Llegamos
al último epitafio de esta cofradía, este pasmón que nos hemos echado al lomo
peludo, y no está de más, inquirir a lo jovenzuelos fervorosos de bulla morosa
y a veces tan aburrida, que rapen por este especial, dedicado con mucho cariño
al “Rock n Roll” y en este trayecto que hemos consumado hasta el momento, nos
hemos topado con música relativamente ingeniosa -poco después de escuchar a los
coterráneos de la miasma cincuentona, hay un poco de desesperanza- pero, datar
y casi que referenciar con exactitud cuando parte el Rocanrol, no sería
apropiado, más bien indecoroso diría yo; sin tributo a seguir perdidos,
podríamos decir y aportar, que la única forma de ubicar este “empozado” o
raruno pedazo de arqueología, es la llana y tenaz comparación con sus colegas
de escenario y movida.
Cuando
se habla de Buddy Holly, sólo se nos vienen a la cabeza aquellas terribles imágenes
de la colisión de una avioneta de segunda clase y poca hechura, aquellas
sobrecogedoras escenas de El día que
murió la música. Pero, eso sería el lado empantanado del asunto, porque no
se hablara de Buddy sólo por su muerte (Un hecho terrible realmente) sino por
su efímero, pero kamikaze legado (Nada más que 3 discos en 5 añitos) bombazos
que servirían para la creación del género abuelo del metal y padre bifronte del
rock sesentero. Cualidades le sobran para detallar, adjetivos cortos para
narrar, pero haremos lo mejor que se pueda para rendir un justo y orgulloso
tributo a una de las más grandes figuras que pudo dar la música.
De
gafapasta apariencia, con sonrisa garbosa, y airados trajes de la época, Mister
Holly fue de las primeras y astadas banderas en cambiar la música popular por
una especie desconocida, a grados totémicos, de innato lenguaje musical. Y cuán
importante, ustedes lo sabrán mis respetados lectores, es tener un `parteaguas´
y sustrato de impecables calibres blues&country para esto del rock de
antaño. Holly aportó una nueva estética, no tan sexual como Elvis ni tan energética
como Berry, y mucho menos tan ordenadora como Haley y sus cometas; pero sí de un
fructuoso material que combinaba estas yerbas, y llevaba, a punta de mástil, el
estentóreo y creativo embalaje de riquezas y órdagos que se guardaban o
añejaban.
Después
de transitar en varios clubes, fiestas chicueleras, presentaciones y plantillas
de ese rubro, `The Crickets´ se separa de Holly, y éste compendiaría su ficha
personal y carrera en solitario. Muchas de sus canciones, una vez sonadas en distintas
cadenas estrafalarias y dominantes radioestaciones, serían éxitos rotundos e
incalculables en rankings, e incluidos en varios artículos de la corriente. Buddy Holly es aquel segundo álbum, cercanísimo
de su muerte, que demostraría que el mofletudo y curvo B.H no era un músico de
cabina, o un mendigo sin talento. Más bien, todo un artificie y una visionaria
promesa para la música. Conformaría este álbum con una distinta perspectiva.
El
sonido del homónimo álbum, consta de muchas secciones elaboradas y notablemente
trabajadas –No sé hasta donde la música de los 50s podría ser menos cafre y rockera
a la vez- tal vez por la orientación, las influencias country, o la naturalidad
y “efluvidad” magnética que el álbum contiene. Dejo esto para los doctos en la
materia.
Lo
que sobresalta ante todo es la calidad en arreglos, pasajes rítmicos muy
alentadores, la incorporación de algunos
instrumentos totalmente desconocidos para el género como: La Celesta (instrumento de percusión con forma de piano de sonidos “celestiales”
de ahí su nombre) otra adición
rigurosa y adecuada sería la inundación en pequeños deslices: La batería repiqueteada
de `Peggy Sue´, la moldura escapista de `Words Of Love´, la celeridad y el folklore
de `Rave On´, asimismo como: una excelentes semi-baladas, encajada de
perfeccionismo, y comprendidas de un preciosismo singularísimo. Pero, no sólo factores cualitativos tiene este
álbum, sino que estos mismos “factores” a la vez inciertos e inventivos para la
época, fueron de herrumbroso pelaje para la creación del Oso rockero.
Todavía
se podía escuchar la herencia Blues: El piano con la sintonización en casi
todas las canciones, pero lo que alejaba el sonido bluesero del R&B más estricto,
era la aleación del primero con fraseos pop y ritmos en tiempos regulares;
medios tiempos para ser precisos. Aunque, rolas como: `Ready Teddy´ son experiencias
habituales de un común rocanrol, de velocidad balística y de oquedades
sencillas. Todo esto agregado al impulso letristico en temas amorosos, apasionados,
y de momento algo cursis. La pretensión –Punto muy favorable- es encauzada con
el hecho de crear música bella y nada más. No se pierde, tampoco, el espíritu rockero.
Por
esas razones el rock ingles no pudo oxigenarse sin el Tio Buddy: sus arrebatos,
sus liricos cantos, sus maniobras en Fender Stratocaster, sus quebradizas
poetizaciones, su aliento vivo y cariñoso por la vida, y su transigente y consolado
espíritu inventor. Gente como The Beatles, especialmente Lennon; Los rolling;
Los Beach; Dylan y demás marea, comunicarían su gran afición, también por medio
de su música, y unas cuantas versiones. “American Pie” compuesta MacLean fue
uno de los más aclamados tributos al día
más triste. Y los incontables tributos siguen, y seguirán, me imagino.
Señores,
casi amanece, que viene el sol y nos acogerá, y en tanto yo les digo a ustedes:
Por fin tenemos a Buddy Holly en El Mito y La Mita. Larga vida al Rock `N´ Roll.
Nota:
8.9 y liberamos las toxinas, cariño.
Publicado
Por: Albert Spaggiati
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