No sé de cine, mucho
menos conozco generalmente el cine argentino. Pero no necesito saber de que
colores son los calcetines o de que están hechos para saber que sirven o no. No
me hace falta tener una colección cinéfila en una cueva para diferenciar lo que
es una propuesta que busca el pez verde y una que te haga pensar o sentir en lo
más intimo de tu ser. Y no estamos tratando con una odisea, ni mucho menos con
un fruto antiguo de las épocas doradas del rodaje latinoamericano para entrar
de esta manera. Pero, bien vale ser un pipiolo en la materia argentina para
adentrarse a nuevas experiencias y presentar el lado opuesto del cine MIERDA
del cual pagamos para ver “Los Vengadores” sin culpa ni remordimiento.
Tras gran camino en
la industria, un director llamado Mario Sabato que –creo que- quiso reflejar en su camino al sexagenario su
opinión y su moraleja del cine actual a través de su penúltimo film titulado
con mucha nostalgia: “India Pravile”, y eso que estamos hablando del 2003. Si
bien, en este decimocuarto aguacate que ha producido y escrito por él mismo con
ayuda de colaboraciones de otros artistas, no sabré si es o no su apogeo, ni
abarco su filmografía desde los inicios de los 70s, pero la tarea que hoy
entrega este señor parece como si fuese algo personal que quisiese cerrar el
ciclo tras las cámaras sin olvidar algo que patente sus pensamientos o memorias
de la vida misma, y eso cucarachas es de revelarlo ante la luz aunque no
sepamos ni “J” de su trayectoria.
Centrémonos de una
sola vez en la película. Arranquemos desde ese reparto que incluye desde
actores con un rostro tan serio como el de Lito Cruz hasta el archiconocido
comediante de su propio programa: Diego Capusotto, para ustedes que lo conocen,
Peter. Y sin contar, un elenco que sobra decir que están ordenados y precisos a
los momentos, donde participan Carola Reyna, Graciela Pal, Nicolás López Padín
y un etcétera que recapitula los créditos. En fin, la labor de cada uno se
centra por la personalidad que dicta Sabato, por lo tanto hay una lineal forma
de actuar y siempre frente a nuestra principal pieza: Lito Cruz representando
el papel de un cineasta retirado llamado Enrique Quiroga.
La historia retrata
con un sentido del humor negro, con una comedia sin exhibirse a lo vulgar con un
drama embellecido que trata la muerte y la vida bajo una mirada pesimista. Todo
girando alrededor de Enrique: hombre que ya no filma, que está cerca de llegar
a la tercera edad, que discute un millón de veces con su esposa, que resguarda
el anhelo de las “buenas” películas de antes, que fuma de 2 a 3 paquetes de
cigarrillos por día y que su deprimente actitud lo ha llevado a múltiples
problemas con su familia; hija, esposa y hasta suegro… Criticando y jodiendo los videoclips, el cine iraní, las
cámaras de video y toda esa novedad que catapulta la percepción de lo que es
cine para él. Un protagonista adecuado y con una personalidad humorística,
solitaria y cascarrabias.
Con las “cualidades”
de Enrique y el sentimiento que transmite a su familia, Lucila, hija de éste y
madre de Martin, emprende la difícil tarea de animar o sacar un propósito a su
padre obligando a Martin a acompañarlo más seguido, ya que las intenciones
suicidas de Enrique son presentes. Como resultado Martín sería ayudante y amigo
de su abuelo. Cabe resaltar que en las etapas de vejez y nostalgia, se puede
apreciar el amor al antaño y las situaciones distintas si fuesen lo que querían
ser Enrique y unos cuantos amigos, como Quirno (Carlos Moreno) que es su mejor
amigo, que gusta del Rock Clásico de su nación y que tiene sueños frustrados
como un integrante que pertenecía a una banda que le apasionaba. Compatibilidad
hay entre la muerte, pero su amigo afirma: “¿Acaso ya estamos muertos y nadie
nos avisó?”
Una trama y un
argumento original, que reparte y acoge frases pesimistas, actitud cínica,
desprecio y una mirada diferente a la vida con palabras coloquiales, modismos e
insultos que tiran a lo cómico, como también esa insistente comedia camuflada
que permite no ser un velorio este rodaje. Escenarios que muchas veces se
repiten y algunos que rompen la tónica del problema. Como centrarse en la niñez
de Enrique narrándole a Martín el porqué de India Pravile a un inconcluso guión
que no se inicia. Transportándonos en un color amarillento y viejuco al pasado
de las memorias de Quiroga, donde se aprecia un mercader que guiaba un caballo
con miles de canastas, cuando él y sus antiguos compañeros jugaban fútbol en el
barrio sin entender el significado del canto del comerciante. Llegando las
instancias de saber la definición de la palabra, el tipo y su mercancía no
pasaron nunca más, por ende nadie supo que era “India Pravile”. Lo interno y
personal de Mario Sabato se impregna con facilidad, no hace falta conocer al
director para darte cuenta que intervienen sus ideales para crear una película
con mucho rollo que sacar.
Lo mejorcillo es esa
constitución con un vistoso y gracioso lapso de episodios de comedia bien
realizada que enriquecen, varían,
entretienen y te enganchan con facilidad según la temática o núcleo del
embrollo. Un gran puntaje se suma por las situaciones y los encuentros que van
desplazándose poco a poco hasta llegar al final. Rescato esta cinta con el
ambiente, el color opaco de grabación independiente, el vestuario que no está
mal del todo chequearlo y por último: una banda sonora que se dispersa adecuadamente
con el tono justo. Recalco y redondeo esa delicia de orientación a reír al
espectador perseverantemente con una dirección opuesta a los rodajes argentinos
que se asimilan con el ingenio de Cantinflas, porque si fuese así, estuviese
describiendo aberrante idiotez humana con todo desprecio, por gracia divina no
encontraremos esas estupideces.
Prosiguiendo con los
planes suicidas de Enrique; tardan, se extienden con algunas experiencias y
algunas oportunidades de calmar al asunto para disfrutar de los personajes y su
interpretación durante hora y media de verdadero análisis a la vida y la muerte
tras varios planos y puntos de vistas donde intervienen temas que a más de
alguno le apetecerá como un gusano prendido en una hoja fresca. Martín a sus 14
años sin conocer la vida ayuda a su abuelo con una visión realista y eficaz,
sin perturbarse de las sombrías ideas que tiene su pariente, que al final satisfactoriamente
se convierte en uno de los mejores amigos del director retirado.
Resumimos el objetivo
y la meta del protagonista cuando cunden a la elección de los escenarios para
suicidarse y Quiroga le explica a su nieto cómo hubiera sido su muerte si
siguiera siendo director o cómo descifra algunas verdades humanas para un tipo
como él: “Mi muerte sería más notable que mi vida”. De este modo el acto quiere
ejecutarlo de manera memorable, ya que según él, su existencia ha sido un
tránsito en el desierto, apenas jalonado por incidentes sin importancia.
Ninguna de tres opciones elije, posteriormente con la muerte de su único
acompañante; La perra que se llamaba Bicho y el transcurso se diluye poco a
poco pasando ese tema a un lado hasta la conclusión de dejar claras las cosas tanto
para Martín como para él. Llegando a su anhelo mortífero en una sala de cine
para que finalmente la solución del entrañable Enrique Quiroga se realice en el
Fin de la película que veía y de “India Pravile”.
Cerramos con semejante
lección de buena firmeza y creatividad para hacer una película: Que te salga de
las entrañas, de ti mismo! Mario Sabato sorprende con una historia que
entrecruza el humor, drama y ternura, en una trama atrapante que nos mantiene
en vilo hasta el final. Y con una esencia única que no la encontraremos ni por
mucho tiempo navegando por el Norte, ni rebuscando en las Cataratas del Iguazú
por algún entretenimiento vago. Si quieres ver arte grafico te presento esta
oferta indispensable para una estantería que se nutre de cintas de buena
calidad, que no pasan ni por gloria ni pena, pero que llenan un hueco en los
gustos de cualquier cinéfilo que aprecie el arte visual por su mensaje,
pensamiento, sentimiento y demás…No por su chatarra prostituida en masas.
¡“India Pravile” para
el que come Pernil!
Nota: 8.5 duros como el culo de un caballo
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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