viernes, 17 de enero de 2014

Gamma Ray – Land Of Free [1995]

Gamma ray es el proyecto que sacó a flote el ex-guitarrista principal de Helloween, Kai Hansen. La banda se formó cuando éste dejaría a Helloween después de su fantástico “Walls Of Jericho” Gamma ray tuvo varios cambios de alineación a lo largo de su carrera, quizá sólo conservando a Kai. Pero, éste particular sujeto nunca prestó su voz para un disco entero, a no se el ya especificado, y sería hasta “Land Of Free” que Kai toma la batuta, se echa el equipo al hombre y muestra de que está hecho; Acero inoxidable.


 Gamma ray, para estas alturas había tenido una acogida aceptable, con discos que sin lugar a dudas tenían una carga enérgica, basada en los primeros “Guardian y Helloween” y costura manufacturada siempre por la mente maestra de Heansen. Pero, al igual que las querellas y  escaramuzas  que lo asediaron con sus compañeros coetáneos, Kai supo sacarle provecho a esa impaciente sed de construcción arquitectónica power metalera.

Y es que si bien, no me gusta enaltecer a sujetos que no merecen la pena, estar atribuyendo valores que a veces no encajan con el estatus del músico, pero cuando asevero, miro fijamente y escucho a este (sea voz o riffs) sujetillo de cara crispada, albino y rubio como los huevos de copito de nieve (El gorila blanco) rectifico al decir que no solo estamos frente a uno de los mayores impulsadores del power metal, sino frente a una figura que su arte habla por si sola, y que su total inmersión hacía su mundo, no será tiempo desperdiciado.

Gamma ray para “Land Of Free” integrada por: Thomas Nack en la batería, Kai en la guitarra y voz principal, Dirk Schlacheter en la guitarra solista, Jan Rubach en el bajo; algunas colaboraciones como por ejemplo: Sascha Paeth en los teclados, Hansi Krusch en la voz adicional y coros, y por último Michael Kiske en voz principal de la canción “Time To break Free”  ya se podrán imaginar la fraternidad que hubo después de los años conflictivos entre sus miembros.

“Land Of Free” para resumirlo en pocas palabras es el “1er Keeper” de Kai, quizá no mucho de Gamma Ray, aunque sería igual decirlo así, ya que Gamma y hansen son la misma cosa. Pero, me inclino más a que sea únicamente de éste por el hecho de la influencia resabiada en sus primeros discos, aún no había explotado la bestia greñuda.

El álbum está basado en composiciones veloces, riffs ligeros así como pesados, redobles ejecutores de temeridad por parte de la batería, solos increíbles y parsimoniosos, coros épicos y de gran delay, secciones acústicas así como baladas y preludios instrumentales, tremendas dualidades de asperidad y cromada armonía. La excelencia de esté trabajo radica en su heavy metal bombástico y pletórico, acrecentándose y tomando fuerza en una coherencia y orden, sin llegar a la pastosidad, lo pasmoso, y claro, al hartazgo.

Su tiempo, casi 1 hora, podría llegar a aburrir, sin embargo, el álbum tiene todo menos partes sosas y bajos en canciones. Por ello la temeridad, fiereza y emotiva ejecución que lo respalda.

“Rebelion In Dreamland” empieza con su etiqueta de balada buscona, cuando adhieren los riffs matadores y “speedicos” para formar una nebulosa de climas agilizados y rimbombantes, con su espectacular solo y su coro magistral tocando los alcances, y mimetizando a un Halford en su estado de histeria colectiva. En todo el minutaje de la canción tenemos esa dinámica salvaje y divertida.

“Man On A Mission” recupera un aliento más mordaz y cochambroso con un incremento considerable de la velocidad, y unos patrones del power convencional que van haciendo una supersónica bomba nuclear, incorporando algo de misterio y “melodismo” perfecto. Encajando la potencia y la inevitable repetición del rasgueo en riffs pétreos. Haciendo otra perlita del álbum. Pero, cunado terminan sus primeros 3:00, pasamos a una parte más orquestal, algo más barroca y polifacética, donde desvela un solo “tiburonezco” que aleja cualquier duda que se están estancando.     

 Le suceden preludios, que si no ponemos atención al compac, la pasaremos desapercibida como si fuese parte de “Man On A Mission” no agrega mucho ni quita nada, solo es un retazo y quintaescencia de la anterior, sí su “Farytale” ocupa este lugarcillo.

“All Of The Damned” basada en el solo de Hotel California, nos envuelve en una aurora más “epica” rozando la obstinación y la constancia del perfeccionismo machacón y melódico. Con un ambiente que da la premoción de “Estallo” y de irresoluble explosión, cargada con el bajón tonal y rítmico en sus pequeñas  escaleras conductivas. Cadencioso movimiento que llega y busca la coalición con el preludio siguiente “Rising Of The Damned” 49 segundos.

“Gods Of Deliverance” nos trae lo mejorcillo del álbum: un bajo ya furioso con más elegancia y asaltos, condensándose con la voz irosa de Hansen que va pegándose a una mucosa de “Fraseos y Estribillos” donde nace la cara más dramática y expositiva; reinventando la velocidad por caminos oscuros y truculentos. La inducción de unos de solos de 30/30 segundos que pulverizan, aún más, la contagiosa y reverberante atmósfera poweristica. Un Coro de 3 ó más, que terminan cerrando el broche de la canción.

Ya entes primera cara escuchamos el salvajismo de Hansen y los suyos, pero no faltaría “la baladilla” en todo buen álbum de Power Metal, este recurso más agotado que los recursos naturales del planeta, siempre ha sido usado; no obstante no hay, por suerte, una tontita y chulesca baladita pretenciosa.  
“Farewell” boyante como ninguna del álbum, muy rica en tranquilidad y reflejos lentos: junto con una guitarra acústica que acaricia la beldad inminente del algodón. Apartándose de toda furia, tenemos un momento deleitable cuando pasamos al intermedio final de la canción, donde oímos un susurro lamentable y carnoso de severidad e irreprochabilidad sentimental. Instrumentos acallados y bonitos, encajados al la rolita.

Pero, ¿A caso hay más? Neles, mi chucho. Ya te dimos un pastelito de aguinaldo y ahora a tragar cemento. 

“Salvations Calling” es la más rápida y descosida que hay, con un momento aligerado y rapaz, como una águila que descendió a una velocidad inimaginable, fuera del alcance de cualquier perceptible rasgo humano. Con una estruendosa entrada que va enervando el estatus de guitarristas en primera liga; introduciendo el famoso corte de bajo angular que se da en las canciones para proyectar otro ritmo y de más parafernalia extrovertida e inflamable.

Ya tuvimos la más rápida, pero ahora empezamos con una entrada pesadísima, de lo más pesado que hay en el álbum, así es, véale los ojos a “Land Of Free” rola que acomoda motores y alcanza otra de los mejores momentos del álbum, si no es el mejor. Los coros aquí están más feroces y cambiantes en su melodía inicial, marginando todo rasgo de mediocridad y suplantaciones efímeras y volutas en casqueos inservibles. El batero va a un nivel superior, creo que lo vi volando con su batería por el supermercado. Canción apoteósica, infernal y llena de feeling inmanente.  Al final se salpican las gotas de ingenio con los coros de “kiske” acoplados. Espera, que ya toca tu turno.

“The Savoiur” tercer interludio que deja más fresca la boca, y nos hace preguntarnos que estos tipejos ni las refractarias secciones hacían imbéciles y santurronas. Pero, tenía que llegar el momento cenit del álbum, el momento montañoso, de mayor altura y agigantados relieves. Así es, considero el mejor y disfrutable momento aquí, en La gigantesca “Abyss Of The Void” con temática radicada en la perdición y la absoluta negación.

Empieza revoloteando y exigiendo a todos una escenificación como pocas en el disquete: Una gran gesta de instrumentos ejecutando a niveles técnicos y sentimentales apabullantes, desconcertantes y severos. Como siempre, acotados en su meridiano por un moscarrón de incertidumbre y mohosead. Solos histriónicos y agravados con un desbordante lirismo musical. Escuchamos una rola épica, milimétrica, sincronizada y trotamundos.

Hansen da espacio onírico a Kiske en “Time To Break Free” no es la mejor del álbum, pero que gusto me da a escuchar a este señor. Ahora los instrumentos han bajado la intensidad y se han pavoneado a ritmos más básicos y menos histéricos. El señor Kiske con una voz camaleónica y estratosférica, llena sobre todo de un virtuosismo, mucho más que el hansen, pero la dupla no está en la competición sinsentido. Sino en una demostración silenciadora para el oyente. Se repite tres veces el estribillo, pero no se vuelve cansino y mohoso. Espectacular temita que muestra mucha más variedad.

Y llegamos al punto rojo o el final de está gran odisea. Por momentos escuché en un principio el falsete Rob Halford, pero no, era Hansen, con una amplitud antagónica y malevolente que rubrica el empapelado. Ahora haciendo un ambiente entre sucio y melodioso, muy raro. Pero, no tenemos un tema mal para este cierre, ya que cuenta de mucha pomposidad y holgazanería natural. La rudeza aparece en la mitad, con solos despuntados, pero que no se cansan de buscar la magnanimidad.

Diáfano final y tremebundo broche de oro para catapultar uno de los discos calves  para entender la gestación del “Power” en la secuela noventera. Disco que agrego, sin vacilar, a las estanterías de “Imperdibles” aparte de la diversión que te llevas, con1 escucha te lanzas hacia un viaje como pocos. Deja las drogas y prueba “Land Of Free” De seguro que ya no necesitaras tu peyote semanal con esto.  
Y también rólense esa portadita, muy fructífera y consecuente con la temática apocalíptica-distópica del álbum.

Bueno, mis amigos frentudos, no hay más que escupir. Una de las maravillas que da el metal de vez en vez, y que perdérselo sería tan malo como ir al baño cagar y no limpiarse habiendo papel acolchonado y suavizante con selváticos y dóciles aromas.






Nota: 9.3 Y así empezó la revolución.




Publicado Por: Albert Spaggiari

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