García Márquez nos contó las
peripecias de La familia Buendía en aquel mentado Macondo, como los Aurelinos,
eso tipos curiosos que tras generaciones se dedicaron al estudio de los
pergaminos de Melquiades; caso contrario, pero muy ligado, pasa en el Caso de Charles
Dexter Ward de Lovecraft, un tipejo raruno que empieza a obsesionarse con un antepasado;
en el caso del Dr Jekyll y Mr Hide pasa lo mismo, también con ese alter ego, se permeaba de conocimiento
arcaico; En el Golem, obra de Gustav, Pernath, olvidaba su pasado y sus
espejismos arcanos iban surcando conforme sus descubrimientos en las callejas
alemanas. Un trozo de la literatura nos ha puesto en tela de juicio, sobre sus
personajes en escena en busca de un pasado, olvidándose temiblemente del
presente, y desinteresándose notoriamente por el futuro.
Y ese clamor desesperado era el que se
sentía aquí en blog después de no zambullirse en terrenos actuales, pasajeros
para unos, e innovadores para otros. En cierta medida muchos no nos mezclamos
con estas corrientes por el hecho de: Estar tiempo hurgando la basura de los
chochentas, unos tocayos, por simple el rechazo mainstream; aunque la escena no
está congelada, habrán otros por descubrir que las islas vírgenes siguen allí
tan estáticas cual montaña de hierro inmutables, esperando navíos y lozanos náufragos
entusiastas.
Y por ello un poco de postre derretido
bajo las hordas apabullantes de unos 40º bien cocinados en nuestras espaldas de
latino sudoroso y bajacocos, no nos podrán detener para traerles como bandeja
de platería fina, un polluelo del espacio bávaro, de la tierras germánicas de
la águila imperial, hasta el mejor sistema de salud y por antonomasia pasando
por el meollo de la influencia de la apoteósica filosofía contemporánea, sentándose
en los bajorrelieves del arte con obras del expresionismo de los años 20 en la cinematografía…
basta historia y pocas ideas son las que tenemos por expresar sobre este gran
imperio teutónico, -de orden político estable-, añales de liturgia y bagajes
culturales. Ahora bien, nos viene entre nuestro pescuezo un nombre muy
interesante, en este pleno 2014: Judith Holofernes.
Cuenta la historia de una polisemia en
conceptos increíble sobre este nombre: Judith de Batulia, salva a su pueblo
tras las órdenes de un malvado general llamado Holofernes, Goya hizo una
reproducción de sus pinturas negras, tétrica y ominosa; Caravaggio hizo la suya
con un trasfondo más personal, claroscuros impecables, rubrica modernista y
tenebrismo en las gesticulaciones humanas, haciendo esta placa infinitamente
superior que la del pintor Español; Pero, sin duda en temática artística el que
mejor supo llevar estos valores, respetando a los 2 pintores, fue Donatello, el
escultor italiano que reivindicó una tonalidad con un sentimiento más humano y corpóreo
(Obviamente por sus dimensiones) en capas de cobre depurado del siglo XV.
Tenemos claro de lo que este nombre
significa, pero, no obstante ¿Qué valor cuantitativo subyace bajo este
plastificado de éste álbumente? ¿Acaso es una maravillosa y terca reproducción
de esencia, como una vez fue llevada por arquitectos de la pintura y maestros
de la escultura, será esta la placa definitiva para cerrar esta historia bíblica
con las mejores intenciones? Naftalina, mi compadre, esto no tiene na qui ver
con lo anterior. Así que no esperemos muestras de sapiencia y virtud para este
empapelado de cuarta.
¿Por qué? Música genérica que circula por
40 minutos, mucho desperdicio, mucho relleno y poca actitud o personalidad.
Sólo estamos ante un paso para cubrir los charts ingleses, porque la mayoría de
ese público se traga hasta el prepucio de Carlos. Y no me malinterpreten la
muchachita ésta, tiene mucho folclore, mucha pasta dinámica en su rollo, pero
la música está por debajo de mis expectativas. Ahora bien, otro porqué tendrá
que secundarnos. No me gusta porque son canciones de radio Europea, no es nada
distinto, o con una elaboración llamativa, claro tampoco es una meretriz
infausta y caudalosamente millonaria que avienta repollo como joyas.
La música es tan llana que no tiene
una base de ritmos ricos en variantes, tampoco innovan sobre sus tonalidades, o
por lo menos y en el caso más forzoso, no hallamos algo que nos indique naturalidad
y desplazamientos lúdicos y ambientales. Claro, con las constantes escuchas se
la halla algo de saborcito, pero nada de filete miñón, tampoco se me ilusione. Claro,
la producción no tiene mayor relevancia, pffff ¿de que jodida era es? Por allí
se escuchan una baldas que pegan para sobrellevar una tardeada de hambruna y
sin nada que hacer. Los instrumentos como bien ha estipulado el pop motriz
norteamericano de baja calidad no recurre a ningún labor de musicalidad, de
experimentación o de agitaciones turbias o rimbombantes, tampoco me lo
esperaba. Pero, aunque sea me hubiesen echado ese indie pateado y mohoso que es
tan usanza de los gafapastas intelectualoides del Siglo XXl.
No hay canciones a recomendar, sólo es
un álbum genérico más que no aporta ni uvas ni caracoles… ya de por sí los
vidoclips están del orto, ¿qué más falta? Y por momentos, en algunas canciones
se me hace que de Alemania me fui a Tokio, dicciones orientales y tesituras
aburridonas, como canción de esfera discotequera en quiebra. Quizás, pero
quizás, la única rolita, para contradecirme seria: “John Irving” algo deprimente,
con un toque Adeleano y pastoso, mohíno y de momentos acechantemente luctuosos…
así se derrumbo el muro de berlin, con esa atmósfera tan única de esa rola; la
única imprescindible, lo demás, es un rollo bailón y pueblerino: Guacatela.
En fin, aquellos que disfrutan de
untarse con crema de ajo, éntrenle, a los que les gusta aprovechar su tiempo oyendo
la discografía de Moderato también, y a lo que les gusta la música sin importar
las fronteras, zonas marginales y pandillas sucias, pues este disco no es para
ustedes, mejor óiganse los resabios de alguna banda de New Wave de los 00s… yo
que sé, mis pepinos mutantes de 4 colas erizadas y peliagudos alaridos de
medianoche taciturna.
Descarga para chimuelos regordetes de un ojo.
Nota: Un 4.2 bien asustadizo.
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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