El ambiente dónde nos formamos tiene
secuelas en nuestro inconsciente. Una vez Freud los describió como una “remoción”
o un estado recesivo que permanece dentro de cada individuo, y tal estado yace
petrificado por dos polos, uno activo (Qué sería el caso de una manifestación
temporal) y otro pasivo (Al contrario que el Activo, éste tendría la cualidad
efectiva de dicha “remoción”, aunque la garantía de tal es manifestarse a como
dé lugar sin importar el tiempo) esto quiere decir, que obligatoriamente los
segmentos que adquirimos cuando crecemos, o evidenciamos en el transcurso de
los años, serán decisivos y casi pertinaces, para la expelida de “ideas” y “pensamientos”.
Sin embargo, muchas de estas vivencias pueden ser fatales para el ser, a su vez
otras pueden ser esenciales para la expresión, en este caso artística-mundana. Y
Erigir esos sentimientos, en una manera fructífera con el ideal personal, es
una proeza.
Taake, conformado por Hoest, un músico
noruego, adepto a la ola black metal noruega, se esforzó por realizar una banda
cuando apenas era un muchachín de 12 añeles. La banda sería prácticamente de
él, ya que muchos de los músicos que le acompañarían, serían puros renglones en
la epístola que Hoest compondría. La historia de éste acérrimo edecán de las
orladas mareas “Darkthronianas” vería la luz de su primer esbozo en el año 1995
(año ya avanzado para las entregas de la primera ola noruega) un demo nada más.
Un año después uno que otro Ep, pero subsecuentemente, 1 año más tarde, la
banda o el mismo Hoest firmarían con tinta manivela de cañón, su primera producción;
la que hoy atañe reseñar.
Con el primer párrafo, preliminar al
comportamiento innato del hombre, quedó entredicho que el ambiente es
valorativo y circunstancial en el desarrollo mnémico y emocional de cualquier
ser consciente. ¿Por qué se dice esto? Pues, sencillamente para entender más de
cerca el emprendimiento, y la razón de ser de los álbumes. Sí, en este caso el
primer Full-Length de Taake. Como su nombre lo indica, traducido al español como
“Niebla” ya que donde vivía nuestro protagonista, la neblina circunvalaría las
esquinas de las montañas de Bergen (Segunda ciudad más grande de Noruega) y quiérase
o no, por una parte, ese hostil sentimiento de bruma, impulsó a nuestro
guerrero jónico, con una idea depresiva y maligna que lo llevaría a explosión psíquica
de la que hace un momento hablamos.
De alguna manera esa aspereza que se
respira en los 7 capítulos, nos muestra un calco de la anterior idea que hemos
formulado. Normal sería expresar nuestros traumas en el arte. En fin, pasemos a
lo que nos compete. Taake es una banda que se ha respetado en el nuevo milenio,
y claro, tiene su buen manojo de fans que le huelen las nalguitas, o cada pedo
en concierto. Pero, hablar de esta agrupación (Para darle méritos a los
paseantes de puestos) es como ir al mismo sastre: tal vez al principio no
conocerás su trabajo, después de unas visitas sabrás que trabaja bien, aunque
con el pasar del tiempo te darás cuenta de los limitantes de éste autor
renombrado del hilo y la aguja. ¡Salten chinches! Las tostadas ya casi están
preparadas.
Nivel de composición heredado de los
mentado Darkthrone: simplicidad, dirección ejecutante en velocímetros, cambios
con la pretensión de epicidad, y fueros estrechos en sus gritadas vocales ríspidas.
Esa sería la definición peyorativa, o más bien, con la visión más oscura de la
obra. Toquemos los puntos poco a poco. ¿Por qué simplicidad? Más de la que ya
tiene el black metal, el disco es muy simple; aunque no le quito el grado
rodante de expresividad; pero, su monta
es sencilla, y de vez en cuando melódica femenil (un contraste que simplemente
no encuadra… para mí, ¡clarines!) Las guitarras crean ese torbellino de
revuelos que se colman de repeticiones y rijosidades; están encima de las ubres
tocando dos que tres acordes, y trasteando el muñeco del mástil.
Dirección y rapidez: son veloces, en
cuanto se ponen los blast a punta de ballesta, empieza el ciclo pestífero,
posteriormente llega el saneamiento naturalista. Del panda más bravo al cachorro
indefenso y quietico. Cambios: no muy
espectaculares, más bien muy desalentadores, porque esas melodías hiper-rimbombantes
llegan a aburrir a sobremanera; no difiero de su estipendio y esmero por plasmar
buenos decibelios de nudosas vistas palaciegas. He de agregar que la secuencia
de capítulos, alejándose de los nombres en sus canciones, en llamativa; dícese
que es la primera obra de su trilogía.
Las vocales están sobrepuestas sin
mucha variación y cambio, pero dentro del prototipo son aceptables y
digeribles, no era de esperarse un registro timbrado y cristalino; no estamos
para esas. Art regularón, aunque para portadas blackmetalera me quedo con las
de Burzum y los ingentes de Bathory. Pero, esa hierba es de otro pastizal. PD: la producción raramente no suena tan
sucia.
Potable y quizás muy interesante para
los admiradores del género.
¡De regreso en el block 14!
Nota: un 6.7 con ganas de tomar leche alpina.
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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