Desde gélidas tierras,
dentro de un pozo y un altar se encontraban mil y un grupos de jóvenes soñando superar
a Celtic Frost: Padre indiscutible de la malteada y de toda la orgía Suiza y
del Black Metal Mundial. Pocos tuvieron renombre e importancia que se pudiera
acercar a las faldas de su travesti padre y sin ir tan lejos de nacionalidad y vocación,
tenemos el ejemplo de evolución y aprendiz: Samael. Grupo de Black Metal que encendía
las antorchas a comienzos de los 90s, con la escena plagada de noruegos
hambrientos, pero que su legado y su pedazo de gramo a la comunidad fue importante
a lo largo que crecía el proyecto de Vorphalack: Guitarrista y Vocalista, Xytraguptor
en la Batería y Masmiseim en el Bajo. Introducir música industrial y
experimentar con otros asuntos que no tienen que ver con el Metal Negro, no
estaban en sus planes todavía…
Por lo tanto su debut
“Worship Him” de 1991, sacado como papel carbón y con una portada de tufo
espectral y mitológico, parecieran otra de tantas caratulas que quieren
traumarte antes de la cacofonía empleada. Sin Embargo es una de tantas
excepciones dentro del género, sin salirse del guacal y sin bucear por mares
experimentales. En el álbum nos encontraremos con una atmosfera cabrona que sustenta
el temor hacia nosotros de entrar a ese espeluznante mundo donde el dragón de
no sé que demonios, nos haga mierda como esos trozos de cráneos tirados y tras
él, un clima oscurito y a blanco y negro como manda Lucifer. Ritmos a medios
caminos son los dominantes, Vorph enojado con flema, Guitarra Aplastante y
Batería destructora creando un ambiente hostil para cualquiera, con el simple
hecho de ejecutar los instrumentos arrastrándose y luego una tarántula venenosa
como Bajo escala la audición….
El mundo del Ángel
Samael es más maligno que cualquier chiste sobre los pandas y la velocidad
absurda…El Ambiente es el prominente clamor de las blasfemias y los Riffs
Malditos. Todo cuaja sin gritar a escupidas como perros leprosos, ni tampoco
como Doom Macabro. Pero el trío europeo agarra lecciones noruegas para
desprenderse de ese pétalo frágil del Thrash Perrón de Sodom y Compañía. “Worship
Him” es prueba de ello, sin discutir mucho y sin fijarnos en comparaciones.
Samael es un caso de desapercibidos en la época, todo por no ser parte de la
Telenovela: “Asesina y Quema”. No fueron ruidosos en el océano, pero sí importantes
en el nenúfar. Algo o Nada, y encima poniendo su estilo a la cosa.
Un punto a destacar
en el material, es la producción estable que da coherencia y audición a los
tracks. Sobretodo si hablamos de espectros anticristianos donde rapar la
guitarra es un método de disfrute, no encontraremos algo mejor que la estabilidad
de los instrumentos sin sobre-producir. En fin, lo que sorprende más aún es la utilización
de sintetizadores como retoques de bienvenida o de salida, sin intervenir en
las estructuras 100% Black Metal, pero eso aunque sea de tercer plano, aporta
al redondo. No rebusquemos en el millón de discos, si quieres Ritmos
espeluznantes con una guitarra y batería como papeles fundamentales en el paso
de caracol y a la vez en cambios de ritmos que atruenan a cualquier cerote que
compre semita, esta es una opción.
Arrastrándose el
inicio con Xytra en percusión “Sleep Of Death” arranca las cabezas y ataca de
una vez: fraseos endemoniados que pocas veces veremos que acelere su paso
mocoso y aural. En cambio cuando hablamos de una vertiente muy significativa
para la creación de esta Opus, es el Doom, el sabor picante y doloroso de angustia
que crea con la voz una complementación perfecta para las ideas expuestas, pero
nadita de lentitud. “Into The Pentagram” y la que da el titulo del álbum, son
los rastros de sangre de los que hablo. Y una especialidad que atraerá a
cualquier fanático son los temas: “Knowledge Of The Ancient Kingdom” y “Morbid
Metal”, donde la variedad y la velocidad se presentan sin perder el hedor de la
idea central. Mis favoritas en todos los ángulos, sobretodo los ritmos que
cambian sin apresurar y con repeticiones memorables, esos “Belf, son of Belf”
con la batería rompiendo un bloque de cemento en “Knowledge Of…” o ese “Blasphemy”
que entra como un rayo con la guitarra pronunciando la palabra y una melodía
vocal de inicio en “Morbid Metal”…Mínimos detalles que dinamizan y comparten
con la estructuras de ambas piezas, haciéndolas especiales entre el menú.
“The Black Face” Y “Messenger
Of The Light”, son otras muestras de combinaciones malignas de satanismo
ambiental y melodías efectivas con una garra que coagula sangre oscura. Y todo
esto es ondulado con secciones rítmicas y golpes que sin redundar al asunto de
los solos de instrumentos, son directos y sin complicarse lo hacen mejor. Para
ello se intercalan algunos instrumentales en el álbum, donde se aprecia el
significado de cada cuál: “El rito de Cthulhu”, “Ultima Bendición” y “La
Oscuridad”, cada una simulando al estilo Black Metal Clasicón. Sin perder la línea
y sin aturdir rellenando con pendejadas versátiles y octavas magnificas que
hacen sudar el testículo al músico, sin llegar al asunto.
No cabe duda que la
música de estos suizos, te transportan sin complicaciones al mundo apocalíptico
del simbólico dragón que cuelga sobre su nuca, un collar donde el pentagrama
domina a la bestia. Samael en esta aceleración de Metal, ha logrado abrirse en
su natal tierra y en algunos seguidores que matan por un disco con calidad,
sentimiento y de disfrute que no opaca, ni brilla en la escena. Tarde o
temprano nos caerá la mandíbula de esta abominable adoración y seremos parte
del festín nocturno de los que aprecian una propuesta sencilla y honesta.
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