martes, 12 de agosto de 2014

Mathieu Kassovitz - El Odio (La Haine) [1995]




 El Odio  tiene lugar en los suburbios de Francia donde radican zonas marginales de propensa y elevada delincuencia, cuyo objeto opresivo se ilustra a través de su clandestinidad, y por inminencia, relata los hechos de 3 jóvenes cuyo odio hacía el represivo y hostil mundo “exterior” se connota por medio de disturbios hacía urbanísticos. La intervención de la policía es frecuente en dicho páramo deshabitado. Todo comienza cuando un joven de 16 años llamado Abel Ichah recibe un fuerte y duro castigo por parte de la policía, que lo sume en un estado severo de inmovilidad y lo minutos después lo deja en coma. Este hecho ha caldeado a 3 jóvenes, amigos de Abel, que tras la noticia, imprimirán una venganza ahogada en el conato. 

El film sitúa su tiempo en 24 horas, nada más 1 día, que poco o menos será el más cruel vilo a la espera de la muerte de Abel. Sus amigos: Vinz, un judío; Said, árabe; Hubert, el negro vivirán la conmoción en aras de la espera de que suceda lo que todos temen. Pero, más allá de uno revoltosos jóvenes, cada uno muestra una principal habilidad y debilidad. Vinz es el tipo rudo, más extremista de la pandilla, se torna como jefe del barrio; cree que puede tomar la venganza de su amigo con un arma de fuego extraviada por un oficial la noche del disturbio, y junto con su instinto de “supervivencia” encima demostrará el odio que  lo colma, principalmente hacía los policías que son culpable de que su joven amigo esté en tal situación. 

Vinz se ve increpado por Hubert, que viene siendo la cabecilla y sensatez del trío. Éste tiene una visión más optimista de la vida, pese a que está consciente que su deplorable condición no lo deja explayarse hacía nuevos rumbos, tomará la prudencia como principal virtud haciendo de ésta uso de razón en los puntos neurálgicos (Tensión de Vinz hacía el espacio) y tensionados de los conflictivos encuentros con el Judío. Said, es el más timorato, éste reconcilia su enojo a través de un odio en crisálidas proyecciones. Esto quiere decir que, Said más allá de ser el más indefenso compañero, tiene un cierto repudio compartido con Vinz, sin llegar a tanto el Judio sólo desprecia su situación; la venganza nunca está en su cabeza, muera o no Abel. 

En cambio Hubert prospera a más, pero no halla la manera de salir del agujero que tanto lo reprime de manera racial. Si bien, es un punto destacable el hecho “social” que la película enmarca por los cuatro costados, hecho que una vez lejos de un Paris veraniego, bohemio, lustral y paradisiaco, no es menos que una ciudad infestada de mucha desigualdad, donde el catalogo de símbolos parisiense son drogas, delincuencia, descontento político, y sobre todo Odio, eje motor del trayecto. ¡Hasta aquí la trama! Lo demás les toca a ustedes contemplar.

Si bien, los aspectos técnicos nos quedan embargados a la par de su trama. Antes que nada, no pretende ser una película con un serio enfoque confrontativo, donde las peleas sean eje y motor rítmico de su argumentación. No, las cosas no tienen mayor lugar más que en unos cuantos arrestos, intimidaciones policiales, amenazas etc, etc. El punto de inflexión de esta producción radica en su excelente fotografía: un blanco y negro muy crudo, que enfatizan los pormenores que el espectador sin mucha atención puede pasar de largo. A parte de esa fotografía, los planos americanos, travellings, encuadre monocromático, realidad contundente en la hilación argumental son sumamente fantásticos; crean la nitidez y el apartado perfecto para palpar esa realidad que viven los jóvenes; cosa que es muy difícil si estamos permeados por el cine de “espectáculo”  o de menajes esperanzadores. 

Y por último; todo cunde ante las moralejas del metraje. Un hombre cae desde muy alto, un piso de 50 plantas, y mientras va cayendo éste tiene que decirse: “Por el momento todo va bien, por el momento todo va bien, por el momento todo va bien” se acota la reflexión cuando se dilata la última estrofa que cita: no importa si caes, lo importante es el aterrizaje. Posiblemente esta metáfora que va colocada a principio, entre diálogos aparentemente chatarreros, y al final de una escena elíptica mostraría el punto más alto y trascendental de la película en cuestión.
No se hable más. La Haine es una película con un gran mensaje, y un sentido más amplío de lo que puede ser el cine en nuestros tiempos; no todo está por la borda.



Nota: 7.1 muy ponderado.


Publicado Por: Albert Spaggiari.

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