A fuego
lento la melcocha se iba irradiando por los poblados europeos, aledaños y nada
ajenos a la movida rockera de finales de los 60´s y principios de los 70´s, que
una vez braseándose en los costados tumefactos, expolió virtudes que jamás se
pudieron cocinar en la historia, y cuyo punto indicativo se dio, sino bien por
casualidad, tal vez por causalidad urgente. Así y Asa, era Justo y necesario. Y
¿Quién sabe el destino lo que deparaba? Tal vez las bandas eras las principales
marionetas, sujetas al sonido novedoso del Los Rolling, o los chillidos armónicos
de los Beatlelocos; sería una suerte aquella bestia que se liberase de las
cadenas de la ingenuidad, para pasar a destruir eslabones de espacio y tiempo,
y ocupase un lugar entre los sonidetes de bomba y desenfreno.
Pero, los
70´s fueron esa tan esperada escena, esa tan inexplorable latitud, que seguía
sin corona y morador, y que el pasar de los años, en completa abundancia y explanación,
cultivaría discos celebérrimos y notables joyas imperecederas. Dos de las
bandas más infravaloradas, compensando el término por su sonido, serían sin
lugar a dudas: “Budgie” (Por allí cierne un disco que nos concierne) y los camaradas
de Dublin: “Thin Lizzy” y en un grado menor –Aunque dijimos que sólo eran dos-
Scorpions, que si tuvieron una acogida variante y exuberante; no tienen de que
quejarse. Pero, volviendo con estos 2 ó más bien, con este Dublinés de mecha
larga con dorso de cohete rojizo y mordiente, llamado en la parroquia como “Lizzy”
pero, que no es una mariconada, como llamar a tu perro Lindsay o Lassie, para nada,
esto es rock, no niñerías. Entendido, ¿mi malvavisco?
Ok, a
rifar, no en grande, pero a rifar. Agarra un cuchillo y pásaselo a un ventanal,
de la casa de algún ermitaño con panza de besugo, y ráspele el objeto punzante
en toda la aérea de la ventana, hasta que el hijodeputa salga con senda ira incontrolable,
y te mire con ganas de matarte a violadas progresivas. Corre, y aviéntale una
piedra en el ojo, y grítale: Ven te enseñaré a “Thin Lizzy” para controlar esa
furia, mi changoleon.. te puede gustar el rock, mi viejo y sino pues, chíngamela
bien. Hasta que la pelagra se nos ponga morada, y los ojos ictéricos, tendremos
la pócima que cure nuestros males de rock vaguito y sin fuerza. Año 70´s, y los
camaradas de Irlanda, ya nos pegaban un guantazo en las cervicales, no quebrándolas,
pero si irritándolas a limite de “No parquearse aquí”
Combo
ilegible, que sólo se forman dos veces por década: Phill Lynott en las vocales de
salmón, Eric Bell en las guitarras de cera Y Brian O´conner en la muerte prematura, quiero decir Brian Downey
en la baturraza esquelética; desaliñada como siempre. En esas épocas estar
peludo era estar peinado, y estar peinado era estar pendejo. Se traza la línea delgada
del Rock chapoteado de banditas 60´s y se sale de la tangente hacía el rock “empedregado”
y escabroso de la movidona, con toques sutilones y rítmicos como se desgracia
primeriza y torpe. Pero, este debut, homónimo con J (No era cosa de la
modernidad tener siempre un debut con tu placa de bronce, o titanio si eras un
Purple) “Thin Lizzy” cosechado en plenos 1971.
Referencias
para cambiar de estilo no subyugan, se atan a celosísimos patrones de rock
Setenteros, pero sin demostrar ser un común denominador, los Lizzy, se
arriesgan con la puesta en escena de deslices en fármacos adictivos, e
irregulares.
No siendo trompicones de cualquier joven con mascara de “innato
diablo” pero, si con una aura especial y progresivamente diferenciable del
meollo fungoide. Pero, en cuestión de rock, íbamos viento en popa: El progre de
los Crimson rebobinando las alturas junto con los Floyd que dejan la psiquis y
se meten al mordaz hilo intrincado/ambientalista, unos Rush que ni pensaban
nacer, unos Stooges que rompían barreras a golpe de cañón napoleónico; el Sur
gobernado por los Allman Brothers Band que sentaban el desértico clima de los
Humble Pie, y unos Budgie que tiraban a matar con el potente sonido Del sábado negro,
como así unos GFR que sacudían las rejas de las fronterizas ciudadelas
Inagotable
el legado de los 70´s, y aún más inagotable e imperdonable sería olvidar a los
Thin. Si bien aquí no está el crecimiento o la formación totémica, de éstos,
peros que lo que esbozan sus pinitos no estaba nada mal, ordinario, pero nadita
mal.
Riffs a
la vieja escuelucha, con un trenzas llenas de cieno, algo perezosas, aunque forjándose
muy personales. Pero éstos no fueron unos veleidosos tipejos que se enfurecían
si algo no les salía bien y encima tirar la toalla, estos tenían dos pelotas como
granadas a punto de estallar, no de semen, sino de sonidos explosivos y catatónicos.
En pos de la tierra que Zepp se comió, era extraño pero cuerdo, ver a esta banda
cambiando las mares de pizpas. En fin. ¿Qué me parece esto? Un trabajo decente,
muy digno de la época –Aunque difícilmente decepcionen- por su enigmático interés en rediseñar a lo seguro: Cambios de
tempo y ritmo, concordantes, muy a la línea de unos Hardrockers bien parados,
con sus fueros, y sus alientos de baladita chulesca.
Continuando.
Un panorama demente por veces, con excelentes composiciones clásicas (Del rock
no del clasicismo) y frescas a la vez. Pero, las canciones, en su mayoría,
están tipificadas en los acordes básicos, en las armonías vs arrítmicos pasajes
de “eclosión” aún no son técnicos, aún carecen de virtuosismo, aún pasan
desapercibidos, pero la justicia llega con un ejemplo de que este álbum aún
tiene futuro: “Return Of the Farmes Son” quiero hacer un alto aquí… Y veamos.
En esta canción, cuya precisión, calidad y nitidez se funden como hierro y
acero formando belleza suprema. ¿Cómo decirlo con tecnicismos? Roloa insigne,
con buen sabor, acompasada, personal, de broche convulso de riffs y solos
alocados, de batería portentosa, de vocales hipertérmicas y naturales… Derroche
del la pizca oculta que va creciéndose en los fuelles prohibidos.
Portada… asquerosísima,
pero que no se les vaya las ganas, porque el disco mantiene una gracia solidad,
de un debut con sus caderas excitantes y su culo bien puesto. No se hable más,
no es lo mejor de la salsita de pollo, pero si entra como aperitivo de lo que
una vez cosecharon estos infravaloradisímos musicotes de talla robusta. Imperdible
para aquel respetable coleccionista.
Nota: 7.4 y la comezón vendría luego.
Publicado Por: Albert Spaggiari.
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