Empezaba a explotarse más de lleno el cine de Ciencia ficción, y tenía
que hacerse valer como cine de ciencia ficción, no tanto como revistas de los
50’s que aún dejaban ideas utópicas, mera y únicamente como eso: Ciencia
ficción, “cosas que nunca pasan, que nunca suceden, y no pasaran” de ello hemos
aprendido algo al terminar de ver Silent Running: decantador y clásico film que
revitaliza la maraña de Sci-Fi; y es que el ser puede cuidar su hogar, su
planeta, sin que una película setentera, algo mofletuda, nos venga a
concienciar a tal grado. Porque el cine
es eso: una maquinaria encendida de ideas, ideales, ideología. Hay de aquel
palurdo que reniegue la ciencia ficción con teoremas infausto como: “Es que no
es real” “es por lo menos Thor es cultura llevada al cine” “es que lo viejito
me produce urticaria en mi vena de marica solapado”
Porque una cosa es bien sabida cuando termines de ver la película que
hoy atañe, y es que, puede llegar a molestarte el cáliz ecológico que ésta recoge
con desmedido recato para usarse como temática central, o que te dejes de
miríadas y recompensa hacía el metraje que compete. Porque en realidad, de
misterio no tiene ni gramos; y de naves explosivas, mucho menos. Duro o cruel
destino en el que los he causado: Es una pelí hippie de la importancia ambiental,
o sólo una cutre y postiza auto elevación de lo viejo por lo nuevo… Jajaja,¡
las dos! Eso sí, reto a cualquiera a que venga a desmentirme por qué esta
película no tiene anzuelo aquí, por el simple y vacuo hecho, de que es MUY
VIEJA, que no tiene LA PRODUCCIÓN requerida, o que, en el caso que me haría rabiar espuma verde, que no hay estallidos, no
centellea CIENCIA FICCIÓN. Pues en ese caso aquél que llegue a pronunciar esas
palabras, que me lo haga saber… porque así sólo quedará como un completo
DESINFORMADO, por no decir imbécil.
Nos centramos en el Siglo XXI. La tierra está pasando por un momento
crítico, ya que los recursos naturales, su flora, ha sido malgastada, y ya no
hay forma para volver a regenerarla si no es suplantándola por una simiente y
nueva vegetación. Dicha vegetación tiene lugar en Valley Force, por los anillos
de Saturno, donde yacen en varias cúpulas, que son cuidadosamente protegidas por
un cuarteto de internautas a cargo del botánico Lowell, que ha guiado la misión
durante 8 años. El sueño de éste se trunca cuando el gobierno informa abortar la misión, adjudicando que la vida en la
tierra puede ser sustentable: trabajo, dinero, y negocios… “qué cosa más
maravillosa, ¿no?” la verga. Antes que nada tienen que hacer explotar las
cúpulas donde guarnece una dotación de bosques lozanos.
Los tripulantes, excepto Lowell, rebosan de felicidad por regresar a
sus hogares, pero el botánico se siente frustrado por la inminente desaparición
de los bosques; e intenta proteger a sus “bosques” matando a sus compañeros,
así regentando el control de Valley Force. Aquí se desmaña una riqueza en
fotografía inaudita, un orbe de sentimientos de culpabilidad, un rechazo hacia la
integración popular, una amarga carga que lleva el botánico Lowell ha protegerse
de los insensatos. El puente que se
construye mediante ideologías opuestas, es increíble. Los diálogos entre la ética
ecológica y la moral capitalista, son gran parte de la soberanía que la cinta
ofrenda a sus espectadores. Y eso, eso se agradece.
Unos Robots que serán reprogramados por el único tripulante, para que
éstos llenen el vacio y la culpabilidad sobre la muerte vertiginosa de sus
anteriores compañeros. La nota musical, guiada por Joan Baez, es tremendísima y casi responsable de la empatía que llega a
producirme el filme. Más allá del concepto, los planos se mantienen en regla,
éstos sugerentes y no se alejan de las teorías atípicas de Europa. Los carritos
miniaturas, la plantación, el humanismo, la ayuda autómata remplazada por la conciencia
humana es algo de reverenciar; cómo un filme puede traernos con tan simples y convencionales estrategias de
conservacionismo, una propuesta dentro del género, una propuesta que se va
descociendo en su fuerza central: La mejora de la vida humana.
Es gracioso ver que el ritmo de la película es adecuada: propone distanciarse
mucho de la típica colonización de planetas, de la regurgitada e inmisericorde temática
de vida alienígena, del imperio de Robots para con los individuos. Vaya, Vaya.
A mí eso es lo que me gusta: la propuesta. Es cierto, toda cinta lleva su advertencia
entrelíneas, y es que si no te va el rollo de plano recatados, y eres, con el
permiso de la progenie de nuestros primos, un simio con sed de sangre y
autosvoladores en primerísimos planos; la película no encajara en absoluto
contigo, y en verdad, sólo sin en verdad, estás buscando propuesta, pues aquí
ya tiene garantía, o como dirían los vendedores de dulces: “GARANTILLAS pa’
toel género”
No aunaré en la trama, porque a mí también me jode que me la arruinen
sin haberla visto: aunque ya pronuncié un hecho hará enardecer a los ignaros.
Pero la cosa es verla, vah, bichosos?
Lo demás es canela fina y candela dura. Digna de ser vista, y de
aprovecharse en su totalidad. Los que
dejan pasar la propuesta por la zona de confort, mejor sigan estallándose las
cabezotas con la última de Transformers… que eso si les va a la medida.
Los que buscan
encontrarán, y sé que encontrará a Silent Running. ¡Sin paliativos. A
disfrutar!
Nota: Un 7.8 muy justo.
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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