En muchos países el
color Azul, es una simple sustancia pintoresca para decorar con otros colores.
En otros aspectos significa la inteligencia o la madurez. Pero mejor
significado no se le puede hallar entre los recuerdos y los pensamientos entremezclados
con el susodicho color, al citar a Francia, que embellece su bandera con Tres
Colores: Azul, Blanco y Rojo (Libertad, Igualdad y Fraternidad). El cine se ha
encargado de emplear los ideales de este país a través de demostraciones
graficas de lo que representan los tres lemas, que a lo mejor no sea en un
trasfondo político como muchos pensarán, pero se utiliza como una de las
herramientas factibles para mejorar o aclarar nuestras dudas sobre la vida misma.
Bleu, Blue o Azul,
sería el primer peldaño de la bandera, donde embarga el concepto de Libertad. ¿Quien
se encargará de difícil labor cinematográfica de filmar una de las
interpretaciones de más carga existencial? Nada más y nada menos que en tierras
polacas: Krzysztof Kiewsloski, un director que cierra su filmografía dejando un
testamento para el mundo: Trois Couleurs, una trilogía de a mediados de los 90s
de habla francesa donde enseña el tridente alegórico: Bleu, Blanc y Rouge.
Según el director su retirada fue causada porque dejo claro lo que quería decir
al mundo con sus ultimas 3 obras.
Y para comenzar a
probar el pan, cortamos el primer listón con Azul: Una trama sencilla de una pérdida
de dos seres amados en un choque automovilístico, donde la sobreviviente Julie
(Juliette Binoche) carga con el sufrimiento de las perdidas de su hija de 5
años y de su esposo Patrice, un celebre compositor de música clásica. La
protagonista para deshacerse de la dolencia, primero intenta suicidarse pero ve
que la única opción es despojarse de cualquier elemento que haga recordarle su
vida pasada, solo conservando una lámpara azul. El fin de Julie es empezar una
nueva vida donde no tenga obligaciones ni compromisos, con la búsqueda de la
libertad. He ahí, cuando se sumerge un complejo estudio psicológico sobre la
libertad individual. Lo que hace que este film se convierta en una mixtura de
sencillez y complejidad a la vez.
El ritmo que cunde a
enredar al espectador a disolverse en la cinta, es cuando el pasado de Julie
Vignon retorna con una sinfonía inacabada y cuando desenmascara a su difunto
esposo al hallar que tenía una amante que espera un hijo de él. Olivier, que
era un ayudante de Patrice es un componente que influye en la vida de Julie, al
enamorarse de ella. Estos aspectos serían los “nudos” que contiene el largometraje,
porque todo está armonizado con una naturaleza y simplicidad silenciosa que no
es apta para fans de Robocop, Godzilla o Rambo. Una obra que no se necesita
mucho tiempo en escribir de qué trata, si no de lo que representa con una serie
de imágenes y escenas con una gran carga simbólica que empapa la temática que
busca nuestra actriz que acopla en sus ojos la tristeza que experimentó, la mencionada
y añorada: Libertad.
Cabe resaltar el
constante trasfondo de dos componentes elementales que sirven para dar
coherencia a la historia: 1. El color Azul siempre presente como signo vital
del indeleble recuerdo de sus días como madre. Y 2. La música, ya sea por el
intento de Olivier y Juliette por acabar la sinfonía con los derechos
correspondidos o la banda sonora de Preisner que impregna en unos cortes de
fondo totalmente negros, para la imprevisible respuesta de la actriz principal.
Ambas referencias, son puntos álgidos de la obra porque recorre toda su extensión
con el dolor concurrente hacia el papelazo de Binoche que le queda exacta la
talla para exponer las cualidades de la protagonista que interpreta, Kiewsloski
apunta hacia la indicada y ella no falla.
Los efectos
ultra-irreales, diálogos y escenas memorables no se plasman en Bleu, porque la
belleza radica en la sutileza de las simples acciones realistas. Como dije
anteriormente: Es silenciosa y filosófica. Con el objetivo de dar un mensaje,
nos da varios, y es que es innegable que la elaboración técnica y los actos que
se ejecutan con semejantes detalles minuciosos ad hoc a la libertad, nos
confundan o nos tratan de repetir la temática por medio de efigies de manera consiente
e inconscientemente a cualquier percepción humana. Aunque eso sí, necesitas
estar en un ánimo acorde a la pantalla y no tener en tu cabeza: “Lo que la vida
me robó”, “Mi Corazón es tuyo”, “El Color de la Pasión”, “La Patrona”, “La Gata”
o sino, te va parecer un somnífero o sedante de buena marca.
Para finalizar mi observación
al respecto, incorporo lo que es para mí, Primero: El mejor guion de la cinta,
que es cuando Julie visita a su mamá, donde Kiewsloski hace una fuerte critica
a la tecnología mostrando unos ancianos practicando un nuevo deporte y la madre
con alzheimer fascinada con la televisión, cada quien juzgue por su lado a lo
que quiere referirse. El dialogo es aún mejor y resume la meta de Julie:
Julie:"¿Sabes?, antes era feliz, los quería y ellos me querían. ¿Mamá me escuchas?"
Madre de Julie: "Te escucho Marie-France."
Julie:"Ahora me he dado cuenta de que sólo voy a hacer una cosa, NADA. Ni
más posesiones, ni más recuerdos, mi amigos, amores o ataduras; no son más que
trampas."
Luego quiero aclarar
lo Segundo: La mejor escena en mi opinión, donde nuevamente las imágenes dicen
más que mil pajoleras palabras, que es cuando Julie al visitar su cafetería
cercana, siempre ve a un vago que toca la flauta en el piso con unas notas que hacen
recordar a su marido, en una ocasión ve nuevamente al vago, pero está vez se
veía claramente como lo dejaban en auto, saliendo él feliz y por su propia
cuenta a tocar en la cera. Julie aprovecha la ocasión y le dice que de dónde aprendió
a tocar esa tonada y él le dice que inventa muchas cosas, le gusta tocar. Más
claro el ejemplo de la libertad, de hacer las cosas que te gusten sin ataduras,
no puede existir.
Y la terminal observación
y afirmación absoluta e incontestable que quiero exhibir, es el hecho de que
los ojos de tristeza de Juliette Binoche son penetrantes y si me reitero varias
ocasiones mencionándola es debido a tan majestuoso papel que tuvo que echarse
sin molestias. Impresionante la claridad de sufrimiento, seriedad, tristeza y
honestidad que expone. Todo complementado sin llegar a la burda o absurda solución
lacrimógena que nos dan como el pan de cada día en las Melodramas para señoritas
de lágrimas fáciles.
No quiero extenderme
y puntualizar con mala calaña, por lo tanto cierro mi deber como vidente aficionado
al arte grafico, al ver que solo se necesitan unas cuantas imágenes de “Tres
Colores: Azul”, para saber por tu propia cuenta la magnitud de esta obra de la
que estoy tratando de presentar como lo que es: Un Diamante Imprescindible del
Cine. Donde en lo alto y ancho de la película hace frente a una de las mejores
definiciones de lo que la franja izquierda de Francia representa: LIBERTAD, no
solo en su nación, en todo el mundo. Solo al ver este fruto innegociable del
prodigioso cine de Calidad, no te olvidarás del nombre del Maestro Polaco: Krzysztof
Kieslowski y aún falta más, eh!
Nota: 9.5
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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