martes, 21 de enero de 2014

D.O.A – Hardcore 81 [1981]

Uffff, vayámonos ya cargando con aquella vieja maleta que tenemos guardada, acumulando polvito y arañas acompañada con una que otra factura del viejo encaje plastificado de discos rotos y desvencijados y olvidados por medio motón, por miradas inescrupulosas, mentes frágiles y observadores ingrávidos. Junto con un quepis marrón, color semi-rouge, y los viejos jeans rotos, Iremos muy lejos, en esa maquina del tiempo, retrocediendo unos 25 años a lo que era el meollo “punk” ese estilo desordenado e icónico que una vez, en el punto erguido colmado de poder y rabia invadió todo Norteamérica, reino unido y parte de América latina.


Pero, esta vez, volquemos la esfera, la redonda y situémonos en la gélida y montañesa Canadá: grácil en épocas intempestivas de calumniosos vientos y brumosas tormentas glaciales. D.O.A de Vancouver, precedente de un punk más boludo y cavernoso, junto con anglosajones hizo ver al mundo un tipo de música más radical, extremista y en contra de la fatídica censura, tan molesta e inquisitiva como siempre. Sin lugar a dudas, ésta fue una de esas tantas bandas que por motivos de obviedad pasaron totalmente desapercibidas, y no pudieron jactarse de haber tenido un puesto respetable para el mainstream, quizá los únicos y más concisos ejemplos fueron los ingleses Discharge, The Damned y los norteamericanos Black Flag. De allí, la olla está embetunada, maitros.

D.O.A por consiguiente no tiene una historia tan trascendental que las anteriores, y por ende no podemos decir que Discharge y compañía no se merecen tal reconocimiento. La estipticidad para aquellas que cultivan el grano más prolífico y desmesurado, Influenciarían en toda la granja capitalina del Punk-Hardcore o Hardcore Punk de inicios de los 80s. D.O.A más bien, fue banda “X” con un trabajo que sin duda contribuye de manera esplendida al desarrollo del jarcor; No obstante, estamos en la libertad de decir, confirmar y reconfirmar, que D.O.A sea la infinitésima potencia charcal no será más que ninguna, pero no le negamos su punto referencial e histórico para su hoyo.

Hardcore 81, bien acuñado en ese año (1981) sería la prueba fehaciente, lejos de proselitismo comercial y eslóganes acampanados de vociferaciones, para la culminación y el semillero conturbo de la movida punketa extremista. Como bien nos presentan aquí, un punk más acelerado, más disuelto, menos granulado y denso, pero con una turbiedad juvenil, puerca y cochina diversión como ninguna otra vertiente. Se estaban creando las bases de la música extrema y por razones más que evidentes el hardcore, como respuesta del rock “pobresivo”, perdón, progresivo, sería un pilar fundamental para el advenimiento de un género astado de simplicidad y rock n roll, o ¿rocka rolla woman?  

Pero no se me hinchen, infortunadamente no tenemos 30 o 40 minutos de velocidad rítmica básica, ni coros cargados de vorágines ni torpedos de D-Beat en batucas medianamente aceleradas. Qué más quisiera, pero la ideologización de esta música muchas veces no lo permite, ya que como muchos sabrán, el Hardcore se basó directamente del punk, cuyos criterios de composiciones eran de corta duración, esto reflejaba la violencia, la simplicidad, a veces el minimalismo y la oposición estricta hacia la música, no sólo progresiva como ya dijimos, sino también orquestal y con muchos arreglos en sus ejecuciones.

Por eso no es de sorprenderse, aunque yo no soy nadie para impedir que abran la boca de par en par, por estos 19 minutos de punk canadiense rural y horizontal. Vaya, emplazada que se montaron. Ahora, desvelamos una sencilla y llana opinión tendía bajo el poco material existente y concierne con la crítica.

Y no quiero reiterar tanto e recovecos, si caigo en esa falta, mil disculpas. Si bien, entre ese lapsus tan acortado y de mecha chica, nos apresuramos a oír micro-canciones (La más larga de 2 minutos) con una esencia muy primitiva de la música; esto quiere decir: Composiciones basadas en R&B, (Pequeñísimas) también una línea similar a los Dead Boys, y a los primeros Ramones con algo de los Pistols, dos o tres acordes como escalas principales del rock n roll de los años 50s. Una simplicidad y técnica de estudiantes, o de incipientes chicuelos con guitarras. Pero, a pesar de eso, no es música mala.

Resaltar las canciones es absurdo, se vea por donde quiera verse, no me pondré en plan ridículo de desfragmentar cada pedazo, pero si podemos allanar y detallar las que más me interesaron, aunque también hallo un poco de desperdicio en esto. Me gustó ese cover a la vieja usanza de los “Zeppelins” Comunications Breakdown al garete de su esencia y con unos desopilantes coros emulando ese risueño espíritu de los Led! Ni idea que carajos se traen, pero me entretiene esa desenvoltura vulgar y poco inteligente.

Los instrumentos no tienen cavidad sólo tratan de crear esa atmosfera aflictiva y sopesada en un único objetivo: en Destrozar. Si considero éste disco bien jar, y rudote, pero creo que el hardcore, a pesar de este pelambre llegaría con más fuerza por gente con un tipo de pegada más resistente en la praxis punketa. Por otro lado, miren, tenemos una especie de recopilación que abarca sonidos fluctuados en una convulsa reacción sociopolítica y por veces ambientalista. Estos D.O.A también anduvieron pellizcando temas ambientales, antirracistas, a favor de la libertad de expresión, y opuestos a la globalización (sus letras no serán las más recatadas e inteligentes y sutiles, pero tienen una fuerte conmoción de la realidad. Aunque para la tiranía no hay edad)

¡Disco rarito y excepcional para todos aquellos arqueólogos de la música!







Nota: 7.3 ¡pero aquí también hay bulla!




Publicado Por: Albert Spaggiari

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