En el año 1985 se sirvió el
banquete para la violencia, en esa francachela se celebraban dos auspicies y mongólicos
yunques: “Metal extremo y Hardcore” Los dos definidos, tomando cuerpo hacía
otra vereda, arrebozando la verja, haciendo a un lado los obstáculos
pertinentes, dando de codos al vecino en la jeta y jugando a las sucias. Los
años pasaban, llegaba el 86, 87 y 88, y seguíamos con más malas caras que
nunca, gente ya no enojada sino enfermiza, que nomás darse la vuelta ya te
habían atracado a puñetazos hervidos. Por un lado los pirómetros marcaban 100,
000º, la magma ya había empezado a declinar por las cuestas vírgenes de nuestro
yermo musical inexplorado, y nosotros aún en pijama esperando el biberón. Pobre
infantes, todos quedarían expósitos después de la erupción –de no ser así
tráeme el caldo y te bautizo como mártir- vírica.
El camino de estos pelmazos empieza
en ese mismo año de la violencia, pero no sería hasta 4 preludiones que se arrojarían
al abismo con esta imbécil y desgraciada calamidad: A Holocaust in your head.
De un desastre natural pasamos a una jaqueca rotunda colmando la posterior
neurosis y la continua muerte cerebral. Ruido insignificante que se aglutina
alborotadamente en nuestras mentes, para corroer todo lo sano, y suplantar la
perfidia indolente en el coco. De una lado menos metalizado, estos dejaron las
enfierraduras del canónico metal extremo, para pasar a la nafariedad vesánica
del Hardcore más pertinaz y desconchado.
Así es, los papá, Napalm ya habían
fertilizado el terreno –cosa que se le atribuiría 100%- pero los ENT
vaticinando el inquebrantable espíritu del hermano mayor grindcore, incubarían
del lado del crustie, para remolinar y hacer tambalear la piedra filosofal para
la música extrema en general de los Napalm.
Crass y Discharge serían los
causantes preponderantes de la fiebre despinzada y salvaje de los de Ipswich,
estos con el locuaz y dañino D-Beat, fecundarían una generación insaciable de
este recurso. Y en este punto el death comía verdadera mierda a la par de la
violencia de esta nueva corriente naciente de los benévolos campos verdes y
climas tenues de Inglaterra. El cadáver del punk volvería a ser incólume, a
crear el Espín del los corpúsculos y a rediseñar el underground de mesianismo rollizo.
Conformados por: Stick en la batería,
Mark Gardiner en el bajo, en las vocales dualistas: Jones y Vane (R.I.P 2011) y
en las guitarras y partes del bajo, Peter Hurley (R.I.P 2014) sí lamentable que
2 de sus 5 miembros del “Holocaust…” ya hayan muerto. Siguiendo en tornasol,
estos 5 chabacanos hijos de la perrísima madre, dejarían uno de los álbumes más
descuadernados que jamás pudieras oír.
¿Por qué?
Basémonos en premisa. Estos sujetos
cuentan con los poderosísimos Blast y D-beat de la era punketoide incial, sin
repercusión de recrear metal –Como ya lo dijimos- sino la más nihilidad en caos
y destrucción encauzados de dobles pedales en demasía, hasta topar con la
extenuante y saturada técnica, sin reinventar ni proponer nada nuevo, sólo
velocidad al atasque y propulsión; Los riffs son una piltrafa de notas simples creando
la secuencia - consecuencia y sub-secuencia de esos mismos y malditos riffs,
una aliteración en virtud de mutismo ciclónico e inarmónico que transmigra en
desequilibrios y cargas sónicas inaguantables de fragores nigromantes; bajos,
muy a destiempo de la onda punk. No son pronunciables, no tienen mucha sintonía
y carecen de poder por la inundación del 99% de guitarras; pero, todo esto no
se cuajaría sin las “vocales duales”…
He escuchado muchas veces que el
metal era ruido y que no tenía sentido escuchar de un género que no creara
música, sino RUIDO. Creo que se confundían impasiblemente, ya que el ruido y
los perros están en estas vocecillas de blancaniebles y caperucita. Estos dos
obreros en la tonalidad vocativa y la fuerza desprovista de las cuerdas vocales,
crean el sonido más molesto y opresor para un álbum de Crust/punk/grind. Unos
ladrillos atemorizantes y descosidos; desgañitándose toda la garganta nos ladran
con rabia y la furia más contundente. Añadámosle esos monótonos instrumentos que
crean monodia y nebulosas explosiones de pilares insaturables con energética maldad
e inentendibles augurios.
De carácter aflictivo y temática
reivindicativa, a la vieja escuela del anarcopunk. Con la agilidad de piezas de
1 minutos -total 22- desgarbada postura, desequilibrado y graves estruendos en
virosis, nos ponen los huesos rotos.
Cacofonía y más cacofonía es lo que nos
dan estos arrebatados, que se nota que no se han comido su cereal diario de
clavos y hierros oxidados, cambiándolo por una dieta más estricta: litros de
combustible crudo, anclas de barcos y sierras eléctricas descompuestas. Pero,
si no me creen lo que estas gargantas “engangrenadas” pueden llegar a ser, chéquense
su rola “We The Helpless” ahí está el máximo potencial de estos cruentos perros
rabiosos, que hasta espumarajos echan los jodidos.
La producción se muele a cutrazos,
es horrible, asquerosa y cochina, llena de lado a lado de heces, no sirve ni
para grabar flautas dulces ese bodrio; sin embargo, coagula con sangre y leche,
de la mejor manera, puesto que esos macarros intentan componer algo a
puñetazos. Desgraciadamente eso estaba bien, pero no creo que este disco cuente
con una amalgama de matices ricos y abundantes para el fan extremo promedio, no
tampoco es para intelectualoides que se creen mucho; es más un disco de
referencia histórica obligatoria. Pero, aquí no nos importa la historia, sino
el nivel, (No olvidando el lenguaje musical de este género y fines en común,
claro)
Quiero decir, ese nivel que
incorpore, renueve, aclame y lance un fenómeno nunca antes visto. Eso está
bien. Aunque, nunca nos olvidemos de la misma calidad en la música –Tampoco nos
vayamos a extremos de decir que esto no es música. En esas circunstancias usted
no disfruta de la música extrema, que sería otro caso muy aparte- apegándonos a
la intención, como cite anteriormente para que no se me malentienda. Y crear es
pared inamovible de ritmos, tiempos, variación estilística: vocal,
percusionista, “bajistica”, grave, aguda, densa, seca, básica o compleja; todo
estos 22 minutos son más que todo pernos batidos en el túrmix de la licuadora y
ya. ¿Ahora bien, lo disfrutamos? “Claro que yes” Y eso también nos ayudara a dilucidar
esta connotación, Sin tanto verbalismo, para finalizar.
Ahora, destacar, la pasión de estos
jovenzuelos; obviamente que en su tiempo fueron muy under y malitos y todo lo
que quieran, pero gracias a estos tipos la música siguió (Para bien o para mal)
simplismos bestiales, pero deleitables y suculentos para la estructura ósea y orgánica
de un moscarrón por la brutalidad: los escuchas. En fin, portada, acorde y low-fi,
pero critica y angustiosa, no es la verga, pero tampoco los huevos.
Disco gordal y parasitario.
Nota:
7.6 y tiembla o te pongo a temblar la naguas.
Publicado Por: Albert Spaggiari
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