Proseguimos con la
estadía de Krzysztof en Francia con la exposición de dichos lemas, en el ciclo
Trois Couleurs, con su segunda entrega: Blanc, Bialy o Blanco. La igualdad,
como la ejecuta el director hace nuevamente trazos de lo que podría significar
en verdad o lo que por él entiende. Sinceramente, lo más rescatable detrás de
la evolución de su primera Oferta “Bleu”: es la maquina frigorífica que nos
transporta desde la capital de France, hasta la bañada, fría y congelada
Polonia que viste de Blanco todos sus eternos y longevos paisajes invernales. Ese
sería el ambiente del color gazpacho blanquecino, que se encargaría de
incorporar comedia triste y menos simbolismos sobrecargados como lo fue el
broche en alto: “Tres Colores: Azul”.
La trama es sobre un
tipo llamado Karol (Zbigniew Zamachowski) que es un peluquero polaco donde su
casamiento en Francia no fue consumado y su esposa: Dominique (Julie Delpy)
hace el proceso del divorcio debido a que Karol tiene impotencia pasajera (Vaya
pendejada!). Una vez pasada esa situación, pasa sin ningún dinero, sin lugar
donde dormir y con una gran maleta, en el metro. Al conocer al único amigo en
todo el desagüe de su vida, Mikolaj (Janusz Gajos), éste le presta dinero para
volver a su tierra natal a reformarse. Tras algunos inconvenientes, Karol logra
llegar a la peluquería de su hermano golpeado y devastado, sentimental y físicamente.
Karol aunque ama
fuertemente a su ex-esposa, primero trata de establecer una manera fácil y
productiva para ganar dinerín, luego le ayudaría su encumbrada personalidad
habilidosa a hacer un negocio que le hará rico y suficientemente reformado para
seguir sus planes, hace socio a Mikolaj por ser el único que lo apoyo en los
momentos más difíciles, y por ultimo: Un Plan maquiavélico para vengarse y
enamorarse aún más de Dominique, la persona que lo despreció, humilló y lo pulverizó
con las leyes.
Y así de sencillo
está el turrón que nos vamos a comer con sabor a venganza, amor, obsesión,
dolor, esperanza y una infinidad de sentimientos que desequilibra la balanza,
pero: ¿Dónde está la igualdad? De seguro está por el pago que recibe uno hacia
el otro, llegando finalmente a la felicidad de ambos. Tremebunda idiotez sin lógica
si la vemos con una óptica de arrebatado pandillero que quiere su dosis muy
explicativa y con métodos a lo Disney. La igualdad es la más camuflada en el
largometraje, con un estudio intimista con los personajes que maniobran unas
cualidades que nos darán momentos de reflexión y emoción. Un punto cursivo en
la obra, es el retrato de combinar humor con drama, que despliega en la
historia con las peripecias de Karol el ni hacernos gracia ni hacernos
emocionar como también hacernos gracia y hacernos emocionar, entreteniendo con
la simpleza adecuada.
El nivel de “Blanc”
es más bajo que su predecesora, per no por ello falta de ingenio y
personalidad, porque queda demostrado desde este punto. Que Kieslowski no es un
director que te hecha la faena así por así o que le va a dar la vuelta a la
tortilla sin el permiso de tu empleada. El polaco añade en sus largometrajes el
poder de la cualidad intrínseca, aunque la que me he fajado de un tirón sin
sentir el tiempo encima, contiene numerosas imágenes y flashbacks para
construir un hilo o conexión entre la tríada pintoresca, donde en esta
circunstancias se presenta un hombre y no una mujer, donde acostumbra regar
criticas y sumergirnos en la refrigeradora para ver si sobró un poco más de ese
rancio turrón.
Los personajes de
Dominique, Mikolaj y Karol son soberanamente sobresalientes, nos podemos identificar
o no con ellos pero desprenden belleza cada quien, argumentos elaborados y las cámaras
ya ni contamos… ¿Cómo papuchas la técnica no va hacerse mención? Si solo hay
que ver las escenas, los ángulos, el color y sobretodo captarnos el momento con
fijación. No quiero forjarme un debate exhaustivo o un pergamino descriptivo de
lo que es este segundo peldaño en la trilogía definiendo La Igualdad, y opto
por no quebrarme el coxis y dejarles la tarea chunga de ponerse a trabajar ese
culo aguanoso, a sudar las axilas con bellos de cavernícolas y agitar las uñas
mugrosas frente a los pixeles muertos de en frente, para encontrar “Trzy
Colory: Bialy” en calidad empañada.
Al espectador le
costará concluir con exactitud el mensaje transmitido, ese final inesperado,
ese plan que se comete a perfección y el sentido en que como se realizan los
sucesos y actos como menos esperábamos, casi rozando lo absurdo. ¿Cuál es el
tema de la película?, ¿El desamor?, ¿la inadaptación del individuo a un
contexto sociocultural diferente al suyo?, ¿la venganza?, ¿la infelicidad?, ¿la
inmigración?, esa serie de temas se embargan todos a la vez, aunque podríamos
extendernos con varias cuestiones que exhibe “Tres Colores: Blanco”, no lo haremos,
un tema principal es: Tú me jodes y yo te jodo o en un trasfondo más entendido
solo hace falta correr por sus cuentas la ultima pregunta: ¿Qué hace falta según
ustedes cucarachas, para llegar a la igualdad?, ¿Según lo expuesto por el
director, cambia su forma de ver la igualdad?. Eso, colegialas…Es un mérito a “Bialy”
y a Krzysztof Kieslowski, que caga blanco y si huele, eh…
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