Uffff, vayámonos ya cargando
con aquella vieja maleta que tenemos guardada, acumulando polvito y arañas
acompañada con una que otra factura del viejo encaje plastificado de discos
rotos y desvencijados y olvidados por medio motón, por miradas inescrupulosas,
mentes frágiles y observadores ingrávidos. Junto con un quepis marrón, color
semi-rouge, y los viejos jeans rotos, Iremos muy lejos, en esa maquina del tiempo,
retrocediendo unos 25 años a lo que era el meollo “punk” ese estilo desordenado
e icónico que una vez, en el punto erguido colmado de poder y rabia invadió todo
Norteamérica, reino unido y parte de América latina.
Pero, esta vez, volquemos la
esfera, la redonda y situémonos en la gélida y montañesa Canadá: grácil en épocas
intempestivas de calumniosos vientos y brumosas tormentas glaciales. D.O.A de Vancouver,
precedente de un punk más boludo y cavernoso, junto con anglosajones hizo ver
al mundo un tipo de música más radical, extremista y en contra de la fatídica censura,
tan molesta e inquisitiva como siempre. Sin lugar a dudas, ésta fue una de esas
tantas bandas que por motivos de obviedad pasaron totalmente desapercibidas, y
no pudieron jactarse de haber tenido un puesto respetable para el mainstream,
quizá los únicos y más concisos ejemplos fueron los ingleses Discharge, The
Damned y los norteamericanos Black Flag. De allí, la olla está embetunada,
maitros.
D.O.A por consiguiente no tiene
una historia tan trascendental que las anteriores, y por ende no podemos decir
que Discharge y compañía no se merecen tal reconocimiento. La estipticidad para
aquellas que cultivan el grano más prolífico y desmesurado, Influenciarían en toda
la granja capitalina del Punk-Hardcore o Hardcore Punk de inicios de los 80s.
D.O.A más bien, fue banda “X” con un trabajo que sin duda contribuye de manera
esplendida al desarrollo del jarcor; No obstante, estamos en la libertad de
decir, confirmar y reconfirmar, que D.O.A sea la infinitésima potencia charcal
no será más que ninguna, pero no le negamos su punto referencial e histórico para
su hoyo.
Hardcore 81, bien acuñado en
ese año (1981) sería la prueba fehaciente, lejos de proselitismo comercial y eslóganes
acampanados de vociferaciones, para la culminación y el semillero conturbo de
la movida punketa extremista. Como bien nos presentan aquí, un punk más
acelerado, más disuelto, menos granulado y denso, pero con una turbiedad juvenil,
puerca y cochina diversión como ninguna otra vertiente. Se estaban creando las
bases de la música extrema y por razones más que evidentes el hardcore, como respuesta
del rock “pobresivo”, perdón, progresivo, sería un pilar fundamental para el advenimiento
de un género astado de simplicidad y rock n roll, o ¿rocka rolla woman?
Pero no se me hinchen, infortunadamente
no tenemos 30 o 40 minutos de velocidad rítmica básica, ni coros cargados de vorágines
ni torpedos de D-Beat en batucas medianamente aceleradas. Qué más quisiera,
pero la ideologización de esta música muchas veces no lo permite, ya que como
muchos sabrán, el Hardcore se basó directamente del punk, cuyos criterios de
composiciones eran de corta duración, esto reflejaba la violencia, la
simplicidad, a veces el minimalismo y la oposición estricta hacia la música, no
sólo progresiva como ya dijimos, sino también orquestal y con muchos arreglos
en sus ejecuciones.
Por eso no es de sorprenderse,
aunque yo no soy nadie para impedir que abran la boca de par en par, por estos
19 minutos de punk canadiense rural y horizontal. Vaya, emplazada que se
montaron. Ahora, desvelamos una sencilla y llana opinión tendía bajo el poco
material existente y concierne con la crítica.
Y no quiero reiterar tanto e
recovecos, si caigo en esa falta, mil disculpas. Si bien, entre ese lapsus tan
acortado y de mecha chica, nos apresuramos a oír micro-canciones (La más larga
de 2 minutos) con una esencia muy primitiva de la música; esto quiere decir: Composiciones
basadas en R&B, (Pequeñísimas) también una línea similar a los Dead Boys, y
a los primeros Ramones con algo de los Pistols, dos o tres acordes como escalas
principales del rock n roll de los años 50s. Una simplicidad y técnica de
estudiantes, o de incipientes chicuelos con guitarras. Pero, a pesar de eso, no
es música mala.
Resaltar las canciones es absurdo,
se vea por donde quiera verse, no me pondré en plan ridículo de desfragmentar
cada pedazo, pero si podemos allanar y detallar las que más me interesaron, aunque
también hallo un poco de desperdicio en esto. Me gustó ese cover a la vieja
usanza de los “Zeppelins” Comunications Breakdown al garete de su esencia y con
unos desopilantes coros emulando ese risueño espíritu de los Led! Ni idea que
carajos se traen, pero me entretiene esa desenvoltura vulgar y poco
inteligente.
Los instrumentos no tienen
cavidad sólo tratan de crear esa atmosfera aflictiva y sopesada en un único
objetivo: en Destrozar. Si considero éste disco bien jar, y rudote, pero creo
que el hardcore, a pesar de este pelambre llegaría con más fuerza por gente con
un tipo de pegada más resistente en la praxis punketa. Por otro lado, miren,
tenemos una especie de recopilación que abarca sonidos fluctuados en una
convulsa reacción sociopolítica y por veces ambientalista. Estos D.O.A también
anduvieron pellizcando temas ambientales, antirracistas, a favor de la libertad
de expresión, y opuestos a la globalización (sus letras no serán las más recatadas
e inteligentes y sutiles, pero tienen una fuerte conmoción de la realidad.
Aunque para la tiranía no hay edad)
¡Disco rarito y excepcional
para todos aquellos arqueólogos de la música!
Nota: 7.3 ¡pero aquí también hay bulla!
Publicado Por: Albert Spaggiari
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