Nombrar a Noruega
(Especialmente la cuna estreñida: Oslo) una de las naciones, que cosechó,
sembró, y cultivó, el Black Metal más “puro” (Para los acérrimos) podría ser
una proposición un poco altanera y acrítica; sin embargo, no normarla, sería
fatal. Por ello es indispensable, para el metal noventero la existencia de tal
gélida tierra escandinava, y no sólo esa tierra, sino esa paridad con la
violentísima escena nórdica que iban tomadas de la mano. Nace una banda llamada
Immortal, que desde la fecha natal, ya empezaría a dar aletazos arrebollados con
sus primeras manifestaciones, no sería si bien hasta su Primera placa tectónica,
que colmaría al metal en la representación icónica de cortedad y macabrismo más
bruto.
La banda fue influenciada por
una buena camada de Death Metal de vieja escuela, sacando muchos de sus tiempos
veloces, parar tratar de plasmarlos debidamente a su oscuro ambiente y tétrico dogma rítmico. Immortal se considera
una de las bandas de segunda oleada; esto podría darnos a entender que Mayhem
(Deathcrush) y compañía serían esenciales en el linaje directo de la banda. Lo que cambiaría los sauces de Immortal, sería
su impronta introducción de elementos indistintos al metal (Como algunas
guitarras acústicas en su primera producción) pero eso llegaría muy lejos,
incluso para los de Abbath. Ellos, de
alguna manera querían sonar mucho más “puros” y la ecuación no salió por arte
de magia, si no por hartas ganas de romperse el culo en los ensayos.
Esa mejoría vendría para su
Segundo Long Play de 1993, sellado con el nombrecito de “Pure Holocaust” antes
que nada, con un titulo así, de antemano se nos avecina una peste de ratas
muertas, y aluviones de desperdicios humanos: puro holocausto. Para este álbum
los intérpretes serían solamente dos pelilargos, con saña hasta por las manos,
y rabia por las muelas. Así es, solo bastaron dos escarabajos cornudos para la
creación de este holocausto, ni más ni menos que “Abbath” en voces, bajo y
batería; y Demonaz en Guitarra. Grimm fue uno de los miembros que se incluyó en
la portada por su colaboración en algunos en vivo, previo al P.H. Y otro canijo
que sale a luz, que compuso una que otra nota.
Para reafirmar, los únicos
que merecen reverencias son los dos ya antes mencionados. Lo demás, ni me los
muestren. Centrándonos en la época, es difícil ver alguna banda que compusiera
un álbum –Que caía bajo las connotaciones de Black Metal de Cepa- del género
oscuro con tanta violencia y que heredase la caracterología idónea de los genes perfectos del “Death Metal” , el
hermano mayor. Immortal se dejó de cuento, ya que su primer disco “Diabolical
Fullmoon Mysticism” sigue sonando muy tópico, muy a la de Dios.
Un paso agigantado si que
dio, ya que “Pure Holocaust” no sin ser el mejor disco de su carrera, sí es uno
de lo más directos y mortíferos que se hayan creado bajo el nombre de esta
agrupación nórdica. Para esta entrega
escuchamos un metal más obscuro, rozando el “tenebrismo” dinámico de unos
Gorgoroth, pero con la aspereza vocal de unos Darkthrone; aunque, patrones muy rítmicos
asintóticos, rellenos y hercúleos. Como ala vez guitarras en plan enfermizo, de
volteretas a rapones de cuña gruesa. Nuestro sacro bajo, se oye a la hora que
suena las campanas el domingo para la iglesia: 1 vez a la semana (Una vez en el
disco, quizá) pero, no hay problema, no desmerece en lo más mínimo, porque la
sección refractada del otro peldaño de instrumentos, lo compensa con tronío,
pero sin elegancia.
Las atmosferas ya no se crean
en base a sección acústicas, que afloraban y mimaban mucho la producción; el
black metal sin ninguna impureza, pura carroña orgánica. Lo que ahora se hace
es mucho más íntegro, y esto hace que el álbum se mantenga de pie en el trayecto,
proyectándonos una fiereza solo antes vista por el Death Atacante, que prorrumpía
a dos por tres. Los ambientes se crean a puras guitarras, a la escuela “Darkthroniana”
y los cambios de ritmos desfilan con cautela, pero una algazara constante los
incita a incrementar lo elementos fortuitos y descabellados. Otra de las
sensaciones clarísimas que produce su música, ese presurizado hálito de Frío que
llevan en sus mazmorras. Es como si nos trajeran una porción inconcebible de
hielo, el de los bloques antárticos, con algo de nieve manchada en sangre
polar.
Ese viento invernal que hasta
llega a quemarnos de tanta fricción con nuestro endeble cuerpo, no acostumbrado
a la hilera frenética de la “aclimatización” congelada. Y esos sentimientos son
los que se encontrarán aquí: aunque no es esa soledad deprimente que nos ahoga,
sino, esa incrustación pitonisa de rabia y malevolencia derretida en añoranza
desesperada y rígida. En parte, con una instrumentación que conserva a bajas
temperaturas, los restos fosilizados y cenestésicos, de la gema más bruta del
Black Metal: Pure Holocaust.
La producción encaja, hasta “ennevado”
puede sentirse por veces. Claro, lo único adrede que puedo decir es que, este
se forja como un gran disco para la banda, y se enaltece como pieza importante
dentro de su género. Y no está demás decir, que su portada es constrictora y cochambrosa;
más que adecuada, pero feíta. Para los fanáticos del género “endiabliado” es
una obra más que indispensable en su colección, y para los polimatas de la
música, es una lección de cómo se hace música salvaje y macabra en una sola
gota de agua negra.
¡Ya empezó la cacería de
osos!
Nota: 8.5
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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