Gamma
ray es el proyecto que sacó a flote el ex-guitarrista principal de Helloween,
Kai Hansen. La banda se formó cuando éste dejaría a Helloween después de su fantástico
“Walls Of Jericho” Gamma ray tuvo varios cambios de alineación a lo largo de su
carrera, quizá sólo conservando a Kai. Pero, éste particular sujeto nunca
prestó su voz para un disco entero, a no se el ya especificado, y sería hasta “Land
Of Free” que Kai toma la batuta, se echa el equipo al hombre y muestra de que
está hecho; Acero inoxidable.
Gamma
ray, para estas alturas había tenido una acogida aceptable, con discos que sin
lugar a dudas tenían una carga enérgica, basada en los primeros “Guardian y Helloween”
y costura manufacturada siempre por la mente maestra de Heansen. Pero, al igual
que las querellas y escaramuzas que lo asediaron con sus compañeros coetáneos,
Kai supo sacarle provecho a esa impaciente sed de construcción arquitectónica power
metalera.
Y es
que si bien, no me gusta enaltecer a sujetos que no merecen la pena, estar atribuyendo
valores que a veces no encajan con el estatus del músico, pero cuando asevero,
miro fijamente y escucho a este (sea voz o riffs) sujetillo de cara crispada,
albino y rubio como los huevos de copito de nieve (El gorila blanco) rectifico
al decir que no solo estamos frente a uno de los mayores impulsadores del power
metal, sino frente a una figura que su arte habla por si sola, y que su total
inmersión hacía su mundo, no será tiempo desperdiciado.
Gamma
ray para “Land Of Free” integrada por: Thomas Nack en la batería, Kai en la guitarra
y voz principal, Dirk Schlacheter en la guitarra solista, Jan Rubach en el
bajo; algunas colaboraciones como por ejemplo: Sascha Paeth en los teclados,
Hansi Krusch en la voz adicional y coros, y por último Michael Kiske en voz
principal de la canción “Time To break Free” ya se podrán imaginar la fraternidad que hubo
después de los años conflictivos entre sus miembros.
“Land
Of Free” para resumirlo en pocas palabras es el “1er Keeper” de Kai, quizá no
mucho de Gamma Ray, aunque sería igual decirlo así, ya que Gamma y hansen son
la misma cosa. Pero, me inclino más a que sea únicamente de éste por el hecho
de la influencia resabiada en sus primeros discos, aún no había explotado la
bestia greñuda.
El
álbum está basado en composiciones veloces, riffs ligeros así como pesados,
redobles ejecutores de temeridad por parte de la batería, solos increíbles y parsimoniosos,
coros épicos y de gran delay, secciones acústicas así como baladas y preludios instrumentales,
tremendas dualidades de asperidad y cromada armonía. La excelencia de esté
trabajo radica en su heavy metal bombástico y pletórico, acrecentándose y
tomando fuerza en una coherencia y orden, sin llegar a la pastosidad, lo
pasmoso, y claro, al hartazgo.
Su
tiempo, casi 1 hora, podría llegar a aburrir, sin embargo, el álbum tiene todo
menos partes sosas y bajos en canciones. Por ello la temeridad, fiereza y
emotiva ejecución que lo respalda.
“Rebelion
In Dreamland” empieza con su etiqueta de balada buscona, cuando adhieren los
riffs matadores y “speedicos” para formar una nebulosa de climas agilizados y rimbombantes,
con su espectacular solo y su coro magistral tocando los alcances, y
mimetizando a un Halford en su estado de histeria colectiva. En todo el minutaje
de la canción tenemos esa dinámica salvaje y divertida.
“Man
On A Mission” recupera un aliento más mordaz y cochambroso con un incremento
considerable de la velocidad, y unos patrones del power convencional que van
haciendo una supersónica bomba nuclear, incorporando algo de misterio y “melodismo”
perfecto. Encajando la potencia y la inevitable repetición del rasgueo en riffs
pétreos. Haciendo otra perlita del álbum. Pero, cunado terminan sus primeros
3:00, pasamos a una parte más orquestal, algo más barroca y polifacética, donde
desvela un solo “tiburonezco” que aleja cualquier duda que se están estancando.
Le
suceden preludios, que si no ponemos atención al compac, la pasaremos
desapercibida como si fuese parte de “Man On A Mission” no agrega mucho ni
quita nada, solo es un retazo y quintaescencia de la anterior, sí su “Farytale”
ocupa este lugarcillo.
“All
Of The Damned” basada en el solo de Hotel California, nos envuelve en una aurora
más “epica” rozando la obstinación y la constancia del perfeccionismo machacón
y melódico. Con un ambiente que da la premoción de “Estallo” y de irresoluble explosión,
cargada con el bajón tonal y rítmico en sus pequeñas escaleras conductivas. Cadencioso movimiento que
llega y busca la coalición con el preludio siguiente “Rising Of The Damned” 49
segundos.
“Gods
Of Deliverance” nos trae lo mejorcillo del álbum: un bajo ya furioso con más elegancia
y asaltos, condensándose con la voz irosa de Hansen que va pegándose a una
mucosa de “Fraseos y Estribillos” donde nace la cara más dramática y
expositiva; reinventando la velocidad por caminos oscuros y truculentos. La inducción
de unos de solos de 30/30 segundos que pulverizan, aún más, la contagiosa y reverberante
atmósfera poweristica. Un Coro de 3 ó más, que terminan cerrando el broche de
la canción.
Ya
entes primera cara escuchamos el salvajismo de Hansen y los suyos, pero no
faltaría “la baladilla” en todo buen álbum de Power Metal, este recurso más
agotado que los recursos naturales del planeta, siempre ha sido usado; no
obstante no hay, por suerte, una tontita y chulesca baladita pretenciosa.
“Farewell”
boyante como ninguna del álbum, muy rica en tranquilidad y reflejos lentos:
junto con una guitarra acústica que acaricia la beldad inminente del algodón. Apartándose
de toda furia, tenemos un momento deleitable cuando pasamos al intermedio final
de la canción, donde oímos un susurro lamentable y carnoso de severidad e irreprochabilidad
sentimental. Instrumentos acallados y bonitos, encajados al la rolita.
Pero,
¿A caso hay más? Neles, mi chucho. Ya te dimos un pastelito de aguinaldo y ahora
a tragar cemento.
“Salvations
Calling” es la más rápida y descosida que hay, con un momento aligerado y
rapaz, como una águila que descendió a una velocidad inimaginable, fuera del
alcance de cualquier perceptible rasgo humano. Con una estruendosa entrada que
va enervando el estatus de guitarristas en primera liga; introduciendo el
famoso corte de bajo angular que se da en las canciones para proyectar otro
ritmo y de más parafernalia extrovertida e inflamable.
Ya
tuvimos la más rápida, pero ahora empezamos con una entrada pesadísima, de lo
más pesado que hay en el álbum, así es, véale los ojos a “Land Of Free” rola
que acomoda motores y alcanza otra de los mejores momentos del álbum, si no es
el mejor. Los coros aquí están más feroces y cambiantes en su melodía inicial,
marginando todo rasgo de mediocridad y suplantaciones efímeras y volutas en
casqueos inservibles. El batero va a un nivel superior, creo que lo vi volando
con su batería por el supermercado. Canción apoteósica, infernal y llena de
feeling inmanente. Al final se salpican
las gotas de ingenio con los coros de “kiske” acoplados. Espera, que ya toca tu
turno.
“The
Savoiur” tercer interludio que deja más fresca la boca, y nos hace preguntarnos
que estos tipejos ni las refractarias secciones hacían imbéciles y santurronas.
Pero, tenía que llegar el momento cenit del álbum, el momento montañoso, de
mayor altura y agigantados relieves. Así es, considero el mejor y disfrutable
momento aquí, en La gigantesca “Abyss Of The Void” con temática radicada en la
perdición y la absoluta negación.
Empieza
revoloteando y exigiendo a todos una escenificación como pocas en el disquete:
Una gran gesta de instrumentos ejecutando a niveles técnicos y sentimentales
apabullantes, desconcertantes y severos. Como siempre, acotados en su meridiano
por un moscarrón de incertidumbre y mohosead. Solos histriónicos y agravados
con un desbordante lirismo musical. Escuchamos una rola épica, milimétrica,
sincronizada y trotamundos.
Hansen
da espacio onírico a Kiske en “Time To Break Free” no es la mejor del álbum,
pero que gusto me da a escuchar a este señor. Ahora los instrumentos han bajado
la intensidad y se han pavoneado a ritmos más básicos y menos histéricos. El
señor Kiske con una voz camaleónica y estratosférica, llena sobre todo de un
virtuosismo, mucho más que el hansen, pero la dupla no está en la competición sinsentido.
Sino en una demostración silenciadora para el oyente. Se repite tres veces el
estribillo, pero no se vuelve cansino y mohoso. Espectacular temita que muestra
mucha más variedad.
Y llegamos
al punto rojo o el final de está gran odisea. Por momentos escuché en un
principio el falsete Rob Halford, pero no, era Hansen, con una amplitud antagónica
y malevolente que rubrica el empapelado. Ahora haciendo un ambiente entre sucio
y melodioso, muy raro. Pero, no tenemos un tema mal para este cierre, ya que
cuenta de mucha pomposidad y holgazanería natural. La rudeza aparece en la
mitad, con solos despuntados, pero que no se cansan de buscar la magnanimidad.
Diáfano
final y tremebundo broche de oro para catapultar uno de los discos calves para entender la gestación del “Power” en la
secuela noventera. Disco que agrego, sin vacilar, a las estanterías de “Imperdibles”
aparte de la diversión que te llevas, con1 escucha te lanzas hacia un viaje
como pocos. Deja las drogas y prueba “Land Of Free” De seguro que ya no necesitaras
tu peyote semanal con esto.
Y
también rólense esa portadita, muy fructífera y consecuente con la temática apocalíptica-distópica
del álbum.
Bueno,
mis amigos frentudos, no hay más que escupir. Una de las maravillas que da el
metal de vez en vez, y que perdérselo sería tan malo como ir al baño cagar y no
limpiarse habiendo papel acolchonado y suavizante con selváticos y dóciles aromas.
Nota: 9.3 Y así empezó la revolución.
Publicado Por: Albert Spaggiari
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