del pináculo sagrado, donde los códices ahora son revelados y las
normas arcanas liberadas y redimidas, para que el pueblo se dé cuenta del gran
misterio que había quedado en las profundidades del averno y se le había
ocultado por siempre. Y es entonces como, con la ayuda de redes pesqueras,
buzos, tanques especiales e inteligentes de respiración, sistemas sofisticados
de navegación y submarinos serán de propicia y vital importancia para encontrar
todas aquellas profecías cruciformes y enterradas en la zona béntica, en las
oscuridades de lo que hoy conocemos como el mar, y que siempre llamaremos el
enemigo más viejo: “El mismo inferno”
Entres
esas capas oceánicas permanecen los temibles e indescifrables calamares
gigantes (Los Dioses del Doom), junto con los cruentos y abismales chacalotes
(Semidioses); pero también, mucho más arriba, antes de tocar la superficie, por
la zona Epipelágica, habitan tiburones cabeza de martillo (Count raven) que si
bien no son la carnada, como los plánctones (My Dying Bride) o moluscos
(Anathema) o en el peor de los casos, basura oceánica (Draconian)… y muchos más
peces de toda clase que pululan alrededor del ancho mar. Y en esa búsqueda, sin
poder descubrir el 2do secreto de “Los Dioses de Aguas Negras” hallamos a
nuestro tiburón hepático y mordedor.
Count
Raven, banda sueca que se formó en las olas espesas hace 27 años (1987) con el
nombre de “Stormwarning”, dos años más tarde cambió al actual. La banda es la
segunda camada de bandas de Doom Metal. Pero, cuidado, cuando decimos Suecia y
Doom se nos vienen imágenes y flashbacks de gente como: los míticos
“Candlemass”, pero les cuento, a pesar de la cortante y tenaz influencia que
los de Marcolin tuvieron con todos sus vasallos y pequeños embriones, Count
Raven surte y se zafa de un sonido idéntico, imitado o copiado de Candlemass.
Enhorabuena para los incipientes en el género.
Las
ancianas bestias en los 90s habían dejado el legado intacto, pero la nueva
generación vino a ralentizar las cosas a niveles impensables. Cathedral,
Winter, Earth estaban formando su cubículo y un arduo séquito, ya no en el mar,
sino en las esferas del espacio, lo que se llamó después “Dioses primigenios”,
esas deidades malignas y acechantes, con lentitud desesperante y brutalmente
caliginosa. Pero, aún se encuentran, dicen los mitos demonologicos, criaturas
que casi destruyen todo el universo hace millones de años, y que ni los Dioses primigenios
pueden contra su monstruosidad.
Se
le conoció a una de estas con el nombre de: “Sunn o)))” pero, por amor a la
vida, esta vez no hablaremos de la energía más maligna y despiadada que una vez
habitó en el universo: encadenados y aprisionados de su inimaginable poder.
No
es necesario datar el origen del género más olvidado del metal ni es de
menester hablarles de eso en este momento. Más que nada quiero hablarles, de
medianas, pero no dóciles, criaturas que aún podemos controlar con la cadena en
su cuellos y alfanje en nuestras manos. Count Raven es una de tantas alimañas
que habitan ahora, y que su precipitado éxodo se ha extendido hasta nuestras
redes, para revelarnos, no un poco sino una harta cantidad, de los misterios
del inframundo acuático. Pero, como decía, está musaraña no trajo la lentitud
mítica de la que hablamos, pero si una cantidad adorable de temas, como
epifanías, del perverso océano.
Y
su testamento está inscrito en sarro
calcáreo, un poco de algas y dos que tres perlitas a la postre. Todo esto
revelando una gran escenificación espoleada de la zona sueca del Doom. Y vaya
que demostración de sedimento nos traen estas, también, pulposas criaturas. A
parte de ser tiburones, un tanto pulpos, tienen esos arrebatos tan innatos de
las bandas de Stoner Rock de los 70s y todo ese humeante acero que se cosecho a
partir de allí. Pero, bien pasemos a la inspección, tomemos nuestro bisturí, y
cortemos este monstruo. Para realizar la autopsia, pongámonos esos guantes de
látex y una mascarilla de gas pimienta, no sabemos en cuánto tiempo puede
volver a la vida. Se dijo mucho que estas especies eran “inmortales rojas” que
sufrían dolores y espasmos, así como desmayos, pero una vez vueltas en sí,
estas podrían destruirnos por allanar su morada.
El
sonido, o sea el corazón de esta bestia, es una insondable y viscosa masa
amorfa que precipita el terror y los escalofríos al más valiente: riffs de
guitarras densos y catedralicios con avasallantes bajos hinchados e irosos,
baterías pedregosas y astilleros punzantes. Icónicos en el macabrismo plasmado
e incognito en voces stoner y quejosas (emulando muy a destiempo al Ozzy más
cateto) con un rango estándar y sostenido. La dinámica se centra en un “Doom
Puro” quintaescencia del las losas más escalofriantes, donde apabullantes
alaridos corroen el hemisferio en los cuatro puntos cardinales. A pesar de ser
un Doom de principios de los 90s cosechan a la perfección lo que “Trouble” una
vez se forjó en hacer, un parecido notable, peor no estúpido e infantil.
La
dinámica de las canciones son cíclicas, en la mayoría del tiempo con riffs
repetitivos (Que a muchos les puede llegar a fastidiar) y evocadores; con una
tardíos solos (Casi siempre los dejan para el final) pero con una escancia
rockera que te rompes los calzones; en el contrate con la batería que hace unos
redobles imprescindibles en parte gruesas y fortificadas. Las vocales también
tienen lo suyo, a pesar de ser taimadas, porque nos remontan a un ambiente
angustioso e inhóspito; el bajo hace sus cortes profundos, reviviendo esas
figuraciones del mar, de las que hable hace momento.
En
sus primeros paladares se escuchan cuervos
sondear a sus victima en forma de escollos y carnada, se oyen voces
desesperantes, aullidos y lamentos hondos y sobrecogedores que llegan a
mimetizar con el sonido posterior que nos desvelan. Revelaciones horribles son
auguradas, temáticas dualistas de esperanza-fatalistmo son cosechadas con la
intención de hacer dudar si este mundo aún se puede salvar o si sólo necesita
la devastación para dejar su enajenación atrófica. Y es ahí donde salen los más
talentosos pasajes de una metal básico rozando la creatividad apremiante e
histérica. Un punto aquí:
Ese
sustrato es lo que más puedo destacar de estas bandas, es forma de componer tan
simple pero tan devastadora; no tienen técnica ni acompasados entretejidos,
pero tienen un derroche de pasión y musicalidad, siendo simple, tremenda. Y eso
separa de estar dándole al tremolo todo el tiempo sin hacer ni una puta nota
sincera. Bandas talentosas existen, pero que nos entreguen esa riqueza en riffs
cambiantes y poco complicados, con baterías de hit hat, toms y platillos, y así
hasta repetirse y estallar al final… uffffff qué desaplome de preciosismo.
Y
esto esa maldad es tan propia, no se escucha una imitación imbécil no calcada,
es puro corazón lo que se pone con notas, no intrincadas, pero si acongojantes.
Y aquí vuelve aquella vieja teoría sobre la pesadez, ¿si se necesita rapidez
conllevada o sólo lentitud napoleónica? Las dos, pero cada cual se manifiesta
como se de su manifestación, pero en este caso en una exploración náutica
contundente. Otro factor importante es la producción que pasa desapercibida, y
no pretende hacer un revival de las viejas glorias (Bueno, sólo habían pasado
unos cuantos años) o del rock de estaño y cemento. Y la carnosidad de nuestra
autopsia se divide en 8 órganos palpitantes, todos juntos con su órdago y
cordón hongoso.
Canciones
que nos hacen mover la mata, pero así como en un torbellino y empuñar las manos
como en un enfrentamiento bélico son: “True Revelation” con una gran crítica
social, y con un sonido cochambroso y macilento, carajo. Puta que rollo más
fructífero se traían aquí; “Whintin The Garden” en el corte 5, con unos riffs monótonos
y una voz desgañitada, pero con un sentimiento lloroso que cala; y sin seguir
el orden, también, mencionar su primer tamazo “Inam Naudemia” donde nos llevan
de la mano hasta ahogarnos en sus aposentos, donde suena un bajo martillero en
sus primero 5 segundo, y para abrir el minuto [4:00] un gritillo nos machaca
con tal enojo… ¡¡¡Qué perros!!! De ahí el trayecto se vuelve más apaciguado,
pero ojo, que no he dicho menos poderoso, ahora nos engulle con deleite porque
ya nos arreboló hasta donde quería.
Ahora,
su portada. Es exactamente su rostro, su angina y su maléfica, tormentosa y
cadavérica imagen lo que nos transfigura en arte gráfica excelsa: como mandan
los cánones y fiel a su abadía. Aunque, este género, tienen las mejores
portadas, con el respeto del Death, de la parroquia, y es que ver calaveras,
colores morados oscuros, iglesias vacías, parafernalia cutrona y descuidada,
paisajes desoladores y melancólicos, y toda esa perdición del cuál hace honor a
su mismo emblema y valvas.
Y
así es esto, o te gusta o no, no hay términos medios, aquí si le tienes miedo a
las profundidades, o jugueteas con las criaturas del mar, más si es gélido, te
ira mal, y muy mal mi chavo, te podrá estallar la cabeza de la presión
acuífera, sin llanto para la presurización ni esas mamadas; entras o te quedas,
mi hormiga.
Primera
fase del rito Doomer y aún sigue más agua que horadar, si te quedas vuelve a
tus power baladas y disfruta tu zona de confort, imbécil.!!!!
Nota:
8.8 como los colmillos de tu depredador grisáceo
Publicado Por: Albert Spaggiari
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