Señores/as,
hínquense, dense media vuelta, pongan culo al aire, que David Lynch les meterá una
sebosa y rotunda verga negra por el culo llamada: Corazón Salvaje. Sí, será una
rojiza y salvaje verga la que les empalmarán hasta que digan ¡Basta! Bueno,
bueno… dejemos las culeradas para otro momento. En fin. Hoy tenemos una gruesísima
película, un ejercicio que les pondrá a prueba… a ver si les gusta ser
damiselas y que se las flirteen de paso a la tiendita, o, ser machazos y
dejarse caer unos buenos trancazos en los dientes, para que a puño de matón se
los vayan botando… ¡One, Two.. y a la mierda!
Nada
más que una cinta del norteamericano que siguió los caminos del surrealismo
europeo, claro siendo muy distintivo de éste, donde trazaría un estilo doloroso
e indeleble. Metraje con olor a churritos de escuela pública, de esas para
estar sobándole las piernas a la gorda Mariel, que la faja le apesta a carnicería
de pueblo, mientras entiendes una verga de lo que está sucediendo. Si es que
tiene el dilema axial de seguir tocando esas mamosas y negras piernas mal
afeitas, a ponerle atención tan siquiera al titulo que tiene en frente,
posiblemente para buscarlo en tus ratos lúcidos.
Ya
una vez puesto en la lista de la compra del mercadito, a un lado de las
cebolletas y los perejiles, has puesto Corazón pelado… cuando es Salvaje. En
fin. La hallas por azare del destino, y dices: esta pelí me recuerda a las
piernas venosas y con picaduras de mosquito. La pondré. A lo mejor me llevo una
buena historia. Plash, la pones y te caen diez centurias de castigo donde
tocaras piernas de haropasas ancias con un índice hacía la lepra, por no
prestarle debida atención en su momento. Ya con esos adagios y vaticinios sobre
tu aurora punible, quedarás redimido… al Souls, por contemplar lo que de joven
te parecía una chapucería para los adultos andrajosos.
Un
Nicolas Cage (Sailor), cabroncillo con su chaqueta piel de víbora símbolo de su
“independencia y libertad personal”, donde lo veríamos en lo mejor de unos ’90 esplendidos.
Una cosa es de reconocer, y es que si no hace un papel extraordinario o
realzado, sí pone las cartas sobre la mesa presentando un tipo maléfico, tierno
y salvaje con un pasado negro que lo hace arrodillarse en tiernos cavillos
prematrimoniales acerca de la vida que ha levado hasta el momento. La joven que
lo acompaña es la enamorada Lula (Laura Dern) que está perdidamente atraída por
el Bad Boy. La madre de lula intenta matar a Sailor, porque él es único y
soberano testigo de la pérfida muerte del Padre de Lula, donde dicho homicidio tiene
relación con un mafioso apellidado “Santos”, contratado por la Mariett, madre
de Lula.
Así
es como nos tiene acostumbrados el Maestro Lynch: a en revesadas historias que
muestran talento de chascarrillado y tronchantes técnicas argumentativas. Mucho
se habló de este largometraje, en los puntos donde el forofo aficionado al cine
del americano, tendía un preludio juicioso acerca de los valores de un Lynch
que jugaba con su propio lenguaje, a modo de traicionarse y traicionarnos. Este
argumento podría ser válido o no. Porque si bien es cierto: Lynch deja sus
pasmosas escenas, desvelando en ellas una conclusión posterior con Flashbacks y
aterida Leitmotivs que son la aseveración de lo ocurrido. Quiero decir. Hay
momento donde el capitular de escenas con un recorrido hecho por símbolos lynchianos,
se vuelve menos auténtico cuando nos muestra su significancia, trastocando el “entresijo”
de una neonata ‘Carretera Perdida’… No es una traición,
aunque no quiero pensar que seas un recurso de dilatación artística; no quiero.
Es
cierto, que volvemos a tener ese psicológico trayecto, donde el fuego, elemento
lacerante y cálido, muestra la esencia del film. ¿Por qué el fuego? Porque este
representa el asesinato, la muerte y la sordidez de la traición. El significado
yace, por el asesinato arremetido al Padre de Lula, donde inescrupulosamente incendiado
a keroseno por las ordenes de Mariett. Elementos circunstanciales como una
pareja, en similitud a Adán y Eva, en un mundo grotesco, brutal, insensato,
bajo, atroz, despiadado, inhumano en el que convivirán. Puntos álgidos de esta analogía
es cuando La parejita se topa con un accidente automovilístico en la carreta, y
halla una palurda con el cráneo derramado en sangre, gritando por su secador, cartera,
y el miedo que tiene de que su mamá la pesque… lo cuál está muerta. Ese humor y
agudeza negra que el director siempre le
ha indumentado a sus metrajes.
Otra
para la mención, sería el Shock nocivo que le causa a Lula saber que Sailor
contempló el asesinato de su padre, del cual ella creía que había sido un
accidente. La ruptura emocional, los encuentros vodevilescos con Big Tuna (Localidad
desolada y poblada de enfermizas personalidades) donde vuelve Lycnh a saturar
los planos de comedia negruzca, ácidas interpelaciones al carácter endeble del
ser, a su desproporcionado encadenamiento con el devenir insalubre y asqueroso.
La
cinta termina con un final feliz, un “Love Me Tender” cantado por cage a sonde
crear una línea entre la parodia y realidad. Vaya usted a saber, mi sodomita
amigo.
No
es lo mejor del maestro de los thriller psicológicos; no es un ‘Eraserhead’, ‘Mulholland’,
‘El hombre elefante’… ‘Lost Highway’, pero si es una pelí de Lynch… y con eso
yo tengo suficiente.
¡7.4
para la cacatúa norteamericano!
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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