“Cacacalán, papapalán” El Papa
Francisco. Digan conmigo: ‘Loulira’ y “Quitlyyyy” La verdad que me hace mucha
gracia cuando escucho tales dicciones por el grado de interpretaciones que ésta
puedan llegar a tener y la musicalidad que puedan conllevar trascender de manera perpleja y reciproca.¡A
la olla pues, perras! En estas mini reseñas de 3 de la mañana seré el vulgarón
de la cuadra, el que saca la estaca con Luis Lach y pega el vergazo con la pata
rajada de un león enmohecido.
Así que quedan bien advertidos con el curtido de de
sábados intoxicados con sabadazos.
En fin. Dejemos de hablar
mierdamotor y entrémosle con reflujo
vayainal al temático blog chupanimbres. Lolita, está claro que es una perra rica
de 15 años que a todos los hombres y viejos prostáticos, ocasiona simultaneas
erecciones perennes y sempiternas, y a la vez les atrae esa femínea maldad
pueril semicasta y sensual. Bien visto, la chiclosa, enamora de dos cabezas: la
de la verga y la tutumusta y parietal. Dicho sea de paso, que la nanorra traga
penes viejos.
Puta, qué mierda… Lolita se
centra como el tópico de censura de la época, época que Alfred los pájaros condimentó
con especias de suspenso hasta en los calzones, apenas el cine se culminó como
una industria, casi petrolera, universal empezaron a salir las reprimendas, los
espacios de cine, la fiscalización desmedía de parte del gobierno
norteamericano de la primera mitad del siglo XX y los jaleos que llevaban
hablar de un tema en particular, más si éste se trataba de sexo sin pudor
quitándoles todos los pelos de la lengua.
Y era obvio que la primera
versión de Nabokov saliera tan taimada, calma y sin mucha psicología en sus
personas, como diría una buena amigarra. Los personas fallecen (Metafóricamente
hablan, mi calabacín) cuando las escenas de sexo son vapuleadas y removidas tan
cruelmente, es como quitarle loa entresijos a cualquier película que trata de
póker o más bien quitarle las escenas donde enfoquen las cartas en sí, los
números que denoten que el capacitado de turno está jodido. Pero de allí la
pelix de Felix corre bien funcada, maquiavélicamente hablando: cae de tortazo (Eso es mentira, Maquiavelo
nunca lo dijo)
Yo les digo que echen su
vergatina en la pantalla. Casi dos horas
de travellings decentes, pero la historia pierde algo su rubor y solidez Qué
huevitix, mis tortrix.
(¿Quién le entra a esta lechuigina?)
6.8 y me voy al robotboy
Publicado Por Albert Spaggiari.
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