lunes, 24 de noviembre de 2014

Kabak – Descomposición Cerebral [1999]





Mero patrullón que rondeaba San Salvador, donde el nuevo siglo se esperaba como el pan y el semitón en la boca del cholco; todo bien arrebujado, pariente. Así era en aquellos infértiles ’99: no había escena, papayito, todo estaba en penumbras para las nuevas Ages… Pero lo que no se pone en tela de juicio es que, si bien no había escena, sí había un medio underground que permeaba con sendos embalajes en cada costa: discazos de EE.UU de la virulenta escena de Tampa, de los cuales los seguidores del momento tenían pleno contacto, aunque, siempre refiriéndonos en términos under…

Pero no nos adelantemos a los hechos, porque muchos han oído, en esas largas búsquedas 
meridionales, a un tipejo con lombrices en la panza gritar: ‘Mechudooooo’ y a falta de no hallar nada más, El Salvador se encuentra situado entre uno de los países con más escasas productoras discográficas de toda Centroamérica del mundo metalúrgico. Por ello no es difícil ver que bandas que bien pudieron se catalogadas, en su momento, como creacionistas de un estilo tal como lo fue el Death en Tampa, el Thrash en San Francisco o el Heavy en la meca inglesa de principios de los 80’s, sean, pues, desterradas del mapa galvánico. Por ello, las pocas pruebas que tenemos, el poco atestiguamiento que nos respalda es el siguiente álbum de metal extremo: ‘Descomposición Cerebral’

Eso sí, no me pregunten por sus nombres; bien se sabe que la temática de estos grupos tiende a ser ora graciosa, ora ofensiva, ora desparpajada. En lo que nos concierne, claro, es, que muchas de estas agrupaciones tan tragicomedizadas o vituperadas por la crítica, han sido sumamente encarnizadas e influyentes parar el renacer del metal extremo salvadoreño de principios de los 00’s, por lo que le debemos el nombre de vientre materno del metal extremo, casi nada, ¿eh?, Pijuyo.

Kabak lanza su única receta purulenta parar el último rescoldo de los 90’s. Sí,muchos recordarán esos años como el corte de caja del metal extremo, la definición, en pocas palabras, del género mismo, género que una vez vio su renacer a principios de los 80’s. Y es cierto que a muchos los asaltaran preguntas como ¿Y si tan viejarraco es el género por qué ninguna banducha saco algún demo, un Tape o cinta blanquinegra? Ahí el asuntín, mi rebosado carcamal feisbuquero: el merol bien pesarroncho sí influenció medio paisnal; lo que pasó, simplemente, fue que, con la llegada de industrial aficionadas de poca monta, el mero circuló, pero como bien mandan lo canones del brutalizer: en cintas de poca estela. Ahora entiéndase lo siguiente. Muchosg grabaron porque venían quemando pólvora desde las navidades del ’90. Y el Kabak, pues, desde el 94, ya había cimentado en garajes su cochino troquelar de guitarras. 

La banda recibe influencias OBLIGATORIAS, como lo son bandas del talle de Suffocation, Dying Fetus, ramalazos de un Cryptopsy. Dado que a la banda salvatruchera le gusta trabajar con medios tempos (Sofo); Voces vomitadas y monocordes (Los dayin)  y la velocidad a veces impetrada (Los cry) chucho metal de entierro, parar saborizar una carnucha asadocha con pepineles  bien reteque frescos.

Pero aquel babuino que espere técnica de la de sabor nevería; que se vaya a comer chorizos vivos, que le hablen por la oreja y escupan cementerio, Porque todo el álbum, empezando desde su malhadada portada hasta su retoque cuchitril, centra el polomístico Art como insigne y deja bien en claro sus intenciones. Se nota que no quieren agradar ni de una u otra forma: ni siendo los más sucios ni los más técnicos, virtuosos, defenestradores, o simplemente lo más sardónicos chabones del rincón del vago. La influencia que también les gusta instigar hacia su música, es la de meter a tutiplén samples de voces engorrosas y moscardonas, nos recuerda fácilmente ese guturalón ‘Macrovomiturium’ Esta bien fescavena: lo mejor de la fibra Cry-Sofo y el tamplazo Dallin recobrado pal feudo. 

Pero lo demás se torna bien Review, ya palpado y mencionado. Aunque los cambios de ritmo agregan elote loco a la sazón y suerte de un clásico del extreme. Disco obrero, bien trabajado, nada explotado para alcanzar la última virtud o quintaescencia del mismo. Lo mismo. Las guitarras son las que más lustre le sacan a la ollada de tajo; los Blast de monorriel son algo abusados, y pues se pierde un poco el sabor robusto. Y a mí por muy Grind que sea un ábum, me gusta que le metan producción gordales, bien rellenadas, que no dejen esos huecos compositivos que, muchas veces, enflaquecen exponencialmente la producción. 

Puesto que, a decir verdad, me lo esperaba más derretido el álbum, sin embargo, las escuchas van ajustando cuentas pendientes que puedan tener el oyente para con el álbum. Buena tralla, la verdad. Al final deja algo satisfechón, mi requesón. 

Ustedes pínchenlo a ver si sacan sustrato con olor a pipilsener.
Un bajón de loroco con chinches besuconas. 


Nota: al final hablé mucha paja, y le caigo bien con el 8.5 carraspaseado.   


Publicado por Albert Spaggiari. 

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