Ayer en mi sesión
nocturna con un calor inmerso a mí, con insectos ambulantes y agua tibia lancé
la red por un vago recuerdo y me he topado con una reflexión sobre la cinta “Dinosaurio”,
que muchos ya habrán visto cuando eran peques: ¿Qué puto esfuerzo tendrá
realizar todos los detalles de un ser o una época que ni vivimos, para recrear
lo que tal vez hubiese sido el Periodo Cretácico en este caso? Si usted chicuelo
todavía no ha sacado en la facultad de medicina su licenciatura en paleontología,
no se tiene que preocupar, ni apresurar. Después de todo, la producción Disney
es sinónimo de Infantiloide y el mercado es seguro. Los directores Ralph Zondag
y Eric Leighton quisieron manejar una idea de un documental, pero la compañía maléfica
que hoy todos conocemos por sus cintas de niñitas, no adquirió esa idea de buen
gusto por múltiples razones (dejémonos de pajas, poderoso caballero es Don
dinero)
Sacada del horno para
el Nuevo Siglo en el año 2000, con una travesía que empieza desde que nuestro
protagonista Aladar, es un huevo robado que pasa de mano en mano hasta ser
adoptado por una familia de lémures, donde Plío hace papel de madre del pequeño
y feo bebé. Este trayecto me parece el más memorable, porque solo la
supervivencia que tiene que enfrentar ciertas especies y el enfoque está lejos
de la proposición que quiere dejar claro Disney: Los buenos Valores (que luego
partiré esos detalles más adelante). Mejor arranque no pudo tener alrededor de
5 minutos para exponer lo que alguna vez fue esa era desconocida, que ya a
primeras hay que observar las imágenes reales del Parque Nacional Canaima,
donde poco a poco veremos paisajes de Venezuela.
Aladar al crecer con
los lémures e interactuar con ellos mientras el cortejo de su aparente familia,
se da cuenta que es el único dinosaurio del valle, donde rápidamente sucumbimos
a la lluvia de meteoritos que le revelaría esa duda a nuestro dinosaurio. Observación
especial a la fabulosa interpretación musical que tiene James Newton Howard que
enriquece el film con la dramatización y teatralización de los sucesos que
ocurren con una orquestal mímica que se adhiere perfectamente. El suspenso son
algunos de los mejores cortes que obtiene el recorrido sobre el desconocido y apocalíptico
acto donde los personajes principales caen al agua y se salvan de morir.
Posteriormente se
refleja el caos que provocó la lluvia de meteoritos y que caminando vagamente por
el desierto para encontrar un lugar seguro –que de paso se topan con unos
depredadores delgados, horripilantes y rápidos-, chocamos ante el verdadero desarrollo,
problema, nudo, centro, etcétera…Aquí esta la manada sobreviviente que quiere
el mismo deseo de Aladar: Vivir En Paz Y Harmonía, pero que no tienen las
mismas cualidades o valores que le inculcó Plío a nuestro camarada. No obstante
unas señoras de tercera edad de peso pesado lo acompañan a la caminata. En fin,
el líder Kron no quiere retrasos y las lentas se van a la chingada, el amor de
nuestro cabeza de cepillo, mensajes como la integración, cooperación, la
amistad, el compañerismo y demás se escurren en nuestra mente con la imagen
reflejada de un Iguanodonte.
Más allá de las difíciles
etapas por conseguir agua y las descripciones que podemos hallar con mejor
entendimiento en Wikipedia, hay que darle mérito absoluto a la computarización
de los personajes, haciéndolos casi reales con los efectos técnicos y artísticos.
La única objeción es el parecido de: En Busca del Valle Encantado, la argumentación
un poco simplona y un poco del prototipo de historia común. Eso sí, entretenida
desde la frustración de no hallar lo que esperaban, la audacia de los
comportamientos y decisiones del héroe de la pantalla, la felicidad, el egoísmo
cuando pisotean y sale agua, el asecho de los Carnotaururs (que putada bestias),
Aladar entregando apoyo y confianza a los demás, la revelación ante el enemigo,
la entrada cerrada a los inesperados nidales que expulsan una belleza y
naturaleza, las muertes de ayuda, el amor, el esfuerzo colectivo. En fin, se te
pasa rapidito la digestión, el final feliz, la trama sencilla, el presente
toque cómico y te lo compras a 5 cacahuates.
Prende el proyector, échate
un elote y te lo comes entero, que después de todo no hay que ser tan agresivo con
Disney y sus producciones de lujazo, porque algo hay que decir: Si de rodajes
de reptiles gigantes estamos chequeando el mejor, éste entra en la lista por su
virtuosismo en imágenes, su admirable ritmo, entrañables personajes y
entretenimiento a mono colgado. Tal vez, no dispare una franquicia abrumadora e
innecesaria de 12 jocotes como la de Pie Pequeño y sus amiguitos, como tampoco
es tan agradable para niños de Kinder por su animación elaborada, pero se
rescata de la misma mierda que escupe actualmente esta compañía con secuelas de
mierdas.
Y me pregunto: ¿Dónde
está el Documental? Si se enrolla en la videoteca infantil con buen prestigio,
no me quisiera imaginar lo que hubiera hecho capaz el planteamiento que tenían
desde un principio Ralph y Eric con su versión seria y científica. Nada de otro
mundo, aunque un Aladar en cada nación cambiaría más de alguna cosa. Lo
mejorcito: Los Carnotaurus, animales cabrones de buena pinta, la técnica visual
y grafica del largometraje, entre otras pizcas que se diluyen en mi memoria. Lo
peorcito: Puff..Exigir a una animación de Estados Unidos del siglo 21 con el
domino de Walt Disney cosas extravagantes, es estar loco. La nostalgia para
algunos y para otros una experiencia…
Frase del día: “Morir
no es tu destino, es tu decisión” – Plío
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